La compra del 9,9% del gigante español por la satrapía árabe abre el debate sobre la ética, la soberanía y la seguridad de las empresas estratégicas.
La entrada de Arabia Saudí en Telefónica ha desencadenado un debate que se extiende más allá de las fronteras empresariales. Lo que comenzó como una transacción comercial ha evolucionado hacia una preocupación estratégica para el Gobierno español, que ahora se encuentra dividido entre quienes ven en esta inversión una oportunidad y quienes temen que Arabia Saudí pueda acceder a información confidencial y poner en riesgo la seguridad de datos sensibles.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha enfatizado que el Gobierno español velará por “la defensa de los intereses estratégicos de España”, pero hasta el momento no ha proporcionado detalles concretos sobre cómo se abordará la inversión saudí en Telefónica. Esta falta de claridad refleja la división que existe en el Gobierno. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha sido clara en su rechazo, argumentando que España debe asegurarse el control de empresas que manejan datos sensibles.
Dentro del propio PSOE existen desacuerdos sobre cómo abordar esta operación. La diferencia de opinión entre Margarita Robles y Nadia Calviño es notoria. Mientras la ministra Robles enfatiza la necesidad de priorizar la defensa nacional y la seguridad en relación con las inversiones extranjeras en empresas estratégicas, Calviño aboga por una postura más abierta. Esta discrepancia dentro del Gobierno refleja la complejidad de la situación y las decisiones difíciles que deben tomarse en relación con una maniobra que abarca aspectos económicos, de seguridad y diplomáticos.
No obstante, resulta paradójico que, después de décadas de tendencia hacia la privatización de empresas estatales en todo el mundo, España esté considerando la entrada de una empresa pública de otro país en una de sus compañías más estratégicas. Esta paradoja subraya el dilema entre la liberalización de los mercados y la protección de los intereses nacionales. Durante mucho tiempo, se argumentó a favor de la privatización como un medio para mejorar la eficiencia y reducir la intervención gubernamental en la economía. Sin embargo, la situación actual pone de manifiesto que las decisiones sobre la propiedad de empresas estratégicas siguen siendo fundamentales y no pueden tomarse a la ligera.
En un mundo cada vez más interconectado, donde las multinacionales pueden influir significativamente en las economías nacionales, se plantea la pregunta de si las políticas de privatización deben ser reevaluadas. Que una empresa pública como Saudí Telecom se convierta en el principal accionista de Telefónica hace que nos cuestionemos si las empresas estratégicas deben estar sujetas a un mayor control y supervisión gubernamental, independientemente de su propiedad. Esta paradoja también sugiere la necesidad de una mayor coherencia en las políticas económicas y comerciales, con una consideración más profunda de las implicaciones a largo plazo para la seguridad y la soberanía nacionales.
El torbellino saudí y su ambición global
El movimiento de Arabia Saudí en Telefónica no se puede entender plenamente sin considerar su papel en el escenario global y su ambición de diversificar sus fuentes de ingresos. A medida que el mundo avanza hacia la transición de energías renovables y busca reducir su dependencia de los combustibles fósiles, los países proveedores de petróleo se enfrentan a un desafío económico fundamental.
El objetivo de los países proveedores de petróleo es sencillo: hacerse con puntos estratégicos de toma de decisiones para seguir manteniendo su poder. Arabia Saudí, con abundantes reservas de petróleo, ha estado en el centro de este juego de poder durante décadas. Sin embargo, se encuentra en un proceso de transformación económica denominado ‘Visión 2030’, que busca diversificar sus fuentes de ingresos y alejarse de la dependencia exclusiva del petróleo.
La inversión en Telefónica forma parte de esta estrategia de diversificación. Arabia Saudí no solo busca adquirir activos en el extranjero, sino también influir en la toma de decisiones y asegurarse un lugar en el consejo de administración de empresas estratégicas. Esta ambición se alinea con su objetivo de convertirse en una potencia inversora mundial.
Sin embargo, esta inversión no es un movimiento aislado. Arabia Saudí ha sido un importante comprador de armas a nivel global y ha mantenido relaciones comerciales controvertidas con varios países, incluyendo España. Esto ha generado tensiones debido a preocupaciones sobre derechos humanos, conflictos internacionales y múltiples asuntos éticos. La adquisición de una parte significativa de Telefónica, el 9,9%, plantea preguntas adicionales sobre cómo equilibrar los intereses económicos y las consideraciones éticas (los derechos humanos, y la libertad de las mujeres, sobre todo) y de seguridad en las relaciones internacionales.
Un juego de poder
Este movimiento también pone en el centro de atención interrogantes más amplios sobre la evolución de la política saudí, especialmente bajo la influencia y el liderazgo del príncipe heredero Mohammed bin Salman, en un momento crucial en el que el país busca expandir su influencia global. En un mundo que se está reconfigurando a raíz de la crisis financiera de 2008, la pandemia de la covid-19 y las crecientes tensiones geopolíticas, Arabia Saudí está buscando su lugar en el nuevo orden mundial.
