En su afán por legitimar los productos transgénicos, sus impulsores aluden a informes científicos que supuestamente ponen fin a las dudas sobre su inocuidad. Uno de los más recientes y significativos fue publicado el pasado mes de mayo por la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (NAS), celebrado por individuos e instituciones que […]
En su afán por legitimar los productos transgénicos, sus impulsores aluden a informes científicos que supuestamente ponen fin a las dudas sobre su inocuidad. Uno de los más recientes y significativos fue publicado el pasado mes de mayo por la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (NAS), celebrado por individuos e instituciones que favorecen los transgénicos.
En su afán por legitimar los productos transgénicos, sus impulsores aluden a informes científicos que supuestamente ponen fin a las dudas sobre su inocuidad. Uno de los más recientes y significativos fue publicado el pasado mes de mayo por la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (NAS). El muy publicitado y comentado informe, que supera las 400 páginas, fue celebrado por individuos e instituciones que favorecen los transgénicos mientras que sectores críticos lo tildaron de sesgado y científicamente deficiente, y alegan que éste dista de ser la palabra final en el debate sobre la biotecnología transgénica.
El documento, titulado «Genetically Engineered Crops: Experiences and Prospects», gozó de amplia publicidad y fue reseñado por medios como los periódicos New York Times y USA Today, la radiocadena National Public Radio, y las revistas Science, National Geographic, Forbes, National Review y Scientific American.
Dice en el preámbulo al informe:
Los cultivos transgénicos fueron introducidos comercialmente por primera vez en la década de los 90. Tras dos décadas de producción, algunos grupos e individuos han permanecido críticos de esta tecnología fundamentándose en sus preocupaciones sobre posibles efectos adversos sobre la salud humana, el ambiente y consideraciones éticas. A la misma vez otros están preocupados de que la tecnología no esté alcanzando su potencial para mejorar la salud humana y el ambiente debido a regulaciones rigurosas y financiamiento público escaso para desarrollar productos que ofrezcan más beneficios a la sociedad…
(Este informe) le da seguimiento a previos informes de la (NAS) publicados entre 1987 y 2010 al llevar a cabo un examen retrospectivo sobre los alegados efectos positivos y negativos de los cultivos transgénicos y anticipar qué nos deparan las emergentes tecnologías de ingeniería genética. Este informe indica dónde están las incertidumbres sobre los impactos económicos, agronómicos, de salud, inocuidad, y otros, de los cultivos y alimentos transgénicos, y hace recomendaciones para llenar brechas en evaluaciones de seguridad, incrementar la claridad regulatoria, y mejorar innovaciones en y acceso a tecnología transgénica. (1)
Los medios noticiosos masivos se apresuraron a anunciar que el informe de la NAS ponía fin a la controversia en torno a los transgénicos y que los activistas opositores habían sido desmentidos. Según un artículo del New York Times del 18 de mayo escrito por el redactor Andrew Pollack: «Los cultivos transgénicos aparentan ser seguros y son inofensivos para el ambiente, según un nuevo exhaustivo análisis hecho por el grupo asesor Academia Nacional de las Ciencias». (2)
La influyente revista Scientific American publicó un artículo titulado «Los cultivos transgénicos son seguros y posiblemente buenos contra el cambio climático». Según el reportaje, escrito por Niina Heikkinen: «En un abarcador informe de 400 páginas, el grupo científico de más alto rango en el país alega que no hay evidencia para apoyar alegaciones de que los organismos genéticamente modificados sean peligrosos para el ambiente o la salud humana. A la misma vez, la introducción de cultivos genéticamente modificados ha tenido poca influencia aparente sobre el aumento en la productividad agrícola.» (3)
Los gremios de la industria de biotecnología estuvieron deleitados y publicaron comunicados en apoyo a los hallazgos del informe.
Según la página web Biotech Now:
El Comité (que escribió el informe de la NAS) leyó sobre 900 publicaciones de investigación, oyó a más de 80 diversos presentadores en tres reuniones públicas y 15 webinars, y leyó más de 700 comentarios de miembros del público para ampliar su entendimiento de los asuntos en torno a los cultivos transgénicos.
El panel de la NAS concluyó en su estudio de varios años que los cultivos transgénicos son tan seguros para comer como sus contrapartes no transgénicos, no tienen impactos ambientales adversos, y han reducido el uso de pesticidas. En el informe, el panel también dijo que no había evidencia que vincule el consumo de alimentos transgénicos al aumento en las alergias a alimentos.
