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[crónicas sabatinas] Más acá y por debajo del nacionalismo-secesionismo

Sugerencias para el 26J (y para otros días y fiestas de guardar)

Fuentes: Rebelión

Para José Luis Moreno Pestaña, por su visita y por su magnífica conferencia   El estallido sentó mal a muchos: singularmente a los jerifaltes del PP, porque la rebeldía se instaló ante sus narices y los desbordó. También a los nacionalistas periféricos que temían un desplazamiento del centro de gravedad de sus protestas y propuestas […]

Para José Luis Moreno Pestaña, por su visita y por su magnífica conferencia

 

El estallido sentó mal a muchos: singularmente a los jerifaltes del PP, porque la rebeldía se instaló ante sus narices y los desbordó. También a los nacionalistas periféricos que temían un desplazamiento del centro de gravedad de sus protestas y propuestas políticas (recuérdese el sincero y airado exabrupto del ex preboste de Esquerra Republicana de Catalunya, Carod Rovira, invitando a los acampados en Cataluña a que se fueran a mear a su país -se supone que a España, porque los que ocupaban las plazas ya no eran, para Carod, catalanes-, una frase que demuestra la soberbia y el desprecio étnico del personaje). Pero el contagio no se produjo solo en tierras españolas, tuvo impacto a nivel mundial, incluso en Wall Street, donde los Occupy tomaron las calles durante un tiempo. O, por citar, un movimiento más reciente, ¿no está el espíritu del 15M presente de alguna forma en la Nuit Debout francesa? Por supuesto que sí.

Miguel Riera (2016)

Llegué a Barcelona en marzo de 1963 con once compañeros procedentes de Palma del Río, provincia de Córdoba, con un billete colectivo que costaba mucho más barato. Nos metieron en un tren de mercancías, en un vagón habilitado para trasladar diferentes especies de productos manufactureros y presos, como si se tratara de una mercancía más, en el que nos ubicaron a nosotros durante los dos días que tardamos en llegar a la Ciudad Condal. La locomotora aún era de las que funcionaban con carbón y en las cuestas no pasaba de los20 km/h. Jamás habíamos pasado tanto frío, sobre todo en Chinchilla, donde estuvimos varias horas parados, supongo que por la brega policial en el trasiego de algunos presos que venían de Córdoba para ser instalados en el penal de Chinchilla donde nos encontrábamos estacionados. Entre ellos venían dos presos comunes que conocía de vernos en el patio de la cárcel donde había cumplido cautiverio por mi ideología comunista.

Francisco Liñán Muñoz (2011)

Allí, en el Jardín del Sur del Edén, se vive aún en la contradicción porque, desgraciadamente, no hay conciencia de la contradicción. Y no hay conciencia de la contradicción porque los dioses allí no han muerto. Y los dioses allí no han muerto porque no hay conciencia del eterno retorno de los cosas. Y no hay conciencia del eterno retorno de las cosas porque el infrahombre del Jardín del Sur del Edén vive aún en la ilusión desgraciada de que el mundo no es complejo, complejo, complejo, sino simple, y grande y terrible: como el hambre, como el amor, como la reproducción, como la generación, como la muerte.

Así es como va. Todo el mundo lo sabe.

Ya no hay utopías, dice el último Decretazo del Filósofo del Norte. No; no las hay para quien no las necesita.

Francisco Fernández Buey (1999)

 

El primero de estos textos está extraído del editorial de El Viejo Topo del mes de mayo. El director de la revista, Miguel Riera, es el autor. Cómo consiguen, él y Víctor Ríos, otro de los editorialistas del Topo, dar siempre en el clavo cuando piensan y conjeturan sobre escenarios de futuro, sobre mundos paralelos apenas entrevistos, es un poderoso misterio que no he logrado descifrar hasta la fecha. Desconozco la mágica y certera bola de cristal que usan en sus reflexiones. Les informo puntualmente si logro enterarme de algo.

El tercer texto es Francisco Fernández Buey, de un artículo que publicó en El signo del gorrión en 1999. Lo editaremos en breve recordando aniversarios. Debo a Miguel Casado, un crítico y poeta imprescindible, el conocimiento de su existencia.

No me he olvidado del segundo. Lo he extraído de de la autobiografía del autor (Silencio roto, DeBarris,sccl, 2011), uno de esos «hombres a medio hacer» de los que nos habló en su día el ex molt honorable, uno de esos hombres que cuando niños hablan un castellano que apenas se entiende, según «justa y sabia» sentencia sociolingüística (en sede parlamentaria) de su hijo político por excelencia, el último ex president.

