En el siguiente trabajo propongo un acercamiento a la problemática del SIDA en África, y su vinculación específica con la condición particular de la mujer. Presento un enfoque general que permita conocer los elementos más significativos que conforman el problema. Teniendo en cuenta que la complejidad, diversidad y riqueza de la sociedad y cultura africanas […]
En el siguiente trabajo propongo un acercamiento a la problemática del SIDA en África, y su vinculación específica con la condición particular de la mujer. Presento un enfoque general que permita conocer los elementos más significativos que conforman el problema. Teniendo en cuenta que la complejidad, diversidad y riqueza de la sociedad y cultura africanas deja continuamente puertas abiertas para otro tipo de análisis que exceden este planteo.
Considero al SIDA no sólo como una enfermedad de transmisión sexual, con las características particulares que ello implica, sino principalmente como un exponente de otras cuestiones muchas más profundas y complejas, asociadas a la propia historia y dinámica de la sociedad africana.
Por otra parte, entiendo a las mujeres como un sujeto social atravesado por distintas dimensiones (culturales, religiosas, económicas, políticas, sociales, etc.) que la constituyen como tal, sin lo cual sería imposible comprender sus conductas, sus posibilidades, sus vidas.
¿Por qué pensar particularmente en las mujeres? No es sólo una cuestión de números. No es simplemente porque constituyan, según las estadísticas, el sector más afectado de la población africana. Sino porque, particularmente, la condición misma de mujer determina relaciones y prejuicios que le otorgan una posición cultural y social diferenciada.
Con lo expuesto no pretendo acercarme a una simple y reduccionista posición feminista. Por el contrario, creo que es importante visualizar un sector particular en relación con un contexto social más general que lo contiene. Siendo posible pensarlo para otros espacios y tiempos históricos.
Además, intento pensar el problema por fuera de los límites que imponen una educación y un pensamiento occidental y europeizado; para poder comprender la miseria, la muerte y el dolor de tantas mujeres distantes en su profundidad y especificidad.
Por último, quisiera aclarar que me refiero a «africanos» de manera general, a los fines de este trabajo. Sabiendo que en ese termino incluyo organizaciones y culturas específicas.
CONTEXTO HISTÓRICO GENERAL
Para contextualizar a África en la actualidad quisiera tener en cuenta algunos datos históricos. En 1884, la Conferencia de Berlín dividió África en 48 nuevos estados de acuerdo a los nuevos criterios europeos dominantes. Para crear estas nuevas formas de poder político, no se respetaron las culturas indígenas, ni las realidades geopolíticas. Por el contrario, a través de la fuerza, pueblos enteros fueron divididos y otros, heterogéneos entre sí y muchas veces enfrentados, fueron incluidos en un mismo Estado – Nación, con el fin de cumplir con las necesidades del nuevo tiempo histórico europeo.
A lo mencionado, se agrega posteriormente «el caos y desolación en el que ha venido experimentando el África subsahariana a partir de la «descolonización» iniciada luego de la Segunda Guerra Mundial es sin duda producto de aquella repartición irresponsable, pero también de una irresponsabilidad aún mayor: pretender que sociedades de pastores y cazadores puedan adecuarse a las necesidades dictadas por las culturas europeas, insertándose en la última globalización, esa que ya no necesita de colonias sino que alienta instituciones que favorezcan el desarrollo del cada vez más avasallante capitalismo.» (1)
En ningún momento hay que dejar de considerar la situación de pobreza extrema en la que vive la población africana, como resultado de una situación histórica de explotación de sus recursos humanos y naturales, a lo que se agrega sus propias contradicciones y luchas internas. La realidad social de las distintas etnias y tribus que habitan el espacio africano se constituye por la carencia constante de recursos, de acceso a la educación, por las pocas posibilidades de atención de salud. Todos estos elementos ubican a las distintas comunidades, en su gran mayoría rurales, en una situación de pobreza permanente.
En este contexto, es muy poco el acceso a información sobre HIV, servicios de salud o medios de prevención del SIDA, tales como condones o tratamiento de enfermedades de transmisión sexual (ETS).
