Nota edición: Reeditamos esta entrevista, fechada en 2006, por la aproximación detallada que en ella puede verse a lo nuclear y a su industria, una industria que, tras Fukushima, está herida de muerte, esperando que la ciudadanía antinuclear del mundo la arroje al basurero de las distopías fáusticas alocadas e interesadas. * Hablabas de nuevas […]
Nota edición: Reeditamos esta entrevista, fechada en 2006, por la aproximación detallada que en ella puede verse a lo nuclear y a su industria, una industria que, tras Fukushima, está herida de muerte, esperando que la ciudadanía antinuclear del mundo la arroje al basurero de las distopías fáusticas alocadas e interesadas.
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Hablabas de nuevas formas de producción. Cuando apelas a esta forma de producir pareces señalar al sistema capitalista pero si recordamos un poco a la historia reciente de Europa, y perdona que haga de abogado del diablo, en lo que se llamó Europa socialista o Europa del Este, el uso de la tecnología nuclear fue también importante y, si no recuerdo mal, hubo sectores de los partidos comunistas occidentales, como mínimo durante cierta época, partidarios de este tipo de energía. Parece, se podría decir, que no es una cuestión de sistema, de forma de producción sino que en países que intentaron otro tipo de vida, otro tipo de civilización, este tipo de energía estaba también muy presente.
Esto es cierto, lo que pasa que al hablar de sistema no estamos hablando de los antiguos sistemas convencionales que eran el sistema capitalista y el sistema comunista. Al fin y al cabo, los sistemas del Este fueron, sobre todo, sistemas desarrollistas, lo que, sin duda, tenía su lógica, tenía su explicación. Pensemos de donde se partía. Lo que fue la URSS, la Rusia actual, partía de unos niveles mínimos y en 20 años hicieron un desarrollo inmenso, que es lo que está haciendo la China actual y en China, claro está, están apareciendo todas las enfermedades y todos los problemas originados por el desarrollo industrial descontrolado. Hay una serie de enfermedades que habían desaparecido de Europa y que han aparecido allí.
Recordemos que las categorías de límites del crecimiento y de conservación ambiental son conceptos que no aparecen hasta bien entrados los años sesenta, cuando la Unión Soviética como modelo, y los países industriales de Europa del Este (Polonia, la antigua Checoslovaquia) habían adoptado un modelo industrial propio de los años treinta y cuarenta, concepción que venía a decir que todo crecimiento en sí era bueno y que el control ambiental era un asunto que no tenía ningún sentido. Yo recuerdo haber visto en el sur de Polonia y en Chequia unas contaminaciones espantosas y si comentabas algo te decían, con la terminología de la época, que eras un pequeñoburgués. Pero, realmente, estaban presos en un modelo desarrollista donde, además, dado el sistema de confrontación que había, era una forma de actuar que, desde el punto de vista del control, de la vigilancia ambiental, eran sistemas más baratos pues los controles eran escasos o inexistentes.
Al fin y al cabo, no olvidemos nunca que toda la industria nuclear, que es el tema que nos concierne hoy principalmente, ha surgido en las potencias que hicieron la bomba nuclear. No olvidemos que el reactor que se utiliza en las centrales nucleares fue diseñado por el almirante Rickover para crear el submarino atómico, para reciclar lo que se había construido con una finalidad armamentística. Se hace el arma, la bomba, y a nadie se le había ocurrido que el reactor atómico pudiera servir para otra cosa que para obtener plutonio y fabricar las armas. A Hyman Rickover, que era un genio de la ingeniería, se le ocurrió que aquel reactor podía, además, producir energía que para un submarino es lo más esencial. El submarino convencional funcionaba, funciona, con baterías, con motores eléctricos en inmersión que tienen que recargar las baterías saliendo a la superficie. Pues bien, a este almirante se le ocurrió que si aquel reactor estaba produciendo calor, podía meterlo en un submarino como motor para generar electricidad. Incidentalmente podemos recordar que el almirante Rickover fue al final de su carrera un contundente defensor de la eliminación de la energía nuclear para cualquier uso. Su posición se fundamentaba sobre todo en que esta energía creaba radiación.
