En el último informe, Planeta Vivo. Riesgo y resiliencia en la nueva era (goo.gl/ojUkC1), se demuestra claramente que estamos en el límite de una «extinción masiva.» El Índice Planeta Vivo (ver Gráfica 1) va en picada desde 1970 a acá, por la perdida y degradación del hábitat, sobreexplotación de las especies, la contaminación, las especies […]
En el último informe, Planeta Vivo. Riesgo y resiliencia en la nueva era (goo.gl/ojUkC1), se demuestra claramente que estamos en el límite de una «extinción masiva.» El Índice Planeta Vivo (ver Gráfica 1) va en picada desde 1970 a acá, por la perdida y degradación del hábitat, sobreexplotación de las especies, la contaminación, las especies invasoras y el cambio climático. Lo cual amerita otra racionalidad, una en que esté contenida una nueva relación con la naturaleza, a eso apunta la Transmodernidad.
Gráfica 1. Índice Planeta Vivo Global (Fuente: Informe Planeta Vivo, 2016)
El concepto
La Transmodernidad la entendemos desde el pensamiento crítico de Enrique Dussel . Éste concepto ya tiene su historia. En el volumen número uno (2011) de la revista de la University of California: Transmodernity. Journal of Peripheral Cultural Production of the Luso – Hispanic World, salió un artículo interesante sobre la maternidad del mismo. Según Rosa María Rodríguez Magda en el artículo Transmodernidad: un nuevo paradigma (goo.gl/pgKYVc) de la revista en cuestión, ella lo propuso en 1987, al menos de «manera consistente.»
«Como he comentado en otro lugar, el término surgió en una conversación que tuvo lugar con Jean Baudrillard en su casa de París, allá por 1987. Reflexionando sobre la corriente postmoderna, a la que él se negaba a adscribirse, le comenté que más que una coyuntura «post», si tomábamos en cuenta sus apreciaciones sobre «transpolitique», «transexualité», al hilo de sus tematizaciones sobre el imperio de la simulación y la hiperrealidad, bien podríamos denominar a nuestra época como «Transmodernidad.»
Diríamos que esto sería la maternidad del concepto. Según la autora significa «un verdadero cambio de paradigma» en donde están involucradas todo tipo de relaciones, como las «gnoseológicas, sociológicas, éticas y estéticas.» Diez años después de que Rodríguez Magda plasmara dicho concepto, Enrique Dussel lo retomó con un contenido político que no es contemplado necesariamente por nuestra autora, la cual considera prioritario otro tipo de relaciones. Sin embargo, no deja de ser interesante su propuesta, además de identificar a los autores que han usado éste mismo concepto con otros significados. Lo que si se podría afirmar independientemente es que:
«Todas estas coincidencias en la utilización de un término, más allá de la diversidad de acepciones, creo que demuestran una misma captación de las contradicciones de la modernidad y una búsqueda de un nuevo modelo que dé razón de los cambios que se operan en nuestro presente.»
Pese a la crisis por la cual pasa la humanidad, y la descripción fatalista que podríamos hacer de esa realidad que nos abruma, nuestra autora no renuncia totalmente a la «necesaria transcendencia de la crisis de la modernidad» preocupación que también comparte Dussel. Es decir, su propuesta no es nihilista, pero tampoco se compromete políticamente con lo que ella considera «proyectos caducos.» Queda claro que no es una propuesta que tenga implícito un compromiso político, lo que es una opción legítima. Definitivamente «no estamos ya en lo post sino en lo trans» y, para enfrentarnos a ese hecho inevitable, contamos, según nuestra autora con «las armas de la razón» como un elemento nodal para esa necesaria trascendencia.
La propuesta de Enrique Dussel
La propuesta de Enrique Dussel es analógica a la propuesta de Rodríguez Magda por su contenido político y por su crítica a la razón producida por la modernidad. Desde su compromiso político militante hasta su obra teórica la Política de la Liberación (T, I. 2007; T, II. 2009) son ejemplos de ese contenido político ante el vaciamiento de éste en las otras propuestas. Si Rodríguez Magda pone en el centro la razón, Dussel pondrá el principio material de vida. Si se quiere profundizar en las distinciones entre ambas propuestas, es interesante el artículo de Aldo Ahumada Infante en Polis (goo.gl/ZjVV5K), donde profundiza en lo que considera las diferencias; por nuestra parte consideramos más oportuno pensar en analogías.
Dussel desde la década del noventa viene trabajando la cuestión de la Transmodernidad, como un proyecto político para una nueva era pluri-versa trans-moderna. En la medida que madura su proyecto más se afianza su posición al respecto. Varios autores, – como Ramón Grosfoguel , Arturo Escobar y Juan José Bautista Segalés – señalan la impronta política del proyecto transmoderno tal cual lo concibe Dussel, y tienen en su horizonte dicho proyecto como marco de referencia, el cual exploran, critican y desarrollan. En el libro Posmodernidad y Transmodernidad. Diálogos con la filosofía de Gianni Vattimo, de Dussel (1999), se cuestiona sobre la transición hacia una Transmodernidad, lo que presupone un fin de la modernidad, que como meta-relato ya cuestionó con éxito la posmodernidad.
La propuesta de Dussel Política en sentido estricto. Además, contiene toda una cosmovisión y teoría que explica los procesos que dan forma a la «La nueva Edad del mundo.» Ambas cuestiones se complementan para darle una robustez al pensamiento de Dussel sin parangón, al menos en sus pretensiones. Un proyecto de tal envergadura, que trate de pensar en prospectiva un más allá de lo establecido, siempre rebasa la capacidad subjetiva-individual y se vuelve una empresa colectiva.
«Denominamos proyecto transmoderno al intento liberador que sintetiza todo lo que hemos dicho. En primer lugar, indica afirmación, como autovalorización, de los momentos culturales propios negados o simplemente despreciados que se encuentran en la exterioridad de la modernidad […] esos valores tradicionales ignorados por la Modernidad deben ser el punto de arranque de una crítica interna, desde las posibilidades hermenéuticas propias de la misma cultura […] los críticos, para serlo, son aquellos que viviendo la biculturalidad de las fronteras pueden crear un pensamiento crítico […] esto supone un tiempo largo de resistencia, de maduración, de acumulación de fuerza» (Dussel, 2015:293).
Esto sería la utopía transmoderna que adquiere sentido al momento de la realización. Por lo tanto es pensada estratégica y fácticamente. Entonces, para que sea un cambio profundo, se está en un proceso de descolonización equiparado a pensar lo nuevo, lo novedoso que se alimenta de las distintas tradiciones que encubrió la modernidad. Nuestro pensador pone un ejemplo muy conocido, pero que necesitamos introspicĕre (mirar adentro) de lo que contiene, es la visión que tienen las culturas indígenas de la naturaleza, potenciadora de una ecología armoniosa.
Abdiel Rodríguez Reyes. Investigador en la Facultad de Humanidades (UP).
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