Apenas constatada la magnitud del desastre humano que dejó el pasó del huracán «Katrina», agosto-septiembre 2005, la gobernadora de Louisiana, Kathleen Babineaux, pidió ayuda urgente de personal médico. Inmediatamente el gobierno cubano respondió ofreciendo poner en Louisiana, Mississipi y Alabama, en un máximo de 48 horas, un contingente de 1.600 médicos especializados para actuar en […]
Apenas constatada la magnitud del desastre humano que dejó el pasó del huracán «Katrina», agosto-septiembre 2005, la gobernadora de Louisiana, Kathleen Babineaux, pidió ayuda urgente de personal médico. Inmediatamente el gobierno cubano respondió ofreciendo poner en Louisiana, Mississipi y Alabama, en un máximo de 48 horas, un contingente de 1.600 médicos especializados para actuar en este tipo de circunstancia. Ellos llevarían 36 toneladas de medicamentos y otros recursos necesarios. Todo como ayuda humanitaria. Ese ofrecimiento, ni el realizado directamente al presidente George W. Bush, obtuvieron respuesta.
Aún estaba latente la tragedia del «Katrina», cuando el 8 de octubre del 2005 se produce en Pakistán uno de los peores terremotos de la historia, creando un drama humano y sanitario de inmensas proporciones, particularmente en las regiones más pobres y aisladas del norte del país. El 15 de octubre llegaron los primeros 200 médicos cubanos con varias toneladas de equipos de emergencia. Ante la gravedad de la situación, pocos días después se fue enviando desde la Isla lo necesario para armar y equipar 30 hospitales de campaña. No fueron pocas las regiones a donde por primera vez llegaba un médico. No faltaron los pobladores que descubrían la existencia de humanos de piel negra, llegados de un lugar llamado Cuba.
Para no contrariar la tradición, las cubanas se cubrieron el pelo. Ellas fueron el 44% de los casi tres mil médicos que estuvieron desplazados hasta mayo 2006, apoyados por compatriotas paramédicos, ingenieros y técnicos. Tan solo en el hospital de campaña ubicado en Data, los profesionales de la salud llegaron a ser 32 mujeres y 23 hombres, dirigidos por una colega mulata. Ahí se asentaron desde el 12 de noviembre, teniendo que empezar por adaptar el terreno de lo que había sido un campo de maíz con la ayuda del Ejército pakistaní, y bajo un intenso frío glacial. La necesidad de atención médica y la interrelación lograda en tan poco tiempo, a pesar de las grandes diferencias culturales, permitió que muchos pakistaní aceptaran que un cubano sanara a su esposa o hija.
A primeros de diciembre esas comunidades fueron declaradas libres del riesgo de epidemias. Para fines de abril 2006, a pocos días de su partida, el equipo médico cubano había atendido a millón y medio de personas, mayoritariamente mujeres, habiendo realizado unas trece mil intervenciones quirúrgicas. Aunque la mayoría de los pacientes fueron atendidos en sus lugares de residencia, con el material traído desde Cuba e instalado en casi todos los 30 hospitales de campaña, se lograron realizar análisis de laboratorio, rayos X, ultrasonidos, electrocardiogramas, además de cirugía ortopédica. Unos pocos pacientes con traumas en extremo complicados fueron trasladados a La Habana.
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En 1998 el gobierno cubano empezó a estructurar la ayuda médica masiva a pobladores de países pobres afectados por desastres naturales. Fue a partir del paso de los huracanes «George» y «Mitch» por Centroamérica y el Caribe que Cuba ofrece sus médicos y técnicos para trabajar en los «Programas Integrales de Salud». República Dominicana, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Haití y Belice, aceptaron la ayuda.
Ante el desastre humanitario que produjo el huracán «George» en Haití, el gobierno cubano ofreció enviar todos los médicos que fueran necesarios, proponiendo al gobierno francés de aportar parte de los medicamentos que los pobladores de su ex colonia necesitaran. París nunca contestó: prefiriendo enviar tropas. Cuba, entonces, envió sus médicos -2.500 desde 1998- y las toneladas de medicamentos que su débil economía le ha permitido.
Por su efectividad sanitaria, la gratitud total del servicio, y el hecho de que los médicos atienden en zonas donde no van los galenos nativos, el programa fue requerido por otros países, especialmente africanos. Los médicos, que reciben el salario de su gobierno, se comprometen a no interferir en los asuntos de política interna, así como a respetar las leyes y costumbres. Para el 2005 ya eran los pobladores de las zonas más humildes de 6 países de América Latina, y 20 de África los beneficiados. Se atendieron, hasta fines del 2005, más de medio millón de partos, 1.657.867 intervenciones quirúrgicas, y aplicado casi 9 millones de vacunas.
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Cuba envió su primera brigada médica internacional en 1963, apenas cuatro años después del triunfo de la Revolución, y precisamente a la Argelia recién liberada del colonialismo francés: 58 galenos y técnicos. Desde esa fecha y hasta fines del 2005 ya habían sido unos 100 mil los médicos y técnicos de la salud que han prestado sus servicios en 97 países, especialmente de África y América Latina. Hasta marzo del 2006 habían 25.000 profesionales en 68 naciones.
