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«Conversión de la industria militar en Euskal Herria para no fabricar más guerras»

Un libro para el activismo

Fuentes: Grupo Tortuga

Con tan elocuente título el colectivo antimilitarista Gasteizkoak, afincado en Gasteiz, aporta un libro de providencial oportunidad en los tiempos que corren. Un libro que debería ser detenidamente leído y discutido por quienes desde las distintas articulaciones del antimilitarismo y del pacifismo buscamos nuevas preguntas y nuevas respuestas ante el panorama de remilitarización actual/pasada y el creciente protagonismo de los intereses militar/industriales en las políticas públicas.

El trabajo de este colectivo antimilitarista se distribuye en cinco grandes capítulos en los que se agrupan tres grandes bloques temáticos: una especie de enfoque general sobre el militarismo y el relato de la guerra que venimos sufriendo, un informe que radiografía la industria militar vasca y sus vasos comunicantes con los intereses políticos y sociales dominantes y un estudio de caso sobre el ejemplo del Plan Lucas, un intento social contra los intereses del militarismo de provocar una conversión de la industria militar hacia una paz con contenidos estructurales y más allá de las retóricas de un pacifismo oficial y de paz negativa.

El capítulo primero, bajo el título ¡Que viene la guerra!, contiene un análisis sugerente del militarismo y su íntima unión con el orden capitalista y los intereses lucrativos de sus grandes corporaciones, tanto europeas como de EE. UU. Un enfoque que puede muy bien servir para reorientar la perplejidad actual ante el empuje del relato del miedo y de la práctica militarista, tanto en la preparación como en el desarrollo de la misma.

Varios son los aciertos añadidos de este capítulo. El primero, advertirnos que la guerra no va a venir, sino que ya está aquí y de múltiples maneras. El segundo, el de detenerse en describir la estrategia planificada por los mercaderes de la muerte desde hace varias décadas para orientar gran parte de los recursos y lineamientos políticos de la UE y por extensión de occidente hacia los intereses de sus negocios.

Yo suelo explicar el carácter cíclico de la guerra, con sus tres fases (antes, durante y después) que se retroalimentan y que ocurren simultáneamente en el escenario que llamamos «aquí» (donde se diseñan, planifican y retroalimentan) y «allí» (donde se sufren) para llegar a la conclusión doble que Gasteizkoak explica de otra manera. La guerra no va a llegar, amigos, la guerra ya está aquí, no va a venir porque ya ha venido y estamos de lleno en ella en el papel de víctimas y, sobre todo, de promotores complacidos de la misma. Guerra militar y guerra por otros medios, el orden de la guerra, es la entraña lógica del capitalismo y nosotros, por activa y por pasiva, hacemos ya parte (y de paso colaboramos en ella) de la guerra y de sus lógicas.

Lo que ahora tenemos no es la guerra nueva sino el reposicionamiento de los decisores políticos de esta parte del tablero, junto con el relato que pone corolario a esta nueva vuelta de tuerca. Gasteizkoak detalla un calendario de pasos precisos dados en esta preparación de la guerra por parte de los halcones de la UE y aconseja a mirar a dónde señala el dedo de los que anuncian las calamidades y qué pretenden con su prédica de miedo. Como e las películas policiacas, la pregunta de a quién beneficia el crimen indica quién son los criminales y basta con seguir este rastro. Y aquí, junto a los gerifaltes que aparentemente actúan en defensa del bien común, aparecen los intereses planificados del lobby armamentista, de los mercaderes de la muerte y sus negocios y el desarrollo que Gasteizkoak desvela de su proceso de planificación de esta vuelta de tuerca que ahora parece tan novedosa, pero está tan calculada.

Conviene leer también la relación de este proceso planificado con los intereses del otro actor principal del proceso remilitarizador que venimos padeciendo: EE. UU. y su complejo militar industrial, cuyos intereses, no seamos ingenuos, no están en confrontación con los de los halcones y mercaderes de la muerte de aquí, sino en abierta sintonía.

Lógicamente, y según mi parecer, no basta con comprender el constructo elaborado por el lobby militar y los políticos a su servicio para identificar los beneficiarios del armamentismo. A su lado otras empresas se ponen al servicio del negocio al calor de las migajas, y también contamos con el sempiterno colaboracionismo de otras instituciones sociales y otros actores secundarios, ya sean del sector académico, periodístico, sindical, administrativo, financiero, social e incluso de ideologías sedicentemente transformadores que acaban siendo cola del mismo león . . . Y esta especie de cadena de múltiples eslabones hace más complicado para quienes aspiramos a transformaciones capilares de la sociedad establecer estrategias que rompan el consenso desde arriba y el encadenamiento de intereses que nos predica que nada puede cambiar.

En todo caso, se me ocurre que tener identificados los tentáculos de los señores de la guerra y conocer su íntimo cruce de intereses también nos permite poner rostro con mayor precisión quién son nuestros enemigos y contra quién debemos actuar.

El segundo bloque de información se contiene en los capítulos dos a cuatro y nos hace el enorme servicio de identificar con pelos y señales el mapa de la industria militar vasca y de lo que llaman Producción de Euskal Herría para el Desperdicio y la Guerra (PEHDG); sus empresas y empresarios protagonistas, sus alianzas políticas, empresariales, universitarias, sindicales, sociales, etc. y, en fin, la radiografía completa de la industria militar vasca en clave más que elocuente para poder pensar en estrategias de lucha social más allá de la denuncia o de la protesta puramente desiderativa. Desde luego a la militancia antimilitarista de Euskadi le ofrece un enorme servicio para elaborar agendas agresivas de lucha social por la desmilitarización y a los del resto del mundo nos pone la tarea ineludible de ponernos manos a la obra para mapear a los señores de la guerra de nuestros propios territorios. ¿Seremos capaces de abordar este trabajo o lo delegaremos en algún tercero dispuesto a hacernos tan ingente servicio?

