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La ofensiva neoliberal en Catalunya

Transitando (con ligerísimas variantes) por el mismo sendero. ¿Y a la voz crítica y antisistema de EUiA?

Fuentes: Rebelión

Algunos economistas [1] sostienen que las meras regulaciones del sector financiero, aunque importantes, no serán suficientes para superar una crisis que afecta a las estructuras de crecimiento de los países centrales del sistema. De hecho, señalan con razón, no existe autoridad alguna que pueda garantizar el cumplimiento de esas supuestas regulaciones. ¿Qué hacer entonces? Sólo […]

Algunos economistas [1] sostienen que las meras regulaciones del sector financiero, aunque importantes, no serán suficientes para superar una crisis que afecta a las estructuras de crecimiento de los países centrales del sistema. De hecho, señalan con razón, no existe autoridad alguna que pueda garantizar el cumplimiento de esas supuestas regulaciones. ¿Qué hacer entonces? Sólo la nacionalización total de la Banca, apuntan, «y la entrada del poderoso sector público en el mundo financiero en los países de una región económica pueden afrontar la huída de capital hacia los paraísos fiscales, controlar y sanear sus finanzas, permitir las debidas políticas crediticias, e introducir cambios en las relaciones económicas mundiales y movimientos de capitales». Desde esta razonable perspectiva, dejar el crédito y los seguros en la esfera privada conduce al caos y al empobrecimiento de la mayoría de ciudadanos e impide, además, el desarrollo económico y social al priorizar, como siempre, los intereses de los grandes rentistas.

Otros economistas se centran en otros nudos de la situación. Entrevistado por Erza Klein para The Washington Post [2], James Galbraith ha afirmado que no sólo cree que el peligro que representa el déficit a largo plazo está siendo sobreestimado por la mayoría de economistas y periodistas económicos sino que el peligro de tal déficit es nulo. Este es su argumento, centrado en la economía usamericana: «¿Cuál es la naturaleza del peligro? La única respuesta posible es que este déficit mayor pueda causar un aumento de los tipos de interés […] si los mercados pensaran que eso es un riesgo serio, los tipos de interés sobre los bonos del Tesoro a 20 años no estarían al 4% y empezarían a cambiar ahora mismo. Si los mercados pensaran que los tipos de interés sufrirán presiones al alza por problemas de financiación dentro de 10 años, eso se reflejaría ya en un aumento en los tipos a 20 años». Por el contrario, lo que ha ocurrido, prosigue Galbraith, es que han bajado a consecuencia de la crisis europea. Se abren por ello dos posibilidades: que la dominadora hipótesis económica sobre el déficit esté equivocada o que el mercado sea irracional. Sólo queda en pie la primera parte de la disyunción ya que, si el mercado es irracional, concluye Galbraith, «no tiene objeto diseñar una política para acomodarse a los mercados». No es posible acomodarse racionalmente a entes irracionales.

Qué hacer, se pregunta Galbraith. Centrarnos en problemas reales y no ficticios. ¿Cuáles? El desempleo, que en Estados Unidos alcanza el 10%, y en España, más allá del trabajo absorbido por la economía sumergida, supera el 20%. Por ello, parece razonable abonar políticas de empleo. «Tenemos una crisis energética y una crisis climática acuciantes. Deberíamos dedicarnos durante toda una generación a enfrentar esos problemas de un modo que nos permitiera, de paso, reconstruir nuestro país». La situación española presenta intersecciones no vacías con ese diagnóstico.

Desde un punto de vista fiscal, remarca Galbraith, que no es desde luego ningún economista radical marxista poco informado, «lo que hay que hacer es invertir la carga, que ahora la soporta el pueblo trabajador». Añade además que la forma en que ahora se sugiere que se puede recortar el gasto público sin recortar la actividad económica es falaz, completamente falaz. «Se exige a los griegos recortar el 10% del gasto en unos pocos años. Y se supone que eso no afectará al PIB, ¡Evidentemente que lo hará!» Galbraith predice que Grecia no dispondrá de los ingresos fiscales necesarios para financiar siquiera un nivel más bajo de gasto. Se ha obligado a España a hacer lo mismo. La eurozona, señala, va al despeñadero.