LA MUJER EN LAS CULTURAS AFRICANAS
«En todas las sociedades humanas y especialmente en África subsahariana, las mujeres tienen un poder formidable: son las depositarias de los valores fundamentales de la sociedad, las guardianas del saber íntimo de los hombres. Generación tras generación transportan la identidad de un pueblo. Son las mujeres las que conservan la memoria colectiva no ritualizada, y por lo tanto, la más profunda. Ellas transmiten la vida, aseguran la permanencia, su florecimiento en la tierra. Son el depósito, el conservatorio de los bienes simbólicos.» (2)
La sexualidad es una construcción histórica, diversa según los contenidos e interpretaciones que hacen de la misma distintas culturas. Creo que el cuerpo y los significados que se le otorgan tienen que ser entendidos como parte de la formación de la identidad individual y colectiva. Las mujeres históricamente han ocupado un lugar distinto al de los hombres, según distintas sociedades. En consecuencia, los africanos tienen una manera particular de concebir la sexualidad y de comprender a la mujer en esa construcción.
Jean Ziegler describe algunos elementos que dan cuenta de la situación de la mujer en Burkina que pueden ser considerados para la gran mayoría de las comunidades tradicionales africanas.
«En casi todos los pueblos de Burkina, la mujer se encarga sola de la educación, la alimentación y la subsistencia del niño hasta los siete años de edad. Con sus propios hijos menores y los que el linaje les confía, las mujeres forman una comunidad cerrada. Gozan de una única protección, muy relativa: los embarazos se ven espaciados por el hecho de que cualquier relación sexual les está prohibida durante dos años, es decir mientras el bebé mama.» (3)
«Las mujeres desempeñan una amplia actividad económica… ellas se encargan de la subsistencia de sus hijos hasta los siete años de edad. Todo lo que deben comprar para sí misma -paños, sandalias, adornos pero también medicamentos, utensilios de cocina, etc.-, lo pagan también ellas mismas. Las mujeres tienen su campo…también deben contribuir abundantemente al presupuesto familiar: el hombre aporta cereales y carne, las mujer todo lo demás. En las regiones donde existen plantaciones llamadas coloniales y cuyos productos se destinan a la economía monetaria-ejemplo: el algodón-, la mujer proporciona su fuerza de trabajo al igual que el hombre.» (4)
Entonces, necesariamente, hay que situar y comprender a la mujer africana en su contexto histórico social y cultural particular. En el mismo se destaca , por ejemplo, cómo las familias y los maridos exigen una alta reproducción, al mismo tiempo que existe una falta de recursos para la planificación familiar.
En las comunidades rurales, «…los maridos y la familia política ejercen una alta presión en la principal mujer de la familia cuando se trata de planear el número de descendientes.» (5)
«Más del 80% de los habitantes de Burkina viven en el campo, y en el medio rural los matrimonios se arreglan desde siempre. Desde su más tierna edad las niñas son objeto de ásperas y complejas negociaciones entre los jefes de linaje y de familia. Por medio de la mujer se contraen complicadas alianzas.» (6)
Las diferencias notables entre mujeres y hombres con respecto a su status jurídico, el acceso a los recursos, responsabilidades, participación en la toma de decisiones y el acceso a la educación, servicios sanitarios, información y comunicación, así como a los servicios legales y judiciales, son elementos que contribuyen a un crecimiento general de la pobreza y a la intensificación de la subordinación de la mujer.
Además, «…el matrimonio saheliano nada tiene que ver con la institución del mismo nombre en la civilización judeo – cristiana. El matrimonio africano se centra, casi exclusivamente, en la reproducción de los hijos.
Las nociones de adulterio, de fidelidad de los cuerpos, etc. Son extrañas a los hombres y mujeres de las grandes civilizaciones sahelianas. La reproducción de la familia, la fertilidad, la permanencia de la vida en la tierra son sus nociones fundamentales.
…prácticamente en todas las grandes civilizaciones sahelianas, la libertad sexual de la mujer no es problema alguno. El adulterio es un concepto desconocido. Lo único que cuenta es el hijo.» (7)
Otra cuestión a tener en cuenta es la escisión a la que son sometidas las mujeres. La misma, «está vinculada a la iniciación de las muchachas y los jóvenes…la escisión en todas sus formas es una mutilación intolerable. Pretende esclavizar a la mujer al dominio masculino y reducir su capacidad de experimentar placer sexual. Expone a traumas psíquicos y a infecciones mortales.» (8)
El profesor Nathan Clumeck, de la Universidad Libre de Bruselas, en una reciente entrevista para Le Monde, señala que «el sexo, el amor y la enfermedad no significan lo mismo para los africanos que para los occidentales [porque] el concepto de culpa no se entiende de la misma forma que en las culturas de origen judeo-cristiano» (9).
