Ha sido apodada como ‘The Blob’, y su impacto en la naturaleza ha sido devastador; tanto es así que la población de aves aún no se ha recuperado (y probablemente no lo hará). Hasta ahora no se había podido cuantificar bien el tamaño de la mortalidad de estas aves. Los números generan pavor.
Una ola de calor marina conocida como «la Mancha» (The Blob) ha provocado la muerte masiva de 4 millones de aves marinas y la población aún no se ha recuperado. Es el mayor desastre ambiental registrado en aves y resalta los devastadores efectos del cambio climático en los ecosistemas marinos.
Tenemos que remontarnos a 2015-2016, cuando la preciosa cuna azul del noreste del océano Pacífico donde las corrientes bailan y los ecosistemas prosperaban en abundancia, cuando una catástrofe silenciosa azotó las ruidosas colonias de aves marinas que antes llenaban los acantilados.
Tras una dura y devastadora ola de calor marino en la región, que ha sido apodada como “The Blob”, causó estragos irreparables en las comunidades de todo el noreste del océano Pacífico matando a millones de aves marinas en el mayor evento de mortalidad de vida silvestre de nuestros días. Y cómo han muerto es aún más descorazonador.
¿Cómo una ola de calor marina provocó la muerte de millones de aves?
The Blob no es ningún monstruo de una película de ciencia ficción, sino una ola de calor marina absolutamente destructiva. La vasta extensión de agua inusualmente cálida duró unos dos años, entre 2014 y 2016 y azotó miles de kilómetros a través del noreste del océano Pacífico, desde Alaska hasta California, dejando temperaturas superficiales que aumentaron hasta 3 ºC por encima de la media, una anomalía extraordinaria para los océanos que provocó el mayor desastre de biodiversidad registrado.
“Sabíamos que [la disminución de la población] era grande, pero las cifras son un golpe al estómago”, explicó Heather Renner, bióloga de vida silvestre del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Marítimo de Alaska en la ciudad de Homer y coautora del estudio que recoge la revista Science.
El peor desastre ambiental para aves marinas: ¿Se pueden recuperar las poblaciones?
Ahora, el análisis de la Universidad de Washington de 13 colonias estudiadas entre 2008 y 2022, es decir, tanto antes como después de la extensa ola de calor, ha descubierto con pavor que el tamaño de las colonias de aves marinas en el Golfo de Alaska, al este de la Península de Alaska, se redujo a la mitad después de esa ola de calor. En las colonias situadas a lo largo del este del mar de Bering, el descenso fue aún peor, con una pérdida de hasta el 75% de los individuos. La mortandad fue de cuatro a ocho veces mayor que las estimaciones iniciales.
«Este estudio muestra impactos claros y sorprendentemente duraderos de una ola de calor marina en una especie de depredador marino superior», aclara Julia Parrish, profesora de ciencias acuáticas y pesqueras y de biología de la Universidad de Wisconsin. «Es importante destacar que el efecto de la ola de calor no fue estrés térmico en las aves, sino cambios en la cadena alimentaria que dejaron a las aves de forma repentina y fatal sin suficiente alimento». Fue peor de lo que muchos esperaban y más trágico. Las aves murieron de inanición.
Según los expertos, unos 10.000 millones de cangrejos de las nieves del mar de Bering también murieron de hambre por la misma ola de calor en un colapso impactante sobre todo en la población de araos, un ave marina grande y de cuerpo pesado, con un aspecto parecido a los pingüinos. Las playas de Alaska hasta California se llenaron de cadáveres de araos y el estudio actual pinta un escenario muy sombrío concluyendo que ‘The Blob’ mató a unos 4 millones de araos, la mitad de la población de Alaska.
Cambio climático y olas de calor marinas: el futuro de los ecosistemas del Pacífico
Lo peor de esta trágica noticia es que los autores apuntan que las poblaciones de aves marinas no muestran signos de recuperación aun siete años después. Antes de la ola de calor marina, se estima que alrededor de 8 millones de estas robustas aves vivían en el océano y la costa rocosa de Alaska. Las estimaciones recientes, con colonias bastante escasas, no muestran evidencia de recuperación, por lo que es posible que la ola de calor haya transformado el ecosistema para siempre.
Con el cambio climático azotando nuestro planeta con cada vez más fuerza, los científicos señalan que estas olas de calor tan colosales ocurrirán con más frecuencia a medida que el océano se sigue calentando, lo que podría poner en peligro a nuevas poblaciones e incluso a algunas ya vulnerables que no se han recuperado de la anterior.