Gerardo Pisarello está realizando un extraordinario trabajo para definir una postura de izquierda en el análisis del constitucionalismo. Es una labor fundamental porque es un campo clave para poder establecer una demarcación clara, sobre todo en los países llamados democráticos. Sabemos que hay una tendencia interesada para diluir estas diferencia, como si en el fondo […]
Gerardo Pisarello está realizando un extraordinario trabajo para definir una postura de izquierda en el análisis del constitucionalismo. Es una labor fundamental porque es un campo clave para poder establecer una demarcación clara, sobre todo en los países llamados democráticos. Sabemos que hay una tendencia interesada para diluir estas diferencia, como si en el fondo plantearan lo mismo. Su libro anterior, Un largo Termidor. La ofensiva del constitucionalismo antidemocrático,ya me parece un estudio imprescindible en este snetido.
El análisis riguroso y preciso que realiza Pisarello en el libro que nos ocupa es una excelente caja de herramientas para entender y valorar los procesos complejos que o son democratizadores (les llama constituyentes) o son antidemocráticos ( desconstituyentes). Pero lo que hay que tener claro es que los procesos desconstituyentes no son resultado, la mayoría d ellas veces, de un golpe de Estado o de la intervención de grupos totalitarios. Ocurre a través de una deriva oligárquica del
sistema constitucional. Su forma política es la del liberalismo conservador o del neoliberalismo. Consiste en una eliminación progresiva de los elementos democráticos y garantistas y una introducción de aspectos autoritarios y un sufragio restringido y distorsionado. Los poderes económicos de las multinacionales y la financiarización de la economía están detrás de los procesos constituyentes actuales.
Los procesos constituyentes son siempre resultado de movimientos emancipatorios populares. Lo fueron la revolución inglesa, francesa y americana. También los que aparecen en el siglo XX, en los que hay unos patrones comunes : en primer lugar vienen precedidos de un proceso desconstituyente; en segundo levantan un gobierno de transición entre ambos procesos; en tercero, se convocan elecciones a una Asamblea Constituyente y en cuarto se elabora una Constitución. En las entreguerras se concretan en las revoluciones mexicanas y rusa. También en la Constitución republicana española. Hubieron después todas las rupturas constituyentes de la postguerra, muchas veces bajo la forma de movimientos anticolonialistas. Hay siempre una ofensiva popular detrás y una reacción conservadora que se resiste. En los años 60 hay movimientos democratizadores en las empresas y en la sociedad ( básicamente relativos a los derechos de las mujeres) y aparece una nueva dimensión emancipadora con el ecologismo. A partir de los años 70 hay todo un proceso desconstituyente que es el del neoliberalismo, que es un proyecto global de restauración política, jurídica y económica. A partir de los años 80 aparecen otros procesos constituyentes, básicamente en América Latina, pero también en Sudáfrica y en Islandia. Los procesos constituyentes y descontituyentes no son lineales, son complejos y contradictorios, con avances y retrocesos.
El último capítulo del libro trata del tema que nos afecta más directamente, que es del proceso constituyente que aparece en España a partir de la Transición. Un elemento interesante es que la contextualización anterior permite situarlo y entenderlo mejor. Tanto en la medida que se situá en un sistema mundial que es el capitalismo y simultáneamente en una trayectoria histórica. Pisarello también acierta al ver todo un proceso crítico, que va desde la idealización de la Transición hasta la crisis de Régimen actual. La Transición no es producto de un proceso constituyente radical sino de unos pactos que acaban dando la iniciativa a los sectores reformistas del franquismo. Esto permite que la Constitución no sea rupturista y que integre muchos restos del sistema anterior : privilegios de la Iglesia, poder del Ejército, Monarquía, Unidad indivisible de España. Al mismo tiempo hay toda una serie de elementos progresistas que no acaban de desarrollarse, como son los derechos sociales que apunta la Constitución. Así el derecho a la vivienda queda como un formulismo vacío mientras en la práctica las condiciones son cada vez más adversas para materializarlo. Pisarello señala igualmente los aspectos regresivos que ha tenido, por una parte, una comprensión muy estática de la Constitución. Y por otra una serie de medidas que se introducido por la puerta trasera pero que han perjudicado su contenido : la entrada en la OTAN, en la Unión europea ( de la manera como se ha hecho) y la reforma del artículo 135 ( sobre la prioridad de pagar la deuda pública). El análisis me parece interesante aunque señalaría una reserva. Pisarello considera que en Cataluña, el país vasco y Galícia hay la voluntad de impulsar un proceso constituyente rupturista. Yo matizaría mucho. En el caso de Galícia está claro que hay un movimiento independentista minoritario y nada más. Que en el País Vasco el proceso es muy complejo que contiene elementos muy heterogéneos, como un movimiento independentista ligado a la violencia y un partido mayoritario ( el PNV) conservador. Con el tema de Cataluña pasa lo mismo : hay una idealización del movimiento independentista y una visión algo reduccionista del problema. Pero este es un complicado debate en el que no entraré ahora.
La conclusión no podía ser otra que la voluntad de impulsar los procesos constituyentes y democratizadores. Las propuestas se sitúan todas en la tradición de la izquierda democrática. Son radicales como no podían ser de otra manera en el proceso constituyente que estamos viviendo. Tema de discusión es si son posibles o maximalistas. En todo caso valen como una brújula que no hemos de dejar de tener si queremos avanzar en alguna línea y no solo criticas. El esfuerzo estimable de Gerardo Pisarello es el de concretar propuestas.