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Trece presidentes de los Estados Unidos contra la Revolución cubana

Fuentes: Rebelión

¿Cuándo terminará la insania de los presidentes de los Estados Unidos?

El 3 de febrero de 1962 John F. Kennedy emitió la proclama 3447 decretando el bloqueo económico, financiero y comercial de los Estados Unidos contra Cuba, hace 60 años, pero mucho antes había comenzado la cruzada contra la Revolución Cubana.

Dwight Eisenhower (1953-1961) fue presidente en el periodo comprendido del inicio de la lucha armada con el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 contra la dictadura de Batista, que fue apoyada política y militarmente por su gobierno. Sus medidas contra la Revolución a través del Departamento de Estado y de la Cía se incrementaron a partir del desembarco de los expedicionarios del Granma el 2 de diciembre de 1956 y el inicio de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra. Y por supuesto, hasta el fin de su mandato en enero de 1961.

Fue precisamente en julio de 1956, que Presidente Eisenhower se entrevistó con el tirano Fulgencio Batista. En las fotos tomadas en Panamá durante la Cumbre de las Américas se observan sonrientes ambos mandatarios junto al Secretario de Estado, Allen Dulles. Desde antes estaban selladas las buenas relaciones entre el gobierno de Eisenhower y de Batista

Algunos otros hechos son representativos de esa cofradía y maridaje. Se reflejan en las relaciones de los embajadores estadounidenses con el gobierno de Batista y las estrategias de la Cía en distintas etapas en función de componedores de la política nacional.

La realidad de ese apoyo de Estados Unidos a la dictadura de Batista fue denunciada por Fidel en la entrevista que Herbert Matthews—editorialista del periódico New York Times— le hiciera en la Sierra Maestra el 17 de febrero de 1957 y que fue publicada el día 24. En ella el periodista señala:

“El Gobierno de Batista –comentó (Fidel) con amargura– está utilizando las armas suministradas por los Estados Unidos, no sólo en su contra, sino también —contra todo el pueblo cubano”.

Ese reiterado apoyo militar fue denunciado por el Movimiento 26 de Julio con las fotografías de los aviones del régimen de Batista proveyéndose de armas en la Base Naval de Guantánamo en 1958. Al respecto es histórico el relato de Fidel sobre el carácter de los bombardeos en la Sierra Maestra: “La indignación que me produjo el brutal bombardeo, cuando conocí mayores detalles del hecho, y la confirmación del empleo por la aviación batistiana de cohetes recibidos de los Estados Unidos por la tiranía, a pesar del anunciado embargo del suministro de armamentos, fue lo que me motivó al día siguiente [4 de julio de 1958] a escribirle a Celia, al final de un largo mensaje, el párrafo que luego ha sido tan citado:

«Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario [Sariol], me he jurado que los [norte]americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta [de] que ése va a ser mi destino verdadero».

«El doblez de la política norteamericana hacia el régimen de Batista y hacia la Revolución quedaba en evidencia. En marzo, el gobierno de los Estados Unidos había anunciado la suspensión de todos los envíos de armas a la dictadura, en lo que se trataba de un primer paso en la maniobra destinada a distanciarse oficialmente de la tiranía, cuya permanencia en el poder ya comenzaba a resultar incómoda para algunos sectores en aquel país; al tiempo que se impulsaba la promoción de una salida alternativa a la crisis cubana que, de hecho, impidiese la toma del poder por la Revolución. Sin embargo, las entregas de armas prosiguieron por otros canales, incluso a través de la base naval norteamericana en Guantánamo, sobre lo cual habíamos recibido informaciones de los compañeros del Movimiento en los Estados Unidos.”

Con la certeza del posible triunfo de Fidel a finales de aquel año, se puso en marcha un plan del gobierno de Eisenhower para organizar y respaldar una tercera fuerza política que evitara que el Movimiento 26 de Julio llegara al poder.

También se planeó la eliminación física de Fidel. El 25 de diciembre de 1958 fue descubierto y detenido por fuerzas rebeldes en la Sierra Maestra, el norteamericano Aller Robert Nye, a quien se le ocupó un fusil Remington calibre 30.06 con mira telescópica, que pretendía asesinar a Fidel. Nye era agente del FBI y el Gobierno de Estados Unidos se lo facilitó a Batista y a su cúpula militar para que lo contrataran para esa misión. Este confesó sus pretensiones y señaló a los instigadores. Fue juzgado y sancionado por los tribunales cubanos. Luego la Embajada en La Habana intercedió por dicho agente ante el gobierno revolucionario.

Aunque el gobierno de Eisenhower reconoció diplomáticamente al gobierno revolucionario cubano el 7 de enero de 1959, casi inmediatamente comenzaron a planificarse y ejecutarse los planes subversivos contra la Revolución Cubana. Como Eisenhower reconociera en sus Memorias: «En cuestión de semanas después que Castro entrara a La Habana, nosotros en el Gobierno comenzamos a examinar las medidas que podrían ser efectivas para reprimir a Castro en el caso de que se convirtiera en una amenaza».