Agrega que «de hecho, hay muy pocas evidencias que puedan probar la imagen que tenemos los occidentales de la promiscuidad sexual en África. La amplia incidencia de los códigos morales en las mujeres -se considera su sexualidad como un don para la procreación- hace que las sociedades africanas parezcan verdaderamente castas frente a las occidentales. Los somalíes, afaros, oromos y amharas de nordeste de África creen que el mostrar en público los deseos sexuales decrementa dicho «don» en las mujeres; así, pues, los contactos sexuales están restringidos a bailes o tocamientos ceremoniales. En estas culturas se tienen las primeras relaciones sexuales cuando se proponen iniciar una familia. La noción del noviazgo, casi universal en Occidente, no tiene paralelo en la mayoría de las culturas tradicionales africanas.» (10)
ESTADÍSTICAS Y DISCUSIÓN
«Según los nuevos datos arrojados por el nuevo informe anual de la Organización Mundial de la Salud uno de cada doce adultos en África estaría infectado por el virus del Sida. De ellos, además, el 58% de los portadores del VIH en África son mujeres.» (11)
Diversos organismos oficiales de salud occidentales destacan en varios y reiterados informes que nos encontramos ante un momento crítico en la lucha contra la epidemia de Sida. Las cifras oficiales que se dan sobre África son tremendas. Se afirma el aumento constante de nuevos casos y sus consecuencias catastróficas.
«Pero ¿cómo se puede saber? En los países enriquecidos, el diagnóstico de Sida se realiza mediante dos pruebas de laboratorio (el test de ELISA primero y la PCR – amplificación genómica- después) que requieren una infraestructura sofisticada y abundantes medios económicos. En África es impensable disponer de estas pruebas, así que el diagnostico de SIDA se hace mediante la clínica, es decir mediante los síntomas.» (12)
Además «…en África el nombre de «SIDA» se utiliza para describir los síntomas asociados a enfermedades anteriormente conocidas. A mediados de los 80, estas enfermedades comunes fueron repentinamente rebautizadas como «infecciones oportunistas relacionadas con el SIDA», y se aconsejó a los africanos que cambiaran sus prácticas sexuales adoptando la abstinencia, la monogamia y los preservativos, o morirían.» (13)
Por otra parte, la definición de SIDA que da la Organización Mundial de la Salud (OMS) para África difiere de la que da para el SIDA en Occidente: «La definición de los casos clínicos de SIDA dada por la OMS en 1985 no se basa en el test del VIH o en el número de células T, sino en la combinación de varios síntomas, como la fiebre prolongada, una pérdida del 10% de peso en dos meses y tos persistente, ninguno de los cuales son nuevos o infrecuentes en el continente africano. Los motivos de estos síntomas no se transmiten por vía sexual; los causan los factores de riesgo ambientales a los que los africanos están regularmente expuestos… lo cierto es que la idea de que el SIDA es una epidemia causada por la promiscuidad sexual aumenta la dependencia africana de la ayuda occidental para tests de diagnóstico, material de esterilización de alta tecnología y personal médico.» (14)
A través de los medios de comunicación masiva se construye la falsa imagen de que el Sida es el único problema en África, y su única solución a través del libre acceso a los medicamentos resolvería todos los problemas. De los artículos que seleccioné, sólo tres asumen una posición crítica en cuanto a las estadísticas difundidas y las formas de obtenerlas.
Se podría considerar, para este trabajo, que aunque existe un preocupante predominio de HIV en el continente las cifras presentadas por la agencia de la ONU, y las autoridades de los distintos gobiernos se han agrandado considerablemente según los análisis considerados.
Sean ciertas o no las cifras divulgadas, (lo que no se puede discutir son los miles de muertos), lo que expresan una vez más es una gran cantidad de vidas humanas que se mueren diariamente como consecuencia de la precariedad, la explotación y la pobreza. Como también demuestra los intereses, las especulaciones, los negocios que se hacen sobre la misma.
LA «FEMINIZACIÓN» DEL SIDA
«Si en Occidente, en un comienzo, se consideró que el SIDA atacaba primordialmente a los varones homosexuales, ya hace tiempo que la pandemia -especialmente en África- afecta principalmente a las mujeres. En el período 1999-2001, el porcentaje de mujeres creció del 41 al 47% entre el total de infectados; a este fenómeno se lo ha denominado «feminización del Sida» y se debe, al menos en parte, al hecho de que muchas mujeres no pueden controlar cuándo y con quién tienen contacto sexual y que, en muchos lugares del mundo, no se les permite, ni se les alienta, a entender su propio cuerpo, lo que las vuelve más vulnerables.» (15)
Por otra parte, «…la reiterada incidencia de relaciones no consensuadas, la incapacidad de las mujeres para negociar prácticas sexuales seguras y, en muchos casos, el miedo al abandono o expulsión del hogar o comunidad, plantean retos externos para las mujeres.»