De acuerdo con el informe, la soya, algodón y maíz con rasgos transgénicos de resistencia a herbicidas o insectos (o ambos) dieron resultados económicos generalmente favorables para productores que han adoptado estos cultivos, pero hay gran variación en los resultados. (4)
Brian Baenig, vicepresidente ejecutivo de la Biotechnology Innovation Organization (BIO), declaró:
La BIO felicita al panel de la NAS por mantener un proceder transparente y objetivo a lo largo del curso de su estudio y por su compromiso con un proceso basado en ciencia.
Mediante una serie de reuniones y webinars abiertos, que generaron insumo de proponentes al igual que oponentes de la tecnología, el Comité puso en alto su promesa de apertura.
Tras examinar cuidadosamente los beneficios y riesgos potenciales de los cultivos y alimentos transgénicos en el mercado comercial por las pasadas dos décadas, estamos complacidos de que el estudio reitera lo que las autoridades científicas del mundo han concluido repetidas veces a través de los años: que la biotecnología agrícola tiene muchos beneficios demostrados para agricultores, consumidores y el ambiente.
La ciencia, tecnología y técnicas de agricultura modernas (incluyendo los cultivos transgénicos) deben ser herramientas en la lucha contra el hambre y desnutrición en el mundo y los retos del cambio climático. Las innovaciones en la tecnología agrícola son- y continuarán siendo- absolutamente esenciales en aumentar la producción y eficiencia para los agricultures, a la vez que se produce alimento de una manera más ambientalmente sustentable. (5)
Pero algunos expertos observadores sostienen que el informe no es ningún cheque en blanco para los transgénicos. Según el científico Charles Benbrook, experto en pesticidas de The Organic Center:
El informe ofrece docenas de recomendaciones constructivas, muchas de las cuales han aparecido en informes de la NAS sobre biotecnología agrícola remontándose al año 2000. Pero muy pocas de las recomendaciones en informes pasados de la NAS se han implementado, y no hay razón para esperar que esa tendencia cambie.
El contenido real del informe, más allá del resumen, se desvía considerablemente de informes anteriores de la NAS sobre el tema. Le da credibilidad a muchos asuntos y problemas que habían sido mayormente despachados o ignorados en pasados informes de la NAS relacionados a los transgénicos. De manera desapasionada explica por qué la tecnología transgénica en general no ha aumentado rendimientos, y por qué los cultivos transgénicos no son ningún cambio radical (game changer) en el esfuerzo por alcanzar la seguridad alimentaria mundial. (6)
La nutricionista y autora Marion Nestle, profesora de la Universidad de Nueva York (NYU) que participó del proceso de revisión por los pares del informe, comentó:
Le doy al informe una nota alta por su tono neutral e interpretaciones cautelosas. El informe claramente revela lo poco que se conoce sobre los efectos de los alimentos transgénicos, lo mucho que (los transgénicos) son alimentados a animales y lo poco que son alimentados a la gente (excepto indirectamente), y cuan mínimamente las promesas de la biotecnología de alimentos han sido realizadas, excepto en sus beneficios a los productores agrícolas grandes.
Por tratar de ser justo, el comité (que escribió el informe) no va a complacer a nadie. Los proponentes estarán afligidos porque los beneficios no son más fuertemente celebrados. Los críticos estarán molestos porque el informe trata muchas de sus preocupaciones de manera peyorativa. Ambos bandos encontrarán mucho en el informe para fortalecer sus puntos de vista. La conclusión general, ‘hace falta más investigación’, tiene sentido pero no ayuda a lograr un acercamiento entre los dos bandos. (7)
El Center for Food Safety hizo un análisis más crítico del informe de la NAS. Creemos que es conveniente citarlo extensamente:
● (El informe) provee algunas perspectivas útiles en el debate contencioso en torno a los cultivos transgénicos, y es particularmente notable por cuestionar la frecuente afirmación de que los cultivos transgénicos son claves para ‘alimentar el mundo’. Pero en otros aspectos es superficial y decepcionante debido a la falta de análisis holístico y frecuente sesgo en pro de los cultivos transgénicos y herbicidas.
● Es significativo que el informe no encontró claros beneficios de los cultivos transgénicos en países en vías de desarrollo para granjas pequeñas y empobrecidas. Este hallazgo es consistente con la observación de que mil millones de personas permanecen en la inseguridad alimentaria a pesar de la adopción masiva de cultivos transgénicos a nivel global en más de 400 millones de acres.
● … el comité se salió de su camino para enfatizar la importancia vital de la producción agroecológica (agricultura basada en la ciencia de la ecología que se sirve de procesos naturales y diversidad biológica y cultural) y sistemas de crianza convencional para mitigar el hambre.