(Abro un breve paréntesis. Hablando de «grandes hombres»… Mas, Pujol, Aznar, González no son presidentes. Fueron presidentes (alguno de ellos, también de bancos fracasados). Decir de ellos que ahora son ex presidentes resulta un pelín paradójico. ¿Se es, sigue siendo uno, aquello que fue? Pelillos (estos últimos) a la mar. Sea como fuere, hablar de ellos en términos presidenciales, sin el ex, como a veces se hace (especialmente en el caso del molt honorable y algo menos en el caso del ex presidente-hijo político que apostó por hacer de Tarragona un gran casino neoliberal y sin principios sociales ni laborales, con la ayuda entusiasta de don Mas-Colell), es altamente significativo. La complejidad, el sorpresón aumenta cuando ese trato, absolutamente injustificado, es usado a veces por dirigentes de izquierda. Cierro este paréntesis).

Otras notas iniciales, aún fuera de tema si se quiere.

Sobre el pasado Primero de Mayo y para retener cosas básicas. Miguel Candel es quien escribe (con el saber y la magnífica ironía que nos obsequia siempre desde hace más de cuatro décadas): «Como sabéis ustedes, y explica con la agudeza de siempre Rafael Poch en La Vanguardia de hoy [2 de mayo], la policía antidisturbios también quiso participar en la mani del Primero de Mayo en París. A su manera, claro. Interpretando al revés aquello de «no pasarán», bloquearon el paso de la comitiva (algo de lo que no parece capaz ni nuestro inefable Fernández Díaz) provocando la indignación de los manifestantes más jóvenes, que respondieron a pedradas. Los polis, más finos ellos, recurrieron a los gases lacrimógenos (no llores por mí, Marianne), con gran éxito lagrimal y asfixia general en superficie y en profundidad (metro incluido). Por otro lado, nuestro más conspicuo producto de exportación (el comercio exterior catalán está que se sale… nunca mejor dicho), un tal Valls, ha decidido prohibir las reuniones nocturnas en la Place de la République(?). Vive la idem!».

Segunda nota: una ilustración de la destacada «obra social» de La Caixa, «l’ànima de Caixabank», uno de los grandes poderes intocables de .Cat: «La Caixa ha financiado a Maxam y Sener, dos de las principales fabricantes de armas en España, por valor de 79,6 millones de euros entre enero de 2011 y diciembre de 2015, según fuentes del Centro Dèlas de Estudios por la Paz. El banco también ostenta un gran volumen de acciones en Indra -otra de las principales compañías españolas del sector-, que alcanza los 7,9 millones de euros, y posee el 26,3 % de OESIA, compañía de la que se desconoce su valor total, dada la opacidad que La Caixa ha llevado a cabo en sus operaciones. Todo ello suma, por lo menos, un total d e 87,5 millones de euros invertidos en empresas de armamento«.

La tercera y última: sobre el decir-escribir y el hacer. El global-imperial-antichavista-y-sionista ha publicado estos últimos días varios editoriales elogiando la libertad de prensa. No hay sociedad realmente democrática sin ella; sin una prensa libre no vamos a parte alguna; esencial como el comer y respirar; hay que defenderla aquí y en todas partes, etc etc. Veamos, sintamos, experimentos, la veracidad del aserto, la profundidad de estas sesudas reflexiones… y las prácticas anexas: ha bastado con que un periodista crítico y digno, Ignacio Escolar, hiciera una mínima y más que equilibrada referencia a la posible-probable vinculación de don Cebrián, el amigo de don Vargas Llosa, con el más que turbio asunto de los papeles de Panamá, para que el Gran y Académico Jefe (¡qué cosa da ver a Manuela Carmona a su lado… y al del servil Antonio Caño!) le expulsara sin miramientos de todos los programas relacionados con la cadena SER («la gran cadena del SER» decía irónicamente José María Valverde en los años ochenta). Ni que decir tiene que en las páginas de las publicaciones del grupo PRISA, probablemente en todos los programas radiofónicos y sistemas afines de la cadena, no ha habido ni una sola referencia a este acto despótico. Veto y silencio total. ¿Libertad de prensa, información crítica? ¿Nada tiene que decir de todo ello don Felipe, el gran defensor contemporáneo de las libertades? ¿Y la dirección del PSOE? ¿Están de acuerdo con este acto enérgico, global-imperial, don Pedro Sánchez y doña Susana Díaz?

