Hasta 1300 millones de personas han sido asesinadas, mutiladas o han enfermado por la energía nuclear desde sus inicios. Las cifras de la industria menosprecian de manera increíble el coste real de la energía nuclear, en un intento de esconder sus víctimas al mundo. Aquí, la autora calcula el número real de víctimas de la era nuclear *. (ojo ver comentarios de Bertell al final).
En el décimo aniversario del desastre de Chernobyl, estaba participando en una reunión pública en Kiev, Ucrania, escuchando la historia de uno de los bomberos que estuvo trabajando en las labores de limpieza del lugar tras la explosión. Estos trabajadores recibieron altas dosis de radiación durante esta tarea, y su historia es terrible. Unos 600.000 hombres fueron reclutados como «liquidadores» [también llamados bio-robots] de Chernobyl: granjeros, trabajadores de fábricas, mineros, y soldados -además de profesionales, como los bomberos- provenientes de todo Rusia. Algunos de estos hombres levantaron piezas de metal radiactivo con sus manos desnudas. Tuvieron que pelear contra más de 300 fuegos creados por las piezas de material ardiente expulsadas por el infierno. Enterraron camiones, coches de bomberos, coches y todo tipo de pertenencias personales. Talaron todo un bosque y lo enterraron completamente, quitaron la capa superior de tierra, derribaron casas y llenaron las trincheras alineadas con barro de escombros nucleares. El servicio mínimo de trabajo era de 180 días, pero muchos permanecieron durante un año. Algunos fueron amenazados con castigos severos a sus familias si no permanecían y cumplían con su deber.
Estos «liquidadores» han sido descartados y olvidados; muchos de ellos han intentado en vano establecer que las malas condiciones de salud que la mayoría han sufrido desde 1986 son el resultado de su exposición masiva a la radiación. En el Centro de Investigación sobre Radiación a las afueras de Kiev, existe una organización de ex-liquidadores. Este grupo informó que, ya en 1995, 13.000 de sus miembros habían muerto -de los cuales casi el 20% de las muertes fueron por suicidio. Se estima que unos 70.000 miembros sufren una incapacidad permanente. Pero los miembros de esta organización son en realidad los afortunados. Porque muchos de los antiguos liquidadores se encuentran ahora dispersos por Rusia, y no tienen ni el beneficio del hospital especial de la organización, ni el poder ser miembros de una organización de supervivientes. Se les conoce como los «muertos vivientes».
El bombero cuya historia yo me encontraba escuchando parecía ser una excepción a esta cruda letanía de enfermedad y muerte. Estaba diciendo en la reunión cómo de alegre y excitado se encontraba, porque por primera vez en 10 años, sus análisis de sangre se encontraban en el rango normal. Yo me encontraba junto a un delegado de la Agencia Internacional de Energía Atómica [IAEA] -la organización cuyo objetivo es la promoción del uso de la energía atómica. Al escuchar la historia del bombero, se acercó a mi y dijo: «¡Ve usted! Ya dijimos que éstas eran únicamente alteraciones temporales». Una traducción aproximada sería: ¿Chernobyl? ¿Cuál es el problema?
IGNORANDO A LAS VÍCTIMAS
La actitud del hombre de la IAEA se encontraba en perfecta consonancia con la de su organización que, junto con la Comisión Internacional de Protección de la Radiación [ICRP], existe en la práctica, fundamentalmente, para restar importancia a los efectos de la radiación sobre la salud humana, y para escudar a la industria nuclear de demandas de compensación por parte de la población. La IAEA fue creada a finales de los años 50 por la ONU, para prevenir la expansión de las armas nucleares y promocionar la utilización pacífica de la energía atómica -irónicamente, dos objetivos contradictorios. La ICRP, que se desarrolló del Comité Internacional de Rayos-X y Protección del Radio de 1928, fue creada en los años 50 para explorar los efectos sobre la salud de la radiación y, teoricamente, para proteger al público de ellos. En realidad, ambas organizaciones han venido sirviendo a la industria más que a la población general.
