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Células vivas de miembros de las comunidades karitiana y suruí de Brasil se ofertan en 85 dólares en la red.

Venden genes de indígenas por Internet

Fuentes: Tierramérica

El gobierno de Brasil pidió a Interpol, la policíainternacional, que intervenga en lo que califica de venta ilegal de material genético de sus pueblos indígenas por parte de un centro de investigación estadounidense. Células vivas de individuos de las etnias brasileñas karitiana y suruí, y de otros grupos indígenas de Sudamérica y América Central, pueden […]

El gobierno de Brasil pidió a Interpol, la policíainternacional, que intervenga en lo que califica de venta ilegal de material genético de sus pueblos indígenas por parte de un centro de investigación estadounidense.

Células vivas de individuos de las etnias brasileñas karitiana y suruí, y de otros grupos indígenas de Sudamérica y América Central, pueden comprarse por 85 dólares, mediante un sitio de Internet (http://coriell.umdnj.edu/), al Depósito de Células Coriell, una división del Instituto Coriell de Investigación Médica.

Ese instituto de estudios biomédicos, independiente y sin fines de lucro,tiene sede en la nororiental ciudad estadounidense de Camden, y ofrece elmaterial con la intención declarada de que se use sólo para investigación.

Mercio Pereira, presidente de la brasileña Fundación Nacional del Indio(Funai), pidió el 1 de octubre a la policía federal de su país que investigara el caso, y la embajada brasileña en Estados Unidos trata de que la oferta sea retirada del sitio en Internet de Coriell, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.

A fines de los años 90, el mismo tipo de material genético fue puesto a la venta por Coriell. La Funai amenazó con suspender todas las autorizaciones de investigación médica con pueblos indígenas, y representantes de comunidades nativas presentaron una queja formal.

Pat Mooney, de la organización no gubernamental (ONG) Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, explicó a Tierramérica que ese grupo se opone, como otros de la sociedad civil, a que las corporaciones patenten plantas y animales, en actos calificados de «biopiratería».

En este caso, «aunque el ADN (ácido desoxirribonucleico, soporte de la información genética) y los genes de pueblos indígenas no sean patentados,la información obtenida de su material genético se transforma en drogas patentables», adujo.

El Depósito Coriell posee la mayor colección mundial de cultivos de células humanas, en casi un millón de recipientes. Esas células, obtenidas de muestras de piel o de sangre, se conservan vivas por tiempo indefinido, en animación suspendida a temperaturas extremadamente bajas.

El ADN obtenido de esos cultivos es usado para investigaciones médicas que buscan nuevos tratamientos para cáncer, mal de Alzheimer, diabetes, síndrome de Down y enfermedades cardíacas, entre otras, según se indica en el sitio
de Coriell.

Desde 1964, 120 mil muestras celulares y cerca de 100 mil muestras de ADN han sido vendidas a científicos de 55 países, en transacciones autorizadas por la ley estadounidense.

La mayor parte del material del Depósito no fue recolectado directamente por investigadores de Coriell, sino por otros científicos e instituciones.

El centro de la cuestión es si las muestras de los karitiana y suruí fueron obtenidas con consentimiento pleno e informado de los interesados y del gobierno brasileño, y si hay garantías de distribución equitativa de conocimientos o dinero generados a partir de ellas.

Coriell no respondió a varios pedidos de entrevista por parte de
Tierramérica.

Hace más de una década que se divulgan informes sobre recolección de sangre de los karitiana y suruí que terminaron en manos de instituciones o empresas extranjeras, sin que la Funai haya autorizado la recolección de muestras, dijo a Tierramérica Raimundo José Lopes, jefe de gabinete de la presidencia
de ese organismo, quien preparó el pedido de investigación policial.

El médico brasileño Hilton Pereira da Silva fue acusado en 2002 ante la justicia federal de su país por haber recolectado sin autorización sangre de indígenas karitiana en 1996, en el marco de una filmación y con la excusa de que lo hacía para diagnosticar enfermedades, dijo a Tierramérica Maria Cecilia Filipini, abogada en el occidental estado brasileño de Rondonia del católico Consejo Indigenista Misionero.

El proceso contra ese médico, iniciado por el ministerio público, avanza lentamente por dificultades para interrogar a Pereira da Silva, que al
parecer reside actualmente en Estados Unidos. La fiscalía descubrió que tenía relaciones con la industria farmacéutica extranjera, y sospecha que vendió muestras de sangre en forma ilegal.

«Es raro» que un médico encabezara un equipo de cineastas y llevara equipo para recolectar sangre, observó Filipini.

No se sabe si esa sangre es vendida ahora por Coriell, pero la fiscalía sólo logró recuperar 53 muestras de un total que según piensa fue 160.

La Funai ha tratado de impedir la recolección indebida de material genético,mediante crecientes controles y restricciones de la investigación en territorios indígenas, de las que se quejan científicos brasileños.

Cualquier investigación en reservas indígenas requiere autorización de la Funai, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (del Ministerio de Ciencia y Tecnología) y otras instituciones estatales.

La Funai debe consultar al grupo indígena para saber si acepta recibir a los investigadores, cuyas actividades supervisa, informó a Tierramérica el coordinador de estudios e investigaciones de ese organismo, Claudio Romero.

Pero la tecnología moderna permite que muestras de sangre de la etnia yanomami, obtenidas hace 40 años en Brasil y Venezuela, aún sean comercializadas, así como las de la etnia ticuna, del oeste de Brasil, recolectadas a mediados de los años 70, escribió Bruce Albert, director de investigaciones del Instituto de Investigación para el Desarrollo, con sedes en Sao Paulo y París.

Las células de los ticuna se han empleado en una investigación inmunológica en gran escala, y una de las mayores transnacionales farmacéuticas las usó para profundizar su comprensión del sistema inmunitario humano, indicó
Albert en un trabajo publicado por el periódico electrónico Antropología Pública: Ideas Atractivas 2001.

Los pueblos indígenas no deben ser usados como «minas de genes», sino «tratados como socios y plenamente respetados», alegaron.

Los autores son colaboradores de Tierramérica.