Ucrania apenas ha conseguido recaudar 550 millones de euros de los 740 millones que necesita para cubrir con un nuevo sarcófago el reactor número 4 de Chernóbil, que todavía sufre fugas radiactivas. Durante apenas un par de horas, los principales donantes del proyecto, encabezados por los países del G8 y la UE, han cantado el […]
Ucrania apenas ha conseguido recaudar 550 millones de euros de los 740 millones que necesita para cubrir con un nuevo sarcófago el reactor número 4 de Chernóbil, que todavía sufre fugas radiactivas.
Durante apenas un par de horas, los principales donantes del proyecto, encabezados por los países del G8 y la UE, han cantado el dinero que meterán en la hucha común durante una conferencia celebrada esta mañana en Kiev. En la inauguración, a primera hora, el presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, había pedido auxilio. «Como en el caso del Katrina o el tsunami de Japón, necesitamos cooperación. Pedimos a la comunidad internacional que no nos deje solos», arengó el mandatario, flanqueado por el primer ministro francés, François Fillon, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
Sólo 28 países han acudido a la llamada de socorro. El delegado de Japón, uno de los cinco principales donantes históricos, ha explicado que su país no está en condiciones de poner un yen más para Chernóbil. «Tenemos terremotos, tsunamis y un accidente nuclear», se ha excusado de manera dramática. Otros países sí han hecho un increíble esfuerzo y se han rascado el bolsillo, como Grecia, con una economía hundida y rescatada por la UE, que ha anunciado una contribución de 100.000 euros.
Ayuda española
El portavoz español, Fabricio Hernández Pampaloni, secretario de Estado de Energía, ha viajado hasta Kiev para decir que España tampoco pondrá más dinero por el momento. Thomas Mirow, presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), la institución que gestiona el Fondo del Sarcófago de Chernóbil, excusó la ausencia de nuestro país. «España ha puesto una cantidad de dinero pequeña, no hoy, pero la ha puesto», afirmó a Público. En otras conferencias de donantes, España ha contribuido al sellado del reactor de Chernóbil con un total de 5,1 millones de euros.
«Faltan 190 millones de euros, pero llegarán», aseguró Mirow. Tanto él como Yanukovich auguraron que países como Canadá, Brasil, Italia, México y Bulgaria, que esta mañana no ofrecieron nada «por diferentes motivos», anunciarán sus aportaciones en las próximas semanas.
Barroso confirmó ayer que la Comisión Europea entregará a Ucrania otros 110 millones de euros para enterrar Chernóbil en acero. EEUU prometió 123 millones de dólares; Alemania, 42 millones de euros; y Francia, 47. Rusia, heredera del imperio de la URSS, donde se gestó el mayor desastre nuclear de la historia el 26 de abril de 1986, anunció una contribución de 45 millones de euros.
El propio Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo extraerá de sus fondos «al menos» 120 millones de euros más para Chernóbil, que podrán aumentar si otros países dan un paso adelante. Los responsables del Banco anunciarán su decisión definitiva en mayo, tras una reunión en la capital kazaja, Astana.
Para el primer ministro francés, que copresidía la conferencia de donantes al ostentar Francia la presidencia del G8, el desfase económico actual no impedirá que la construcción del sarcófago esté terminada en 2015, «con el dinero que se anunciará en las próximas semanas». Pese a la crisis económica, «nos hemos mostrado casi a la altura de las circunstancias», aseguró Fillon.
El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo calcula que construir el nuevo sarcófago para el reactor 4 y una instalación para gestionar los más de 20.000 elementos de combustible de uranio que hoy se acumulan en los otros tres reactores costará 1.540 millones de euros. Ambos pasos son fundamentales, porque el primer sarcófago con el que los técnicos de la URSS cubrieron a toda prisa el reactor número 4 en 1986 era una solución provisional. Y las piscinas soviéticas que almacenan el uranio quemado en la central hasta el año 2000 se consideran un riesgo para un futuro desmantelamiento de la planta atómica.
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