El caso de Chernobyl es un ejemplo clásico de la incompetencia y ciencia cuestionable de la IAEA. A pesar de las abundantes pruebas en contra, entre ellas los varios miles de víctimas, la IAEA insiste en que únicamente 32 personas han muerto hasta la fecha como resultado de Chernobyl -aquellos que murieron en el ala de radiación del Hospital 6, en Moscú. Todas las otras muertes relacionadas con el desastre y sus efectos posteriores [y ha habido más de 10.000 sólo en Ucrania según él ministro de salud de allí] han sido ignoradas. Bielorrusia sufrió la mayor cantidad de lluvia radiactiva, y todavía hoy día existe un bloqueo internacional por parte de la IAEA y el resto de la «comunidad de protección de la radiación» sobre el sufrimiento de su gente.
El problema básico es que tanto la IAEA como el ICRP no tratan de ciencia sino de política y administración; no de salud pública sino del mantenimiento de una industria cada vez más dudosa. Y sus intereses, y los de la industria nuclear, son el restar importancia a los efectos que la radiación tiene sobre la salud.
La manera principal en el que la «industria de la protección de la radiación» ha conseguido que se subestimen de forma increíble las enfermedades provocadas por la energía nuclear, es insistiendo en un grupo de definiciones extremadamente restrictivas, para determinar lo que son las estadísticas de enfermedades provocadas por la radiación. Por ejemplo, bajo los criterios de la IAEA:
Si un cáncer provocado por la radiación no es fatal, no se tiene en cuenta en las cifras de la IAEA. Si un cáncer es iniciado por otro agente cancerígeno, pero es acelerado o estimulado por la exposición a radiación, no se tiene en cuenta. Si una enfermedad autoinmune o cualquier otra enfermedad distinta del cáncer es provocada por la radiación, no se tiene en cuenta. Los embriones o fetos dañados por la radiación que provocan abortos o niños que nacen muertos no se tienen en cuenta.
Un niño que nace de ciego, sordo, o con malformaciones, cuyas enfermedades están provocadas por la radiación, no es incluido en las cifras porque esto no es daño genético, sino que es teratogénico, y no pasará más tarde a la descendencia del niño.
El provocar una predisposición genética al cáncer de mama o enfermedades cardiacas no es contabilizado ya que no es una «enfermedad genética grave» en el sentido mendeliano.
Incluso si la radiación provoca un cáncer mortal o una enfermedad genética grave en un bebé nacido con vida, éste es descontado si la dosis estimada de radiación se encuentra por debajo del 100 mSv [mSv = milisievert, una medida de la exposición a la radiación. Cien milisieverts es el equivalente en radiación de unas 100 radiografías. (ojo ver comentarios de Bertell). Incluso si la radiación provoca cáncer de pulmón, éste no es contabilizado si la persona fuma -en realidad en cualquier caso en el que exista una posibilidad de otra causa, no se puede culpar a la radiación.
Si todo lo demás falla, todavía es posible esgrimir el argumento de que la radiación no provoca cáncer por debajo de una determinada dosis y, entonces, efectuar un promedio sobre todo el cuerpo de la dosis de radiación que en realidad ha sido recibida únicamente por una parte del cuerpo o incluso un órgano, por ejemplo, como cuando del yodo radiactivo se concentra en la tiroides. Esta dilución arbitraria de la dosis se asegurará que el punto de corte de 100 mSv no se alcance jamás. Es una técnica utilizada para descartar la enfermedad de los veteranos de la Guerra del Golfo que inhalaron pequeñas partículas de uranio cerámico que permaneció en sus pulmones durante más de dos años, y en sus cuerpos durante más de ocho años, irradiando y dañando células en una parte determinada del cuerpo.