Me ubico en el tema, recordando y admitiendo que, como es evidente, no todo es lucha institucional, no todo son elecciones… aunque de nuevo estamos en coyunturas que pueden ayudar, significar o posibilitar pasos adelante en una real ruptura democrática con contenido social.

De entrada (y de salida también en este caso): el recurso del gobierno en funciones del PP es otro de sus actos políticos de derecha muy extrema y deshumanizada. El activo gobierno en funciones ha pedido la suspensión de algunos artículos de la ley 24/2015, la conocida como ley antidesahucios catalana, «por incumplir algunos aspectos procesales que afectan a la igualdad de los españoles». Los artículos mencionados por doña Soraya en funciones afectan a las medidas sobre vivienda y deuda que establecía la ley (la mediación judicial para establecer medidas de segunda oportunidad para los hogares endeudados, la cesión forzosa de pisos por parte de los grandes tenedores de vivienda como bancos y fondos de inversión, las medidas que obligan a las administraciones a una oferta de vivienda en alquiler social). La vicepresidenta, que se ha referido al conflicto de competencias como motivo del recurso (era de prever), ha detallado que la cesión obligatoria afecta al «derecho a la propiedad». Y con la Iglesia y la propiedad hemos topado; lo sagrado es más que sagrado.

La PAH anunció, con prudencia pero con convicción, que consideraría el recurso como una auténtica declaración de guerra. En idénticos términos se pronunció APE, la alianza contra la pobreza energética. Consideran, con toda la razón social de la que somos capaces, «que el motivo real no es un presunto conflicto de competencias sino la defensa de los intereses de la banca y las suministradoras». Doña Soraya ha apuntado, cubierta el falsos ropajes de sensibilidad social, «que el recurso del Gobierno no afectará a los artículos que desarrollan las medidas sobre pobreza energética -la ley prohíbe los cortes de suministros a hogares sin recursos». ¡Faltaría más!

Un nudo muy a tener en cuenta: la página web Vozpopuli ha publicado que la banca, y en concreto el BBVA, «han presionado al Gobierno del PP para que recurriera la ley por afectar a la venta de paquetes de crédito, y en concreto a un paquete hipotecario del BBVA por valor de 1.500 millones de euros». Es su gobierno. Ninguna sorpresa en el horizonte.

Así, pues, lo de casi siempre y con todo nuestro rechazo. Pero el asunto no es, como se dice y repite en .Cat – donde todo («todo» es todo) se lee, interpreta y difunde con la misma clave-, una acción contra Cataluña y los catalanes (como algunos nacionalistas-independentistas ya han señalad o) sino una decisión política contra los sectores de la ciudadanía de Cataluña (catalanes o no) más desfavorecidos y contra los titánicos esfuerzos realizados por dos de las organizaciones que merecen nuestro mayor reconocimiento, apoyo y admiración: las PAH y la APE. El recurso, por otra parte, lo ha interpuesto el gobierno central. No Madrid, no España, no los españoles, ni siquiera el Estado español como se ha dicho. El gobierno central, el solito, con las consultas y acuerdos que podemos imaginarnos. Añadamos que el gobierno sucesor de aquel primer gobierno CiU que arremetió con toda saña y sin ningún escrúpulo en el asunto del PIRMI, contra las sectores más débiles y explotados, no parece que sea la institución más adecuada para dárselas de estar preocupados socialmente por los desastres humanos que el recurso pueda ocasionar. ¡Hay que tener rostro, rostro pálido, para ser capaces de contar cuentos falsarios de esta condición en la arena pública!

Más directamente en el tema: ¿con qué criterios podemos enfrentarnos a las elecciones del próximo 26J? Algunas sugerencias (otras más en próximas aproximaciones).

