España está en transición. Una transición intra régimen donde el rey tiene su papel invisible, el bipartidismo consolida su hegemonía, la Unión Europea sigue tomando decisiones, el capital financiero se sale con la suya y el pueblo español no le importa a nadie. Mañana, el rey de España acudirá al Consejo de Ministros, en donde […]
España está en transición. Una transición intra régimen donde el rey tiene su papel invisible, el bipartidismo consolida su hegemonía, la Unión Europea sigue tomando decisiones, el capital financiero se sale con la suya y el pueblo español no le importa a nadie. Mañana, el rey de España acudirá al Consejo de Ministros, en donde -imagino- algo se discutirá sobre las nuevas medidas impuestas por la reina, no Doña Sofía, sino la alemana (Merkel), usando su fórmula preferida, la Unión Europea. Los 30.000 millones de euros prestados a la banca española tendrán su precio económico-político. El trueque es bien sencillo: rescatar a la banca para hundir a los ciudadanos. Intercambio desigual, como dirían Wallerstein o Arrighi, pero esta vez en dimensión local.
Unos, los bancos culpables de todo lo avenido, son salvados por las políticas económicas de índole «capitalismo corporativo», esto es, intervencionismo a favor del capital financiero. Otros, la gran mayoría de la población española, son condenados a pagar el más injusto de todos los impuestos, el IVA, a trabajar más en caso de ser funcionario público, a aumentar los años de cotización para disfrutar de una pensión de jubilación y a reducir la prestación por desempleo en importe y en tiempo. El gobierno (anti)popular en España continúa acatando las imposiciones venidas de la reina bávara en el marco de las invasiones bárbaras en la periferia europea en los últimos años. Por un lado, España sigue pagando la deuda pública a interés record, mientras Alemania, tan contenta, consigue financiarse a interés real negativo.
Dicho de otro modo, los inversores que consiguen rentabilidad muy elevada con la deuda española pagan dinero (a Alemania) por poner sus cuantiosos beneficios en deuda alemana. Por otro lado, está el reciente préstamo de 30.000 millones de euros como la primera parte de futuras entregas hasta llegar al importe estimado por las consultoras dependientes (juez y parte). El interés será del 4 por ciento y no del 3 por ciento como dijo el ministro-pinocho de Economía. El gobierno español sigue repitiendo mentiras a ver si en algún momento se convierten en su propia verdad: «No habrá recortes exigidos ni condicionantes macroeconómicos». El préstamo vendrá de la mano, de nuevo, de los hombres de negro (la troika) que vigilarán la economía española cada tres meses. El préstamo, como todos, viene con su letra pequeña en forma de memorándum con 32 condiciones que han sido ya traducidas en nuevos recortes. Estos millones de euros computan como deuda pública hasta que no esté lista la recapitalización directa de bancos. Las consiguientes medidas de desajuste fiscal se sintetizan en dos conocidas píldoras neoliberales: menos gasto social y más impuestos regresivos. Jamás se propone corregir el déficit por la vía de más impuestos a las minorías enriquecidas. ¿Existen alternativas de corregir el déficit sin aumentar el IVA (que afecta a aquellos que menos tienen)? Sí, claro, solo se necesita la voluntad política. Por ejemplo, si se modificara la norma tributaria aprobada en estos últimos años que ha permitido: a) reducir el tipo impositivo para los beneficios empresariales; b) reducir el tipo efectivo (lo que realmente pagan) a la mitad gracias a un cambio de base imposible por infinitas exenciones fiscales; c) reducir el pago de impuestos a las grandes fortunas bajo el modelo de sociedad de inversión de capital variable (pagan 1 por ciento), y d) reducir el tipo impositivo del impuesto sobre la renta para las personas que ganan más dinero (pasaron del 56 a 45 por ciento).
No obstante, la alternativa no es preguntarse cómo pagar la deuda o cómo salvar a los bancos privados; la opción debe ser practicar una moratoria de deuda y no pagar aquella que sea ilegítima. La alternativa es preocuparse por los ciudadanos y no por el capital. Pero no, nada de esto puede ser planteado en una nueva transición en España que desea salvar el capital financiero español, y más concretamente, el capital financiero alemán (acreedor en gran medida de la deuda). De transiciones, en España se sabe mucho. Hace más de 30 años, tuvo lugar una transición en pos de una burbuja democrática y económica, que borraba los muertos del pasado proponiendo un presente basado en un régimen bipartidista, de populares (muchos de ellos franquistas) y socialistas, en connivencia con el rey, formando parte de la trampa europea. Ahora, en esta otra transición, de corte geopolítica, España pasa a ser un länder alemán, con Consejo de Ministros -en presencia del rey- teniendo que rendir cuentas a la reina de Alemania.
Alfredo Serrano Mancilla. Doctor en Economía. Coordinador para América latina, Fundación CEPS.