Recomiendo:
0

Un antídoto nuclear

Fuentes: Rebelión

La apuesta parece que va avanzando. Gordon Brown y Sarkozy, se anuncia estos días en la prensa, resucitan la energía nuclear. El presidente galo -Francia dispone de 59 reactores nucleares y sus centrales producen el 78% de su electricidad- habla del poder nuclear como energía del futuro. El ministro británico de Comercio y Energía, John […]

La apuesta parece que va avanzando. Gordon Brown y Sarkozy, se anuncia estos días en la prensa, resucitan la energía nuclear. El presidente galo -Francia dispone de 59 reactores nucleares y sus centrales producen el 78% de su electricidad- habla del poder nuclear como energía del futuro. El ministro británico de Comercio y Energía, John Hutton, no se cortado un pelo y ha anunciado el comienzo del renacimiento nuclear.

Aunque su gobierno mantiene por ahora el plan de abandono de la energía nuclear en Alemania en 2021, acordado entre la industria y el anterior gobierno de socialdemócratas y verdes, Angela Merkel se declara partidaria de una energía nuclear segura y el lobby atómico alemán usa ahora un nuevo argumento -«los otros dos grandes países europeos cooperan y nosotros estamos fuera»- y publicita alarmas en la prensa: en el verano de 2008 podría haber cortes de luz y subidas en la tarifas, ha señalado Jürgen Grossmann, jefe del consorcio RWE.

Algunos «chistes» empiezan a extenderse. El problema de Chernobyl no fue la energía nuclear sino el sovietismo chapucero. El accidente en la Isla de las Tres Millas pasó hace mucho tiempo. Nadie se acuerda. Y, los que se acuerdan, es obvio que sobrevivieron.

La Asociación Nuclear Mundial, por su parte, orgullosa y feliz de haberse conocida, anuncia con insistencia que 30 reactores están en construcción y que otros 70 están proyectados de manera firme. ¿Alguien da más? ¿Alguien quiere más?

Entre nosotros, Cándido Méndez aboga por el mantenimiento de la energía nuclear hasta 2050. No había ningún escenario razonable, señala el secretario ugetista, para prescindir hasta esa fecha de todas las fuentes energéticas actuales. En su visita a la central de Almaraz, el secretario general declaró que el mix energético no es modificable, matizando después, eso sí, que podían modificarse las proporciones de la mezcla.

UdP, el partido de Rosa Díez, Fernando Savater, Pombo, Vargas Llosa y Muñoz Molina, está a favor del levantamiento de la moratoria española. La actual situación, en documentada opinión, da por cerrado un debate e impide adoptar una decisión de futuro. Hay que romper, sea como sea, todas las señas de identidad de las trasnochadas izquierdas.

Felipe González, Carlos Solchaga, Joan Clos, Pedro Solbes, José Montilla e Inmaculada Rodríguez Piñeiro, la secretaria de Economía del PSOE, son algunos de los dirigentes partidarios de reabrir el debate nuclear. Aunque, según parece, en esta próxima legislatura nadie va a cuestionar la posición defendida hasta la fecha por J. L. Rodríguez Zapatero: no hay necesidad de incrementar la energía nuclear en España, sino que cabe reducirla en función de la demanda energética global. El gobierno español, por lo demás, tiene pendiente decidir sobre la localización del almacén de residuos.

Voces informadas -o que deberían estar informadas- de la izquierda, como la del catedrático de física de la Universidad de Sevilla Manuel Lozano Leyva, mantienen que la electricidad de origen nuclear es parte esencial de la solución al problema energético y no sólo de España sino de Europa. La podemos producir sin depender de nadie. De hecho, sostiene Lozano Leyva, las centrales son competitivas económicamente y respecto a su seguridad los europeos podemos estar satisfechos e incluso dar lecciones urbi et orbe: los accidentes graves han tenido lugar en territorios alejados, muy alejados, porque Ucrania no es Europa y los efectos del accidente y las nubes contaminadas no se extendieron. La energía nuclear es para él la energía más limpia y europea que existe y la que puede traer la solución, definitiva además, en el futuro.

No es necesario proseguir. Volverán los argumentos y los pseudoargumentos, los posicionamientos claros y ambiguos, la propaganda explícita y ocultada, las alarmas de parón económico y el chantaje de los puesto de trabajo (de calidad, además). El resurgimiento de lo nuclear está cantado. Es un hecho de hecho. Por eso creo oportuno llamar la atención sobre un libro que acaba de publicar El Viejo Topo y que puede ser un buen antídoto para enfrentarse al temido y esperado tsunami nuclear. El título es largo pero es divertido y anuncia su contenido: Casi todo lo que usted deseaba saber algún día sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente.

Este es el índice:

Prefacio: «La reflexión reciente de James Lovelock ¿obligaría a abandonar posiciones básicas del movimiento ecologista?» Jorge Riechmann

Prólogo: «Léelo y pásalo» Enric Tello.

0. Introducción: Resurgimiento y actualidad de lo nuclear

1. ¿Átomos para la paz? El uranio y su «enriquecimiento»

2. La fabricación del combustible y el funcionamiento de las centrales nucleares

3. Los peligros de las centrales nucleares

4. Tecnologías y radiactividad natural

5. Radionúclidos y cánceres

6. Otras formas productivas. Vivir sin nucleares

7. Transiciones energéticas

8. La industria nuclear en España

9. Palomares: 27 años de paz con accidentes

10. La salud de los trabajadores de la industria nuclear

11. Accidentes nucleares. ¿Fue Chernóbil la última advertencia?

12. Armas de destrucción masiva: Hiroshima, Nagasaki

13. Guerras, síndromes y uranio

14. El «eje del mal»: Corea del Norte, Irán

15. Saber, creer, actuar (con un breve apunte sobre la izquierda nuclear)

Coda: «Gunther Anders, Claude Eatherly; ciencia y consciencia». Un texto de Santiago Alba Rico.