LAS VÍCTIMAS REALES
A pesar del intento de las autoridades de esconderlo, todavía podemos comenzar a enumerar las víctimas reales de la era nuclear. Aunque los cálculos y las estadísticas que desarrollo a continuación no incluyen todo el sufrimiento humano provocado por la era nuclear, una mirada más atenta demuestra que la metodología es adecuada para una primera estimación de los daños más importantes. La magnitud del daño provocado hasta el momento es asombroso, y más cuando nos damos cuenta de los muchos tipos de daños que ha sido omitidos de esta primera estimación.
En mi estimación se incluirán las cifras del cáncer, ya sea mortal o no mortal [excluyendo el cáncer de piel no mortal], el daño genético y las malformaciones y enfermedades congénitas graves. Se reconocen otros daños, pero no han sido estimados. Por último, el tema de si uno se preocupa por los daños provocados por la exposición a la radiación, es en última instancia una cuestión humana, no científica. El daño es daño, y el provocar un ataque no deseado sobre una persona o su capacidad de reproducirse es una violación de los derechos humanos. La importancia de dichos daños puede ser evaluada. Pero no puede ser ignorada de manera arbitraria.
«Las estadísticas son las personas a las que se les han secado las lágrimas», dijo una de las personas Rongelap de las Islas Marshall, que fueron las «anfitrionas» de las pruebas nucleares de Estados Unidos en las islas Bikini en los años 50. Esta es una historia de muchos lágrimas, y de un modo de pensar realmente duro que ignoró y ocultó el grado de sufrimiento y las enfermedades que podrían suponer un precio «aceptable» que pagar para que el mundo se «beneficiase» de la tecnología nuclear.
ESTIMACIONES DEL RIESGO UTILIZADOS EN ESTE ANÁLISIS
Para poder estimar las víctimas reales de la industria nuclear [en contraposición a las cifras proporcionadas por el ICRP, la IAEA y otros que hacen apología nuclear] adoptaré las estimaciones del riesgo habituales, indicando su probable rango de error, y después extenderé la definición para tener en cuenta eventos relacionados no reconocidos como «detrimentos» por los reguladores. Por ejemplo, mientras que los reguladores nucleares sólo consideran los cánceres mortales como «detrimentos» , otros, especialmente aquellos que sufren un cáncer no-mortal, podrían considerar que su sufrimiento merece la misma consideración. Y delimitar los efectos genéticos a la descendencia que nace viva, no seca las lágrimas de una familia que ha sufrido un aborto espontáneo o la que ha dado a luz a un niño sin vida.
ESTIMANDO LOS RIESGOS DE CÁNCER MORTAL Y CÁNCER NO MORTAL
En 1991, la ICRP concluyó que el riesgo proyectado durante toda una vida de un cáncer mortal, para los miembros de la población expuestos a una radiación de Sievert-en-todo-el-cuerpo en una dosis baja, era de un exceso de entre 7 y 11 cánceres mortales, y de un exceso de muertes entre 7 y 8 para la industria nuclear con edades entre 25 y 64 años. Hemos extendido estas estimaciones para los cánceres no mortales estimando el número total de cánceres que fue utilizado por la ICRP para obtener el número de muertes. De esta manera hemos estimado 16 cánceres mortales y no mortales, si excluimos los cánceres de piel no mortales, o 36 si los tenemos en cuenta. Si la estimación de los cánceres mortales estaba equivocada en un factor 2, esto que quiere decir que podemos duplicar todas esas cifras.
La estimación que yo he utilizado para el cáncer es de 16 por Persona-Sievert, pero el lector puede ajustar esta estimación para adecuarse a otras inclusiones, exclusiones o incertidumbres.