● La evaluación del comité de la NAS de los cultivos transgénicos resistentes a herbicida provee algún análisis relevante, por ejemplo que estos cultivos han aumentado el uso total de herbicida… Aparte de eso el trato que reciben los transgénicos resistentes a herbicida es superficial y deficiente.
● La evaluación de la NAS sobre los efectos sobre la salud humana y el ambiente del herbicida glifosato está plagada de errores y sesgos.
● En general, el comité de la NAS ha aportado algunos análisis relevantes de los cultivos transgénicos. El informe hace claro que aliviar el hambre y la desnutrición requieren de un refortalecimiento de la investigación agrícola del sector público y un mayor uso de crianza convencional y técnicas agroecológicas guiadas por las necesidades de los pobres y no por los motivos de lucro de las compañías de biotecnología. Pero en muchos otros aspectos el reporte sufre de una decepcionante falla en dar un análisis holístico de los impactos de la mayoría de los cultivos transgénicos actuales en el mundo real. (8)
El 29 de junio el presidente de la NAS recibió una carta abierta firmada por decenas de académicos, activistas y organizaciones de política pública en la cual ponen en duda la confiabilidad de los procedimientos de la institución. La carta señala al Concilio Nacional de Investigación (NRC), brazo de investigación de la NAS, en especial su comité sobre biotecnología, cuyo nombre completo es «Committee on Future Biotechnology Products and Opportunities to Enhance Capabilities of the Biotechnology Regulatory System».
Citamos del documento a continuación:
El comité corriente no incluye la diversidad de perspectivas expertas que existen en el discurso científico prevaleciente, en el cual hay gran desacuerdo sobre cómo regular y desplegar los productos de la biotecnología. Al informe le faltan los puntos de vista de científicos que abogan por el principio precautorio y representantes de la sociedad civil que puedan hablar de las dimensiones sociales de las regulaciones sobre biotecnología… ningún agricultor ni organización de agricultores fue invitada a participar en el comité. Muchos expertos (sobre agricultura) fueron nominados, pero el NRC no seleccionó ninguno para miembros del comité.
En contraste, el NRC invitó muchos científicos y expertos que trabajan en el desarrollo de aplicaciones de biotecnología para ser miembros del comité. El NRC tomó nota de que dos miembros tienen conflictos de interés financiero, pero muchos otros tienen conflictos, vínculos a la industria e historiales profesionales de promover el desarrollo de la biotecnología, que no han sido divulgados abiertamente. La presencia desproporcionada de tales perspectivas entra en conflicto con la ley Federal Advisory Committee Act (FACA), que requiere que el NRC forme comités de científicos ‘balanceados («fairly balanced») donde los conflictos de interés se eviten o sean divulgados si se considera absolutamente necesario. (9)
Los firmantes de la carta incluyen Organic Consumers Association, GM Watch, Food and Water Watch, National Family Farm Coalition, Center for Food Safety, Institute for Agriculture and Trade Policy, Bioscience Resource Project, Grupo ETC, Pesticide Action Network North America, Amigos de la Tierra, la científica activista Vandana Shiva, y profesores de Cambridge, la Universidad de California- recintos de Berkeley y Santa Cruz, San Francisco State University, Universidad de Sussex, City University London, y la Universidad de Lancaster.