A ello se debe de sumar la atención brindada en su propio territorio. En Cuba fue tratada aquella niña que desnuda corría por una carretera llorando, con la piel quemada por los bombardeos con «NAPALM» del Ejército estadounidense en Vietnam, y cuya escena impactó terriblemente al mundo. Cuba fue el único país que recibió 19 mil niños y adultos, de las tres repúblicas soviéticas afectadas por el accidente nuclear de Chernobil, en 1986. La mayoría fueron atendidos en los momentos en que Cuba pasaba la peor crisis económica de su historia, al haber desaparecido, precisamente, la Unión Soviética que había sido su primer socio comercial, mientras Estados Unidos le reforzaba el bloqueo económico.
Cuba no es solo uno de los países que más ha desarrollado programas de prevención y medicamentos para combatir el SIDA, sino que cuenta con uno de los índices de contagio más bajo: 0.09%, que contrasta con el 0.6% de Estados Unidos. Por ello, durante la sesión extraordinaria de la Asamblea General de la ONU sobre el tema, julio 2001, su gobierno fue el único que hizo ofrecimientos concretos e inmediatos para ayudar a frenar la epidemia: «Los médicos, pedagogos, psicólogos y otros especialistas que se requieran para asesorar y colaborar con las campañas de prevención del SIDA y otras enfermedades. Los equipos y kits de diagnósticos necesarios para programas básicos de prevención del SIDA. Además el tratamiento antirretroviral para 30.000 pacientes…» Y si el proyecto se quisiera ampliar, como debería de ser, «Solo sería necesario que la comunidad internacional aporte las materias primas para los medicamentos. Cuba no obtendría ganancia alguna, y aportaría los salarios de su personal…» La respuesta ha sido casi nula y el flagelo no se detiene. De todas maneras, en 8 países de África y 6 de América Latina se ha desarrollado el proyecto «Intervención educativa sobre VIH/sida», que ha permitido 15.516 programas radiales, 2.097 programas televisivos, además de consultar 208.100 pacientes y ofrecer capacitación directa a 529.700 trabajadores de la salud.
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Poco después de haber llegado al gobierno, el presidente venezolano Hugo Chávez Frías firmó un acuerdo con el cubano. Este permitió adelantar un programa masivo de salud llamado «Misión Barrio Adentro», establecido en los barrios y regiones más pobres del país. Para ello llegaron 14 mil médicos cubanos, que han convivido el día a día con los pobladores.
Luego, los dos gobiernos emprendieron la «Operación Milagro», que en diez meses del 2005 devolvió la vista a 79.450 venezolanos. Muchos de ellos eran prácticamente ciegos. A ninguno le costó un centavo, aunque debían de viajar a Cuba para la operación. Entonces se amplió la «Operación»: Hasta marzo 2006 se habían realizado 210 mil intervenciones quirúrgicas a latinoamericanos y caribeños afectados de ceguera, cataratas y otras deficiencias visuales. A mediados del 2005, en tan solo 81 días, el número de caribeños pobres operados en Cuba fue de casi 4.300. Venezuela aporta los recursos económicos, y Cuba los especialistas, el material de operación, y la infraestructura para tenerlos en su territorio mientras dura el tratamiento.
En el mundo, hasta ese momento, ningún gobierno, entidad privada, u organismo internacional había logrado estructurar un programa que diera respuesta efectiva y en gran escala a los necesitados. Y dentro de los planes de la «Operación Milagro» está el de trasladar hasta Cuba a estadounidenses y europeos de escasos recursos económicos para curarlos. Y que no son pocos. Según lo proyectado, se aspira a operar de los ojos hasta un millón de personas al año. Parecen cifras irreales, pero en Cuba existen especialistas que, con la alta tecnología con que se cuenta, pueden operar hasta 50 pacientes en diez horas.
A pocas horas de posesionarse, el primer acuerdo internacional que firmó el mandatario Evo Morales fue con el presidente Fidel Castro. En él se acordaba crear una unidad cubano-boliviana para atención oftalmológica gratuita a la población. Cuba aportará los especialistas y equipamiento. Además del Instituto Nacional de Oftalmología de La Paz, recién equipado por Cuba, también se contará con un centro en las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz. Esto se sumaría a lo que ya vienen realizando 60 especialistas cubanos dentro de la «Operación Milagro», que ya han tratado a 5.500 personas en la misma Bolivia, campesinos en su inmensa mayoría. En este y otros programas participarán los jóvenes médicos bolivianos que se gradúan en la Escuela Latinoamericana de Medicina, ELAM.