ESTIMANDO LOS DAÑOS A UN EMBRIÓN O FETO
Según el informe de 1990 del comité BEIR [Efectos Biológicos de la Radiación Ionizante], una dosis de 150 mSv a los testículos de un macho humano provocará una esterilidad temporal, y una dosis única de 3.5 Sv provocará una esterilidad permanente. Según la ICRP en 1991, una dosis de, únicamente, 5 mSv en los testículos provocará daños en los hijos – Y AÚN ASÍ ESTÁ DOSIS ERA PERMITIDA ANUALMENTE A LOS MIEMBROS DE LA POBLACION, Y 10 VECES MÁS A LOS TRABAJADORES NUCLEARES, EN TODOS LOS PAÍSES, ANTES DE 1990. Hoy día todavía continúa permitiéndose anualmente para los trabajadores nucleares en la mayoría de los países
Las mujeres llevan consigo desde el nacimiento todos los óvulos que van a tener en su vida. El umbral para la esterilización femenina permanente disminuye con la edad, pero en general se considera que 650 mSv es el umbral para la esterilidad temporal en las mujeres. Tras el suceso Bravo -la detonación de una bomba de hidrógeno en el Atolón Bikini, en el Pacífico, en marzo de 1954- las mujeres del Atolón Rongelap experimentaron unos cinco años de esterilidad. Según recuperaban su capacidad para concebir, experimentaron embarazos fallidos, abortos, nacimientos de niños sin vida e hijos con daños. Debido a que algunos radionucleidos pueden ser retenidos en los huesos o en los tejidos adiposos, son capaces de cruzar la barrera de la placenta y alterar el desarrollo del embrión o el feto. Lo radionucleidos del cuerpo de la madre también pueden ser transferidos a la leche materna.
La definición oficial de «detrimentos» de la industria nuclear incluye únicamente enfermedades genéticas graves, y las enfermedades teratogénicas [aquellas que no se trasmiten a los hijos] no son tenidas en cuenta. Recientemente, el comité BEIR 1990 hizo una pequeña concesión al reconocer el retardo mental en los niños expuestos a la radiación desde la quinta a la decimoquinta semana del embarazo de sus madres. La radiación mata las células cerebrales, provocando un bajo un desarrollo cerebral [microencefalia] y retardo mental. Para un niño individual, el BEIR estima que una dosis in utero de 100 a 500 mSv puede provocar una serie de problemas, desde un bajo rendimiento escolar hasta un retraso mental grave.
DAÑOS GENÉTICOS
El Comité Científico sobre los Efectos de la Radiación Atómica [UNSCEAR] y el BEIR concuerdan en que una población de un millón de nacimientos vivos expuestos a 100 Personas-Sieverts provocará de uno a tres efectos de daños genéticos en los hijos, y por lo tanto al patrimonio genético del ser humano. La dosis de duplicación de los efectos genéticos [la dosis que provocará dos veces más efectos genéticos] es más polémica, habiendo algunos genetistas que afirman que es de 2.5 Sv, y otros que afirman que la sensibilidad es mucho mayor o una dosis de duplicación de 0.12 Sv. Si esta última cifra fuera real, entonces el aumento de los efectos genéticos sería de un 8.3% por cada 10 mSv y por lo tanto se producirán 83 de dichos efectos por cada millón de nacimientos vivos, cuando la dosis promedio total sea de 100 Personas-Sieverts, en vez de los 4 efectos que mencionamos al principio. Actuando de manera conservadora, hemos tomado como cifra el número de 10 efectos genéticos para los hijos expuestos.
ESTIMACIÓN DE LOS EFECTOS TERATOGÉNICOS
El daño que sufre un embrión en el vientre materno debido a la radiación ionizante no se considera que sea genético. Dicha irradiación puede provocar unas 30 anomalías congénitas diferentes, incluyendo daños permanentes al cerebro, deficiencia mental, deformidades del cráneo, fisuras en el paladar, espina bífida, pies deformes, deformidades genitales, retrasos del crecimiento y cáncer infantil. El total de estos efectos, incluyendo la mortalidad, da la cifra de 46, de los cuales 25 nacen con vida.