«Por ejemplo, en Sudáfrica, las encuestas entre jóvenes indican que 33% de las mujeres jóvenes teme negarse a mantener relaciones sexuales, y 55% las realiza aunque no lo desee, por insistencia de su pareja. La creencia de que las mujeres sólo centran su sexualidad en la reproducción, y que los hombres deben contar con amplia experiencia sexual, es otro elemento que impacta en la difusión del VIH/SIDA, en donde las mujeres dependen en gran medida de la cooperación masculina, subraya el informe.» (16)
El aumento considerable de los casos de SIDA también tiene relación con los numerosos casos de abusos sexuales y violaciones a los que son sometidas las mujeres. Por ejemplo,»el alto índice de abusos sexuales y casos de violencia que sufren las jóvenes y mujeres en Zambia conlleva también un precio mortal. Un nuevo estudio revela que los abusos hacen incrementar además la epidemia de VIH/SIDA y produce un predominio de VIH mucho más elevado entre las chicas que entre los chicos. El predominio del VIH es cinco veces mayor entre las chicas jóvenes que entre los chicos de su misma edad.» (17)
En otro informe, se agrega que «en muchos casos, las infectadas son niñas y adultas víctimas de violaciones, a manos de desconocidos, de soldados saqueadores, o de sus propios esposos (entre 16 y 52 % de las mujeres de este mundo han sufrido abusos físicos por parte de su pareja al menos una vez en la vida, en muchos casos, el abuso consiste en una violación sexual). La violencia de género, y el temor a la misma, provocan en muchos casos la sumisión de las mujeres y, con ella, aumenta la posibilidad de que sean infectadas. La prostitución, el tráfico sexual y el turismo sexual, formas de explotación arraigadas en el planeta, también son un factor que favorece la feminización de la enfermedad.» (18) Además, la violencia sexual contra estas chicas se ve aún más aumentada debido a la creencia popular, que existe entre los hombres mayores, de que el sexo con las vírgenes curará el SIDA.
Otra dimensión más del problema son los niños que se quedan solos cuando mueren sus padres. «La pandemia de SIDA en África, además de reducir la expectativa de vida, elevar la mortandad y disminuir la fecundidad, no sólo está dejando menos mujeres vivas sino además produciendo millones de huérfanos: el 90 % de los 11 millones de huérfanos que dejó el SIDA hasta 1999 son africanos.» (19)
Lo expuesto expresa la consolidación de la pobreza, sobre todo, en los hogares del África rural. «A través de la reciente investigación de la FAO realizada en algunas comunidades rurales del África Subsahariana, se han analizado los efectos de la epidemia en las comunidades y sus medios de subsistencia, con consecuencias como el endeudamiento profundo de las familias, la retirada de los niños de la escuela o los cambios en las técnicas agrícolas y en la alimentación.» (20) Para las mujeres muchas veces implica perder propiedades como tierras, equipos agrícolas o ganado, lo que socava su capacidad de obtener ingresos, producir alimentos y sobrevivir con sus hijos y otros huérfanos que a menudo tienen a cargo.
Las demandas más recientes de las mujeres se dirigen a la posibilidad de obtener condones. Pero, «al contrario de las necesidades y deseos de las mujeres africanas, los condones apenas se utilizan. Muy pocas parejas utilizan, en general, anticonceptivos. Mientras que los gobiernos africanos y de los países donantes continúan teniendo diferentes visiones morales en materia de planificación familiar, las mujeres africanas continúan dando a luz a más niños de lo que sus cuerpos y sus ambientes locales pueden sostener. Una mujer de Níger dará a luz a unos siete niños y una mujer de Swazilandia a unos seis.» En consecuencia, «…la persistencia de la pobreza, en los países menos desarrollados, a la vez, convierte a estas naciones en reservorios de infección. Lo mismo sucede en términos de género: los hogares encabezados por mujeres, en general más pobres que el resto, son particularmente vulnerables a los efectos económicos de la enfermedad, y a la enfermedad misma. Si bien indirecta, la relación entre la enfermedad y la inestabilidad política es considerada algo real. El severo impacto social y económico de las enfermedades infecciosas amenaza intensificar la lucha por el poder político y el control de los recursos del estado.» (21)
CONCLUSIÓN
En varios artículos se destacan soluciones y propuestas vinculadas a las diversas iniciativas generadas por los distintos programas o acuerdos que mantiene las Naciones Unidas con los gobiernos de los países africanos. La ayuda de esta organización, como la de países europeos o Estados Unidos, está mediatizada por relaciones de dominación a escala mundial. Los países dominantes, con sus políticas económicas, no parecen estar demasiado interesados en revertir la situación de pobreza en África y por ende, los altos niveles de Sida como parte de una expresión de la misma.