Entonces, ¿este uso militar es el origen de las centrales nucleares?
Sí, efectivamente. Este es realmente el origen del reactor, que luego se recicló para venderlo, con la consigna de los átomos para la paz, como reactor nuclear de producción eléctrica.
Los soviéticos hicieron lo mismo. Obtuvieron el reactor para conseguir la bomba atómica, tenían allí un instrumento que les podría producir energía y, con los conceptos vigentes en la época, se lanzaron también a este desarrollo. Luego siguieron los británicos y los franceses…
Hoy en día esta mentalidad impregna todavía la cuestión de la industria nuclear independientemente del sistema o del país. Incluso Ucrania está volviendo a hablar de relanzar la energía nuclear porque tiene grandes reservas de uranio.
Yo todo esto no lo plantearía con conceptos de otra época. Es evidente que cuando hablo, cuando hablamos del sistema capitalista, estoy pensando en este sistema de recambio y crecimiento continuo que requiere un consumo energético enorme. La contraposición a esto, independientemente de que algunos podamos pensar o apostar por el ecosocialismo, es pensar en un sistema de producción que reconozca que hay unos límites en el crecimiento y que esto, hasta cierto punto, es ya independiente del sistema económico y de las relaciones de producción. Esta forma de producir y consumir no puede dar más de sí, este sistema despilfarrador de recursos está agotado en una planeta en el que estamos viviendo ya, si no me equivoco, 7.000 millones de personas, si ya no hemos sobrepasado esa cifra.
Esto es insostenible. En ciencia es un muy frecuente que las leyes de la naturaleza estén representadas por un gráfico curvilíneo-le llamamos la isoterma de Langmuir-, que crece exponencialmente al principio, que crece rápidamente, pero después, a partir de cierto punto, empieza a inclinarse, a inflexionarse, y entonces se satura en muy poco tiempo, y ahí se para el crecimiento. No hay ningún crecimiento exponencial o de otro tipo que pueda sostenerse. Aquí también nos encontramos ante esta alternativa.
Es evidente que se puede discutir interminablemente sobre este modelo o sobre otro, pero desde un punto de vista empírico hay que pensar que si existe una producción como la que hay hoy en día y unos recursos como los realmente existentes, entonces estos no se pueden mantener indefinidamente. Después, si quieres, estoy de acuerdo, empiezan todas las otras consideraciones que no hay que olvidar: si este sistema de producción, de recambios continuos, no se mantiene, se crean los problemas de falta de trabajo, de la falta de ganancias empresariales. Estas son las cosas que, acaso, tendrían que plantearse los pensadores y los sociólogos, yo no lo soy: qué futuro debemos plantearnos, a qué sistema debemos aspirar. Lo que es seguro es que, tal como vamos haciendo las cosas, en algún momento se producirá un colapso.
Las ultimas preguntas, Eduard. La primera tiene que ver con el uso militar. Dejando aparte el tema de la experimentación militar, al que tú ya has hecho referencia, la energía atómica en su aspecto militar más directo se ha usado en dos ocasiones, en Hiroshima y en Nagasaki. Para la salud de las poblaciones de estas dos ciudades japonesas, ¿qué efectos causaron las bombas, qué efectos sigue causando?
Dejando aparte los efectos inmediatos de las explosiones que causaron decenas de millares de muertos y otros tantos heridos por la onda térmica y mecánica, los efectos de la radiación que se produjo están bastante bien estudiados. Casi todos los criterios que hay hoy en día de dosimetría, radiobiología y en efectos sobre salud provienen de los estudios de las poblaciones afectadas por las explosiones de Hiroshima y Nagasaki. Lo sucedido se siguió durante bastante tiempo, prácticamente hasta hace poco, incluso tal vez debe seguirse todavía.
