Las entrevistas fueron realizadas durante cuatro años, entre noviembre de 2014 y abril de 2018.
El libro del historiador Vicent Bellver Loizaga Hilos rojinegros. El movimiento libertario en València en el posfranquismo (1968-1990) se inscribe, por tanto, en el campo de la Historia Oral. Las 43 conversaciones son la fuente principal del texto publicado en marzo de 2021 por Postmetrópolis Editorial.
Uno de los capítulos del libro lleva por título Valencia como ejemplo (1976-1980). En este apartado, Vicent Bellver se centra en la “reorganización” que en Valencia, tras la muerte del dictador, tuvo lugar en el campo libertario. Sitúa el foco en el anarcosindicalismo –la CNT-, por su peso en la memoria de la resistencia antifranquista; pero también reflexiona sobre la “ambigua relación” del mundo libertario con los nuevos movimientos sociales y la contracultura.
Uno de los testimonios recogidos en el capítulo es el de P., en la época estudiante de Medicina; P. se acerca al movimiento “por una idea de libertad” e influida por las relaciones personales; años después abandonó la CNT. “Para nosotros en general el sindicato era la forma más cercana, porque como rehuíamos un poco la existencia de los partidos políticos, el sindicato era como la representación de los derechos de los trabajadores en un amplio espectro, en el reconocimiento del derecho a la persona”, afirma.
El contexto de estas declaraciones son los conflictos laborales y huelgas durante el tardofranquismo y primeros años de la Transición; las movilizaciones, recuerda Bellver, se extendieron a territorios –Valencia, Valladolid o Navarra- que trascendían los núcleos tradicionales, e incluían a otros sectores como la Sanidad, la Enseñanza o la Banca; mediados los años 70, además, cobraban un importante protagonismo las asambleas.
En octubre de 1977 la Federación Local de la CNT de Valencia contaba con 20 sindicatos, emplazados en cuatro locales: Alimentación y hostelería; Banca; Cerámica; Construcción; Enseñanza; Madera; Pensionistas; Profesiones Liberales; Químicas; y Textil, entre otros; los sectores del Metal (más de 4.000 afiliados en Valencia) y Transportes (que extendió una rama en torno a los portuarios) eran los que tenían mayor peso.
Hilos rojinegros reproduce las impresiones de Mercedes -que en la época desempeñó la Secretaría General en Artes Gráficas- respecto a la militancia: “La mayoría de la gente habían sido tipógrafos, cajistas de imprenta, lo que no había era periodistas, estábamos cuatro (…); los demás eran currantes de los que había antes en los periódicos, que ya no existen estas profesiones, han desaparecido (…)”.
Mercedes, periodista, se refiere a los mayores que confeccionaban periódicos y libros, obreros que habían combatido en la guerra de 1936. Hoy se continúa reclamando libertaria.
La Regional del País Valenciano era –en la segunda mitad de los años 70- la tercera en afiliados (cerca de 15.000) de la CNT en el estado español, tras Cataluña y Andalucía; con 30 federaciones locales en el País Valenciano y un periódico-portavoz, Fragua Social, que publicó 25 números, la CNT participó de una manera significativa en diferentes conflictos laborales (en 1977 negoció el convenio de los recollidors de la naranja). El 28 de mayo de 1977 el sindicato celebró un mitin en la Plaza de Toros de Valencia, al que –según algunos cálculos- asistieron 40.000 personas.
Vicent Bellver presentó el volumen de 453 páginas en el centro de Formación y Documentación El Punt. Espai de Lliure Aprenentatge de Valencia. Doctor en Historia Contemporánea, trabaja como profesor de enseñanza secundaria y ha investigado sobre los movimientos anarquistas de Argentina y España en el siglo XX. También sobre la relación entre activismo y memoria. A ello suma la participación en diferentes colectivos sociales de Valencia.
El investigador destaca que la “reorganización” cenetista en Valencia, en el periodo 1976-1980, no estuvo exenta de conflictos: “Durante un tiempo funcionaron dos grupos diferenciados con las mismas siglas”. En el movimiento libertario valenciano fue predominante la tendencia obrerista.