Juan Torres López (JTL) [3], por su aparte, argumentaba recientemente contra las políticas made in FMI. El Fondo Monetario Internacional tomó de nuevo las riendas hace meses, señala, «y se dispone a seguir imponiendo doctrina, ahora con la excusa de que las medidas que propone son las imprescindibles para salir de la crisis y del problema de deuda que ésta ha provocado». Los incompetentes que nos han llevado al desastre, ha señalado Dean Baker, siguen en el puesto de mando.

Vale la pena recordar la sangrante paradoja por todos conocida. JTL la explica en los términos siguientes: los economistas del FMI que han venido a dictar sentencia a España, como hacen en tantos otros países, son los que predican austeridad a quienes ganan cantidades muy moderadas de euros mientras ellos se fijan a sí mismos sueldos multimillonarios, exigen recortes de gasto a los Gobiernos desde hoteles de cinco estrellas y «se declaran políticamente neutrales pero tratan con favor a los dictadores y alteran sin rubor las decisiones democráticas que toman los poderes representativos».

En opinión de JTL, el problema más grave del FMI no es ni siquiera que sea una institución doctrinaria sino que es incompetente. Sus economistas fallan constantemente y de forma estrepitosa. Dean Baker suscribiría su punto de vista.

Las tres propuestas principales del FMI para España, recuerda JTL, son exactamente las mismas que publicitan día sí, tarde también, la patronal y la banca españolas, los hooligangs neoliberales del Banco de España y los economistas que están a su servicio: la privatización progresiva de las cajas de ahorro (el FMI, por supuesto, no dice nada de la banca española); la reducción del gasto público que, en opinión de JTL y en coincidencia con Galbraith, en una coyuntura recesiva sólo puede conducir a la depresión y a hundir aún más la economía española, y, finalmente, la contrarreforma laboral. Básicamente, la descentralización de la negociación colectiva (quitar el suelo a los negocios de sector) y el establecimiento de nuevos tipos de contrato aún más draconianos y, si me permite la tontería lírica, aún más enfrentados a los derechos laborales y humanos más básicos.

Ninguna de estas reflexiones de izquierda, de izquierda de muy distinto signo, ha sido oída por el gobierno tripartito catalán. Ninguna.

El gobierno PSC-ERC-ICV-EUIA seguirá la misma música neoliberal que el gobierno central. Sin apenas modificaciones, sin apenas nuevos acordes.

La coalición ICV-EUIA asegura haber llegado a un acuerdo político con el PSC-PSOE, el socio mayoritario del gobierno, por el que se compromete a apoyar las medidas de recorte, congelación y ofensiva neoliberal siempre y cuando haya un compromiso del gobierno de recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores de la Administración a partir de 2013 y, arista estrella del acuerdo, de incrementar el porcentaje de retención del IRPF de los asalariados con retribuciones superiores a los 100.000 euros anuales. ¡Cien mil euros!

La derecha del PSC, tan bien representada por el vicepresidente económico Antoni Castells [4] ha hecho caso omiso, según todos los indicios, del pacto PSC-ICV-EUiA, del pacto de su propio partido, y en los papeles de gobierno se habla de un incremento del IRPF o de otras formas de contribución fiscal sin mayor concreción. La disyuntiva, desde luego, no es inocente. La falta de concreción y la inexistencia de fecha tampoco.

Respuestas de unos, réplicas de otros, contrarréplicas de los primeros, puñetazos en la mesa del vicepresidente económico, caras de enfado de sus socios de gobierno. ¿Están representando todas o algunas de estas fuerzas alguna obra con finalidades electorales? No se puede descartar.

