Me parece muy bien que, puestos a hacer sacrificios, los gobernantes empiecen por apretarles las tuercas a los más privilegiados. Y en el primer puesto no están ni los pilotos, ni los controladores aéreos ni los delegados sindicales, sino, sobra decirlo, los profesores, sobre todo los profesores de secundaria. Qué les voy a contar a […]
Me parece muy bien que, puestos a hacer sacrificios, los gobernantes empiecen por apretarles las tuercas a los más privilegiados. Y en el primer puesto no están ni los pilotos, ni los controladores aéreos ni los delegados sindicales, sino, sobra decirlo, los profesores, sobre todo los profesores de secundaria.
Qué les voy a contar a ustedes que no sepan. Cualquiera que haya pasado por un instituto habrá visto que aquello es una fiesta permanente: los docentes se tocan la barriga todo el día, se duermen en clase, juegan al mus en la sala de profesores, se desperezan en el patio. Eso cuando están en el instituto, porque lo habitual es que estén de paseo, por escaqueo o por las muchas vacaciones y festivos que tienen en el año. ¡Y encima les pagan!
Total, para la falta que hacen, ya podíamos prescindir de ellos. ¡Si los estudiantes a esas edades se educan solos! No hay que hacer nada, les das los libros y ya se organizan, a lo que ayuda lo predispuestos que están en esas edades a convivir pacíficamente con sus compañeros. En realidad sigue habiendo profesores por un resabio de otros tiempos, ya que hoy bastaría enchufar a los chavales a un ordenador, y saldrían más que educados.
¿Les suena disparatado todo lo anterior? Pues sin llegar (todavía) a tanto, ya empiezan a oírse voces que intentan caracterizar a los profesores como unos privilegiados a los que se puede exigir sacrificios en momentos de crisis. En cuanto han plantado cara a las medidas antieducativas del gobierno madrileño, éste ha lanzado su artillería contra ellos.
La consejera del ramo dijo que no entendía que quisieran hacer huelga después de dos meses de vacaciones, y subrayó lo de «dos meses», para que todos nos removiésemos de envidia. Además recordó que tienen trabajo garantizado de por vida, con tanto paro como hay. Por su parte, Aguirre comentó que la mayoría de madrileños trabaja más de esas 20 horas que se les pide a ellos -confundiendo con toda intención las horas lectivas con las de trabajo-.
Quien piense que los profesores son unos privilegiados, o que están para que les aprieten más, que se dé una vuelta por un instituto. Comprenderá además el peligro que supone cargar el ajuste sobre los responsables de la educación de nuestros hijos, aumentándoles la carga lectiva, eliminando tutorías y reduciendo plantillas. Todos perderemos, y mucho.
Fuente: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/09/04/trabajas-menos-que-un-profesor/