Cuando se resumen todas estas estimaciones de riesgos, obtenemos 16 cánceres, 10 efectos genéticos y 25 efectos congénitos por cada millón expuesto a 100 Personas-Sieverts. La tarea ahora es utilizar esas cifras para la población global por efecto de las actividades nucleares industriales, incluyendo las pruebas de armas nucleares de los años 50, 60 y comienzo de los 70, y la producción de electricidad por parte de las centrales nucleares durante la última mitad de siglo. Cuando hacemos estos cálculos encontramos que las pruebas de armas nucleares han provocado casi 376 millones de cánceres, 235 millones de efectos genéticos y 587 millones de efectos teratogénicos, dando un total de aproximadamente 1.200 millones. Mientras tanto, la producción de electricidad mediante centrales nucleares entre 1943 y el año 2000 ha provocado otro millón de víctimas, de las cuales tantas como un quinto han sido muertes prematuras por cáncer. Aunque oficialmente no se tengan en cuenta, unos 500 millones de fetos habrán sido perdidos como niños que nacieron sin vida durante ese período por la exposición a la radiación sufrida en el vientre materno.
Otro siglo de energía nuclear, y esta masacre continuará con más de 10 millones de víctimas por año. Una industria que tiene el potencial de matar, dañar y mutilar ese número de personas inocente -y todo en nombre de «beneficiar» a la sociedad- es claramente inaceptable.
Rosalie Bertell, PhD, GNSH, es Presidenta del Instituto Internacional de Asuntos de Salud Pública y Editora Jefe del Perspectivas Internacionales en Salud Pública [IICPH]. Se puede contactar con la Dra. Bertell vía e-mail en la dirección [email protected]
Deberían emitirse órdenes de arresto internacionales por crímenes de guerra para los perpetradores de estos crímenes. Los individuos de los Estados Unidos como Jack Welch, director general de General Electric, Michael Jordan, director general de Westinghouse, y la consabida letanía de tipos militares, sobre todo soviéticos y norteamericanos. ¿Alguien sabe [Frances Boyle, ¿quizás?] cómo iniciar procedimientos legales contra estos individuos?
– Notas/Correcciones para aclarar el artículo tal y como fue publicado en el «Ecologist», de la autora.
Dra. Rosalie Bertell.
Se omitieron referencias importantes, como el hecho de que utilicé, únicamente, datos de UNSCEAR sobre las dosis de radiación recibidas por la población debido a armas o a asuntos nucleares civiles.
El texto no menciona la fuente de las estimaciones de las dosis a la población, que es fundamental para la credibilidad. También puedo ser criticada por el comentario (añadido por otra persona) de que 100 mSv es el equivalente en radiación de unas 100 radiografías. Las dosis nucleares siempre vienen en dosis de todo el cuerpo, mientras que la radiografías médicas emiten una dosis de cuerpo parcial al órgano diana (dientes, tórax, riñón, etc.). Hablar de «100 radiografías médicas» es bastante difuso e inútil.
Intenté presentar los resultados en forma de tabla para que el lector pudiera utilizarlos como le fuera conveniente, pero no consigo cuadrar los números utilizados en el artículo con mis estimaciones originales.
El editor exageró ligeramente la contribución de las pruebas de armas nucleares y disminuyó mucho la contribución de la energía nuclear. Ambos cálculos fueron efectuados utilizando la misma metodología y ambos utilizaron los datos oficiales de UNSCEAR.
Sin embargo, el texto dice: «Encontramos que las pruebas por armas nucleares han provocado… aproximadamente 1,200 millones. Mientras tanto, la producción de electricidad mediante centrales nucleares entre 1943 y el año 2000 ha provocado otro millón de víctimas…»
Mis estimaciones son las siguientes:
Pruebas por armas nucleares: 1.138 millones producción de armas nucleares: 3,2 millones (84% local o regional)
Producción de energía nuclear: 21 millones (76% local o regional) producción y uso médico: 4 millones
Accidentes: Militares – 16 millones Civiles – 15 millones
Total militares: 1.156 millones Total relacionado con la electricidad: 36 millones Total médico: 4 millones
SUMA TOTAL: 1.200 millones
De estas cifras, aproximadamente el 31.4% son cánceres provocados por la radiación, el 19.6% son efectos genéticos y 49% son efectos teratogénicos en niños nacidos vivos.
