Pero, chicas, lo que está claro es que unas cuantas mujeres sí empezaban a denunciar todo esto, aunque les señalaban con el dedo, así que ahora a aprovechar los cambios que ganaron en la ley y exigir respeto. No dejéis acumular las violencias ejercidas por hombres Pero ¿por qué no lo denunciaste? Pregunta repetida cinco […]
Pero, chicas, lo que está claro es que unas cuantas mujeres sí empezaban a denunciar todo esto, aunque les señalaban con el dedo, así que ahora a aprovechar los cambios que ganaron en la ley y exigir respeto. No dejéis acumular las violencias ejercidas por hombres
Pero ¿por qué no lo denunciaste? Pregunta repetida cinco veces tras lo que contaban cinco mujeres a hijas y amigas adolescentes acerca de algunas de sus experiencias con la violencia de género cuando ellas mismas eran adolescentes.
«Mira, subimos al autobús de línea para volver del instituto a casa y nos siguió un hombre que se puso frente a nosotras, se bajo el pantalón y frotó su pene. Solamente teníamos 13 años».
«Mira, a nosotras nos pasó algo parecido con unos 15 años, pero peor, ya que vimos a un amigo de mi familia, unos diez años mayor que yo, y les dije a mis amigas que fuéramos a saludarle; y ¿qué hace el tipo? Bajarse la cremallera para enseñarnos una erección».
«Pues yo tuve un caso muy distinto: con 17 años, y al estar terminando el bachillerato, envié una solicitud para poder formar parte en una expedición a la Antártida y van y me responden que la expedición no aceptaba a mujeres por no tener la infraestructura que éstas necesitarían».
«Lo mismo que yo entonces, que envié una solicitud de trabajo al Servicio Forestal y el saludo inicial de la respuesta que me enviaron era `Estimado Señor’, y eso que en el currículum venía claramente mi nombre de chica. Se conoce que ni pensaban que una mujer podría querer trabajar en ese sector».
«Pues mi caso era de violencia física pura y dura. Tras aguantar al novio cuatro años, con sus borracheras, sus aventuras con otras chicas y sus exigencias de obediencia, llegó el día en que, en la parada del autobús que cogía yo para volver a casa tras verle, le dije que no tenía sentido que siguiésemos saliendo. Y lo que hizo fue poner sus manos alrededor de mi cuello y decir que si él quisiera me podría estrangular. Solamente la llegada del autobús me salvó. Si no, con 18 años allí me quedo».
«¿Y nos preguntáis por qué no lo denunciábamos? Es que estas cosas parecían tan habituales que sería como denunciar a un hombre por gritar `guapa’ a una chica desconocida. Todavía se culpaba sistemáticamente a la mujer si un hombre desvariaba; o sea, si te enseñaba el pito sería por que ibas provocando, si te violaba era por que ibas con minifalda…».
«Yo no tenía la más mínima posibilidad de decirle a mi madre lo que me había pasado, y menos a mi padre. Es que no se hablaba de estas cosas. Y, también, en esa época aún menos planteabas ir a la comisaría y hacer una denuncia en todo rigor. Cómo mínimo se habrían reído de nosotras».
«Y yo, por mi parte, creo que entonces ni siquiera lo veía como algo violento, sino más bien se suponía que el mundo funcionaba así. Al menos en eso hemos avanzado. Se dice que hoy hay más violencia de género, pero yo veía casos de todo tipo antes, si bien simplemente no se hablaba de ello, ni se contemplaba una denuncia».
«Pero, chicas, lo que está claro es que unas cuantas mujeres sí empezaban a denunciar todo esto, aunque les señalaban con el dedo, así que ahora aprovechad los cambios que ganaron en la ley y exigid respeto. No dejéis acumular las violencias ejercidas por hombres. ¡Denunciadlas! ¡Todas!
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20091125/168556/es/Violencia