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¿Un partido de izquierdas?

Fuentes: La Opinion (A Coruña)

Presten atención, por favor, a estas palabras de Ramoneda en un reciente artículo en el diario de tirada nacional: «Un partido de izquierdas no puede vivir sólo de los obispos. Tiene que apuntar al futuro, como hace Barack Obama, y no sólo repetir una y mil veces que vivimos en el mejor de los mundos […]

Presten atención, por favor, a estas palabras de Ramoneda en un reciente artículo en el diario de tirada nacional: «Un partido de izquierdas no puede vivir sólo de los obispos. Tiene que apuntar al futuro, como hace Barack Obama, y no sólo repetir una y mil veces que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Aunque así fuera». ¡Qué repaso más certero! Sospecho, sin embargo, que no será asumido por el PSOE.

Preguntémonos, al hilo de las referidas palabras, si hay en esta precampaña por parte del PSOE algo que apunte seria y creíblemente hacia el futuro, más allá de esa tómbola en la que se sortean los 400 euros, más allá de severas críticas a la Conferencia Episcopal que, a fuer de obvias, serían facilonas en exceso, y más allá del miedo, razonable, a que gentes como Zaplana, Acebes, Pujalte y compañía se hagan omnipresentes en la vida pública tras una hipotética victoria del PP.

Preguntémonos en torno a los horizontes de futuro del PSOE. ¿Qué planes tienen en política territorial tras toda la escandalera que originó aquel Estatuto de Cataluña que tuvo, en el mejor de los casos, muy poca aceptación ciudadana, como se mostró en el correspondiente plebiscito? ¿De qué se trata? ¿De capear el temporal? ¿De modificar la Constitución para abordar reformas estatutarias más o menos generalizadas en una nueva versión de aquel «café para todos»? ¿Tiene, en este sentido, un proyecto de país el PSOE, un proyecto de España desde coordenadas de izquierdas, proyecto que vertebre, integre y pacte?

¿Puede un partido que se llama de izquierdas concurrir a las elecciones sin un afán de regeneración que tanto necesita esta democracia? Bien están las ayudas a la vivienda, pero hace falta una ley del suelo que intente de una vez atajar la especulación urbanística. ¿La tiene en cartera este partido? ¿Hay alguna propuesta que concrete reformar la ley electoral, así como la regulación de la financiación de los partidos?

Por otro lado, ¿resulta admisible hablar de un ideario de izquierdas cuando tampoco se anuncian medidas que de una vez se ocupen de abordar en serio la situación que vive la enseñanza en este país? ¿Es de recibo seguir sordos, mudos y ciegos ante las conclusiones que arroja el llamado informe Pisa? ¿Puede continuar la Universidad española con su enfermiza endogamia sin que se arbitren medidas para salirle al paso? ¿De qué izquierda estamos hablando cuando no considera prioritaria una reforma a fondo de la enseñanza pública en todos sus niveles? ¿Acaso en esta materia estamos también en el mejor de los mundos posibles? Y, sobre todo, un partido de izquierdas que no sitúe en lo más alto de sus designios la enseñanza podrá llamarse cualquier cosa menos progresista, si es que este término puede resultar salvable en los tiempos que corren tras tantas decepciones y engaños. ¿No es irrenunciable desde la óptica de la izquierda considerar la educación acaso el instrumento más útil que combata las desigualdades existentes? ¿Se quieren formar ciudadanos, o meros consumidores también de propaganda política basura? ¿Qué se piensa hacer en materia de conciertos educativos? ¿Da miedo apostar inequívocamente por una enseñanza pública de calidad y con medios?

¿Puede tener claro un votante de izquierdas, de esos indecisos que al final equilibran o desequilibran según participen o se abstengan, qué idea de España defiende Zapatero más allá de las formulaciones tópicas que nada resuelven? ¿Hacia dónde quiere ir, hacia el federalismo, hacia un pacto con el PP que intente un cerrozajo a las reivindicaciones nacionalistas, hacia un parcheo continuo a ver si libramos de ésta? ¿Hacia dónde?

Y, si de los jóvenes se trata, ¿qué pueden percibir en las propuestas de este partido, más allá de las medidas que ya conocemos?

Porque, claro, la derecha, en teoría, siempre lo tiene más fácil y más claro. Si de lo que se trata es de conservar lo que hay, el mensaje se presta a muy escasas ambigüedades.

Se diría que la principal reivindicación de Rajoy es la España de la transición, aunque, mire usted por dónde, sin consenso, con toda la crispación que haga falta, lo que no deja de ser una contradicción en sus propios términos.

¿De qué futuro nos habla el señor Zapatero en un país en el que tantas y tantas cosas están aún por resolver? ¿Sólo por el mero hecho de que la Iglesia católica española se vaya haciendo cada vez más integrista hay que votar al candidato socialista? ¿Es esa la principal razón suficiente a esgrimir?

Escaso y desolador bagaje. Paupérrima baza. Hable de futuro, señor Zapatero. Y hágalo con visión de Estado, no con la palabrería de un tendero.