Bibliografía

Glosario

Epílogo: «¿Cómo orientarse ante final de la era de las energías fósiles?» Joaquim Sempere

Nota final: «No hace falta ser científico ni ingeniero nuclear para participar en el debate nuclear» Joan Pallisé i Cloflent

Anexo 1: A sangre fría nuclear

Anexo 2: Entrada, distribución y acumulación del uranio en el organismo

Anexo 3: Definición, origen, gestión, transporte y tratamiento de los residuos nucleares.

Anexo 4: Tipos de reactores.

Anexo 5: Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares.

Quince capítulos, cinco anexos, otros cinco textos complementaros, una presentación, una bibliografía parcialmente comentada y un glosario con sentido del humor anexo. No es poco. Pero no abruma.

El libro es una larga conversación entre Eduard Rodríguez Farré y yo mismo. Extrañará este ataque de inmodestia. ¿Cómo se atreve este hombre (este hombrecito mejor) a recomendar un libro del que es coautor? No se alarmen, justifico mi desvarío. Mi papel en él ha sido muy reducido. Me he limitado a preguntar, a dar forma cuando ha sido necesario, a buscar citas, a pulir expresiones y a ir a buscar cafés cuando el verdadero autor estaba cansado. El saber, la argumentación, las informaciones contrastadas, todas ellas sin excepción, están en el haber, en el amplísimo haber de Eduard, un gran científico catalán, comprometido en asuntos nobles desde siempre, republicano, colaborador en sus inicios de mientras tanto y amigo de Manuel Sacristán.

Creo que, por tanto, que puedo dar cinco razones externas, como si fuera un crítico que observa objetivamente desde el exterior, para recomendar la lectura, el estudio e incluso la difusión de este libro de divulgación científica y de compromiso político sobre un tema de actualidad rabiosa y de peligros reales.

La primera. Los cinco regalos que contiene. Las presentaciones, el epílogo, la coda y la nota final están a cargo de Santiago Alba Rico, Joan Pallisé, Jorge Riechmann, Joaquim Sempere y Enric Tello. Sus textos son, todos ellos, magníficos, excelentes, informativos. Enseñan y miran con emoción y compromiso. Gracias por ellos.

La segunda razón es una manía personal. La bibliografía comentada y, sobre todo, el glosario, son una delicia, un monumento científico. Como apenas he hecho nada aquí puedo recomendarles sin riesgo de mirar sin perspectiva adecuada que empiecen a leer el libro por la voz «quark» del glosario. Sólo por ella vale la pena aproximarse a este ensayo.

La tercera razón. El libro no sólo explica lo necesario sobre el tema, sin dejar de hacerlo con rigor, sino que se adentra en territorios pocos conocidos y apenas transitados. Por ejemplo, en el accidente nuclear de Palomares donde, una vez más, la información que maneja Eduard Rodríguez Farré es de primera mano.

La cuarta. Como se ha señalado, también existe., como existió en su momento, la izquierda pronuclear. El libro también se adentra, en sus páginas fnales, en discutir sus posiciones sin adulteraras y en señalar puntos débiles, incomprensiones profundas y apuestas en el aire.

Finalmente, Casi todo lo que usted deseaba saber algún día sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente no sólo se opone a lo que le parece una mala opción económica, política y civilizatoria, presentada falazmente en numerosas ocasiones, sino que apuesta por otras energías, por otra forma de consumir y producir, por otros modelos sociales y es muy crítico a los usos militares de esta fuente energética, los conocidos y los menos conocidos.

El volumen se abre con dos citas de clásicos. Una de Commoner, la otra de Georgescu-Roegen. Una tercera de Immanuel Wallerstein -«R. I. P.: No proliferación», 2007- no tuvo cabida. Acaso recogerla aquí sea una buena forma de finalizar esta recomendación algo singular:

El NPT [Tratado de no Proliferación Nuclear] se basa en tres pilares: (1) Las cinco potencias nucleares «reconocidas» se comprometían a no ayudar de ninguna manera a cualquier otro país a convertirse en una potencia nuclear; (2) Los mismos cinco países se comprometían a dar pasos hacia un desarme efectivo; (3) todos los demás países recibieron la promesa de asistencia para desarrollar la energía atómica con usos pacíficos.

Ninguna de estas disposiciones se ha respetado completamente. En primer lugar, aunque puede que las cinco potencias «reconocidas» hayan ayudado sólo ocasionalmente a otras potencias a convertirse en Estados nucleares, estos otros Estados podían hacerlo por sí mismos y trataron de hacerlo. En segundo lugar, no ha habido un desarme significativo. Todo lo contrario. Las cinco potencias «reconocidas» han aumentado sus arsenales nucleares, en particular Estados Unidos. Y en tercer lugar, la disposición acerca de los usos pacíficos de la energía nuclear se ha vuelto extremadamente polémica desde el momento en que Estados Unidos ha llegado a considerarlo como un vacío legal que permite a «otros» países avanzar sin trabas por la senda nuclear.