Utilicé factores de riesgo oficiales excepto que no introduje el efecto del ritmo de dosis que usa la gente nuclear para disminuir el número de cánceres. Mis propias investigaciones dicen que las estimaciones de cáncer deberían duplicarse, no dividirse entre 2. En el artículo I mantuve una posición neutral, y no hice ninguna de las dos cosas.
Con mis mejores deseos.
Rosalie Bertell
Notas:
El artículo precedente fue publicado en la revista «The Ecologist» de noviembre de 1999, volumen 29, nº 7, páginas 408-411 UK: Phone:0171-351-3578, Fax:0171-351-3617 E-mail: [email protected]
Fuente del original :
http://www.geocities.com/mothersalert/victims.html
– Esbozo biográfico de la Dra. ROSALIE BERTELL y presentación de su centro de documentación. Alfredo Embid.
Reconocida internacionalmente por sus trabajos sobre el cáncer y particularmente sobre la leucemia en relación con la contaminación radiactiva, la Doctora Rosalie Bertell ha pasado su vida denunciando los efectos de la contaminación radiactiva y trabajando para la promoción de la paz, de la justicia, y de un mundo mejor.
Rosalie Bertell
Rosalie Bertell nació en 1929, en Búfalo, Nueva York , E.E.U.U. Su salud era frágil de nacimiento pero Rosalie fue siempre una estudiante muy activa y seria, con talento para las matemáticas y la música. Su madre, canadiense, partidaria activa de la acción social, era su inspiración. De su padre, estadounidense -el inventor del espejo nocturno del coche- desarrolló sus capacidades científicas y prácticas. Rosalie sabía desde joven que entraría en un convento y tomaría la vida religiosa (a pesar de que gozó de su hogar, escuela y vida social), como de hecho hizo en las monjas grises. En su adolescencia, al final de la segunda guerra mundial WW2 fue cuando sucedió el crimen atómico sobre Japón, que la marcó durante toda su vida.*
Rosalie ha hecho su carrera de científico y, a la vez, de activista preocupada siempre por la salud de la humanidad, de todas las formas de la vida y por los efectos destructivos de la radiactividad.
Ha ejercido como epidemiólogo ambiental durante más de 3 décadas, Obtuvo un Doctorado en biometría en la Universidad Católica de América, Washington, C.C., en 1966 , y ha estado trabajando desde entonces en epidemiología ambiental.
Sirvió cuatro años como consejera científica en el programa de los efectos sobre la salud del ecosistema de la Comisión internacional de los E.E.U.U. – Canadá (IJC) en los Grandes Lagos, Ontario.
Trabaja para las víctimas de la contaminación industrial, tecnológica y militar. La Dra. Bertell también ha trabajado con la gente indígena y de los países subdesarrollados que lucha para preservar los derechos humanos, la salud y la vida frente a la contaminación industrial, tecnológica y militar.
Formó parte de la Comisión médica internacional que investigó las consecuencias del desastre de la Unión Carbide en Bhopal, la mayor catástrofe química de la historia.**
También formó parte de la Comisión médica internacional sobre Chernobyl , que convocó el tribunal en violaciones de los derechos humanos de víctimas en Viena, abril de 1996. Este tribunal condenó la actuación criminal de la Agencia Internacional de Energía Atómica y de otras agencias como la Organización Mundial de la Salud, que han colaborado activamente en falsificar las evidencias científicas y en ocultar los efectos de la catástrofe.***
Asistió a la gente de Filipinas con problemas que provenían la basura tóxica dejada por los militares de ESTADOS UNIDOS en las bases de sus militares abandonados de Subic y de Clark. Trabajó con el gobierno de Irlanda para sostener que Gran Bretaña es responsable de la contaminación radiactiva del mar irlandés. Ha asistido a los veteranos de la guerra del Golfo y a los ciudadanos iraquíes que se ocupaban de la enfermedad llamada síndrome de la guerra del Golfo. Ha actuado como consultor a los gobiernos locales, provinciales y federales, y de las organizaciones del ciudadano.