Han existido muchas polémicas porque el mayor problema que han tenido los investigadores que han estudiado estos efectos es que no se conocía exactamente la potencia de estas bombas. Se sigue discutiendo si la potencia era de 10, de 20 kilotones, si emitían más neutrones, si emitían menos. Además, no lo olvidemos, las dos bombas eran distintas, por eso se hicieron dos. La de Hiroshima era de uranio enriquecido, de uranio 235, mientras que la de Nagasaki era una bomba de plutonio, con lo que el tipo de explosión fue distinto.
Lo que se ha visto con toda claridad es que en esta cohorte de gente se han producido una serie de afecciones que luego han sido la base de todos los estudios experimentales y de dosimetría. Por otra parte, como es lógico, el conocimiento de los años cuarenta y cincuenta no es el de los años ochenta. En los años ochenta se vieron cosas que no se pudieron estudiar antes porque no se tenía el concepto ni el conocimiento científico adecuado. Por ejemplo, lo que antes he comentado de las rupturas cromosómicas. Los métodos de dosimetría cromosómica son metodologías de los años setenta y ochenta y, cuando se aplicaron a los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, se reformularon los criterios para ver si se habían subvalorado o sobrevalorado en algunos casos los efectos de las dosis que había recibido la población. El grave problema científico era saber qué dosis había recibido cada grupo de personas y relacionarlo con los efectos. Está claro que ha habido una incidencia enorme de leucemias y muchos otros tipos de cánceres que han acortado la vida, de problemas patológicos importantes como los que he citado, de problemas inmunológicos, de problemas cutáneos, genéticos, neurológicos,… .
¿Y puede afirmarse entonces que ahora, al cabo de 60 años,. ya no hay apenas efectos de esas explosiones?
Sigue habiendo algunos supervivientes ancianos en condiciones de vida precarias por las afecciones derivadas de la radiación recibida. Pero claro ¡han pasado ya 60 años! Lo que realmente tendríamos que conocer es cual es la radiactividad de fondo que existe hoy en día en Hiroshima y Nagasaki. Es evidente que los japoneses han realizado un trabajo muy minucioso de limpieza de tierras contaminadas. Hay estudios recientes como comentaba. Hubo muchos estudios durante muchos años para ver los efectos sobre el mismo ejército de Estados Unidos, estudios clasificados y que hasta los años setenta, a partir de los 30 años de los lanzamientos, cuando se suelen liberar los informes, no se empezaron a publicar. Otros no han salido aún, pero recientemente no se han hecho más estudios. Sería interesante saber si existe radiactividad residual y si ha afectado, si sigue afectando, a estas poblaciones.
Sobre un tema que ha aparecido a lo largo de nuestra conversación, el accidente de Chernóbil, del que ahora se cumplen 20 años, ha habido recientemente una polémica de interés en torno a los efectos reales de ese accidente, cuya potencia radiactiva sería entre 50 y 100 veces la potencia de la bomba arrojada en Hiroshima. Desde fuentes más o menos oficiales se habla de un número reducido (aunque importante) de fallecidos, mientras que desde fuentes independientes, críticas, se dice que eso es una barbaridad, un engaño, y que los fallecidos y afectados son muchísimos más; se habla de más de 2 millones de ucranianos, unos 700.000 de los cuales eran niños. Viktor Bryukhanov, el director de la central en aquel momento, ha acusado a las autoridades políticas de proteger ante todo la industria militar con mentiras, al igual que algunos sectores de las comunidades científicas. Tampoco quedan al margen de sus críticas países y gobiernos como EEUU, Japón, Francia y Reino Unido que, según él, ocultan las causas reales de los accidentes nucleares. Podrías explicarnos algo de esta polémica y cómo es que desde posiciones oficiales u oficiosas no se reconoce lo que realmente pasó y los efectos que ocasionó.