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En 1998, mientras Cuba empezaba a enviar médicos al Caribe y Centroamérica, inauguró la ELAM. Ubicada en una antigua base naval, a las afueras de La Habana, tiene como tarea el formar a jóvenes provenientes de familias pobres. En la formación participan todas las 21 facultades de medicina con que cuenta Cuba. Aunque esta pequeña nación invierte cuatro veces más en educación que en defensa, caso único en el continente latinoamericano y quizás del mundo, el proyecto fue tomado inicialmente como descabellado, pues apenas la economía intentaba salir de la crisis. Pero ya en julio 2005 se graduaban los primeros 1.610 médicos latinoamericanos.
Hasta comienzos del 2006, la ELAM contaba con unos 12.000 estudiantes: 10.209 de 24 países latinoamericanos y caribeños (incluidas 63 etnias indígenas), 65 jóvenes de Estados Unidos, 777 de África subsahariana, 42 de África del norte y Medio oriente, 61 de Asia, y dos de Europa. Cada año ingresan unos dos mil jóvenes, que tienen asegurada la formación, la alimentación, el alojamiento, y los elementos básicos para la práctica. Todo gratuito. El único compromiso con el gobierno cubano es de tipo moral: que regresen a brindar los conocimientos a sus comunidades de origen.
Dentro de los planes conjuntos con el gobierno de Venezuela, está el de graduar gratuitamente a 10 mil médicos anuales latinoamericanos, o sea cien mil en diez años, y no sólo en academias de Cuba, pues se está preparando la infraestructura en la propia Venezuela.
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Pero ya en varios países gremios médicos y de oftalmología han lanzado campañas contra estos aportes urgentes y humanitarios.
En el informativo del Consejo Argentino de Oftalmología (1) se decía de los oftalmólogos cubanos: «Ni sabemos si son médicos«. Aunque el 20 de febrero 2006 se reconocía: «La operación Milagro recluta pacientes de bajos recursos de distintos lugares del mundo, preferentemente de Latinoamérica y el Caribe, donde comenzó. Con este programa se trata de devolverle la vista a seis millones de personas que padecen de cataratas…» Pero inmediatamente pasaba a mentir para denigrar: «Esta técnica realizada en Cuba no posee ningún aval científico internacional…» El Consejo de Oftalmología, aparte de anunciar que va a «iniciar gestiones» con algunas organizaciones no gubernamentales caritativas para que financien un programa medianamente parecido, brinda como alternativa el pedir a quienes padecen de retinosis pigmentaria, de comunicarse con la institución, donde «encontrarán respuesta con la seriedad y respeto que todo paciente merece…»
En abril 2005 una decisión judicial del Estado brasileño de Tocantins obligó a partir a 96 médicos cubanos que trabajaban en 28 localidades dentro de un programa de salud familiar. El gobernador no estuvo de acuerdo pero nada pudo hacer, fuera de «reconocer el valor profesional de los médicos, quienes aquí estuvieron muy bien recibidos y sólo tenemos que agradecerles«. La demanda fue instaurada por el Consejo Regional de Medicina. En la sentencia «el juez comparó a los médicos cubanos con curanderos«. (2)
Las protestas y presiones políticas de los gremios aumentan en la medida que ven la avalancha de jóvenes que vendrán desde las universidades cubanas a competirles, pues aunque lo nieguen, ellos saben de la buena reputación que tiene la medicina cubana. El temor es profesional pero también económico, al existir la gran posibilidad de que los nuevos galenos rebajen extremadamente las tarifas o hasta regalen parte de sus servicios. Y así la atención médica dejaría de ser un servicio elitista y comercial.
Ya se amenaza hasta con no reconocer los títulos obtenidos en Cuba. O como sucede en Chile, donde muchos de los jóvenes que se graduaron en el 2005 no han podido registrar sus títulos por el precio tan elevado de los timbres y demás trámites burocráticos. Pero como dice la BBC, si los colegios médicos en América Latina se obstinan en oponerse, «les podría resultar difícil lograr el apoyo de una población que cada día tiene menos acceso a los servicios de salud y para la cual este proyecto aparece como una pequeña luz en la oscuridad.» (3)
Sin embargo, la situación más difícil es para los estudiantes de nacionalidad estadounidense, pues ellos se arriesgan a una condena de 10 años de prisión y multas hasta de 250 mil dólares, porque las leyes del bloqueo prohíben hasta una visita a Cuba. Ello, a pesar de lo necesarios que serían para un país con 40 millones de personas sin cobertura médica, y donde formar un médico cuesta 300 mil dólares.
Aunque algunos siguen tomando todo este aporte humanitario de Cuba como una «hábil maniobra» de Fidel Castro, las declaraciones de un «diplomático occidental» a la cadena BBC no estarían lejos de la realidad: «se trata de una iniciativa con tantos beneficiados que bien podría ser aplaudida incluso por sus enemigos políticos«. (4)
Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano residente en Francia.
© Le Monde Diplomatique.
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1) «Jugando a las escondidas». PIO (Periódico Informativo Oftalmológico) Editorial. N° 37. Diciembre 2005 . Buenos Aires. 26 Diciembre, 2005.
2) AFP, 14 abril 2005.
3) BBC, 5 de abril 2001.
4) BBC; 5 de abril 2001.