En Cataluña el paro se sitúa en torno al 19% [1]. El paro juvenil, en menores de 25 años, en el 42% (el real es mayor probablemente: muchos jóvenes abandonan búsquedas, trabajan en la sumergida, convierten trabajos en prácticas de ciclos o en becas o emigran). Las personas que llevan más de dos años en paro se han quintuplicado en los últimos siete años (5 en 7). Son ya 295.000. Se calcula que más de 300 mil personas viven en hogares en los que todos sus miembros están en paro. La situación afecta, especialmente, a niños y adolescentes (con sus inevitables consecuencias en su futuro). Desde 2008 ha habido más de 55.000 desahucios (la media se acerca a los 20 diarios), a pesar de los muchos atropellos que las PAH y colectivos afines han logrado parar. Una quinta parte de la ciudadanía catalana (y un 29% de los niños y niñas) vive por debajo del umbral de riqueza (la cifra sigue aumentando). El abandono escolar prematuro se sitúa en el 22%. Apenas hay recursos destinados a las 540.000 personas que sufren alguna discapacidad en Cataluña. Los recibos de servicios tan imprescindibles como los de luz y el agua han subido un 60% en estos últimos ocho años. No hablamos de las clasistas subidas de las matrículas universitarias, del escándalo de los «Másteres del universo», de las desigualdades crecientes, del trabajo cosificador insufrible de millones de ciudadanos (especialmente ciudadanas) obreros, de las graves consecuencias de la situación en la salud de los colectivos más desfavorecidos, de la pobreza que lleva nombre de mujer (trabajadora), de las duras -cada día más duras y salvajes- condiciones laborales para amplios sectores de la clase obrera, de la economía sumergida en el infierno laboral, de la ausencia real de derechos sociolaborales en muchas empresas de «alta alcurnia y baja cama», de las falsas y manipuladoras promesas sin fundamento de algunas élites político-económicas, de la ininterrumpida corrupción de estas mismas élites (la sal de su tierra), de los multimillonarios sueldos de ejecutivos, de los beneficios patronales inimaginables (más de 500 millones de dividendos en el caso de Amancio Ortega), etc. etc. y así siguiendo hasta refugiados, migrantes, políticas militaristas y TTIP y secretos.

Las preguntas se imponen: ¿de dónde todo esto? ¿Cómo hemos llegado a todo esto? ¿Cómo soportamos todo esto? ¿Qué sentimos, qué pensamos, qué hacemos, con todo esto? ¿Por qué no salimos a las calles, una y mil veces, diciendo NO a todo esto? ¿Por qué no hacemos que las ciudades, como quería García Lorca, tiemblen como niñas al manifestar nuestra indignación por todo esto? ¿Vivimos con todo esto, podemos vivir con todo esto? ¿Hacemos lo imposible por ignorarlo? ¿Somos mejores, muchos mejores, que aquellos sectores del pueblo alemán que decían no saber nada o casi nada de todo aquello? ¿Puede importar a alguien (que no haya olvidado ni la fraternidad ni la solidaridad) que al reflexionar y hablar de todo esto tengamos en cuenta los límites geográficos? ¿Nos preocupa ese esto y todo esto sólo si miramos y pensamos la situación de Cataluña? ¿No tanto o casi nada si hablamos de Andalucía, Ceuta, Extremadura, Castilla, Madrid, Aragón o Galicia? ¿Importa menos en estos casos? ¿Este esto nos afecta menos que el otro? ¿No va ya con nosotros? ¿Una secesión-separación, con inmenso desgarro interno, lo arreglo todo, arregla algo?

Por lo demás, ¿nada se puede hacer? ¿Hay que apoyar a partidos, intelectuales y organizaciones que han hecho bandera de estas políticas que han llamado de modernidad, políticas de expertos, gobiernos de los mejores, políticas necesarias, flexibilidad y más flexibilidad, competencia y competitividad? ¿Hay que sostener a los partidos que les han apoyado, directa o indirectamente, aquí o allá? ¿Este es el horizonte y no hay más? ¿Vamos a apoyar esta cosmovisión interesada, antihumanista, falsaria, antiecológica y explotadora?

Podemos pensar en todo ello como una sugerencia para nuestras decisiones de cara al 26J y en días anteriores y posteriores.

De nuevo a propósito de la ley comentada y del recurso gubernamental.