Sobre el asunto de conflictos de interés, la organización no gubernamental Food and Water Watchdeclaró que el NRC:
… ha aceptado millones de dólares de compañías como Monsanto y DuPont y permitido a representantes corporativos de estas y otras compañías a formar parte de juntas de alto nivel que supervisan proyectos del NRC. El grupo mantiene una relación de puerta giratoria con funcionarios claves de grupos de la industria, y demuestra una clara preferencia por invitar investigadores alineados con la industria para producir sus informes – mientras que rara vez hacen caso a los críticos de alguna manera significativa. A veces los proyectos del NRC sobre temas agrícolas son hasta financiados por donantes corporativos que tienen un interés financiero en su resultado. (10)
Por su parte, Claire Robinson, de la organización británica GM Watch, fue derecho a la yugular, señalando las deficiencias del informe de la NAS:
La parte del informe que trata sobre los estudios de alimentación animal con cultivos transgénicos es una mezcla sutilmente traicionera. Desperdigados entre algunas declaraciones sensatas y recomendaciones útiles hay toda una muchedumbre de omisiones estratégicas, afirmaciones pasmosamente anti-científicas, pensamiento que confunde deseos con la realidad (wishful thinking), y simples mentiras. (11)
Para defender su posición, el informe de la NAS básicamente ignora los estudios de alimentación que encontraron problemas de salud en animales de laboratorio que consumieron transgénicos y se reposa sobre dos informes frecuentemente citados por la industria de biotecnología: el de Van Eenennaam y Young, y el de Snell y colegas. Ambos son «reviews», es decir resúmenes de la literatura científica publicada sobre un tema particular, en este caso la inocuidad de los transgénicos. Robinson sistemáticamente desbanca ambos. En cuanto al primer informe, ella cita datos de la doctora veterinaria Ena Valikov:
La Dra. Valikov señala que casi 95% de los datos de Van Eenennaam provienen de pollos de 47 a 49 días de edad. Los pollos son un modelo irrelevante para evaluar riesgos de salud en humanos, o siquiera en mamíferos en general. Y dado que la vida natural de un pollo es típicamente de cinco a siete años, un pollo de 49 días de nacido no nos dice mucho sobre los efectos de salud a largo plazo en un animal, ni siquiera en pollos. Como dice la Dra. Valikov, ‘Aun si el estudio reportara datos de salud convincentes, todavía sería un estudio de muy corto plazo. En otras palabras, son 19 años de datos sobre pollos de 49 días de nacidos, lo cual es muy distinto de 19 años de estudios de pollos a lo largo de sus vidas enteras’. (12)
El informe de Van Eenennaam y Young argumenta que la alimentación transgénica no es dañina al ganado pues su productividad no se ve afectada. Pero Valikov explica que «el rendimiento del ganado no es un indicador de salud ya que la meta de la producción ganadera es minimizar los insumos y maximizar la producción de carne, huevos o leche, irrespectivamente de los costos a la salud y longevidad del animal».
Los sectores pro-transgénicos utilizan el informe Van Eenennaam y Young para decir que «100 mil millones» de animales han comido transgénicos sin que sufran daño alguno. Pero con los datos que presentan no hay manera de saber cuáles de esos animales de finca estaban comiendo transgénicos, en qué proporción de su dieta, ni por cuánto tiempo.
En cuanto al informe Snell, Robinson dice:
Snell y sus colegas examinaron estudios que hallaron efectos tóxicos en animales alimentados con transgénicos pero despacharon los hallazgos con un truco de magia. Los efectos tóxicos incluyeron nódulos linfáticos agrandados en ratones alimentados con un transgénico resistente (al herbicida) glufosinato por cinco generaciones y signos más agudos de envejecimiento en los hígados de ratones alimentados con soya transgénica por dos años.
Snell y sus colegas despachan estos efectos en base a ciertas debilidades metodológicas en los estudios, incluyendo el que no utilizaron la línea isógena no transgénica (es decir, el progenitor no transgénico del cultivo transgénico), cultivada bajo las mismas condiciones, como comparador para el cultivo transgénico. La NAS también correctamente llama la atención a este asunto como un problema general en los estudios de alimentación transgénica. (13)
Citando de los propios datos compilados por Snell y sus colegas, los estudios que no encuentran problemas con la alimentación transgénica también sufren de esa misma limitación. «En ejemplo de doble vara anticientífica, Snell y sus colegas aceptan, sin cuestionar, estudios que demuestran inocuidad, mientras que rechazan como no fidedignos a estudios que encuentran riesgo y daño, aun cuando ambos sufren de las mismas debilidades», plantea Robinson.
Es por esto que la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental (ENSSER) declaró en 2013 que las conclusiones del informe Snell son incorrectas. (14)
A fin de cuentas, el informe de la NAS no pone fin a la controversia científica sobre si los transgénicos son seguros para consumo y para el ambiente. Pero la industria de biotecnología y sus aliados seguirán diciendo lo contrario, y la prensa comercial, carente de sentido crítico, repetirá lo que ellos dicen, como ya lo ha hecho anteriormente con otros informes «prestigiosos» anteriores que también habían pretendido poner fin al debate.
Notas:
3) http://www.scientificamerican.com/…
4) http://www.biotech-now.org/…
7) http://www.foodpolitics.com/…
8) http://www.centerforfoodsafety.org/…
9) http://www.foodandwaterwatch.org/… (pdf)
10) http://www.foodandwaterwatch.org/…
13) http://gmwatch.org/news/latest-news/16976
14) http://www.ensser.org/media/0813/
Ruiz Marrero es autor y periodista puertorriqueño. Desde 2004 dirige el Blog de Bioseguridad y es además profesor visitante en el Instituto de Ecología Social de Estados Unidos. Su más reciente libro El Gran Juego de Ajedrez Botánico: Escritos sobre Biotecnología y Agroecología se consigue por Amazon. Su cuenta Twitter es @carmeloruiz.