Ha colaborado en los análisis de contaminación radiactiva emprendidos en los E.E.U.U. , Canadá, Japón, Malasia, India, Alemania, Ucrania y otros países.
Rosalie hizo de abogado para los grupos de la comunidad que se oponían el desarrollo nuclear en los E.E.U.U. y Canadá; viajó por todo el mundo para ver, para estudiar y para informar a la población sobre los efectos de la industria nuclear.
Su trabajo se ha centrado siempre en los grupos que eran más vulnerables y estaban más amenazados por la radiación que otros: mujeres y niños; gente aborigen, trabajadores en las minas de uranio y en las instalaciones nucleares como consultor independiente. Cuando su vida fue amenazada en una carretera por «accidente», que de hecho probablemente fue un atentado, se trasladó a Canadá, en donde todavía mantiene ciudadanía.
Fundó el International Institute of Concern for Public Health (IICPH), un instituto canadiense internacional de preocupación por la salud pública en 1984 , en Toronto: www.iicph.org.
Actualmente es presidenta del (IICPH), y redactor jefe de la revista Perspectivas Internacionales en Salud Pública . El IICPH, es una tentativa de institucionalizar su preocupación cada vez mayor por la supervivencia humana en el planeta . Centro de Recursos de Rosalie BertellCalle De 141 Woolwich, Unidad 101Guelph, Ontario, Canadá N1H 8M5Para obtener información y las horas de contacto: Norla M. Antinoro, Ph.D.Teléfono: (519) fax 829-2491: (519) 821-8215email: [email protected] El centro del recursos de Rosalie Bertell es un centro no lucrativo de recursos dedicado a la protección del ambiente y de la promoción de la paz y de la justicia con la educación y la acción del ciudadano. Con los trabajos de la Dra. Rosalie Bertell y otros disponibles para la comunidad, el centro de recursos promueve la educación y la información sobre opciones vitales.
«Nuestro trabajo intenta centrar la atención en la necesidad de la seguridad para la aldea global, resolviendo su necesidad del aire limpio, el agua, los alimentos y un hábitat sano, así como fomentar la transparencia en la cooperación y el desarrollo.»
El centro de recursos es un centro para que la gente reúna los recursos relacionados con el activismo de la paz, de la justicia y del medio ambiente de todas las clases. Con el interés de poner el centro y sus materiales a disposición de todas las personas, ha creado una presencia en internet en MyTown (http://www.mytown.ca/ev.php?URL_ID=88300&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201) y un grupo de discusión en yahoo para reunir las contribuciones de los investigadores y activistas de todo el planeta. http://ca.groups.yahoo.com/group/RosalieBertellResourceCentre
Rosalie es también miembro fundador de la Comisión Internacional de los Profesionales de Salud, y de la Asociación Internacional de Medicina Humanitaria. Ha recibido numerosos premios y cinco doctorados honoríficos. Entre ellos se pueden enumerar: el premio Nobel alternativo de Un Modo de Vida Digno; el premio de la Paz del Federalista del Mundo; el Premio de Innovador en Salud del Consejo Principal de Notario sobre Salud; el Premio Global 500 del Programa medioambiental de las Naciones Unidas, y el Premio Internacional de la Paz de Sean MacBride.
Ha sido seleccionada recientemente para ser una de las mujeres 1000 de la paz nominadas para el premio Nobel de la paz, 2005. Este Nobel, desgraciadamente, se ha otorgado finalmente a la infame AIEA, la Agencia Internacional de Energía Atómica, que promociona y encubre desde los años 50 al lobby militar-industrial responsable de la creciente contaminación radiactiva . Una burla siniestra contra toda la población del planeta y contra las generaciones futuras.
Rosalie es autora de varios libros y cientos de artículos y poemas.