Es un tema que nos llevaría muy lejos, que exigiría un tratamiento largo y tendido desarrollarlo mínimamente.
Se ha creado, efectivamente, una importante polémica y no es casualidad que aparezca ahora. El origen de todo es un informe que salió a la luz en septiembre u octubre del año pasado, que ahora se ha publicitado mucho y que aparece como un informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el que se dice la verdad sobre Chernóbil y se da la versión definitiva de los efectos; o sea, todo es muy publicitario. Es muy espectacular como han publicitado el resumen de prensa. Está escrito en ingles: » Chernobyl : the true scale of the accident; 20 Years Later a UN Report Provides Definitive Answers and the Ways to Repair Lives» ¡La verdad definitiva sobre Chernóbil!. El informe tal como está presentado es un texto de más de 600 páginas y tres volúmenes; el informe que se ha publicitado y que ha impactado a la prensa es un resumen de 6 o 7 páginas, al que realmente, desde un punto de vista científico, no se le puede dar ningún valor. Afirma que han fallecido unas 4.000 personas a lo largo de 20 años, que no van a haber más muertos, que la gente se puede reinstalar en esos lugares. Prácticamente es una apología para volver al uso de la energía nuclear. Esto es en resumen lo que viene a decir el informe que ha causado una grave sorpresa y una gran controversia.
Este informe se ha publicado y publicitado por la OMS y tiene que ver con lo que he comentado ya antes. En realidad, este informe se ha elaborado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) de Viena. Existe, desde 1959, un convenio en el que la OMS para cualquier cosa relativa a los aspectos nucleares remite y se pone de acuerdo con esa agencia atómica. Esta Agencia se fundó, cuando aquello de los átomos para la paz, por la Organización de las Naciones Unidas, para promocionar el uso de la energía nuclear, por un lado, y por otro para vigilar, cuando se firmó, el TNE (Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares), de ahí su intervención actual en el caso de Irán. Si uno entra en la web de esta Agencia de energía atómica, verá que todo es una defensa del uso de la energía nuclear y ahora están con un foro, que ya existe desde hace años, para promocionarla como solución a Kyoto, como energía limpia, como energía moderna. Allí se dan todas las presiones políticas que te puedas imaginar. El informe al que nos estábamos refiriendo, aunque se ha publicitado como un informe de la OMS, cuando se mira con detalle se ve que los créditos son los de la AIEA, el gobierno de la Federación Rusa, el gobierno de Bielorrusia, el gobierno de Ucrania, el Banco Mundial, el Foro Atómico. A la OMS la han incluido también pero, más bien, como adorno, para no levantar sospechas, para ganar credibilidad.
¿Y cuál es tu opinión, desde un punto de vista científico, metodológico, de este informe? ¿Te parece un buen informe?
El informe una vez se analiza, y téngase en cuenta que es muy prolijo y que realmente es muy técnico, ha sido realizado sobre áreas muy pequeñas de Ucrania, de Rusia y de Rusia Blanca (Bielorrusia o Belarus), sobre áreas contaminadas claro está, pero que no representan todas las áreas afectadas, no representan en absoluto las áreas de esos países ni del resto de Europa que quedaron afectadas. Antes he comentado que hay en Chequia trabajos científicos publicados sobre la tasa muy alta de cánceres de tiroides que apareció a lo largo de 4 o 5 años después del accidente y sobre otro tipo de fenómenos que se produjeron, y eso con los pocos datos que hay sobre estas áreas de fuera de la antigua Unión Soviética. Pero dentro de las tres repúblicas mencionadas de lo que fue la URSS, el estudio se restringe sólo a determinadas áreas seleccionadas con criterios un tanto oscuros. Otra cosa altamente discutible es la metodología que han empleado. Leyéndolo ves que incluso hay una gran incertidumbre sobre el tipo de metodología seguida.
