Recomiendo:
0

Hacia el socialismo en Cuba

Superar el fetiche de la propiedad

Fuentes: Rebelión

PRÓLOGO – CELIA HART (Lun 04/08/2008, 11:04 PM) Me gusta mucho, Roberto. He tenido discusiones bilaterales con mi amigo Pedro sobre eso. Lo que explicas está en la esencia del pensamiento económico del Che. Cómo eliminar de nuestra mente el concepto de propiedad , aunque sea colectiva. Por supuesto que por desgracia el Che contraponía El Plan contra […]

PRÓLOGO – CELIA HART

(Lun 04/08/2008, 11:04 PM)

Me gusta mucho, Roberto. He tenido discusiones bilaterales con mi amigo Pedro sobre eso. Lo que explicas está en la esencia del pensamiento económico del Che. Cómo eliminar de nuestra mente el concepto de propiedad , aunque sea colectiva.

Por supuesto que por desgracia el Che contraponía El Plan contra la Ley del Valor , la pregunta a hacernos es cómo hacer a los trabajadores ligados al trabajo y a la producción. Es la gran pregunta. Y además si somos socialistas debemos pensar en el internacionalismo no como solidaridad, sino como razón de nuestra propia existencia.

Por desgracia el Plan se burocratizo y esa historia ya es larga y conocida y dañina…pero siempre debemos pensar en borrar el concepto de propiedad , sea de la tierra de lo que sea de la mente socialista. Claro en las concretas coyunturas que nos toca vivir en un océano capitalista.

Yo no tengo acceso a la pagina de Kaos , pero quiero que sepas mi comentario….

Con nombre y apellido….Que para seudónimos esta la lucha y no la defensa de las ideas sentados todos detras de un ordenador.

Un abrazo bolivariano

Celia

…………………

Superando el fetichismo de la propiedad

Llegar a entender el carácter de las nuevas relaciones de producción en el socialismo implica comprender la necesidad del cuestionamiento delfetiche de la propiedad sobre los factores de producción. Es decir, el cuestionamiento de la institución de la propiedad como el principio que defina las formas de organización de las relaciones socioeconómicas socialistas.

El culto a la propiedad nace desde el momento en que la acumulación excluyente de capital se hace posible gracias a la expropiación privada del producto del trabajo. Esa expropiación ha sido posible mediante la apropiación por unos de los factores de producción, esencialmente de la fuerza de trabajo, sea sierva, esclava o asalariada. Esa capacidad de enriquecimiento de unos mediante la apropiación de los factores de producción ha engendrado históricamente el fetiche de la propiedad por constituirse la misma en fuente inagotable de enriquecimiento exclusivo.

Toda la armazón del modo de producción capitalista se yergue sobre el ejercicio histórico de la propiedad privada y, por ende, excluyente de los factores de producción. Sobre el fundamento de la propiedad privada se ha erigido todo el sistema de producción e intercambio y se ha logrado todo el refinamiento de la explotación de la fuerza de trabajo hasta sus más altas cotas de eficiencia económica en el capitalismo.

Cuando al pensar en las relaciones socialistas de producción persistimos en la idea de la propiedad estamos reconociéndola, es decir, haciendo nuestra la lógica de todo el modo de reproducción de las relaciones socioeconómicas pre-socialistas. De esa forma el pensamiento revolucionario queda preso en las amarras del desarrollo histórico de las relaciones sociales de producción y, por tanto, del determinismo de la propiedad como la condición sin la cual no se produce riqueza de manera eficiente. La incapacidad del pensamiento revolucionario para superar la idea del fetiche de la propiedad conduce a la reafirmación de su culto, es decir, el culto de relaciones de dependencia jerárquica entre los distintos actores del proceso de producción e intercambio.

La cooperativa tal como se ha conocido y se conoce constituye la forma de propiedad particular con la que grupos de productores excluidos por el sistema de la gran propiedad privada contrarrestan el grado de su marginación socioeconómica. Por ello no pasa de ser sólo un gradiente marginal de socialización de la propiedad en el capitalismo.

Y es que al fetiche de la propiedad no escapan las formas de propiedad colectiva. Por consiguiente, el concepto de cooperativismo basado en la idea de la propiedad no constituye más que una forma específica del culto históricamente condicionado del derecho a la propiedad de unos en detrimento del derecho a la igualdad de todos.

Las cooperativas en tanto forma de reafirmación de la propiedadparticular, en este caso colectiva, no están capacitadas para expresar relaciones de producción plenamente socialistas. Esta constatación no se reduce sólo al ámbito capitalista donde puedan desempeñarse las cooperativas, sino que se extiende al modelo de propiedad colectiva en sí y para sí que representan las cooperativas.