«Manual para estimar los efectos de salud de la radiación ionizante» (1984, 1986). Este y el siguiente, «Ningún peligro inmediato», publicado en 1985, fueron sus primeros libros para revelar los peligros de la radiación de bajas dosis. «Ningún peligro inmediato: El pronóstico para una tierra radiactiva» (http://www.pleinelune.qc.ca/cgi/pl.cgi?titre=Sans%20danger%20imm%E9diat%20% 3F). Su ultimo libro, «Tierra del planeta: El arma más reciente del estudio crítico de la guerra, de los militares y del medioambiente» ha sido publicado en América por Black Rose Books, Toronto Canadá, en abril de 2001, y en Europa por The Women’s Press, Londres, Inglaterra, en noviembre de 2000. Es la síntesis de su experiencia como investigadora y activista. Rosalie es uno de los miembros del ECRR cuyo libro sobre los efectos de las bajas dosis de radiactividad hemos publicado en español.**** La revista «Perspectivas Internacionales en Salud Pública», y sus libros se pueden obtener en IICPH. Información del contacto: [email protected] o www.iicph.org TELÉFONO 1-416-755-3685 Te invito a visitar este centro de información independiente el IICPH . www.iicph.org
Las nuevas armas:
Muchos de sus últimos trabajos tienen que ver con el uso y los efectos del mal llamado «uranio empobrecido», utilizado como otra arma en las guerras de Iraq, Yugoslavia y Afganistán.
A medida que el armamento y la guerra se han convertido en más complejos y sofisticados, los efectos a largo plazo son más insidiosos y mortales. La contaminación radiactiva creciente, aumentada por las nuevas armas utilizadas ampliamente desde 1991, es sin duda lo más grave, pero no el único peligro. El programa militar del espacio, «la guerra de la estrellas», las armas electromagnéticas amenazan con desestabilizar todavía más el ecosistema, causando la devastación extensa en términos ambientales, económicos y sociales. En los últimos años, la Dra. Rosalie Bertell, también ha publicado diversos artículos sobre el proyecto Haarp y las armas climáticas.
Rosalie cree que la II guerra mundial nunca terminó. E.E.U.U. y la mayoría de los países continúan armándose y creando una economía y una mentalidad de guerra permanentes. Considera que la militarización oculta e implacable es la amenaza más grande para el ambiente y para la vida en la tierra. En 2006, desafortunadamente, ésta y otras muchas de sus predicciones sobre el desastre medioambiental, resultan ser cada vez más ciertas.
Sin embargo, a pesar de todo esto, Rosalie es optimista sobre la posibilidad del cambio. Recuerda que nuestra sociedad ha cambiado sus valores básicos y también las actitudes y legislaciones sobre muchas cosas, como los derechos de las mujeres y de los niños. Cree que podemos cambiar y que cambiaremos nuestros valores sobre el militarización. Hace un llamamiento para un nuevo acercamiento a la seguridad, más allá de las agendas nacionales, para buscar soluciones globales a un problema global. En Beijing, en el foro de las mujeres de la O.N.U, invitó a todos a ser transmisores responsables de la información y del conocimiento por sí mismos: «Podemos ser nuestros propios medios», dijo.
Rosalie ilustra la posibilidad de una vida satisfecha y creativa como científico a contra corriente y como activista fuera del sistema.
Rosalie concluye muy acertadamente: «la continuidad de la vida, la llamada para hacer cosas mejores para las generaciones siguientes y siguientes, borra cualquier vacilación… somos parte de algo más grande que nosotros mismos, porque nuestros sueños son a menudo más grandes que nuestras vidas.» R. Bertell , PhD, GNSH.
Notas:
* Sobre Hiroshima ver Boletín nº 85-86.
** Sobre Bhopal ver artículo en el nº 68 de la Revista de Medicina Holística también a disposición pública en nuestra web.
*** Sobre Chernobyl ver varios boletines y artículos de la Revista de Medicina Holística a disposición pública en nuestra web.
**** ECRR «Recomendaciones del ECRR sobre los riesgos de la radiación». AMC. 2004. www.amcmh.org