Al mismo tiempo ha aparecido, también muy recientemente, un informe de la Academia de Ciencias de la Federación rusa, que han publicado en forma de libro, que es altamente crítico también con aquel informe y que calcula en más de 200.000 las personas afectadas a lo largo de estos 20 años. En el estudio de la OMS no cuentan los famosos liquidadores, que fueron aquellas personas, millares de personas, que intervinieron allí para construir el famoso sarcófago de Chernóbil, con el que cubrieron el reactor destrozado. Ahí el informe de la AIEA/OMS considera que hubo 15 muertos; los mismos datos rusos los aumentan a centenares, de 800 a 1000 personas murieron por efecto de la radiación aguda.
Nos encontramos, pues, que este mismo informe de la Academia de Ciencias de la Federacion Rusa establece cifras diez veces superiores. Hay otros informes científicos que también establecen datos muy distintos.
¿Y tú que cifras crees más correctas?
Desde un punto de vista estrictamente científico, yo no puedo dar una cifra. Los datos que tenemos indican que hubieron, que hay afecciones, pero no hay ningún estudio global de todas las zonas contaminadas de Europa que indique cuantas afecciones ha habido realmente. Existen informes parciales, como éste que explicaba de Chequia; existe el informe de la Academia de Ciencias de Ucrania, en todos ellos los datos dan cifras muchísimo más altas que las que cita este informe de la AIEA. Existen, además, datos que no han sido publicados; pensemos en que durante muchos años, en lo que fue la extinta Unión Soviética todos estos informes fueron reservados.
Tampoco Francia ha publicado nunca datos de la contaminación producida por Chernóbil. Recuerdo lo que pasaba cuando cruzabas el Rin en aquella época. En Alemania y Suiza, al cabo de los años, siguen manteniendo reservas y controles sobre cierto tipo de setas, sobre ciertos productos silvestres, porque el estroncio 90 y el cesio 137 están allí, sigue allí, pero si se cruza el Rin en dirección a Francia, los bosques siguen siendo los mismos, los territorios son los mismos, pero parece que existiera una frontera que hubiera parado la radiación.
En Francia todas las cuestiones radiactivas son reservadas. Hoy en día hay datos de Inglaterra sobre zonas contaminadas, hay datos que muestran, lo que es muy paradójico, que no hay unos criterios uniformes de análisis. En el mismo momento, en Bielorrusia, para la leche, se aceptan unos límites; en cambio, en Rusia se aceptan otros y en Ucrania otros distintos, pero estos límites no están próximos, varían desde los 20 hasta los 200 becquerelios por litro en estas tres repúblicas. No hay siquiera unos criterios de protección homogéneos y sigue habiendo radiactividad en muchos productos de estas zonas. Lo que pasa es que se han considerado seguros y entonces, se dice, ahí no pasa nada.
¿Qué debería haberse hecho entonces en tu opinión?
Lo que debería haberse hecho, y que ya he comentado antes, es haber establecido un sistema paneuropeo de radiovigilancia y de estudio de los efectos. Pero no existe tal sistema. Entonces, frente a un informe como el que comentamos, yo que no acostumbro a ser tan tajante, en este caso considero que no tiene valor científico alguno el informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Hay otros informes de la OMS, en los que al parecer no ha intervenido la Agencia, que son muy distintos, aunque son muy técnicos, y, sobre todo, cuando se remite uno a lo único que tiene valor aunque siempre es bueno tener ciertas reservas: en el análisis científico, en principio, lo único válido es lo publicado en revistas científicas con comités de revisión por pares. Esos datos nos indican que el informe de la Agencia Internacional no se sostiene en absoluto.