La señora María Ángeles Sánchez [2], 53 años, tenía una panadería en un polígono industrial en Ripoll. Hace 12 años compró un piso con su pareja (fallecida). En plena burbuja inmobiliaria adquirió otro piso para su hijo (unos 200.000 euros). Puso la primera residencia como aval. Los talleres y fábricas del polígono comenzaron a bajar las persianas. Los clientes a irse. Dejó de pagar su piso y se dedicó a la hipoteca de su hijo. «Me mataba el remordimiento de dejarle la deuda». Hace dos años llegaron las notificaciones judiciales del proceso de desahucio instado por BBVA. Comenzó el calvario (como el de muchas otras familias). Buscó ayuda en la PAH. «Al principio pensaba que la gente estaba peor que yo y me sentía mal. Ahora se han convertido en una familia. El martes llegó la carta del alquiler social. Ya no sé qué pasará». Gracias a la asesoría de la Plataforma, invocando la ley 24, logró la dación en pago del piso de su hijo (les queda una deuda de 5.000 euros). También le han aceptado la de su propia casa. El martes pasado le llegó una carta del banco donde le dicen que le han concedido un alquiler social de 19 euros al mes por tres años. Tiene 15 días para entregar un certificado de vulnerabilidad para hacer efectiva la ayuda.

Otra historia. En Palafolls, el señor Manuel Navarro (de 58 años) y su esposa cuidan de cuatro nietos y un hijo. Eran pasteleros. Tras 30 años, en diciembre de 2015 decidieron cerrar. Los asfixiaban las deudas con la seguridad social, los impuestos. También la hipoteca de su casa. Ahora viven de una pensión de invalidez de 567 euros. En febrero pasado, Manuel decidió ir a los Servicios Sociales a pedir ayuda para pagar las facturas de la luz y el agua. Le dijeron que no se preocupara. Hace dos semanas Gas Natural cortó el servicio porque debía 303 euros desde diciembre. La familia contactó con la PAH y uno de sus activistas lo acompañó a la oficina de la suministradora. Tuvieron que explicarle la ley a la trabajadora que les atendió. «No habían aplicado el principio de precaución», señala Manuel. La norma establece que las empresas deben informar a los Ayuntamientos antes de hacer un corte para asegurarse de que no se trata de una familia vulnerable. Estuvieron 51 horas sin servicio.

Así pues, es de toda evidencia, todo protesta está justificada. El gobierno del PP, nuevamente, ha actuado a la altura de sus circunstancias e intereses. Pero la situación no puede analizarse, de nuevo, en términos de «España versus Cataluña» como algunas fuerzas nacionalistas intentan hacer.

Unas observaciones desde dentro de los colectivos movilizados: 1. «La ley le sienta mal a algunos gobernantes porque implica recortar los beneficios de la banca y de las suministradoras» ha señalado Carlos Macías de la PAH. 2. La Generalitat asegura que ha evitado el corte a 32.914 clientes en el último año, sin embargo, «solo ha pagado las facturas de 3.770, para lo que dedicó 1,1 millones de euros, lo cual describe la paquidérmica deuda a la que se enfrentará el Gobierno catalán» 3. Aún no se ha logrado que las empresas den ayudas a fondo perdido a pesar de años de conversaciones. 4. Consumo tiene 96 denuncias por cortes indebidos. 5. Carlos Macías de nuevo: «Hay que aplicar lo que se ha salvado con determinación». 6. PAH y APE: en los nueve meses de vigencia de la norma ley 24/2015 -que fue aprobada por unanimidad con los votos del PP y Ciutadans- la publicidad ha sido mínima y el despliegue muy lento. 6. El Departamento de Empresa no ha conseguido la firma de convenios con las suministradoras para garantizar que den ayudas a fondo perdido para sufragar facturas impagadas. 7. Las PAH piden menos fotos y más compromisos reales con los desahuciados. 8. Las PAH, la APE y la mesa del tercer sector han criticado que la Generalitat no haya desarrollado reglamentos y convenios pendientes en los nueve meses en los que ha estado vigente la ley. Hay más, lo dejamos aquí.

  Para ir finalizando. La segunda conclusión, ha señalado Manuel Garí, «es que, como se plantea en el Llamamiento por la confluencia política y electoral de las fuerzas del cambio en el Estado español, «El momento es ahora. Podemos, IU y las confluencias diversas han sido capaces de sacudir inercias y conectar con millones de ciudadanas y ciudadanos hartos de la vieja política y de los abusos de los poderosos: estas formaciones se han ganado autoridad para encabezar el proceso. Pero en esta confluencia no sobra nadie y todo el mundo debe recibir reconocimiento por sus aportaciones específicas a la resistencia frente a la oligarquía y sus agentes políticos. La generosidad, la responsabilidad y el espíritu cooperativo deben presidir el proceso». Dejar pasar la ocasión por motivos sectarios, abstractas teorías identitarias, defensa de la marca o cualquiera otra causa, constituirá un crimen de lesa sociedad». Pues eso. ¿ No les parece?

