El mundo arde por los cuatro costados mientras escribimos estas líneas: desde las selvas amazónicas al parque de Tamadaba en Gran Canaria, el verano nos ha vuelto a traer temperaturas más altas, olas de calor e incendios. Nuestro Planeta se deteriora a un ritmo galopante, mientras la respuesta política sigue siendo una asignatura pendiente. Hemos […]
El mundo arde por los cuatro costados mientras escribimos estas líneas: desde las selvas amazónicas al parque de Tamadaba en Gran Canaria, el verano nos ha vuelto a traer temperaturas más altas, olas de calor e incendios. Nuestro Planeta se deteriora a un ritmo galopante, mientras la respuesta política sigue siendo una asignatura pendiente. Hemos visto como los líderes del G7 reunidos en Biarritz en medio de imponentes medidas de seguridad han sido una vez más incapaces de proponer medidas efectivas contra la degradación sistémica que sufre la Tierra. Esto hace aún más imprescindible el ecologismo político como catalizador de un cambio de modelo tan necesario como urgente.
No es casualidad que, mientras decenas de miles de jóvenes se movilizan en todo el mundo al grito de «Dejad vivir a la Tierra», el voto a los partidos verdes haya subido de manera notable en las últimas elecciones europeas. La conciencia por la degradación se hace patente, y se visibiliza con un voto cada vez mayor a las opciones que ponen en primer plano la defensa de lo común y, singularmente, la del cambio de modelo hacia un nuevo paradigma ecologista.
La pregunta que muchos nos hacen es: y en España, ¿qué? Ciertamente vivimos en un país que está en la primera línea de la catástrofe climática. Cada vez es más evidente que la península ibérica es víctima de la degradación, afectando a la vida de las personas y de los ecosistemas.
En el momento actual, el ecologismo político parece ser reclamado por muchas fuerzas en España. Sin embargo, esto no es síntoma de que las políticas estén cambiando, sino de que la cuestión empieza a preocupar a la opinión pública, y singularmente a los jóvenes. No es el caso de las tres derechas, que se mueven a ritmo del negacionismo climático de VOX, cuya portavoz Rocío Monasterio no pierde ocasión de calificar como «milonga» la catástrofe climática.
Mientras, el PSOE de Pedro Sánchez se reivindica como verde. ¿Lo es? Sinceramente, no lo creo. Basta analizar los hechos y dejar fijarse tanto en los discursos. A estas alturas, un año y tres meses después de la moción de censura, es inexplicable que el Gobierno ni siquiera haya registrado en el Congreso una Ley de Cambio Climático. Tampoco en cuestiones clave de la agenda ambiental como las políticas de agua, la defensa de la biodiversidad o el urbanismo litoral se han producido cambios sustanciales con respecto al pasado reciente. Es, precisamente, en materia ecológica donde puede verse muy bien la cercanía de las políticas de Sánchez con los intereses económicos de las grandes empresas y de los lobbies, muy alejados a día de hoy de un cambio de modelo. Basta recordar el triste papel que jugó el PSOE en el Congreso al permitir modificar a la baja la ley de biodiversidad (paradójicamente llamada Ley Narbona ya que se aprobó siendo ella ministra).
En el panorama político nacional es Unidas Podemos quien ha levantado con más credibilidad y fuerza la bandera verde. Ha sido Unidas Podemos la fuerza que ha presentado la declaración de Emergencia Climática como primera medida en esta legislatura, que tanto está costando poner en marcha. No en vano Unidas Podemos asume, con un alto nivel de compromiso ambiental, las competencias verdes en muchos ayuntamientos y Comunidades Autónomas en los que conforma pactos de Gobierno. Esa estrategia de confluencia es la que en su día acordamos en España, y que hoy tiene más sentido que nunca en una situación política polarizada en la que parece UP se convierte en la única fuerza política estatal autónoma de los poderes financieros y económicos.
El contexto, por ello, invita a que el ecologismo político en España sume fuerzas en Unidas Podemos. Desde el compromiso verde no pueden explicarse movimientos dirigidos a debilitar el esfuerzo de consolidar en Unidas Podemos un espacio político ecologista amplio de lucha contra la crisis ecológica.