Es preciso observar cómo la forma de evolución de la propiedad cooperativa se refleja en las modernas sociedades capitalistas limitadas. Vienen a ser ellas una forma refinada de las relaciones asociativas de propietarios dadas a enfrentar las condiciones de competencia que le plantea el entorno mercantil. Por otra parte, ya no son las cooperativas ni las sociedades limitadas las que pueden expresar lo que pudiéramos considerar la cota máxima de socialización a que puede aspirar la propiedad en el modo de producción capitalista. Son las sociedades de accionistas las que resuelven el problema de la maximización de las ganancias bajo el máximo aprovechamiento de la participación social en el capital a la que pueden llegar. Parte del patrimonio pasa a rendir renta parásita a un grupo mayor de propietarios exclusivos. A partir de ahí, todo intento por trascender tal metamorfosis de la propiedad entra en contradicción antagónica con el modo de producción capitalista. Es decir, con el modo de producción que basa toda la efectividad y la eficiencia de su funcionamiento en la explotación de la propiedad privada exclusiva de los factores de producción.

Ese proceso de evolución de la funcionalidad de las formas de propiedad en el capitalismo viene a contradecir dialécticamente la idea de K.Marx acerca de que «Estas fábricas (las cooperativas) demuestran cómo al llegar una determinada fase de desarrollo de las fuerzas materiales productivas y de formas sociales de producción adecuadas a ellas, del seno de un régimen de producción surge y se desarrolla naturalmente otro nuevo«[1]. Lo que ha sobrevenido es la decidida expansión de la propiedad privada exclusiva, su concentración en pocas  manos y la dominación de sus formas sobre la propiedadexclusiva colectiva (como la cooperativa, socializada hacia el interior de la unidad productiva).

Esa misma razón hace que el modo de producción socialista esté en condiciones de asimilar formas ilimitadas de organización y explotación de los factores de producción fuera del fetiche de la propiedad. Es decir, no basta el determinismo de la evolución de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción para construir un nuevo modo de producción. Puesto que el modo de producción socialista se plantea como la antítesis materialista del modo de producción capitalista. La construcción de nuevas relaciones socioeconómicas socialistas exige un golpe de timón político en la naturaleza del modo de producción capitalista.

El cooperativismo, aunque llegue a ser una forma de democratizacón del capital, no constituye en sí mismo sinonimia conceptual ni práctica de socialización del capital.

«El cooperativismo no garantiza socialismo, porque la cooperativa es propiedad privada colectiva, es decir, si somos veinte de esta cooperativa, vamos a trabajar para beneficiarnos los veinte. Si eso es así, es meramente capitalismo. A las cooperativas hay que darles un impulso socialista» (Hugo Chávez)[2].

El estudio que recoge la anterior reflexión de H.Chávez con respecto a la experiencia venezolana, demuestra que las cooperativas no están en condiciones de irradiar por sí solas hacia el entorno social el espíritu de colectivismo que reina hacia su interior. El espíritu de colectivismo dentro de las cooperativas está contaminado radicalmente por el hecho de ser los cooperativistas propietarios exclusivos de sus factores de producción. Sin embargo, el factor de solidaridad de las cooperativas con el entorno social (comunitario) más cercano o lejano, se resuelve a partir de la idea del cooperativismo comunitario.

El cooperativismo comunitario no se soporta sobre la propiedad exclusiva de colectivos de trabajadores (cooperativas)Su fundamento está en la idea de autogestión socialista comunitaria. queda lastrada por las tensiones sociales que en última instancia seguirá generando el modo de organización de las relaciones de producción bajo formas de propiedad particular.

Cuando hablamos de propiedad (colectiva o no) estamos obligados a precisar tanto el objeto de la propiedad como la normatividad que hace objetiva la relación de propiedad. ¿Qué se posee, quiénes y cómo lo poseen y bajo qué normatividad jurídica se hace objetiva la relación de propiedad entre el sujeto y el objeto de la propiedad?.

Si la cooperativa no supera la forma de propiedad privada en elcolectivo de productores ni en la relación de este con otros grupos de cooperativas, ¿qué cualidad ha de caracterizar formas superiores no-capitalistas de organización y explotación de los factores de producción? Responder a este cuestionamiento implica superar la idea misma de la propiedad sobre los factores de producción.

He expuesto que la alimentación del fetiche de la propiedad cuando se piensa en formas nuevas, formas socialistas de organización y explotación de los factores productivos deviene una contradicción en sí misma con la idea sobre la socialización del capital. Ello obliga a responder cuestionamientos elementales sobre las relaciones socialesde propiedad.

