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Tailandia: El show continúa para las trabajadoras sexuales

Fuentes: IPS

Hace un año, antes de la llegada de la ayuda oficial para las víctimas del tsunami, trabajadoras sexuales de Tailandia sumaron esfuerzos para alimentar y cuidar a los sobrevivientes. Hoy, el gobierno no reconoce sus méritos ni les brinda compensación alguna. Para los turistas europeos que acuden a verla bailar en la barra de striptease […]

Hace un año, antes de la llegada de la ayuda oficial para las víctimas del tsunami, trabajadoras sexuales de Tailandia sumaron esfuerzos para alimentar y cuidar a los sobrevivientes. Hoy, el gobierno no reconoce sus méritos ni les brinda compensación alguna.

Para los turistas europeos que acuden a verla bailar en la barra de striptease de un club nocturno, vestida con un pequeño bikini negro y botas hasta las rodillas, Khai no exhibe ningún signo de dolor residual del tsunami del 26 de diciembre de 2004.

El tsunami –palabra japonesa que alude a las grandes olas generadas por terremotos o erupciones volcánicas submarinas– acabó con 200.000 vidas a su paso por 12 países con costa en el océano Índico. También devastó la meridional isla tailandesa de Phuket, donde baila Khai.

Luego de terminar con su rutina, a esta joven madre soltera que pidió mantener su nombre real en reserva no le costó mucho compartir sus recuerdos con el inglés rudimentario.

Pero la joven se quebró al contar que una amiga suya, también bailarina en la barra de striptease, murió cuando las olas azotaron la popular playa de Patong Bay. Su compañera dejó un huérfano de poco más de un año de edad.

«No le digo la verdad a su hijo», dijo Khai al sentarse en su habitación, cerca de un televisor sobre el cual descansa una fotografía de su amiga fallecida.

Khai mira a menudo los vídeos del tsunami grabados por turistas para hacer frente a su pérdida.

Historias como ésta se repiten en el coro de tailandesas que trabajan en los clubes nocturnos, cuyo público mayoritario son turistas masculinos que acuden a las zonas rojas de Phuket.

Una de las jóvenes trabajadoras sexuales del bar se suicidó en marzo porque ya no podía soportarlo, recordaron sus amigas.

Los ingresos de Som, otra madre soltera de la empobrecida región nororiental de Tailandia, se redujeron con fuerza por la merma del turismo, otra consecuencia del tsunami.

Además de historias trágicas, audibles por encima de la música atronadora, los vasos que chocan y las carcajadas, se escuchan relatos de coraje y sacrificio protagonizados por las famosas trabajadoras sexuales de Phuket en las horas y días que se sucedieron al desastre.

Mam, madre de dos niños que había empezado a trabajar en un bar de Patong meses antes de la devastación, se reunió con otras mujeres de otros establecimientos para cuidar y alimentar a los aturdidos sobrevivientes, mientras la ayuda oficial se hacía esperar.

Pero en los homenajes oficiales a los héroes y víctimas del tsunami en Tailandia –donde murieron 8.000 personas, la mayoría de ellas turistas extranjeros– se omitió el aporte de las trabajadoras sexuales Muchas de ellas fueron heroínas y víctimas.

La conmemoración oficial del primer aniversario del tsunami se celebró en un lujoso hotel frente a la bahía de Patong. Allí no figuraron ni siquiera los dibujos realizados por trabajadoras sexuales para expulsar de sí la pena que les originó el desastre.

«Es como si Phuket no tuviera bares ni trabajadoras sexuales. Es posible que ésas sean las noticias que pretenden transmitir «, dijo Liz Hilton, una enfermera australiana que trabaja para la organización no gubernamental tailandesa Empower.

«Nadie sabe cuántas trabajadoras sexuales murieron, porque hay pocos esfuerzos para protegerlas y documentar sus preocupaciones», agregó Hilton, cuya organización defiende los derechos de las prostitutas.

En la vecina provincia de Phang Nga, el tsunami destruyó medio centenar de burdeles, confirmó la enfermera en su oficina de Phuket. «Una mujer me dijo que Patong es hoy como una mujer con el corazón roto. Se pone maquillaje para salir, pero por dentro no está bien.»

En agosto, Empower aunó esfuerzos con una radio comunitaria local para transmitir un programa semanal dedicado a las preocupaciones de las trabajadoras sexuales.

Pero eso terminó semanas después, cuando el gobierno tomó medidas enérgicas en todo el país contra las emisoras comunitarias, en auge en Tailandia.

El personal de Empower quedó entonces sin más opción que salir a recorrer los bares de Patong para realizar esa tarea en persona. La organización contacta a unas 2.000 trabajadoras sexuales cada semana.

La apremiante situación de las trabajadoras sexuales tailandesas afectadas por el tsunami fue subrayada en un informe de octubre publicado por el no gubernamental Foro Asia-Pacífico sobre Mujeres, Ley y Desarrollo.

«Muchas mujeres y sus familias en comunidades de pescadores y gitanos del mar, trabajadoras sexuales y del entretenimiento carecen de acceso a información sobre la asistencia» y «los procedimientos y los documentos» para recibirla, indica el informe.

En consecuencia, «no reciben asistencia alimentaria o compensaciones del gobierno», agrega el estudio, titulado «¿Por qué las mujeres son más vulnerables durante los desastres?»

Ese es el caso de las trabajadoras sexuales de Patong con las que trabaja Empower, a pesar de la tarea que realiza con ellas la Comisión de Derechos Humanos de Tailandia y a los relatos compartidos en seminarios para recuperarse del tsunami.

«No hay ayuda del gobierno para nosotras», dijo Mam, que participó en algunos de los seminarios.

Las autoridades atribuyeron el problema, en parte, al hecho de que la mayoría de las trabajadoras sexuales no están registradas como residentes de Phuket.

«Para obtener ayuda del gobierno deben probar que tienen residencia local y que fueron afectadas», dijo a IPS Suranand Vejajiva, de la oficina del primer ministro tailandés.

«Pero estamos abiertos a hallar caminos para ayudarlAs. El Ministerio del Interior tiene la responsabilidad de constatar sus identidades», agregó.

Mujeres como Mam y Som tienen pocas expectativas de gozar de tales garantías. Confían la una en la otra y en el sentido de comunidad que se ha desarrollado entre las trabajadoras sexuales tras el tsunami.

Todas las noches, reúnen sus ganancias para ayudar a sus compañeras más desvalidas a enviar dinero a sus familias fuera de Phuket.