Del siguiente modo se expresa en el libro Carlos Martínez, primer secretario general del Metal y después integrante del Comité Regional de la CNT: “Nosotros eminentemente creíamos en la lucha de clases, en el sindicalismo, y creíamos que la CNT y la UGT, porque tuvimos también contactos con la UGT inicial, pues debían estar, debían existir; nosotros teníamos unas posiciones de sindicalismo revolucionario, de anarcosindicalismo”.
Algunos sectores libertarios abogaron por la participación en la lucha por los “presos sociales” (COPEL); otros -por ejemplo el colectivo valenciano de Bicicleta, revista que comenzó a editarse en 1977-, defendían que el anarquismo se convirtiera en un movimiento global. Fueron tiempos, finalizada la dictadura, en que la FAI, Juventudes Libertarias, Mujeres Libres, ateneos libertarios y grupos autónomos trataban de reiniciar la actividad.
Personas de ideología libertaria formaron parte del grupo Margarida (1976-1979), que se movilizó -por ejemplo- contra la central nuclear de Cofrentes, cuyos inicios datan de 1972, actualmente activa y propiedad de Iberdrola.
Vicent Bellver incluye el contenido de la entrevista a Jaume, quien formó parte del grupo: “Margarida no es un movimiento ecologista en el sentido tradicional (…); se llamaba ‘Margarida colectivo contra todas las formas de polución y aniquilación del pensamiento’. Nosotros no estábamos sólo contra la polución atmosférica o nuclear, sino contra la polución mental, contra la polución ideológica, contra la polución militante del leninismo tradicional”. En 1979 se constituyó el Grupo Ecologista Libertario (GEL) en el local de la CNT, en la calle Blanquerías de Valencia.
En el capítulo sobre el trienio 1980-1983, titulado Rupturas, el autor transcribe las palabras de Jesús Arteaga Jipy, quien participó en las luchas autónomas, el movimiento de cooperativas y Radio Klara: “Encuentras muchas referencias que tienen que ver con lo que podríamos considerar una visión libertaria y anarquista; acumulan la experiencia de mayo del 68, de los indios metropolitanos en Italia o los consejistas en Holanda”.
En Valencia los carteles, pegatinas y panfletos satíricos caracterizaron la acción –entre 1979 y 1980- del Partido Anacoreta Revolucionario Reconstituido Universalmente Salido (PARRÚS); se trataba del “partido que es un entero”, adherido a una ficticia internacional NABO (Naciones Anacoretas Beneméritamente Obtusas).
Al hilo del precedente madrileño, en octubre de 1980 tuvo lugar en Valencia la Semana Cultural de la CNT-AIT, con cine, teatro, la actuación del grupo musical Al Tall; la presencia de escritores como Juan Goytisolo, periodistas como Antonio Álvarez Solís y el activista contra las centrales nucleares, Pedro Costa Morata. Las jornadas dejaron huella; fueron precedente de Radio Klara (hoy en el 104.4 FM); el grupo literario Luis Cernuda y la peña flamenca La Tonà.
El “desencanto” de la Transición, la victoria electoral por mayoría absoluta del PSOE, en octubre de 1982; el cambio de élites políticas; los procesos de cooptación, adaptación y trasvases de militancia (política y sindical), así como la denominada modernización económica son señal de tiempos nuevos. Vicent Bellver Loizaga los aborda en el último capítulo del libro –Armarse desde las ruinas (1982-1989)-, que incluye perspectivas como la de Javi, militante de la CNT que también participó en Radio Libertaria.
“En los locales del sindicato también encuentran a un montón de militantes que llevan un montón de años, jugándose el cuello, jugándose la piel, jugándose la cárcel y están como un poco como…como agotados, como cansados, porque además se dan cuenta de que todo esto ha sido bastante estéril”, explica Javier.
Y concluye, a partir de su experiencia en la CNT-AIT hasta la primera mitad de los años 90: “Porque lo que se consigue, no son precisamente las grandes metas revolucionarias (…), sino que se dan cuenta de que sí, de que se progresa, que se desarrolla dentro de la movida sindical, pero que es todo muy lento. Y hay muchas trampas”.
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