En un artículo de la semana pasada en Cubadebate («Obama y la economía cubana: entender lo que no se dijo«) el Dr. Agustín Lage puso sobre la mesa un tema medular para la Cuba de hoy: el rol de la empresa estatal en el desarrollo económico del país. Quisiera contribuir a ese debate con algunas […]
En un artículo de la semana pasada en Cubadebate («Obama y la economía cubana: entender lo que no se dijo«) el Dr. Agustín Lage puso sobre la mesa un tema medular para la Cuba de hoy: el rol de la empresa estatal en el desarrollo económico del país. Quisiera contribuir a ese debate con algunas ideas, como especie de titulares.
Lo primero a resaltar es que, en la historia de la humanidad, ninguna nación (ni desarrollada ni subdesarrollada) ha logrado un impulso importante de su economía sin un papel medular (y diría que determinante) del Estado. Sería simplista suponer que un rol menos activo del gobierno sería la solución a nuestros problemas. Quizás necesitamos más, pero más eficiente.
Hay sectores de la economía que siempre tendrán que estar en manos del Estado. En unos casos (como la infraestructura) porque pocos privados estarán interesados en invertir en ellos. En otros casos, porque sus beneficios se generan a largo plazo y a muy alto costo y se requiere, por tanto, de entidades (como los gobiernos) capaces de hacer grandes inversiones, para aprovechar las economías de escala.
También, por supuesto, hay bienes y servicios con los que no se puede lucrar. Para los países subdesarrollados, especialmente importante es el control de los principales recursos como una cuestión de soberanía económica, y eso es lo que explica que muchas de las grandes empresas petroleras del mundo emergente sean estatales o semi-estatales.
No obstante, a veces se hace demasiado énfasis en la propiedad de determinadas actividades, cuando la discusión debe centrarse en la gestión. En las grandes empresas capitalistas del mundo, la propiedad y la gestión están separadas. Las sociedades anónimas son empresas que tienen muchísimos dueños y un sinnúmero de ellas funciona de forma eficiente. Entonces el pecado original no está en que la empresa sea estatal (porque tiene muchos dueños), sino en la forma en que se regula y administra.
Y se tiende a confundir propiedad socialista con propiedad estatal. Precisamente la garantía de que la propiedad estatal sea socialista radica en que sea eficiente y sirva a los intereses de sus dueños: la sociedad toda. Se confunde también propiedad estatal como la única forma de propiedad socialista, cuando la propiedad cooperativa (si es real y espontánea) es congruente con los objetivos del sector socialista, con la única diferencia de la complejidad y la escala de las actividades a que se dedican.
Se dice con frecuencia que la empresa estatal ha demostrado ser muy ineficiente. Pero lo cierto es que en las condiciones en que operan las empresas estatales cubanas (dualidad monetaria y cambiaria, excesos de regulaciones y centralización de las decisiones, sumado a las agresivas restricciones externas) es muy difícil que ninguna entidad (ni capitalista, ni socialista, ni estatal, ni privada) sea eficiente.
Esta idea ha ayudado a acrecentar el mito de que el socialismo es un proyecto idealista que se plantea únicamente en términos políticos. Pero Marx y Engels se distanciaron de los socialistas utópicos y se hicieron llamar científicos, precisamente por defender que el socialismo, al utilizar la planificación, podría encausar la producción en función de las necesidades reales de la sociedad (y no en función del interés particular de cada capitalista). Para ellos, el socialismo sería una sociedad superior, primero en términos económicos.
El sector privado puede ayudar a resolver muchos problemas (ya lo está haciendo), pero hay muchos otros que no puede resolver. La única manera de reafirmar una economía (si quiere llamarse socialista) es fortaleciendo la empresa estatal y el sector cooperativo.
El restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos abre grandes oportunidades, esencialmente en términos de acceso a mercados, tecnología y financiamientos. Podremos quitarnos las trabas externas. Es ahora o nunca la posibilidad de demostrar que el problema no era el guion, sino la puesta en escena.
Mientras tanto, generar un amplio debate respecto a estos temas es una gran contribución. Se ha prendido una llama, no dejemos que se apague.
Fuente: http://amanoysinpermio.blogspot.com/2016/04/un-debate-imprescindible.html