¿Cuáles son entonces los datos reales? Pues tampoco lo podemos saber. Unos hablan de 200.000 personas, otros de 50.000. Nadie puede decirlo con seguridad, lo que pasa es que las cifras de nivel tan bajo no son aceptables cuando hay datos ya de aquella época en que la misma gente que estuvo trabajando allí señalaba que hubo una mortandad importante y existen, además, otros datos publicados que informan que en zonas concretas ya tuvieron entonces niveles altos de mortandad.
Tampoco podemos hacer caso de las ocasiones en las que lo que hay a veces, básicamente, es mucho reportaje periodístico. Con todos mis respetos hacia el buen periodismo, hay informes de este tipo que son poco rigurosos. No sé, por ejemplo, he hablado con una campesina y que me ha dicho que los terneros le nacen con dos cabezas o que hay montones de niños con malformaciones. Esto no tiene valor científico. Para obtener buenos resultados, hay que aplicar una metodología estricta. Los instrumentos, para poder analizar lo que ha ocurrido, son conocidos, los tenemos. En los casos concretos en que se ha hecho, en el cáncer de tiroides por ejemplo, es innegable que hay un impacto muy importante.
Permíteme ahora hacerte una pregunta casi periodística. Desde el punto de vista de una persona como tú, informada y preocupada por la salud publica, ¿crees que se puede afirmar con fundamento que el uso civil de la energía nuclear -dejemos aparte el uso militar- es peligroso para la salud humana por las razones que se han expuesto y que, por consiguiente, lo razonable sería intentar apostar de forma más o menos urgente por otro tipo de energías más respetuosas con la Naturaleza, menos peligrosas para el ser humano? ¿Crees que esto es una buena opción, qué es posible, que no es ninguna ensoñación, que no es confundir deseos con realidad?
Sí, desde luego, sin lugar a dudas. Y como resumen final valdría la pena decir lo siguiente: se está creando una masa ingente, miles de toneladas de residuos radiactivos, que están ahí, y que pueden diseminarse por la biosfera por más controlados que se quieran tener; se está asumiendo un riesgo de accidentes, que ya han ocurrido y que pueden volver a ocurrir, y se está optando además por una vía energética que no parece adecuada para un sistema de calidad de vida como el que aspiramos en toda sociedad avanzada y que, además, deseamos no sólo para nosotros sino para toda la humanidad.
Otra pregunta más. Entonces, la argumentación de la Administración Bush que defiende que hay que apostar por la energía nuclear porque es una energía que no calienta el planeta, que es limpia, incluso alternativa, sería una falacia indiscutible e impresentable a un tiempo.
Sería una de las tantas falacias de la Administración Bush. Simplemente, para ponerte un ejemplo: tanto la Administración Bush, como el Senado de Estados Unidos, y tanto senadores republicanos como senadores demócratas, lo que están utilizando más es la argumentación de que lo que dicen los científicos respecto del cambio climático es falso y que no hay que preocuparse por el calentamiento global, que realmente no existe. Pues bien, si existe algo, una de las pocas cosas en las que hay consenso en el mundo científico actualmente es que hay un calentamiento global del planeta, de nuestro planeta. Ha aumentado el nivel de CO2, existen los problemas conocidos del agujero en la capa de ozono. Esto último, por ejemplo, se discutía mucho, y era muy controvertido en los años ochenta, en los noventa, entonces había científicos que decían que sí y otro que decían que no, pero desde hace ya bastantes pero que bastantes años no hay ninguna revista científica seria, sea Nature, sea Science, las de más renombre general, que puedan negar el calentamiento global. Pero resulta que en algunas instituciones políticas de los Estados Unidos se está diciendo que esto es un mito de los científicos o incluso se ha llegado a decir públicamente, como en el caso de Crighton, el novelista asesor del presidente Bush, que es un mito que forma parte de una conspiración para atacar a Estados Unidos. Realmente es un absurdo, pero se ha dicho.
