Si bien la mayoría de las soluciones a la crisis actual de elevados precios de los alimentos requerirá la reestructuración de nuestro sistema alimentario global tan dependiente de los combustibles fósiles, para crear otro que sea más localizado y orgánico, existe una solución relativamente sencilla que podría producir reducciones rápidas y significativas en los precios […]
Si bien la mayoría de las soluciones a la crisis actual de elevados precios de los alimentos requerirá la reestructuración de nuestro sistema alimentario global tan dependiente de los combustibles fósiles, para crear otro que sea más localizado y orgánico, existe una solución relativamente sencilla que podría producir reducciones rápidas y significativas en los precios mundiales. La especulación financiera en los mercados de futuros de mercancías ha aumentado drásticamente en los últimos tres a cuatro años, y especialmente en 2008, disparando artificialmente los precios de un sinnúmero de bienes de consumo, desde cosechas alimentarias como trigo, maíz, soya, etc., hasta metales y minerales pasando por el petróleo y el gas natural. Este marcado incremento obedeció a simples decisiones políticas y puede abordarse y resolverse con simples políticas similares.
Los primeros mercados de mercancías en Estados Unidos se formaron en 1848 cuando los comerciantes se unieron para crear la Junta de Comercio de Chicago. Anteriormente, la venta de granos era una tarea impredecible y caótica. Cada granjero negociaba individualmente con los vendedores y enfrentaba incertidumbre y una amplia diversidad de precios. Con la Junta, los agricultores por fin pudieron administrar su riesgo acordando con un comprador entregarle el grano en una fecha futura a un precio mutuamente convenido. A esto se le denomina un contrato para entrega futura. En 1865 se crearon los contratos de futuros, parecidos a los contratos para entrega futura, pero que en lugar de celebrarse directamente entre un productor y un vendedor, se comercia con ellos en una llamada «bolsa abierta» llamada mercado de futuros, en donde otros pueden participar. Los compradores del mercado de futuros raramente, si acaso, reciben ellos mismos el producto físico, sino que pueden obtener ganancias a partir de los cambiantes precios de las mercaderías.
Los mercados de futuros alcanzaron tal popularidad que a finales del siglo XIX se crearon mercados para una gran variedad de productos. Los especuladores colocaban grandes sumas de dinero en el mercado apostando a si los precios subirían o bajarían. Desde el principio, el influjo de inversionistas que no participaban realmente en la agricultura resultó un problema; reinaba una atmósfera de casino con las enormes sumas que entraban al mercado en procura de utilidades fáciles. Se cometían todo tipo de abusos para influir sobre el Mercado, desde fraudes y la difusión de rumores para alterar los precios, hasta la compra de información privilegiada. Los considerables flujos de inversión también afectaban innecesariamente los precios de los alimentos. Aunque los inversores especulativos ayudaban a traer liquidez a los mercados, ejercían una influencia indebida sobre dichos precios.
Tras la Depresión se aprobó una serie de leyes para evitar otro derrumbe económico. Una de estas leyes era la de Intercambio de Mercancías de 1936, que por primera vez impuso límites a los inversores especuladores para impedirles manipular los precios futuros de las mercancías. La gente directamente involucrada en la agricultura y producción de alimentos aún podía participar en los mercados de futuros para suministrar liquidez, pero para los inversionistas externos existían ahora límites estrictos en cuanto a las cantidades que podían invertir en las mercancías y la forma en que podían hacerlo.
Estos límites se conservaron durante administraciones sucesivas, hasta la de Ronald Reagan. La presión ejercida por los inversionistas y la predisposición de esa administración a la desregulación de los mercados condujeron a cambios aparentemente menores en las leyes de mercancías que están afectando en gran medida los precios de los alimentos hoy en día. La Comisión de Comercio de Futuros de Mercancías (CTFC por sus siglas en inglés), creada en 1974 para regular los futuros de mercancías, amoldó las normas dejando resquicios (ambigüedades y omisiones) que permitían a los inversionistas externos invertir sumas ilimitadas en mercancías.
Los primeros resultados negativos de esta relajación normativa se evidenciaron cuando Enron las aprovechó para invertir enormes cantidades en los futuros de energía, provocando la subida de precios al tiempo que obtenía gigantescas utilidades. Pese al levantamiento de las restricciones, los inversionistas permanecieron fuera de los mercados de productos alimenticios porque daban menores ganancias que otras áreas de inversión durante los 1990s.
