Los cuentos de amor, confianza y entrega a la pareja se desvanecieron para la cubana Mayda Torres en 1992, cuando unos exámenes de rutina para comenzar un nuevo empleo indicaron que tenía el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). «Tenía una relación estable. No era infiel. Tampoco había tenido antes una infección de transmisión sexual (ITS)», […]
Los cuentos de amor, confianza y entrega a la pareja se desvanecieron para la cubana Mayda Torres en 1992, cuando unos exámenes de rutina para comenzar un nuevo empleo indicaron que tenía el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
«Tenía una relación estable. No era infiel. Tampoco había tenido antes una infección de transmisión sexual (ITS)», contó a IPS esta mujer de 49 años.
«Cuando llegué al sanatorio (de Santiago de las Vegas, en La Habana), vi con asombro que mi esposo estaba allí. Era portador y nunca me lo dijo», recordó Torres, que actualmente es promotora de salud sexual.
A las mujeres «hay que hablarles del condón y las ITS, pero también sobre cómo dejar a un lado el romanticismo y ponerle las cartas sobre la mesa a su pareja», dijo. «Hoy nadie está seguro de nada», lamentó Torres, sobreviviente en una época en que aún no existían tratamientos contra el virus causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
El número de cubanas con VIH/sida crece en los últimos años, aunque son pocos y dispersos los datos públicos sobre su impacto entre las mujeres, en este país de 11,2 millones de habitantes.
En 2010 se constataron alrededor de 2.787 mujeres seropositivas de 15 años y más, mientras que en 2011 fueron 3.013 en el mismo grupo etario, según el Ministerio de Salud Pública.
La misma fuente reveló que las mujeres representaron 20 por ciento de los 14.648 portadores de VIH registrados al cierre de 2012, con «incrementos en algunos municipios y localidades».
El año pasado las mujeres constituyeron 18,5 por ciento de los 2.156 nuevos casos detectados, que elevaron a más de 16.400 las personas con el virus.
Nancy Mora, integrante de la coordinación nacional del Grupo de Prevención del Sida (GPSIDA), confirmó a IPS que aumentan las mujeres portadoras en esta nación caribeña.
Este panorama reaviva el temor de que se feminice la epidemia en Cuba como sucede en la región del Caribe, donde son 53 por ciento de los adultos seropositivos.
Según ONU Mujeres, ellas representaron en 2013 más de 60 por ciento de las personas jóvenes y 54 por ciento de las adultas con VIH/sida en el mundo. África subsahariana, con 72 por ciento de mujeres portadoras, tuvo el indicador más crítico.
En Cuba, el sida se ha comportado diferente.
Desde que en 1986 comenzaron los registros, el VIH/sida prevalece en el grupo de 15 a 49 años, sobre todo en los hombres que tienen sexo con otros hombres, que son más de 70 por ciento del grupo infectado. En Cuba, en 99 por ciento de los casos la transmisión es sexual.
Las autoridades de este país de gobierno socialista mantienen casi eliminada la transmisión de madre a hijo y por la sangre y sus derivados.
Cuba exhibe una de las incidencias más bajas de América Latina, según Onusida, y los tratamientos contra el VIH/sida son gratuitos como el resto de la atención sanitaria.
No obstante, las y los portadores del virus crecen lenta y sostenidamente y, dentro de ellos, las mujeres, jóvenes e incluso personas de la tercera edad figuran entre los grupos vulnerables, que demandan estrategias de prevención más específicas.
Mora, que también es enfermera, planteó a IPS que «el incremento reportado en la población femenina tiene que revisarse a la luz del enfoque de género».
«Tenemos una cultura bien machista, donde la mujer suele subordinarse de alguna manera en la relación de pareja», dijo, mientras con pasos rápidos atendía una sala del Sanatorio de Santiago de las Vegas.
Enclavado en una antigua casona en la periferia de La Habana, el hospital fue el primero en ocuparse de la enfermedad, sigue siendo el centro de referencia para las personas con VIH/sida y guarda la historia de la enfermedad en el país.
La integrante de GPSIDA, una red nacional de promotores voluntarios, opinó que «nos hemos preocupado muchísimo de que la mujer sea directiva, se inserte en la vida pública. Sin embargo, no se habla de la importancia de que nosotras asumamos la dirección de nuestro cuerpo, sexualidad y relaciones de parejas».
Las cubanas reciben iguales salarios que los hombres, tienen derecho al aborto legal y seguro, casi una excepción en América Latina, y constituyen 64 por ciento de quienes se gradúan en la universidad.
Pero el machismo persiste. Sobre los hombros femeninos recae el trabajo doméstico y el cuidado de hijos y enfermos, y las mujeres suelen verse estereotipadas como objetos sexuales.
«Si ella propone el condón puede ser criticada, incluso acusada de infiel», valoró Mora.
A su juicio, se desconoce que las mujeres son especialmente vulnerables a contraer el VIH/sida, incluso en las relaciones de pareja estables. «A los hombres se les permite y hasta se los educa para ser infieles y promiscuos. Tener amantes se ve como un éxito», analizó.
De las 1.645 mujeres incluidas en la última Encuesta a Personas con VIH/sida, realizada en 2011 por la Oficina de Estadísticas e Información, 66 por ciento consideraron que se habían infectado por no haber usado condón y 48 por ciento lo achacaron a haber confiado en su pareja.
La historia de la maestra Roxana Echenique, que supo en 2001 su condición de seropositiva, es un ejemplo de otro rostro oculto y muy polémico de la epidemia en mujeres.
«Mi pareja me contagió. Mi primera pregunta fue si había tenido relaciones con hombres, pero siempre lo negó», recordó a IPS esta mujer de 43 años y residente en La Habana, el área más afectada por el virus. «Después supe que era bisexual. Sentí una rabia inmensa…», aseguró Echenique, madre de dos hijos.
La maestra resaltó el daño que provocan los prejuicios y mitos sobre la mujer con VIH/sida. Por ejemplo, «se piensa que solo les sucede a las prostitutas o promiscuas», comentó.
Un estudio realizado entre 2012 y 2013 por un equipo de investigadoras a 30 mujeres trabajadoras en su hogar del barrio habanero de Luyanó, concluyó que tenían baja percepción del riesgo del VIH, sabían poco sobre la vulnerabilidad femenina y no todas identificaban al sexo seguro como método preventivo.
Además, 19,1 por ciento de las mujeres detectadas en 2013 no estaban vinculadas a ninguna actividad laboral en el momento del diagnóstico.
«Yo les aconsejo a todas las cubanas que usen preservativo… está enfermedad es muy dura y más aún para las mujeres», sugirió Echenique, que no olvida el tiempo que estuvo separada de sus hijos, entonces pequeños, para atenderse en el sanatorio habanero.