No significa que los distintos planes o campañas no sirvan para paliar situaciones coyunturales pero no resuelven, de ninguna manera, condiciones estructurales que sostienen y acrecientan no solo la enfermedad, sino también la pobreza y la relación de dependencia económica.
Hay que considerar que, «África subsahariana alberga a 69 % de la población seropositiva de todo el planeta, pero la lucha contra el SIDA en el continente y el subcontinente recibe como máximo 1% del presupuesto destinado a la salud. Sólo tres países en desarrollo destinan más de 1% del presupuesto de salud a la lucha contra la pandemia. En el África subsahariana, la región más afectada del mundo por el SIDA, sólo Senegal, Zambia y Uganda han desarrollado políticas definidas de lucha contra la enfermedad.» (22)
Además, «La pandemia VIH-SIDA dice presente en los países con una altísima deuda externa, que dependen estructuralmente de los organismos financieros internacionales. Principalmente, del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI).» (23)
Entonces, «la «crisis del SIDA prospera en la pobreza, con la desintegración social y en la ignorancia. La deuda y los ajustes han sido instrumentales para crear esta situación, en desmedro de la educación y de la prevención». Clumeck dice que, «lo que está matando a los africanos es la política económica de subdesarrollo, no los contactos sexuales. Cosechas escasas, pobreza rural, sistemas de cultivo que provocan migraciones, superpoblación urbana, degradación ecológica y la violencia sádica de las guerras civiles ponen en peligro o destruyen muchas más vidas africanas. Cuando se hunden los servicios esenciales de agua, energía y transporte, entonces se deteriora la sanidad pública y aumentan los riesgos de cólera y disentería. La pobreza africana, y no unos supuestos comportamientos sexuales extraordinarios, es el mejor predictor de las enfermedades que definen el SIDA. (24) El mismo autor sostiene que «… se ha de animar a la gente de todo el mundo a que viva su sexualidad de forma más consciente. Se ha de proporcionar información digna de confianza sobre el uso de preservativos, contracepción, planificación familiar y enfermedades venéreas. Pero, desde Camerún hasta California, la educación sexual no tiene que continuar estando distorsionada mediante desinformación terrorífica y tendenciosa que equipara el sexo con la muerte.» (25)
Creo que cualquier mujer del mundo debería poder vivir su sexualidad y su condición con libertad, para poder decidir de forma conciente sobre el desarrollo de su vida. Pensar esto no sólo es complejo para la cultura africana, sino también para otras donde la mujer ha ocupado un lugar de subordinación por muchísimo tiempo. También es difícil comprenderlo cuando hay mecanismos, códigos o normas tan arraigadas y aceptadas por todos. Y se hace aún más complicado cuando, en el contexto africano de pobreza, de enfrentamientos, de una realidad que se muestra tan caótica y desoladora, las necesidades cotidianas más urgentes son otras.
Para finalizar, propongo una frase que inevitablemente invita a la reflexión, el cuestionamiento y la discusión: «Cualquier cambio social pasa por las mujeres, tanto el cambio colectivo de los valores sociales dominantes como el cambio, más íntimo, más secreto, de los motivos y referencias simbólicas individuales.» (26)
Notas:
(1) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(2) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos, Ediciones B, Barcelona, 1988, p. 181
(3) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos…, cit., p. 181
(4) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos, Ediciones B, Barcelona, 1988, p. 183
(5) www.afrol.com/es/articulos/12500
(6) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos…, cit., p. 188
(7) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos…, cit., p. 191
(8) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos…, cit., p. 197
(9) http://free-news.org/cgesheol.htm.
(10) http://free-news.org/cgesheol.htm.
(11) www.afrol.com/es/articulos/12209
(12) www.solidaridad.net
(13) http://free-news.org/cgesheol.htm.
(14) http://free-news.org/cgesheol.htm.
(15) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(16) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(17) www.afrol.com/es/articulos/12639
(18) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(19) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(20) www.afrol.com
(21) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(22) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(23) www.gloobal.info/guiadelmundo/index_temas.php
(24) http://free-news.org/cgesheol.htm.
(25) http://free-news.org/cgesheol.htm.
(26) ZIEGLER, J., La victoria de los vencidos…,.cit. p. 186
http://ar.geocities.com/obserflictos