Pan y burbujas
Todo esto cambió después de que la burbuja accionaria estalló en el año 2000 y tras la mayor desregulación de los mercados de futuros de mercancías en 2001. Los inversionistas sacaron vastas cantidades de dinero del mercado accionario, desinflando la burbuja, y colocaron el grueso de esas sumas en el mercado de la vivienda, creando así en él una burbuja que contribuyó significativamente a devastar la economía actual. El estallar la burbuja del mercado de la vivienda, muchos inversionistas se desplazaron ahora a los futuros de mercancías como el sitio para invertir; y con la desregulación de los mercados de futuros de mercancías, pueden invertir inmensas cantidades de dinero en estos mercados.
En su reciente testimonio ante el Congreso de EEUU, el administrador de fondos compensatorios (conocidos como «hedge funds») Michael Masters declare que los inversionistas institucionales (los fondos de pensiones, dotaciones a universidades, fondos patrimoniales autónomos, etc.) han aumentado sus inversiones en futuros de mercancías de $ 13 mil millones de dólares en 2003 a $260 mil millones de dólares en marzo de 2008, y los precios de 25 productos se ha n elevado 183% en promedio durante estos cinco años. Explicó que «los precios de los futuros de mercancías son la referencia para los precios de mercaderías físicas reales, así que cuando … los especuladores provocan un alza en los precios de futuros, los efectos se sienten de inmediato en … la economía real.»
Los mercados de futuros tienden a ser bastante menores en comparación con otros mercados de inversión. En 2004, el valor total de los contratos de futuros de 25 mercaderías principales era de sólo $ 180 mil millones de dólares, comparado con $ 44 millones de millones de dólares invertidos en los mercados accionarios de todo el mundo. Así que cuando estos inversionistas externos entran con enormes sumas de dinero a los mercados de futuros de mercancías, en general provocan la elevación de los precios de esos productos. Tan solo en los primeros 55 días de 2008, los especuladores colocaron $ 55 mil millones de dólares en estos mercados. Es claro el efecto drástico que estos colosales influjos de dinero producen en los precios actuales de los alimentos ya en aumento.
De acuerdo con Masters, «un aspecto especialmente perturbador de… la demanda especulativa es que verdaderamente aumenta cuanto más aumentan los precios mismos.» Ya estamos viendo suceder esto al mismo tiempo que los asesores en inversiones fomentan en sus clientes el ánimo de invertir todavía más en futuros de mercancías. Estos tipos de inversión podrían llegar fácilmente hasta a mil millones de millones de dólares si los inversionistas institucionales mueven una mayor parte de sus inversiones a los futuros de mercancías, lo que desembocaría en aumentos catastróficos de los precios de los alimentos.
Masters traza una analogía útil para entender estas complejas dinámicas: «Piénsenlo de este modo: Si Wall Street fraguara un plan por medio del cual los inversionistas compraran grandes cantidades de medicamentos y equipos médicos para obtener utilidades del aumento de precios resultante, haciendo que estos artículos esenciales quedaran fuera del alcance de la gente enferma y desahuciada, la sociedad, con toda justicia, se sentiría atropellada.» Ésta es la misma dinámica que se está desarrollando en nuestro sistema de mercancías, elevando los precios de alimentos y de petróleo. Masters estima que con una mayor regulación los precios del petróleo bajarían a 60 ó 70 dólares el barril en 30 días y se harían sentir descensos parecidos en los productos alimentarios.
Por fortuna los congresistas estadounidenses se están haciendo conscientes de esta realidad y están proponiendo iniciativas de ley para atacar el problema. La «Ley de Transparencia y Responsabilidad en los Mercados de Mercancías de 2008 [H.R. 6604]» propuesta por Collin Peterson, representante demócrata de Minnesota, es hasta ahora la mejor iniciativa para atacar y resolver la especulación en artículos alimentarios. Casi todas las demás se ocupan solamente de mercancías relacionadas con la energía.
Es de importancia crucial que todos colaboremos para la aprobación de esta Ley o de otra similar a la brevedad posible. Cada día más dinero de los especuladores inunda los mercados de mercancías. Como afirmaba recientemente un agricultor de trigo: «Estamos convirtiendo todo en una mercadería, dejando de ver que se trata de alimentos, algo que las personas necesitan. Estamos comerciando con vidas.» Debemos hacer nuestra parte para que esto deje de suceder.
¿Qué puedo hacer?
Llama a la entidad administradora de tu fondo de pensiones para verificar si tu pensión es invertida en mercados de futuros de mercancías y exige que la retiren de esos mercados. Pide a tu representante y senadores que actúen de inmediato para eliminar las inversiones especulativas en los mercados de alimentos y energéticos.
