El pasado 11 de septiembre de 2015, se celebró en Sevilla, en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de su Universidad, la «I Jornada sobre Amianto en Andalucía«, en apoyo a la campaña «Amianto Cero en Europa y Justicia para las Víctimas«. El amianto sigue siendo un tema de plena vigencia, por cuatro motivos, […]
El pasado 11 de septiembre de 2015, se celebró en Sevilla, en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de su Universidad, la «I Jornada sobre Amianto en Andalucía«, en apoyo a la campaña «Amianto Cero en Europa y Justicia para las Víctimas«.
El amianto sigue siendo un tema de plena vigencia, por cuatro motivos, como mínimo:
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Por el dilatado tiempo de latencia de sus patologías asociadas, que hace que actualmente estén aflorando continuamente casos de mesotelioma, asbestosis, etc., que corresponden a exposiciones correspondientes a fechas anteriores a la de prohibición en España, de todas las variedades de asbesto.
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Por la ubicua presencia de amianto instalado, en condiciones ya de franca obsolescencia, de final de su vida útil, en el caso del amianto-cemento, con toda una serie de problemas medioambientales ligados a esa situación, tales como son, por ejemplo, los casos de desamiantado «salvaje», de vertidos incontrolados e ilegales, o de indiferencia ante palmarias situaciones de roturas accidentales, entre las que cabe incluir la creciente inclemencia de los meteoros, como consecuencia del cambio climático antropógeno, que a nivel mundial estamos actualmente empezando a padecer, con creciente intensidad. Véase al respecto: [1]
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Porque no existe una universal prohibición del amianto, por la que decididamente hay abogar, y porque ello representa toda una fuente de problemas medioambientales, también para los países en los que sí rige ya esa prohibición, derivados de la presencia de amianto en productos importados desde naciones en las que el uso del asbesto está todavía permitido. Por citar sólo un caso notable y relativamente reciente, recuérdese la importación de automóviles chinos que se hizo en Australia, con sorpresa non grata incluida.
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Porque sus víctimas, tanto ocupacionales como no, aunque especialmente por lo que respecta a estas últimas, están muy lejos de poder alcanzar una justa compensación por el daño sufrido, en todos los casos. Y, potencialmente, víctimas no ocupacionales podemos serlo todos, en un momento determinado, dada la amplia difusión que ha tenido el uso del amianto, que resta sin haber sido retirado de nuestro medio ambiente, tanto urbano como rural, con remarcada presencia en determinadas zonas.
Por tanto, el amianto sigue siendo un asunto de capital relevancia social y de salud pública, para todos los ciudadanos, incluidos aquellos que en un futuro próximo habrán de asumir responsabilidades como dirigentes empresariales, como es el caso, evidentemente, de los alumnos correspondientes al centro docente que ha tenido la amabilidad, la responsabilidad social, y la honestidad de comportamiento, de acoger en sus instalaciones, al referido evento sobre asbesto.
Sin embargo, todo ello no ha sido óbice para que la presencia de tales alumnos en cualquiera de las «Mesas de trabajo» que han integrado el acto, no haya podido ser advertida, al menos según lo que por nuestra parte recordamos del desarrollo del acto, ni, por lo tanto, si eso ha sido así, tampoco cabe atribuirles ninguna suerte de intervención, pregunta, etc., por parte de ningún integrante del alumnado constituido por quienes, en su momento, habrán de acceder, previsiblemente, en puestos de responsabilidad en el organigrama de nuestras empresas, y a los que, en nuestra opinión, la problemática del amianto no debiera de resultarles indiferente, habida cuenta de que, por desgracia, hay amianto todavía para rato, si se nos permite la elocuente expresión coloquial, y al propio tiempo, el futuro rol social de esos alumnos no será ajeno, por supuesto, a esa situación, presente y futura, hasta un horizonte temporal, de muy luenga data. Eventualmente, con intervención en decisiones empresariales que habrán quizás que tener que asumir, en relación con dicho asunto.
Incidimos, con ello, en una carencia, que por lo que respecta, al menos, a lo que percibimos a través de nuestra personal vivencia, se viene repitiendo en situaciones similares, y así, por ejemplo, en nuestro caso podríamos citar a nuestra pasada presentación de nuestro libro «Amianto: un genocidio impune«, en el ámbito de la Universidad Pompeu Fabra. Algo, por consiguiente, está fallando en todo esto, cuando no conseguimos interesar a nuestra juventud estudiantil, en un tema que por desgracia nos afecta y nos va seguir afectando a todos vitalmente, como colectivo humano que es y ha de ser obligado sujeto pasivo de esta situación de potencial afectación por la toxicidad del asbesto.
