Los eurodiputados finalmente no prohibieron estos gases, tan sólo medidas para reducir y seguir su uso. Avril Doyle, electa por Irlanda y miembro del Partido Popular Europeo, declaró a una emisora de radio británica que los eurodiputados recibieron docenas de cartas de industrias de sus circunscripciones en las que se les «amenazaba con pérdidas de […]
Los eurodiputados finalmente no prohibieron estos gases, tan sólo medidas para reducir y seguir su uso.
Avril Doyle, electa por Irlanda y miembro del Partido Popular Europeo, declaró a una emisora de radio británica que los eurodiputados recibieron docenas de cartas de industrias de sus circunscripciones en las que se les «amenazaba con pérdidas de empleos si votaban por tal enmienda o tal directiva». El debate sobre los gases fluorinados se inició en Bruselas hace más de dos años y, según Doyle, «ha habido seis meses de presión intensa. Emails, cartas, llamadas telefónicas y faxes, sin parar».
Aunque estas actividades de presión, o «lobby», son legales y muy frecuentes, especialmente en Bruselas, Doyle asegura que estas industrias superaron los límites y fueron «alarmistas» y cree que la votación estuvo «fuertemente influida y dirigida por los grupos de presión».
Una de las empresas de relaciones públicas de Bruselas que presionaron en este caso, Hill and Knowlton, niega que se presionara en exceso a ningún eurodiputado y defiende el derecho de todo el mundo a hacer escuchar su voz ante los representantes electos.
La Comisión Europea se encuentra actualmente trabajando en la elaboración de un código de conducta para los lobbies.