Por otra parte, tanto da. ICV-EUiA traga con el plan duro, con el lado oscuro de la fuerza sistémica, y por convencimiento o acaso para salvar su cara., y mantener ante todo su presencia en el gobierno, llega a compromisos no confirmados ni concretados hasta el momento que hablan de subir impuestos, sin concretar porcentajes, a ciudadanos con salarios superiores a 100.000 euros para dar sensación de que el momento de ajuste, de austeridad, afecta a todos por igual.

Ya veremos en qué queda todo eso [5]. Con un cambio de gobierno en el horizonte, cambio para peor desde luego [6], en nada. La rectificación, si fuera el caso, sería inmediata.

Sea como fuere, el escenario que parece haber diseñado por ICV-EUiA es éste: seguimos en el gobierno tripartito a toda costa, sin tan siquiera apuntar que no todo vale y que una coalición gubernamental no puede mantenerse a cualquier precio, lavándonos un poco el rostro y las manos ante su electorado de izquierdas y señalando en los medios que los malos de la película, que sin duda lo son, son los otros por no querer cumplir con limpieza el compromiso de los cien mil y alguna pequeña nota complementaria a piede página.

Por cierto, ¿no existía una fuerza llamada EUiA? ¿Dónde están las voces críticas de la izquierda transformadora? Nada que decir, apenas un gesto. La coalición ICV-EUiA actúa internamente con mano de hierro y disciplina de acero. No hace falta indicar quien manda en esta plaza. Hasta el punto de que el viernes pasado por la tarde, el 28 de mayo, en su comparecencia pública, Joan Herrera, el secretario general de ICV, el diputado de ICV en el congreso, para referirse a la coalición ICV-EUiA, hablaba tan sólo de Iniciativa, como si EUiA no existiera acaso porque, de hecho, no existe. El coordinador general de EUiA, Jordi Miralles, estaba a dos metros de distancia. Al fondo del escenario. Sin voto y sin voz, y actuando, eso sí, muy responsablemente.

Notas:

[1] Por ejemplo, Jaime Baquero (Comisión de Sanidad de la FRAVM). «La muerte del Estado de Bienestar».

[2] http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3361 traducción de Roc F. Nyerro.

[3] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=106772

[4] La derecha-derecha socialista tiene otros dos altos representantes en el gobierno. Básicamente, la señora Tura, que no hizo nada, nada de nada, para evitar la tortura o los malos tratos en las comisarías catalanas cuando dirigía orgullosa la cartera de Interior, y el señor Ernest Maragall, un converso, un neoliberal talmúdico, el peor conseller de Educación de estos últimos 30 años, el responsable de la política educativa más de derechas en estas tres décadas de Generalitat restaurada.

[5] Eso no quita, desde luego, que lo peor de lo peor está representando por ese político de derecha extrema fundamentalista cristiana llamado Duran i Lleida, dirigente de Unió, uno de los partidos más corrompidos del sistema político catalán y español, dando este pasado domingo gritos a sus files y señalado que Zapatero es un cadáver y que ese cadáver político tiene un deber que cumplir antes de su desaparición: entregar sus órganos a la sociedad. Artur Mas, el jefe máximo, no se queda atrás y hablaba en el mismo mitin de los ataques del gobierno tripartito a las clases medias y a las clases trabajadores (¡clases trabajadoras!) no por la congelación de salarios o de pensiones, o por los recortes de la financiación de la ley de dependencia o por la disminución del salario de los funcionarios, sino por el anuncio no concretado de incrementar la contribución fiscal de los asalariados que cobren más de 100.000 euros anuales, ocho veces más que el salario medio de más del 60% de la población asalariada catalana.

[6] Desde la perspectiva de la resistencia y de la movilización, la afirmación debería ser negada. Para hacer políticas de derecha lo mejor es la derecha. Para eliminar los estudios nocturnos de bachillerato, la derecha se basta y se sobra (de hecho, no hubieran osado ante la posible agitación ciudadana).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.