Finalizando: el próximo 12 de mayo presentamos en Santa Coloma de Gramanet, a las 19 horas, en Can Sisteré (a 50 metros de la parada «Santa Coloma» de la línea 1, al lado de la Biblioteca Central), la ASEC/ASIC, la Asamblea social de la izquierda de Cataluña, un intento de defensa y generación de una cultura y una política de izquierdas y federalista. Si viven en Santa Coloma, en Barcelona o en sus alrededores, intenten acudir. Les necesitamos, nos necesitamos.

PS: Una recomendación: Ferran Toutain, «Així estem (i 2)» [Así estamos (y 2)]. El País, Quadern, 5 de mayo de 2016, p. 6.

¿Tienen tila a mano? Háganse una infusión por favor. Después, intenten calmarse y lean con la atención que ustedes estimen conveniente este paso que les copio a continuación:

«Hace noventa y nueve años que Julio Camba describía las dificultades de comprensión que generaba el acento: «A todos los españoles suele indignarnos mucho el que los catalanes hablen catalán. Hay algo, sin embargo, que nos indigna más todavía, y es el que hablen castellano». Ha pasado un siglo y España sigue anclada en el mismo prejuicio, traduciendo en las teles y radios, ni que fuese checo. Sería injusto decir que no se ha movido, tanto como falsear la realidad y decir que el ancla no existe. En última instancia, para el ministro Wert, españolizar a los niños catalanes era quitarles las vocales abiertas. Se acordó del acento de Vic del niño de Pa negre en la gala de los Goya como hace poco se recordaba el acento de Puigdemont en las televisiones estatales. Por mucho menos, los intelectuales españoles unidos bajo el signo de la desfachatez hablan de racismo cultural, de apartheids lingüísticos y de muchas otras sandeces que quizás deberían aplicarse a sí mismos y a sus jóvenes y voluntariosos discípulos. El metro de platino iridiado de la lengua lo siguen teniendo el Estado y sus acólitos. Quieren que nos rijamos por ese kilometrocerocentrismo fonético que se ha mantenido hermético a cualquier tipo de lengua que no sea la buena, la oficial, el castellano, español por antonomasia. No falta quien recomienda que lo mejor es no levantar la voz, que mejor sin manifiestos, que nuestro mal no quiere ruido. Vaya, que mudos todavía tenemos pase».

¡Cálmense, cálmense! Vale la pena comentar el texto de Francesc Serés [2] con calma en futuras sabatinas. Nada más un apunte en esta ocasión.

¿Que dirían si yo escribiera, por ejemplo, que «los intelectuales catalanes son tan indocumentados, incendiarios, antiespañoles, sectarios y faltos de matiz como FS»? Efectivamente: que es un disparate, que no se pueden realizar afirmaciones generales, que «los» equivale a «todos» en este caso, que el saber más inicial sobre falacias nos enseña a no generalizar precipitadamente, que matiz es concepto, que lo peor de los tópicos es que se toman como axiomas indiscutibles y crean cultura, que mucho ha salido el sol en Antequera desde hace 20 o 30 años, que incendiar es de incendiarios, etc etc. De acuerdo, totalmente de acuerdo. Pero si esto es así, y es razonable que sea así, ¿cómo se puede hablar en los términos en que lo hace Francesc Serés, escritor y tertuliano influyente en ámbitos secesionistas, de los intelectuales españoles «unidos bajo el signo de la desfachatez»? ¿De quién habla nuestro escritor-tertuliano? ¿De Montserrat Galcerán, de José Luis Moreno Pestaña, de José Sarrión, de Santiago Alba Rico, de Luis Eduardo Aute? ¿Hablan así? ¿Estos intelectuales españoles se expresan en los términos señalados por Serés? ¿Dónde, cuándo, en qué circunstancias? ¿A qué nos conducen aproximaciones y comentarios como los de Serés?

Notas.

[1] Jordi Matas Dalmases, «Miseria social y crisis política», El País (Cataluña), 2 de mayo de 2016, p. 2.

[2] Camilo S. Baquero, «Salvados por la ley antideshaucios», El País (Cataluña), 29 de abril de 2016, p. 4.

[3] Francesc Serés, «La mala pronunciación», El País (Cataluña), 5 de mayo, p. 2.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.