Bin Salman, que según informes oficiales de Estados Unidos encargó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, ocurrido en el consulado saudí de Estambul en 2018, y de varias docenas más, es el artífice de la hoja de ruta ‘Visión 2030’ y de las recientes reformas económicas y sociales que tratan de modernizar el país. La inversión en Telefónica es parte de esa estrategia de diversificación, que va más allá de las fronteras de Oriente Medio y se adentra en el mundo de las telecomunicaciones en Europa. Su influencia y determinación para posicionar a Arabia Saudí en el escenario global –por ejemplo con inversiones destacadas en el mundo del fútbol que han sembrado el pánico entre los clubes europeos– son aspectos cruciales a considerar en esta operación y sus implicaciones para España y el mundo en general.
También es reseñable la cumbre de los BRICS celebrada este mismo mes en Sudáfrica, un hito de la reconfiguración del orden internacional. Una cumbre en la que el grupo internacional de economías emergentes ha acordado su expansión con el ingreso de Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán. Los países emergentes están ganando influencia global, creciendo en importancia económica y política y buscando asegurar su lugar en la toma de decisiones a nivel internacional.
Arabia Saudí y Telefónica, una relación controvertida
Tal y como comentaba anteriormente, las cuestiones fundamentales sobre la ética y la seguridad nacional no pueden dejarse de lado en todo este asunto. Si se analiza esta operación desde una perspectiva crítica, se hacen evidentes varias preocupaciones que deben abordarse con seriedad:
- Riesgo para la seguridad nacional. La inversión de Arabia Saudí en Telefónica podría tener serias implicaciones para la seguridad nacional. Telefónica maneja datos sensibles de varios sectores, entre ellos el de Defensa, y es una parte crucial de la infraestructura de telecomunicaciones española. Permitir que un inversor extranjero, especialmente uno como Arabia Saudí, acceda a información confidencial plantea riesgos innegables. La seguridad de los datos y la soberanía digital son cuestiones que no deberían comprometerse por intereses económicos a corto plazo.
- Influencia extranjera en empresas estratégicas. También destaca el problema de la influencia extranjera en empresas estratégicas. ¿Hasta qué punto deben permitirse inversiones extranjeras en sectores clave de la economía? Esta pregunta es particularmente relevante en un mundo donde las empresas manejan información crítica y desempeñan un papel vital en las infraestructuras nacionales.
- La ambición global de Arabia Saudí: Este movimiento es solo una pieza de su estrategia más amplia de diversificación económica y expansión global. Esta estrategia plantea interrogantes sobre cómo los países proveedores de petróleo están buscando mantener su influencia en un mundo que avanza hacia la energía renovable. La inversión en empresas estratégicas es una forma de asegurar un lugar en la toma de decisiones y preservar el poder.
- Repercusiones éticas y de derechos humanos. La política de Arabia Saudí ha sido objeto de gran controversia debido a sus reiteradas violaciones de los derechos humanos y su papel en conflictos internacionales. Esta inversión en Telefónica plantea la cuestión de si España debería hacer negocios con un país donde no existe la libertad de expresión, la igualdad entre mujeres y hombres, los derechos de las minorías, y donde todavía se aplica la pena de muerte. Asimismo, diversas organizaciones internacionales de derechos humanos han denunciado sistemáticamente arrestos y crímenes arbitrarios y restricciones a la libertad de prensa.
A pesar de que en ocasiones pueda parecer de cajón, no siempre es así y considero importante recordarlo: las decisiones comerciales conllevan implicaciones éticas.
Consideraciones finales
La entrada de Arabia Saudí en Telefónica no es simplemente una transacción comercial; es un asunto que plantea preguntas profundas sobre la seguridad, la ética y la influencia extranjera en empresas estratégicas. A medida que el mundo avanza hacia un nuevo orden geopolítico y económico, es fundamental que España considere cuidadosamente las implicaciones de esta operación y tome decisiones que protejan los intereses nacionales y la seguridad de su ciudadanía. En este sentido, la transparencia y el escrutinio público son esenciales.
Mientras España navega por las aguas tumultuosas de la geopolítica y la economía global, esta situación se convierte en un peligroso juego de poder. Estamos ante una relación controvertida entre dos mundos, el de los negocios y el de la seguridad nacional, que nos deja con un dilema intrigante: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar en busca de oportunidades económicas, incluso cuando enfrentamos cuestiones éticas y de seguridad?
Julen Bollain es doctor en Estudios sobre Desarrollo, profesor e investigador en Mondragon Unibertsitatea. Acaba de publicar Renta Básica: Una herramienta de futuro (Editorial Milenio, 2021), con prólogo de Daniel Raventós y epílogo de Guy Standing.