El verano es una época de sequía informativa. No hay liga de fútbol y los políticos se encuentran de vacaciones. Da la sensación de que los conflictos armados y los desastres naturales que asolan el planeta también se toman un descanso veraniego, lo que no aparece en los medios no existe.
Con media plantilla de vacaciones, los grandes medios llenan las páginas y los minutos con la infame información rosa y con los rumores de fichajes futbolísticos.
Ante semejante panorama, noticias sobre el medio ambiente logran gran atención, sucesos que en otros meses del año serían relegados a las contraportadas y a los minutos de la basura en los informativos. Este verano la plaga de topillos que arrasa los campos de Castilla- León, las molestas medusas tan temidas por los bañistas y un simpático delfín de morro alargado han ocupado portadas y la atención de las grandes cabeceras informativas.
Aunque la información que nos dan es sesgada, incompleta y carente de todo tipo de análisis, centrada solo en los rasgos anecdóticos, estos tres sucesos nos muestran hasta que punto puede ser perjudicial la alteración de los ecosistemas por culpa de un sistema económico derrochador e irracional.
Un ejemplo nítido de todo esto; la tremenda explosión demográfica que experimenta el topillo campesino en Castilla-León que conlleva una grave amenaza para la agricultura y la salud en esas tierras.
Las abundantes lluvias de la pasada primavera han traído un espectacular aumento de la población de este roedor de altísima natalidad y una incansable voracidad.
Los daños en la agricultura son cuantiosos, 18 millones de euros en daños han provocado ya estos roedores en los campos de cereal y 35.000 hectáreas de regadío corren serio peligro. Aparte, los topillos son una seria amenaza para la salud, contaminan los acuíferos y han provocado ya decenas de casos de turalemia.
Estos aumentos demográficos en la población de topillos tienen un carácter cíclico, pero la desaparición de los predadores naturales de estos roedores ha provocado un crecimiento sin igual.
Venenos, atropellos, destrucción de nidos o la caza han acabado con gran parte de los ejemplares de zorros, milanos, comadrejas y rapaces nocturnas. Estos animales tienen al topillo como alimento básico en su dieta y regulan sus poblaciones con su actividad. La falta de cultura ecológica y la dejadez en buscar soluciones que logren la convivencia entre cazadores y ganaderos y estos predadores, han desequilibrado la mayoría de los ecosistemas en los países desarrollados. Al no tener depredadores naturales algunas especies aumentan espectacularmente sus poblaciones y se convierten en auténticas plagas. Hoy son los topillos pero otras veces serán otro tipo de roedores, estorninos, insectos o incluso ciervos y jabalíes.
La desaparición de los predadores naturales también es una de las causas del aumento de la población de medusas en las zonas costeras de la Península Ibérica y del Mediterráneo. Las tortugas marinas, uno de los grandes comedores de medusas conservan poblaciones exiguas, casi testimoniales. La sobrepesca de gran parte de las especies de peces que se alimentan de estos invertebrados (atunes o peces espada por ejemplo) deja vía libre a las medusas para que se extiendan por los océanos.
Aparte de este desequilibrio en los ecosistemas marinos, existen otras razones para explicar la presencia cada vez más numerosa de las medusas en las costas del estado (una presencia 3 veces superior a la registrada hace 10 años) y detrás de estas razones también tenemos la mano del hombre. El exceso de nutrientes en las costas provocado por los vertidos incontrolados de fertilizantes y basuras ha favorecido el desarrollo de algunas especies de medusas, pero es el cambio climático que ha traído un aumento relativamente considerable en la temperatura de las aguas marinas la causa principal de la plaga de medusas.
Detrás de todas estas explosiones demográficas de diferentes especies está de una manera u otra la mano del hombre y, detrás de éste un sistema de producción obsoleto, desarrollista e ineficaz que desgraciadamente impera en casi todo el planeta. Un sistema que busca la productividad a corto plazo y el beneficio de unos pocos frentes al de todos. Un sistema que expolia a un planeta y que lo esta convirtiendo en una roca árida y estéril. Con una economía falta de planificación y con un sistema de producción que no se responsabiliza de sus desechos ni del impacto ambiental que provoca.
Todavía hay mucho que estudiar sobre el equilibrio de los ecosistemas pero ya sabemos que cuando se altera un ecosistema, modificando el hábitat o eliminando alguna especie, corremos el peligro de que especies con un sitio determinado en un sistema sano aumenten de efectivos de una manera brutal convirtiéndose en un peligro para el ecosistema en sí y, en una seria amenaza para las economías de la zona. Ya sean los mejillones cebra, los cangrejos americanos o el alga caulerpa. Son muchos los ejemplos de plagas recientes en el estado. Y solo una gestión racional y equilibrada, que pueda originar una educación respetuosa con el medio y una verdadera conciencia revolucionaria y ecologista será capaz de conservar el maltratado hogar en el que nos ha tocado vivir, el planeta Tierra. Ya no hay duda que la alocada carrera imperialista solo nos conduce al vacío, ha acabado con las grandes reservas naturales reduciéndolas a su mínima expresión para beneficio de unos pocos, ha creado auténticos infiernos podridos de contaminación donde malviven millones de personas y ha desequilibrado el ecosistema global aumentando la temperatura del planeta y colocando a la humanidad en una posición realmente peliaguda.
No quiero acabar este artículo sin recordar al delfín blanco «baiji». Un delfín de agua dulce que habitaba las aguas del rió Yangtze y que se ha convertido en el primer cetáceo extinguido por la mano del hombre. Una especie que llevaba habitando el planeta 20 millones de años. La alarmante contaminación de un río del que depende de una manera u otra el 40% del producto interior bruto de China y que tiene el 30% del agua dulce del país ha provocado una pesca sin control debido al descenso de capturas. Las grandes presas, como la de las Tres Gargantas y el intenso tráfico fluvial han hecho el resto.
La China de la Revolución traicionada ha tenido el dudoso honor de convertirse en la responsable de la extinción del primer gran mamífero en 50 años. Como la paloma migratoria americana simboliza el auge del capitalismo en los Estados Unidos, una extinción irracional de un ave que contaba con decenas de millones de ejemplares, el delfín baiji es ya un símbolo de la podredumbre en la que se está hundiendo al pueblo chino por muchos osos panda u Olimpiada que nos quieran vender.
(www.baiji.org)
(http://es.wikipedia.org/wiki/Ectopistes_migratorius)