La biotecnología transgénica durante estas dos últimas décadas se ha recreado explicando las virtudes de sus invenciones. *Una tecnología que sólo ha alimentado debates pues su aplicación sólo ha generado hambre.* La cifra actual de personas desnutridas nunca ha sido tan hiriente. Y aunque seguiremos escuchando nuevas propuestas salvadoras transgénicas, a las que deberemos responder, […]
La biotecnología transgénica durante estas dos últimas décadas se ha recreado explicando las virtudes de sus invenciones. *Una tecnología que sólo ha alimentado debates pues su aplicación sólo ha generado hambre.* La cifra actual de personas desnutridas nunca ha sido tan hiriente.
Y aunque seguiremos escuchando nuevas propuestas salvadoras transgénicas, a las que deberemos responder, erán sólo pataletas. No hay mucho más que discutir, seamos claros: por un lado, la sociedad tiene una postura clara y rotunda, NO a los transgénicos; y por el otro, tantas millonadas puestas en esta ciencia apenas ha traído más que dos o tres aplicaciones. Decían que salvarían al mundo e inventaron negocios para vender venenos ponzoñosos. Un resultado-científicamente hablando- más que pobre, *ridículo.
Los cultivos transgénicos han fracasado:
– La transgenia comparte con la* bomba atómica* el mérito de ser la tecnología que más gente ha conseguido tener en contra, y el número no deja de crecer. La sociedad civil en general y en particular las organizaciones
campesinas, ecologistas y de consumo, y también organizaciones a favor de los derechos humanos, claro, rechazan abiertamente las semillas de Monsanto y compañía.
– Los abusos cometidos por las empresas de biotecnología en todo el mundo confabulando con las autoridades administrativas han quedado desvelados, con pruebas evidentes y sin dudas razonables. Son casos que *ya se estudian en escuelas de negocios*.
– En Europa, semana sí, semana no, un país rechaza los transgénicos, un territorio se declara libre de transgénicos, se alargan las moratorias de prohibición de estos cultivos y* se ganan juicios y denuncias* sobre sus inconvenientes. La empresa con patatas transgénicas incomestibles se ha retirado -asustada y fracasada- del mercado europeo.
– En la India el lema ¡Monsanto, fuera de la India! *es un movimiento y el movimiento* en Haití rechazó tras el terremoto las semillas que Monsanto regalaba.
– La naturaleza también ofrece resistencia, y los cultivos transgénicos sufren resistencias, como el amaranto, cereal de los diositos mayas. *¡Divinas resistencias!* Y la ciencia independiente explica las propiedades transgénicas: pocos milagros y muchos tormentos para la salud del Planeta.
– Hasta las mariposas y abejas saben que la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo tiene que ver con el modelo agrícola que empujan los transgénicos, sus semillas patentadas y sus agroquímicos esparcidos. Informadas *vuelan lejos de los cultivos transgénicos, bien lejos.*
– ¿Diseñan en los laboratorios cultivos que no dependan del petróleo? Eso sería pensar hacia delante, pero* la ciencia transgénica piensa con los ojos tapados.*Mientras tanto y desde siempre el saber campesino sabe cultivar sin avionetas y sin fertilizantes sintéticos.
– Decían que darían de comer a varios planetas y muchos universos, pero* algo salió mal.* Ni arroz vitamínico, ni tomates gigantescos, ni lechugas sin regar…ningún transgénico ha sido pensado para comida de personas. Sus
únicos inventos, la soja, colza y maíz, que se monocultivan son materia prima para engordar la ganadería industrial (y ahora industria automovilística) de países ricos y obesos. Un descuido científico que aclara y sentencia.
Un fracaso del que ya casi no habrá que hablar. La plaga transgénica, sus inversiones, sus tejemanejes y sus emporios que se comerían el mundo, dos décadas después cubren tan solo un 3% de la tierra agrícola mundial,
recluidos en cuatro o cinco países.
Un 97% de la tierra agrícola del mundo continúa estando libre de transgénicos.
Sentimos notificarlo, *transgénicamente no hay nada que hacer.*