Si se dice que la propiedad socialista puede ser colectiva, estamos reconociendo el derecho de propiedad exclusiva sobre los factores de producción a determinados grupos de productores. ¿Cómo se ejerce dicho derecho? Toda idea de propiedad sobre los factores de producción debe materializarse en la normatividad que hace real no sólo de facto, sino de jure la propiedad individualizada. Puesto que ese reconocimiento de la propiedad colectiva ha de ser jurídicamente normado. La propiedad, por consiguiente, ¿es propiedad de un ente colectivo impersonal (persona jurídica) o de cada uno de los miembros del colectivo de productores? Obsérvese que el primer caso tributa hacia la forma de propiedad estatal como la conocemos en Cuba, y el segundo hacia la forma de propiedad cooperativa como se conoce hoy. En ninguno de los dos casos se plantea un cambio cualitativo de las relaciones de propiedad y producción.

«La propiedad colectiva (cooperativa, limitada, etc) dentro de relaciones de producción que hayan de considerarse socialistas no resuelve per sé el problema de la renta de capital, una renta, fuera de todo sofisma, parásita por definición»[3].

«Para entender lo anterior es necesario comprender el sentido de la libertad de asociación laboral. En las relaciones capitalistas de producción lo que en última instancia (verdaderamente) vincula al trabajador con la empresa es el salario. Si el carácter de la relación salarial bajo propiedad privada facilita la libertad contractual a cambio de la plusvalía que se «deja» a los propietarios de los medios, la relación salarial bajo el monopolio de la propiedad estatal permite igualmente la expropiación por el estado del «excedente» de valor que produce el trabajador y al mismo tiempo restringe la libertad de asociación laboral. Es por ello que la eliminación de la praxis del concepto de mano de obra asalariada implica la negación de toda propiedad sobre los medios. Si la propiedad deja de ser condición indispensable de lacreación de riqueza y de realización del individuo – una riqueza que en tal caso se logra no a expensas del trabajo ajeno sino del propio -,donde ambas perspectivas pueden tener lugar sin necesidad de poseer en propiedad exclusiva el capital productivo y financiero, los medios de producción dejan de ser objeto del deseo de posesión para convertirse en instrumentos de trabajo. La sociedad destierra de su existencia cultural el síndrome del fetichismo de la propiedad»[4].

Esa necesidad de superación de la objetivación histórica de la propiedad nos conduce al planteamiento de la idea de la no-propiedad, como principio bajo el cual desarrollar un nuevo modo no-capitalista de producción y, en consecuencia, de las relaciones socioeconómicas derivadas.

El trabajador socialista no tiene por qué hacerse esclavo de la propiedad para reproducir con eficiencia las condiciones de su existencia socio-material y espiritual. Todo lo contrario. Las relaciones de trabajo socialistas deben propiciar la liberación del trabajador de la esclavitud que supone la idea de la propiedad.

No resulta objetivamente justificable aspirar a una nueva cultura del trabajo, a una cultura socialista del trabajo, mientras las relaciones socioeconómicas se soporten sobre relaciones de propiedad exclusicade los factores de producción.

El principio de la no-propiedad implica la negación del convencimiento sociopolítico y cultural acerca de la correlación positiva e insuperable entre propiedad exclusiva y enriquecimiento social. La superación del fetichismo de la propiedad permite asignarle a los factores de producción su justo papel como herramientas de trabajo y situar al trabajador como sujeto y no objeto del modo de producción. La fuerza de trabajo, su portador, el trabajador, no es más un factor de producción determinado por relaciones de propiedad alguna, sino el fin de toda producción.

Entender lo anterior significa entender que con las nuevas relaciones de producción socialistas no se trata de la simple eliminación del trabajo asalariado – como se manifiesta por ejemplo hacia el interior de las cooperativas -, para con ello dar por terminada la contradicción entre trabajo y capital, sino de la eliminación de la condición de dependencia de la fuerza de trabajo a la idea de la propiedad a la cual sigue quedando subordinado su consciente social. Estoy hablando de una transformación cultural de la concepción sobre cómo hacer sustentable material y éticamente nuestra reproducción humana.

Es precisamente la idea de la no-propiedad la que permite suministrarle su pleno contenido liberador al principio de emancipación social del trabajo. Este momento nos ubica en el concepto deautogestión socialista como expresión de participación protagónica. Si las herramientas de producción son sólo eso, instrumentos de trabajo a disposición de aquellos que se organicen en una unidad de producción, entonces la autogestión permite el desarrollo de toda la capacidad de creación y emprendimiento para hacer eficiente la actividad de producción e intercambio. La autogestión socialista, por lo tanto, es la fuente de la democracia socioeconómica hacia el interior tanto de la unidad de producción allí donde no existen relaciones de propiedad y como en el espacio comunitario.

La autogestión socialista se define en la práctica por el derecho y la capacidad de los trabajadores asociados en unidades de producción (tanto de bienes de uso y consumo como servicios) a gestionar el valor del trabajo de acuerdo a la racionalidad económica y el principio de igualdad ante el trabajo y el capital. Hablamos de la asignación eficiente económica y socialmente en el seno de los colectivos de trabajadoresde los recursos financieros disponibles (generados y/o prestados), en los tres fondos básicos: remuneración, inversión y gasto social. Es aquí donde se fertiliza la democratización del capital en tanto prerrogativa del modo de producción socialista.