Un ejemplo que refleja la animadversión del presidente Eisenhower ante el gobierno cubano, fue que se negó a recibir a Fidel durante su gira del 15 al 27 de abril de 1959 por los Estados Unidos, designando para ello al Vicepresidente Nixon, quien el 19 de abril se entrevistó con el líder cubano. En su informe al presidente acerca de sus impresiones de fecha 20/04/1059, reconoce que “Debemos estar seguros de un hecho: Fidel Castro posee esas cualidades indefinibles que le permiten ser un líder de hombres. Independientemente de lo que pensemos de él será un factor clave en el desarrollo de Cuba. Tiene la potestad del liderazgo.” Y por eso mismo recomienda su derrocamiento.

Así comenzó de inmediato un amplio arsenal de estrategias agresivas contra la Revolución Cubana con el objetivo de lograr un cambio de régimen mucho antes de establecidas las relaciones entre Cuba y la URSS. Entre ellas: suspensión de la asignación de créditos, campañas difamatorias, violaciones al espacio aéreo y marítimo de Cuba, sabotajes a los objetivos económicos en la Isla, ataques piratas aéreos y marítimos, apoyo de la CIA a la contrarrevolución interna en sus actos de sabotajes, sostén e incitación de bandas alzadas, intentos de asesinato contra los líderes de la Revolución, utilización de la Organización de Estados Americanos (OEA) para condenar y aislar diplomáticamente a Cuba, apoyo encubierto a una invasión desde el exterior por elementos batistianos acantonados en Santo Domingo bajo el patrocinio del dictador Trujillo, entre otros actos de agresión. Sin embargo, muy pronto la CIA y el Presidente llegaron a la conclusión de que el único modo de «solucionar» el asunto de Cuba era sobre la base de asesinar a Fidel Castro o invadir la Isla. De este modo, desde diciembre de 1959 la CIA había concebido un programa de formación de un ejército de mercenarios cubanos, algunos de ellos criminales de la dictadura batistiana, para invadir el país. Este plan fue aprobado por el presidente Eisenhower el 17 de marzo de 1960.

Consecuente con la política de asfixia económica, el subsecretario de Estado, Lester D. Mallory, enunciaba en su memorando del 6 de abril de 1960 los objetivos de la política: “provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…) debilitar la vida económica negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

El 6 de julio del propio año el Presidente estadounidense canceló la cuota cubana de azúcar y el 19 de octubre su administración declaró el «embargo» parcial al comercio, prohibiendo todas las exportaciones, excepto de alimentos y medicinas, aunque la guerra económica contra Cuba había comenzado también mucho antes. El 3 de enero de 1961 el Gobierno norteamericano anunció el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y el 16 de enero estableció las primeras restricciones a los viajes de los ciudadanos estadounidenses a la Isla. Dejó su cargo después de haber preparado la invasión mercenaria por Girón, puesta en marcha por el presidente John Kennedy tres meses después, el 17 de enero de 1961.

Los otros doce gobernantes sucesivos prosiguieron, con sus variantes, por los mismos caminos trillados.

Desde Dwight Eisenhower, que rompió relaciones con Cuba, a Joseph Biden que prosigue aplicando las medidas más criminales aprobadas por el gobierno de Donald Trump, son trece presidentes de Estados Unidos a los que la Revolución Cubana ha debido enfrentar.

Estos son los trece personajes, y sus periodos presidenciales, que pretendieron y aún pretenden provocar el Apocalipsis en Cuba. Dwight Eisenhower (1953-1961); John F. Kennedy (1961-1963), a quien probablemente le costó la vida como consecuencia de la derrota de Girón y los resentimientos de la Cía y de sectores de la mafia terrorista cubano-americana contra el mandatario; Jonson, Lindon B. (1963-1969); Nixon, Richard M. (1969-1974); Ford, R. Gerald (1974-1977); Carter, James E. (1977-1981); Reagan, Ronald (1981-1989); Bush, George H. W. (1989-1993); Clinton, William (1993-2001); Bush, George W. (2001-2009); Obama, Barak H. (2009-2017); Trump, Donald (2017-2021); Biden, Joseph R. (2021- )

Las acciones de todos estos presidentes ha provocado daños económicos acumulados en seis décadas que superan los 144 mil 413.4 millones de dólares a precios corrientes; han ocasionado cientos de muertes y miles de lesionados; han afectado el nivel de desarrollo social y el grado de bienestar individual y colectivo de millones de cubanos; han dañado en extremo el normal flujo migratorio entre ambos países; han infligido enormes daños a fuentes de colaboraciones mutuas con otros pueblos, incluyendo a los propios Estados Unidos, y cuyos derechos humanos también han sido violados por una política genocida, tal como ha sido reconocido por la Asamblea General de la ONU en años sucesivos.

¿Cuándo terminará la insania de los presidentes de los Estados Unidos?

Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.