Carta a nuestros dirigentes: Eliminen la especulación excesiva de los mercados de mercancías alimentarias y energéticas.
Al Presidente Bush, a los miembros del Congreso:
Nos dirigimos a ustedes hoy para llamar su atención hacia un fenómeno profundamente perturbador en los mercados de mercancías, y para reclutar su ayuda para solucionar esta grave crisis.
Muchos expertos en las recientes audiencias ante el Congreso (de EEUU) han testificado que los inversionistas institucionales han derramado cientos de miles de millones de dólares en los mercados de futuros de mercancías, provocando así la elevación de los precios de los alimentos y productos energéticos a niveles históricos.
La mitad de todas las personas del mundo (más de tres mil millones de seres humanos) sobreviven con menos de dos dólares al día. En situaciones normales se ven obligados a gastar la mitad de esa suma en alimentarse ellos y sus hijos. Hoy, los actos de los inversionistas institucionales han contribuido a duplicar o triplicar los precios de los alimentos. En consecuencia, muchos de los pobres del mundo han perdido el acceso al alimento que necesitan para subsistir. Las vidas de millones de personas se encuentran en peligro y Wall Street es parcialmente responsable.
Los precios de los futuros de mercancías han bajado en las últimas semanas. No obstante, los resquicios regulatorios que socavan el propósito de la Ley de Intercambio de Mercancías, siguen abiertos y listos para la reintroducción de una volatilidad extrema de los mercados, inestabilidad política y enorme sufrimiento humano, mientras que benefician primordialmente a unas cuantas docenas de corporaciones y bancas de inversión que «ganan», sin importar que los precios suban o bajen. El Programa Mundial de Alimentos estima que 100 millones de personas enfrentarán la inanición a consecuencia del último salto en los precios de los alimentos. Ésta es una crisis mundial de dimensiones sin precedentes.
Muchas de nuestras organizaciones trabajan sin descanso en Estados Unidos y en todo el mundo para ayudar a los pobres y afectados de desnutrición. El número de personas que sufren los impactos de esta crisis está creciendo de forma exponencial. Por años hemos colaborado con ellas para encontrar maneras de mejorar sus vidas y medios de subsistencia. Por desgracia, ante la escalada de precios de los alimentos, el progreso estable ya logrado está quedando en nada. Para nuestras organizaciones es angustioso presenciar esta situación desastrosa en la que sus necesidades rebasan continuamente nuestra capacidad de ayuda. Nuestros donantes también están sufriendo carencias económicas a consecuencia de los drásticos aumentos de los precios de alimentos y energéticos. Nuestros recursos financieros simplemente no alcanzan el paso de la escasez crítica de suministros de alimentos en una cantidad de comunidades del mundo entero siempre en aumento.
No pedimos apoyo financiero. Pedimos justicia.
Los alimentos no son una inversión especulativa. La demanda artificial creada por la desatada especulación de los inversionistas en los futuros de estas mercancías ejerce una formidable presión hacia arriba a los artículos alimenticios y energéticos. Nunca antes los inversionistas institucionales habían asignado sumas de tal magnitude a los indices de los artículos mencionados. ¿Cómo ha sucedido esto? La CFTC, responsable de regular las mercancías agrícolas y hacer valer los límites de las posiciones especulativas, ha abierto la posibilidad a los bancos de Wall Street para que especulen en futuros agrícolas en cantidades esencialmente ilimitadas.
Todos los días, en Estados Unidos y en el mundo entero, vemos las caras de los millones de personas que sufren, que incluso padecen de inanición por los actos de estos inversionistas. ¿Ayudarían ustedes a quienes sufren obligando a la CFTC a eliminar los resquicios en las normas comerciales que permiten evadir las reglas, y hacer respetar los límites de las posiciones especulativas en los mercados de mercancías que constituyen recursos energéticos Y TAMBIÉN alimentos?
No debe permitirse que las acciones de Wall Street pisoteen los derechos y la dignidad humanos.
Maryknoll insta a todos los ciudadanos a que empleen esta carta como guía para exponer argumentos de peso a sus representantes, y sobre todo a sus senadores, cuando logren contacto con ellos. A quienes deseen firmarla les rogamos contactar a David Kane en [email protected] .
Versión original: A Quick, Easy Way to Lower World Food Prices
Traducción por: María Soledad Cervantes Ramírez
David Kane trabaja en temas económicos y relacionados con América Latina para la oficina de Maryknoll for Global Concerns (www.maryknollogc.org) y colabora con el Programa de las Américas en www.ircamericas.org.