Mientras se lanzan campañas para promover la equidad de género en China, la violencia doméstica aún es difícil de combatir porque es una práctica muy arraigada en la sociedad, según especialistas. Uno de cada tres hogares sufre situaciones de abuso, tanto físico como psicológico, según la encuesta nacional realizada por la Federación de Mujeres Toda […]
Mientras se lanzan campañas para promover la equidad de género en China, la violencia doméstica aún es difícil de combatir porque es una práctica muy arraigada en la sociedad, según especialistas.
Uno de cada tres hogares sufre situaciones de abuso, tanto físico como psicológico, según la encuesta nacional realizada por la Federación de Mujeres Toda China, la mayor organización no gubernamental femenina del país.
Los episodios de violencia son más comunes en zonas rurales y en aquellos hogares cuyos integrantes no terminaron la educación formal básica. Los hombres son responsables de 90 por ciento de las agresiones, añade.
Una de cada tres familias encuestadas en las provincias de Gansu, Hunan y Zhejiang sufre hechos violentos y 85 por ciento de las víctimas son mujeres, según el estudio realizado por el China Law Institute.
La violencia doméstica está tan arraigada que tanto hombres como mujeres dijeron que era normal en la vida familiar. Sólo cinco por ciento reconocieron que su matrimonio no andaba bien.
El hecho «es perjudicial para la familia y la sociedad en su conjunto. Pone en riesgo la estabilidad social, los matrimonios y el bienestar de niños y niñas», señaló Xu Rong, responsable de la sección proyectos del Centro de Desarrollo Cultural para Mujeres Rurales, con sede en Beijing.
En zonas rurales, la idea arraigada de que las mujeres deben estar subordinadas a los hombres es el principal factor del abuso.
En China, la violencia doméstica es considerada un asunto privado, lo que hace que sea más difícil para las mujeres buscar ayuda.
También es un factor importante que incide en la gran cantidad de suicidios de mujeres de zonas rurales.
Unas 157.000 chinas se suicidan cada año, según un estudio publicado en Da Ai Net, un portal de noticias dedicado a la salud mental y la educación familiar. En el campo, el problema es de tres a cinco veces mayor que en la ciudad.
Un estudio que analizó 260 suicidios encontró que 66 por ciento de las personas habían sido víctimas de violencia doméstica.
La violencia se origina en la creencia de que los varones son más valiosos que las niñas, en la subordinación de las campesinas y en la falta de asistencia a las víctimas, según Xie Lihua, editora de la revista Mujeres Rurales y secretaria general del Centro de Desarrollo para Mujeres Rurales.
El problema también afecta a las familias de altos ingresos. Una investigación que estudió 548 hogares con situaciones de abuso reveló que 111 de sus miembros eran universitarios, 72 funcionarios públicos y 88 tenían ingresos superiores a los 298 dólares al mes, según una encuesta realizada por la Federación de Mujeres Municipales de la provincia de Guangdong.
La Constitución de China señala que «las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres en todas los ámbitos de la vida». Pero hasta hace poco no había leyes específicas sobre violencia doméstica, señaló Li Yinhe primera socióloga que trabaja como investigadora y tutora de estudiantes de doctorado en el Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias Sociales China.
En 2001 se incluyó por primera vez en la legislación china el concepto de «violencia doméstica. Ese mismo año figuraron normas sobre esta problemática en la reforma de Disposiciones Generales sobre Derecho de Matrimonio.
Luego, China suscribió la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Se creó una alianza de organizaciones para llevar adelante el proyecto «Violencia doméstica en China: investigación, intervención y prevención».
La justicia también comenzó a hacerse cargo del problema. En agosto de 2008, un tribunal de Wuxi, en la provincia de Jiangsu, emitió por primera vez un fallo sobre seguridad personal al prohibir a un hombre golpear o humillar a su esposa.
Hubo mejoras significativas en los últimos años pese a la gran cantidad de casos de violencia doméstica, señaló Xu, cuyo trabajo se concentra en la prevención del suicidio en zonas rurales. El aumento de los ingresos contribuyó a aliviar un poco el problema.
Pero todavía resta mucho por hacer. Hay que aumentar los fondos para crear refugios que brinden protección a las mujeres y promover la educación de género, indicó Li.
También es necesario reforzar las leyes sobre violencia doméstica, promover la prevención y la protección de las víctimas, apuntó Xu. «Tenemos que difundir la idea de que la violencia doméstica es ilegal», añadió.