El tercer bloque y no menos importante, nos ofrece un ejemplo de propuesta desde abajo para completar una lucha de verdadera intención transformacional respecto de la industria militar, analizando el ejemplo de conversión industrial, el Plan Lucas, cuyas características propias la hacen arquetípico para nuevas aspiraciones.

Ejemplos históricos de desmantelamiento y reorientación de la producción militar a otros fines ha habido unos cuantos. Como reconoce Gasteizkoak, frente al mantra de utopismo que los militaristas propagan hacia la conversión de la industria militar, la conversión tiene una larga (y desconocida) historia, de algunos de cuyos hitos se han hecho eco Pere Ortega o el Colectivo Antimilitarista Utopía Contagiosa en otros momentos.

La particularidad del plan Lucas de principios de los años 70 es que supone un paso adelante en la idea de conversión transformacional, en primer lugar, por el papel protagonista que en el mismo tuvieron los trabajadores organizados en comités combinados de comisarios sindicales, lo que lo convirtió en un «experimento de democracia industrial y control obrero desarrollado en el proceso de lucha industrial. Fue un ejemplo de un plan de abajo hacia arriba en lugar de un plan tecnológico o centrado en el mercado. Fue acogido con entusiasmo por grandes sectores de los movimientos socialistas y pacifistas, y la idea se extendió rápidamente por todo el mundo . . . »

Desde luego que, como todas las experiencias históricas, el Plan Lucas tuvo sus fortalezas y debilidades y no consiguió una verdadera conversión alternativa, pero efectivamente es un precursor y un ejemplo que puede ser referente para las nuevas agendas de lucha pacifista, más empeñadas en la paz positiva y en la desmilitarización que en la paz jurídica y el mero desarme.

Efectivamente, los procesos de conversión que quieran ir más allá de una readaptación o diversificación industrial de las empresas capitalistas regidas por los principios de lucro y depredación, deberán cumplir con algunas condiciones, entre las que tiene especial significado el control democrático de los trabajadores (y de la propia sociedad), la satisfacción de necesidades vinculadas a la vida, a la seguridad humana (en contraposición con la seguridad militar) o con las necesidades ecológicas y humanas, o con la construcción estratégica de un orden de paz estructural y cultural y no como un mero recurso para reorientar la producción y la orientación tecnológica dentro del orden capitalista.

El cambio de concepto que se requiere no es solamente de búsqueda de una solución técnica, organizativa o industrial para reducir la industria militar, sino que exige un cambio global de horizonte, lo que afecta a muchos más aspectos, como es el caso de la inclusión de la democracia y del protagonismo de las clases trabajadoras en el desarrollo laboral e industrial, la orientación social y hacia la vida de la economía en consonancia con los límites de la naturaleza y las necesidades de decrecimiento, en el enfoque estratégico de la lucha social hacia el cambio de paradigma y de la transformación acorde de un sindicalismo que actualmente se arrastra los pies bajo los intereses del capital, y un largo etcétera.

Estamos en la línea no del reformismo sino del trans-arme, entendido como gran transformación global desde el régimen de la violencia rectora y las prácticas de reproducción capitalista.

Dos aciertos más de este trabajo de los de Gasteiz. El primero, ayudarnos a reorientar las prioridades de lucha por la desmilitarización y en favor de una idea de paz lejana de la ausencia de guerra y de la paz liberal, al insistir en la lucha incondicional contra la industria militar como uno de los ejes del nuevo/viejo pacifismo y en la necesidad de abandonar la vieja idea de desarme, en definitiva un camino de acuerdos entre estados de equilibrio inestable de armamentos, por la de acompañar al quitar poder al militarismo la doble dinámica de construir alternativas sólidas que desarrollen dinámicas y procesos de cambio global y estructural, de los que la conversión desde el protagonismo social y el enfoque anticapitalista es un claro ejemplo.

Ahora que arrecia el empuje del gasto militar se abre al respecto una ventana de oportunidad para fijar nuevas orientaciones. En vez de no al gasto militar y desarme, no al rearme y desmilitarización, colegas. Rescatemos nuestro ambicioso paso más allá de la paz meliflua y jurídica que quiere dejar en pie los mismos perros con distintos collares.

Y el segundo el ofrecernos una evidencia de que un trabajo tan ingente y rico como el elaborado por Gasteizkoak no necesita de expertos ni planteamientos académicos para ser llevado a cabo y es una tarea que bien puede tomar en sus manos el propio movimiento por la paz o algunas de sus articulaciones y con el valor añadido del aprendizaje y fortalecimiento grupal que supone y de estar enfocado desde nuestros propios intereses y análisis.

Como en tantas otras esferas del poliédrico militarismo, no basta con sacar datos y dar cifras. Hace falta un análisis que el movimiento que quiera ser autónomo e independiente debe acostumbrarse a hacer por sí y sin dependencias. Por fortuna el movimiento por la paz empieza a dar valor a este tipo de acción llamémosla investigadora y a dar resultados que responden cada vez más a análisis propios y ambiciosos.

Ahora toca tomar impulso también para seguir esta senda.

En definitiva, un acierto en toda regla y un regalo el que hace a nuestras militancias antimilitarista Gasteizkoak que espero que sepamos disfrutar y aprovechar para la acción.

El libro ha sido publicado en noviembre de 2024 por la editorial ZAPateneo, tiene 382 páginas y cuesta 15 euros.

Fuente: https://www.grupotortuga.com/Conversion-de-la-industria-militar