Un alto funcionario de la Casa Blanca y ex empleado del poderoso lobby petrolero Instituto Americano del Petróleo descafeinó informes científicos que advertían sobre el peligro del cambio climático antes de ser publicados, según documentos obtenidos por el New York Times. Philip Cooney, un abogado sin conocimiento científico alguno, cambió el tiempo de los verbos […]
Un alto funcionario de la Casa Blanca y ex empleado del poderoso lobby petrolero Instituto Americano del Petróleo descafeinó informes científicos que advertían sobre el peligro del cambio climático antes de ser publicados, según documentos obtenidos por el New York Times. Philip Cooney, un abogado sin conocimiento científico alguno, cambió el tiempo de los verbos de futuro a condicional y hasta tachó con bolígrafo un párrafo entero de un informe sobre el impacto del calentamiento en los glaciares y el deshielo, agregando un apunte que tilda el texto de «especulativo». El informe que finalmente se publicó, en julio del 2003, no incluye el párrafo tachado. Ayer, la Casa Blanca lo negó todo. «Eso es falso», declaró de forma contundente el portavoz Scott McClellan.
La censura se produjo pese al amplio consenso científico y las abundantes pruebas empíricas del impacto de la subida de las temperaturas. Investigadores del Parque Nacional de los Glaciares de Montana confirmaron ayer a La Vanguardia la validez científica del texto censurado: «No es una cuestión de si los glaciares se retiran o no, sino que ya está pasando», dijo Dan Fagre, del US Geological Survey. Añadió que, tal y como sostiene el texto borrado, «el adelantamiento del deshielo tiene un impacto sobre el ciclo hidrológico relacionado directamente con la subida de las temperaturas».
Rick Piltz, científico de la NASA que dimitió en marzo de la oficina gubernamental que coordina la investigación sobre el cambio climático, declaró al Times que la censura de Cooney es parte de una política sistemática: «Jamas había visto que la politización de la Casa Blanca afectara el programa científico minando su credibilidad e integridad». Eric Sunquist, otro científico autor de un informe sobre el cambio climático, dimitió de la misma oficina en protesta por estos cambios en el texto. Ha producido un «efecto escalofriante y frustración» en la comunidad científica, señaló al Times una fuente de la Agencia de Protección del Medio Ambiente.
Clark Stevens, portavoz de Greenpeace en Washington, dijo a La Vanguardia que la censura «es una muestra de la actitud de la administración Bush frente a la integridad científica». El presidente George Bush dijo el martes que «hace falta saber más» sobre el calentamiento terrestre antes de decidir qué hacer.
Según Greenpeace, Cooney se carteó con el Competitive Enterprise Institute, que niega el cambio climático y es financiado por la petrolera Exxon. La subsecretaria de Estado Paula Dobriansky agradeció a Exxon su «involucración activa» en la decisión estadounidense de desmarcarse del protocolo de Kioto, según publicó ayer el diario británico The Guardian.