Es posible, y no sabemos si realmente será así, al menos en alguno de los casos, que quizás el propio planteamiento de quienes abordan a las instituciones académicas, para platearles la petición de que cedan temporalmente el uso de sus instalaciones académicas, para la celebración de este tipo de acontecimientos, implícitamente estén omitiendo, y dejando fuera de toda consideración, la posibilidad y la conveniencia de que el propio alumnado, y el cuadro profesoral del centro académico, sean partícipes, al menos a título de público asistente e interviniente ocasional, en el acto del que cuyo cobijo se solicita.
En la referida jornada se abordaron cuestiones de gran interés práctico, como es el caso, por ejemplo, de los avances en la inclusión de nuevas patologías, dentro de la consideración de enfermedades profesionales, cual es el caso del cáncer de laringe, según hemos podido conocer a través de los medios:
Sin pretender ser exhaustivos, cabría destacar, por su relevancia, las intervenciones del Dr. D. Carlos Piñeiro Díaz, de D. Alessandro Pugno, de D. Francisco Puche Vergara, etc., etc. En el espacio aquí razonablemente disponible, sería imposible dar cumplida cuenta de todos los interesantes puntos abordados por todos los ponentes, amén de las jugosas intervenciones por parte de algunos de los presentes entre el público asistente, como ha sido el caso del Dr. D. Alfredo Menéndez Navarro, o de diversidad de activistas del ecologismo, de sindicalistas, de miembros de las asociaciones de víctimas, etc. A todos ellos cabe agradecerles su presencia e intervención.
En el caso de la intervención del Dr. Menéndez, se señaló, por parte del mismo, la sistemática ausencia de representantes del I.N.S.S., en este tipo de eventos relativos al problema del amianto, en el que el citado organismo de la administración pública es, indudablemente, un agente esencial e imprescindible para que puedan tener remedio los múltiples defectos que la situación española de este problema tiene evidenciados de forma clamorosa, diríamos.
También, entre las muchas situaciones abordadas en la susodicha jornada, citaría, por ejemplo, a aquella que da pábulo al título del presente trabajo. Nos referimos a la situación que se genera, cuando algunos políticos españoles, gandules, holgazanes e indolentes, para no hacer nada, le espetan la excusa ramplona de la socorrida «alarma social», a quienes, en su calidad de integrantes de alguna de las estructuras de intermediación social -asociación ecologista, sindicato, asociación de víctimas del asbesto, etc.-, ante una situación que demanda una intervención de alguno de los estamentos de la administración pública (habitualmente, la municipal), para que algún deterioro o riesgo potencial, derivado de la presencia de amianto instalado, sea remediado, y quien tiene la obligación moral y legal de preceder en consecuencia, sin embargo, para no hacer nada, saca a relucir el desgastado pretexto de la manida «alarma social», alcahueta de todas las negligencias españolas, incluidas las que conciernen al amianto.
Acerca de esta cuestión, ya en la sexta entrevista de entre las habidas sobre nuestro libro ya antes citado, en respuesta a las preguntas formuladas por el profesor D. Salvador López Arnal, la cual se publicó en «Rebelión» en 13 de junio de 2014, ya decíamos lo siguiente: » Somos el país de los «paralíticos» aquietados por el espantajo de la «alarma social» que nadie quiere desencadenar, y que es la sempiterna alcahueta cómplice de todos los beatíficos y orondos detentadores de los poderes fáctico e institucional, empeñados en que nadie ose despertar. Un país en el que todo se trivializa, y en el que, a quienes nos pisan los juanetes, encima tenemos que darles las gracias, no sea que se vayan a incomodar».
Es evidente que, sin dejarse chulear, quienes se ven sometidos a esta situación, deben exponerla públicamente en los medios de comunicación, movilizarse, y denunciarlo judicialmente, para que la autoridad concernida se sienta instada contundentemente, a rectificar su inapropiada actitud y pasividad.
A crear ese clima de compromiso y de hipersensibilidad, actos como el comentado contribuyen indudablemente.
Nuestra más sincera felicitación a todos sus organizadores y patrocinadores, aunque, como todo lo humano, siempre pueda ser susceptible de mejora.
Nota
(1): Francisco Báez Baquet Amianto y cambio climático: el nexo inesperado, «Rebelión»,17/08/2015 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202194
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