Ha llegado el momento de poner toda la carne en el asador. Por primera vez en mucho tiempo hay conciencia clara de que es necesario golpear todos juntos, y que el camino de pactos y componendas con la patronal representa un callejón sin salida, aunque se le llame dialogo social. Hoy por hoy capitalistas y […]
Ha llegado el momento de poner toda la carne en el asador. Por primera vez en mucho tiempo hay conciencia clara de que es necesario golpear todos juntos, y que el camino de pactos y componendas con la patronal representa un callejón sin salida, aunque se le llame dialogo social.
Hoy por hoy capitalistas y banqueros dirigen a placer las instituciones europeas y mundiales, financian con dinero público la especulación y el fraude, y tratan de someter a la clase obrera agitando el espantajo de la mayoría absoluta del PP, para legitimar políticas que atacan de raíz derechos que han costado sangre, sudor y lágrimas conseguir.
Ahora o nunca, gritan con descaro, mientras nos suben impuestos a los de siempre, recortan gastos sociales, establecen el despido gratuito, desarticulan la negociación colectiva, restringen la libertad sindical, agitan contra el derecho de huelga o convierten lo público en negocio privado.
No es la crisis, es el capitalismo el que hace que todo este patas arriba y que vivamos en una mentira permanente en la que se despide para crear empleo, se reducen salarios para aumentar el consumo, se privatiza lo público en beneficio general, se montan negocios sin ánimo de lucro o se impone la austeridad para que crezca la economía. Lo que realmente pretenden es que se trabaje más por menos salario y más rápido, sustituir trabajadores con derechos y salarios dignos por otros más baratos y precarios, multiplicar los tipos de contratos y situaciones laborales para dividir e imponer condiciones de trabajo mas duras, subcontratar tareas o promover intermediarios como las ETTs para aumentar la explotación, facilitar el descuelgue y el poder del empresario para que el miedo paralice la protesta,
Hay que plantarse y aceptar el desafío. Desde la anterior huelga general, hace dos años, millones de trabajadores y jóvenes nos hemos movilizado, a través del 15M o a través de los sindicatos. Han sido luchas parciales en defensa de la sanidad, la educación o la democracia real en la sociedad y en las empresas. El reto ahora es coordinar y unificar todas estas luchas e involucrar al conjunto de la sociedad en torno a objetivos comunes.
La huelga general del 29M tendrá efectos que van mucho mas lejos que una contrarreforma laboral que es continuación de políticas antisociales ya impuestas y antesala de nuevos y graves recortes. Gobierno, patronal y banqueros, y los partidos que les representan (PP, CIU, PNV), tienen que sentir nuestro aliento en su cogote porque los niveles de fraude y corrupción son insoportables, y la inmoralidad con la que nos esquilman intolerable.
No basta ya con reclamar un reparto mas justo de la riqueza porque el capital tiene mil y un resquicios para evadir impuestos y porque los presupuestos e impuestos de los estados están en manos de ejecutivos designados a dedo por el capitalismo internacional. Hay que exigir que la Banca devuelva el dinero público dejando quebrar a las entidades bancarias insolventes, hay que auditar la gestión realizada, establecer el control de cuentas por los trabajadores, y meter en la cárcel a los responsables. Una gran banca pública permitiría concentrar recursos económicos para destinarlos a la satisfacción de necesidades sociales, dar crédito a las pequeñas empresas, mejorar hospitales y escuelas o establecer un plan de empleo y reparto del trabajo.
No es tiempo de ver el mundo sólo en términos de naciones sino en términos de clases sociales porque hoy desde Pekín hasta Lisboa la clase obrera nos enfrentamos a un mismo reto, acabar con el actual sistema económico antes de que el acabe con nosotros. La competitividad que se nos exige para sobrevivir significa mas paro y mas precariedad, para abaratar los costes de producción, y conduce a sociedades en las que cada vez hay mas sin techo, mas sin papeles y mas sin derechos.
La huelga general del jueves va a ser «tan grande que hasta el amor alcance», como diría Belli. Una auténtica escuela en la que aprender y el inicio de una auténtica rebelión. «La esperanza es el sueño de personas despiertas», decía Aristóteles. Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero.
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