Es importante observar los dos niveles donde se hace concreta lademocracia socioeconómica.

El primer nivel podemos asumirlo como el de distribución microeconómico, donde se dan las relaciones de los trabajadores libremente asociados en entidades de producción según el principio de la no-propiedad. La distribución no es función de la propiedad privada individual de los trabajadores sobre los factores de producción, sino del derecho a la gestión racional y solidaria del valor del trabajo que todos los asociados generan. Aquí se da la gestión democrática del capital por los trabajadores a través de la decisión colectiva sobre la formación de los fondos básicos señalados. Sin embargo, ello se realiza una vez saldado por las asociaciones de trabajadores el compromiso fiscal con el Estado. El segundo nivel podemos asumirlo como el de re-distribución macroeconómico, donde se realiza la gestión de esa parte del valor del trabajo que se le concede al Estado, lo que podemos asumir como socialización del capital. Toda la sociedad se hace beneficiaria del valor del trabajo que generan las unidades de producción, a través de la re-distribución de parte del mismo por el Estado.

Lo que estamos haciendo es el cambio del paradigma de acumulación privada de capital por el de acumulación social de capital. La propiedad privada sobre el capital genera exclusión y acumulación privada de capital. La apropiación social del capital genera democratización y acumulación social de capital.

La autogestión socialista deviene expresión de democracia justamente en tales circunstancias. La capacidad de irradiar el espíritu de colectivismo y solidaridad desde el seno de las células de producción (no-propiedad) hacia el entorno socio-comunitario obtiene un fundamento objetivado. Va a concretarse a través del fondo de gastos sociales de las asociaciones productivas de trabajadores, puesto que el mismo se compone y realiza con la participación comunitaria. Este fondo podemos considerarlo como fuente del Presupuesto Participativo de los Municipios. Se trata de la autogestión socialista comunitaria directa de recursos económicos generados por las asociaciones de trabajadores en entidades socialistas de producción.

La autogestión socialista, en consecuencia, deviene una idea que rebasa el concepto del cooperativismo en el trabajo. Cooperativismo y autogestión socialista no constituyen sinonimia. El cooperativismo es una forma de organización de los factores de producción fuera de la relación del trabajo asalariado. La autogestión socialista es la expresión fundacional de la democracia en el sistema sociopolítico.

El proceso de transformación de la propiedad estatal en no-propiedadsignifica un paso natural en la reorganización de las fuerzas productivas, y no un retroceso en busca de la sustitución de un sistema de propiedad por otro: el estatal por el cooperativo y el privado. Al asumirse el concepto de no-propiedad como fundamento organizativo de las fuerzas productivas y el principio de autogestión como el fundamento socioeconómico de la democracia socialista se habrá dado una síntesis dialéctica materialista superadora del carácter clasista de la propiedad privada sobre el capital. Estaríamos transformando así el sistema de propiedad estatal sin mediatizar el nuevo modo de producción socialista dentro del marco ideológico burgués del fetiche de la propiedad.

¿Es el proyecto de nueva Constitución que ha preparado el PCC una proyección revolucionaria del socialismo en Cuba? Claramente NO.

En el modo de producción capitalista no existe sentido de pertenencia de la propiedad en los trabajadores. Pero el sentido de pertenencia en el modo de producción socialista no se logra haciéndolos propietarios, sino haciéndolos sujetos de todo el proceso de producción y distribución. Es decir, de todo el proceso de reproducción de las condiciones de su vida material, social y cultural. Sujetos de la transformación racional de la naturaleza. Por lo tanto, el concepto que prima en una nueva cultura socialista del trabajo no es el de la propiedad, sino el de gestión democrática del capital.

El sentido de pertenencia con el cual pretendemos lograr en el socialismo el máximo compromiso de los trabajadores con los factores de producción y con la autoexigencia de la eficiencia, se labra desde el sentido de autodeterminación y autonomía en la organización y explotación de dichos factores y en la autogestión socialista.

Notas:

[1] Pedro Campos «Cooperativa, cooperativismo y autogestión socialista», en : http://www.kaosenlared.net/noticia/cooperativa-cooperativismo-autogestion-socialista

[2] Camila Piñeiro Harnecker»Conciencia social y planificación democrática en las cooperativas venezolanas», en:http://www.rebelion.org/docs/70825.pdf

[3] Roberto Cobas Avivar «Cuba: dialéctica de la transformación socialista», en: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-dialectica-transformacion-socialista

[4] Ibídem.

(*) Original publicado en Kaosenlared http://www.kaosenlared.net/noticia/socialismo-cuba-mas-alla-cooperativa-cooperativismo

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.