Esto no quita que en los mismos Estados Unidos haya muchas discusiones y comentarios entre la comunidad científica sobre lo que está haciendo la Administración Bush al retirarse de la firma del protocolo de Kyoto, por ejemplo. No olvidemos que, al fin y al cabo, la Administración Bush se ha retirado de todo convenio internacional: del de Kyoto, de la convención de Ginebra sobre prohibición del uso de armas químicas, no ha aceptado el Tribunal Penal Internacional. El gobierno republicano de Bush se ha considerado omnipotente y se ha retirado de todo control y de todo convenio civilizado. En el caso de Kyoto, como decía, está adoptando una postura de gobierno en la que niega la existencia de un calentamiento global que hoy por hoy nadie discute en el seno de las comunidades científicas..
También existen, desde luego, otras posiciones. Los Estados Unidos son suficientemente grandes para que haya de todo, hay una enorme crítica a esto pero también hay un sector industrial que acepta el calentamiento global y que están desarrollando tecnologías para cuando se produzca un calentamiento patente y haya que actuar urgentemente. En definitiva, para estos sectores el calentamiento global es una oportunidad de hacer negocio y como tal aceptan que el calentamiento actual, por ejemplo, sube el nivel del mar pero con la perspectiva de hacer negocio con ello. Esta es otra postura.
Luego por tanto, y esta sí que es mi última pregunta, el movimiento antinuclear que existió con mucha fuerza en España, en Europa, en Estados Unidos, y en otros lugares del mundo, a finales de los setenta y en los años ochenta, y que fue capaz de dar batallas no todas perdidas, ¿crees tú que a pesar de que el adversario es muy potente, a pesar de que en algunos lugares como Finlandia se está apostando por la creación de nuevas centrales nucleares con importante apoyo ciudadano, crees, decía, que debería renovarse, renacer, crees que el movimiento antinuclear debería incidir con buenas y renovadas razones en y con la ciudadanía?
Sin lugar a dudas. Estamos además en una situación que quizás no existía hace 25 años o 30 años cuando empezó el movimiento antinuclear aquí: el nivel de conocimiento e información de la población es mucho mayor. Yo recuerdo que en los años setenta iba a lugares donde se iba a instalar una central nuclear a explicar estas cuestiones y tenías que hacer entonces un gran esfuerzo de divulgación, era muy difícil de comprender lo que estábamos intentando explicar. Hoy en día, para decirlo con una terminología algo antigua pero justa, aunque quizá ahora no suene muy bien, la gente está más ilustrada y casi todo el mundo tiene más formación. Estamos ante otra generación en la que hay mucha gente capacitada para poder llegar a entender bien estas cosas.
El movimiento antinuclear -que, además, debería ser algo más que antinuclear ya que tendría que apuntar hacia formas de sociedad distintas- tiene que incidir socialmente y puede volver a contar. De hecho, ya lo está haciendo. La plataforma antinuclear que se ha creado de nuevo en Catalunya, en el resto de España, en Europa, es una prueba de ello, se está moviendo, nos estamos moviendo otra vez.
Lo que hay que señalar es que, aunque esto es quizá un problema más bien sociológico, en buena medida es «la vieja guardia» la que está impulsando todo esto de nuevo. La gente joven, aunque ya esté participando, tiene que introducirse, tiene que implicarse mucho más en este movimiento. Los sectores jóvenes tienen que pensar las cosas no nos han sido regaladas, tienen que informarse bien y conocer cómo se obtuvieron algunas cosas. Si en su momento se llegó a parar la industria nuclear, y la paramos, fue por toda una serie de movilizaciones en Europa y en Estados Unidos, por los movimientos que entonces surgieron. Hoy en día resurge el interés por el tema, aunque sea un asunto a corto plazo, porque los economistas hablan de una duración de apenas 20 años si se vuelve a revitalizar la industria nuclear.
Pero, insisto, los jóvenes, en primer lugar, y todos tenemos que saber qué se está jugando, que no es poco, en el momento actual.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.