En ocasión de la IV Minga Global por la Madre Tierra, que se realiza este miércoles (12), la coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (Caoi) y más de diez entidades difundieron el documento especial Minería y crisis del agua . En él, explicitan la coyuntura mundial de escasez de agua y cómo la minería contribuye a […]
En ocasión de la IV Minga Global por la Madre Tierra, que se realiza este miércoles (12), la coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (Caoi) y más de diez entidades difundieron el documento especial Minería y crisis del agua . En él, explicitan la coyuntura mundial de escasez de agua y cómo la minería contribuye a empeorar aún más el escenario.
De acuerdo con datos del documento, el 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua; el 97,5% del total es agua salada y sólo el 2,5% agua dulce. El porcentaje de agua disponible es menor todavía, pues el 70% de la agua está retenida en los casquetes polares, el 26,6% es subterránea, y sólo cerca del 0,4% está disponible para el consumo humano.
Se suma al pequeño porcentaje de recurso disponible el hecho de que el consumo se ha triplicado desde 1950, sobrepasando los 4.300 kilómetros cúbicos por año, lo que equivale al 30% del agua renovable disponible de manera estable en todo el mundo.
Toda esta coyuntura hace que 31 países, actualmente, enfrenten déficits crónicos de agua dulce. De cada seis habitantes del planeta, uno no tiene acceso al agua potable. Para el año 2025, la previsión no es alentadora: 48 países enfrentarán escasez, lo que afectará a más de 2,8 mil millones de habitantes, o sea, el 35% de la población mundial proyectada para el período. La contaminación también es un grave problema. En Europa, por ejemplo, sólo el 9% de los ríos no está contaminado.
Con todo esto, América del Sur se convierte en una región privilegiada, ya que dispone del 26% del agua potable del planeta. «(es) la reserva de agua dulce más importante del globo y es el blanco de la voracidad de los países ricos y las empresas multinacionales. La creciente escasez de agua, su desigual distribución -los países ricos consumen, en promedio 12 veces más agua que los países pobres -, son problemas más que urgentes. El calentamiento global y las actividades mineras alimentan esta crisis que puede llevar a la humanidad a situaciones incontrolables», se alerta en el documento.
A pesar de la necesidad de preservar el agua, la actividad minera utiliza el recurso de manera desenfrenada y contribuye a la contaminación de los manantiales.
En el caso de la minería a cielo abierto, la mayor parte del agua es utilizada para regar las vías internas, con el objetivo de reducir el polvo suspendido en el aire. La cantidad de recurso utilizado solamente con este fin puede llegar al 15% del total en una operación minera. En la minería subterránea, el mayor uso de agua se concentra en los lugares de procesamiento del mineral. Además de esto, está el mismo consumo en los campamentos – para beber, cocinar, lavar, higienizarse, etc.
La contaminación de los manantiales puede ocurrir de cuatro maneras: drenaje ácido, contaminación química, erosión y sedimentación, y por metales pesados y lixiviación.
En la contaminación química, agentes como el cianuro y el ácido sulfúrico, utilizados en la separación del material deseado del bruto, terminan por escurrirse y entran en contacto con alguna fuente de agua. Estos elementos son altamente tóxicos, tanto para seres humanos como para animales, resaltan las entidades.
La erosión, causada por la actividad minera en rocas, hace que se depositen sedimentos en ríos, lagos y otras fuentes, obstruyéndolas y causando daños a su vegetación y a los animales acuáticos.
Por último, la contaminación minera por metales pesados ocurre cuando metales contenidos en las rocas excavadas entran en contacto con el agua que lava la roca, yendo a parar a manantiales cercanos. Entre los metales señalados en el documento se encuentran el arsénico, el cobalto, el cobre, el cadmio, el zinc, el plomo y la plata.
«La IV Minga Global por la Madre Tierra quiere llamar la atención sobre este problema y ofrecer modelos alternativos al extractivismo. Cada segundo que demoremos en cambiar de rumbo es irrecuperable para la defensa de la vida. Debemos actuar ahora para garantizar un futuro», claman.
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1&lang=ES&cod=61190