“Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos. Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo”[1] jefe Seattle
Lo leemos y vemos todos los días, el mundo está bajo amenaza, el mundo está ardiendo, el abismo está cerca, así es como vivimos la postmodernidad. Se trata del clima, el calentamiento global cada vez mayor y algo tiene que suceder, pero ¿qué?
Aquí presentamos una forma de pensar que puede ser bueno conocer a medida que nos adentramos en el enigmático espejo posmoderno con sus programas económicos, su desarrollismo y sus fuertes tendencias apocalípticas. El humano es un ser energético multidimensional, y su realidad del otro lado del velo es ilimitada en su proyección divina. El ser humano devela el Velo de Maya[2] buscando la verdad que tiene escondida en el átomo divino de su ser eterno. La oscuridad que ha fabricado el ser humano de la modernidad con sus pensamientos y sentimientos negativos de odio, ansiedad, miedo, discordia, venganza, racismo, egoísmo, envidia y materialismo, que invaden al mundo e impiden que el hombre desarrolle su divinidad.
Se trata de la relación del hombre con la naturaleza. Sobre algo que resultó terriblemente mal en esta relación, pero que aún puede corregirse. Se trata de escuchar a aquellos que, incluso antes de la civilización moderna, parecen haber leído los signos estelares en el cielo. Porque hay algo prohibido de hacer para el hombre. Algo que los chamanes y los espiritistas han sabido en todo momento, si hacemos lo prohibido, sucumbiremos, así nos advertían. ¿Será esto un desafío que la tecnología y la colaboración global pueden resolver, o estamos avanzando lentamente hacia una caída imparable?
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.[3]
Para encontrar una respuesta, miramos y retrocedemos en el espejo de la historia. El pasado gravita sobre el presente de una manera inevitable. La historia no es algo simplemente pasado; está presente y opera en la actualidad mucho más de lo que tendemos a imaginar. El pasado histórico ha sido desde siempre el depósito de donde los indígenas (los sin historia) han extraído los modelos, los ejemplos, las lecciones para su comprensión del orden moral y político. El sentimiento de ser depositarios de una herencia, de ser un eslabón en una larga cadena que proviene de los antepasados y que las generaciones venideras la continuaran, de tener que ser juzgados por la historia futura, forma parte esencial de la mentalidad de estos pueblos.
Para aspirar al futuro, debemos redescubrir nuestro pasado olvidado. En algún lugar de la historia de la ciencia, en nuestras vidas, en nuestra historia cultural, se oculta un secreto, que aquí intentamos encontrarlo. A veces se dice que la evolución de nuestro tiempo, con sus enormes cambios tecnológicos y sociales, no puede pasarse por alto, ni siquiera entenderse. Pero todo se trata de la apariencia que vemos en el mundo. En la visión hindú el mundo cambia continuamente, pues el universo es una obra rítmica y dinámica, en donde todos estamos unidos en una gran danza cósmica. Mientras nuestra visión del mundo sea fragmentada, mientras estemos bajo el velo de maya pensamos que estamos separados del inmenso Cosmos. El velo de maya es la ilusión de las creaciones racionales de nuestros pensamientos que estructuran, cosas y eventos, que forman realidades en nuestra naturaleza humana, son conceptos creados por nuestras mentes empeñadas en medir, categorizar y separar. El velo de Maya es la ilusión de tomar estos conceptos por realidades, de confundir el mapa con el país. Otro ejemplo de apariencia lo encontramos en Satori, nombre que la escuela Rinzai del zen japonés da a un centelleo de la iluminación que se puede definir como una visión intuitiva de la naturaleza real de las cosas, en contraposición a la comprensión analítica o lógica de la realidad.[4]La historia en el espejoes una lectura de la modernidad reflejada en el espejo, intenta sentir el eco del corazón de la naturaleza que penetra y conmueve el corazón de la postmodernidad. Tal vez así podamos ver el mundo, y entender la realidad de una manera completamente nueva. Toda historia es una cita de textos, y cada hombre es una cita de sus antepasados.
Descartes, Newton y la muerte del viejo mundo
Dos hombres que en el siglo XVI cambiaron totalmente nuestra forma de ver el mundo y al ser humano, son pensadores que nos influenciaron en un plano tan profundo que, a muchos de nosotros nos cuesta tanto orientarnos en el mundo sin abrazar consciente o inconscientemente las ideas que surgieron de estos científicos y filósofos. Con ellos murió el paradigma orgánico que era parte de casi todas las civilizaciones del mundo hasta entonces. Ellos crearon una nueva cosmovisión que se articuló y expresó a través de una metáfora maquinal, de ahí conocido como el paradigma mecanicista de la modernidad. Descartes creó un límite entre dos campos independientes, y separados: res cogitans, pensamiento, y res extensa, la materia. De ahí su célebre afirmación “el concepto de cuerpo no incluye nada que pertenezca a la mente y el de la mente, nada que pertenezca al cuerpo” El mundo exterior funciona como una máquina completamente mecánica, el mundo interno debe seguir el mundo racional del pensamiento. Esta división que hizo ha tenido consecuencias de largo alcance, y fue también clave para el surgimiento y desarrollo de la revolución industrial.[5]Se podría decir que la sociedad moderna en que vivimos es una realización física de este dualismo. Pero ¿por qué era tan significativo para él hacer que este dualismo fuera tan importante? Tal vez este pensamiento fue el que tuvo las consecuencias más fatales. Según Descartes, la materia no tenía ni vida, ni metas, ni espiritualidad. La naturaleza funcionaba de acuerdo con unas leyes mecánicas y todas las cosas del mundo material podían explicarse en términos de la disposición y del movimiento de sus partes.
¿En qué se traduce filosóficamente hablando el significado del cogito cartesiano? Se podría decir que la ciencia moderna nace ahí, en la imagen mecánica de la naturaleza que sigue siendo el paradigma que domina la ciencia moderna, de la física a la agricultura; autorizó científicamente la manipulación y la explotación de los recursos naturales. De alguna manera la ciencia moderna lleva a su cumplimiento el mito religioso que se expresa en la misión otorgada al hombre por Dios para dominar la tierra.[6]J. Medina afirma que: En esa misma lógica se da la formulación económica y monetaria, el “abstracto más concreto”, es el instrumento más práctico y eficaz para la reducción de todo a cantidades mensurables, por tanto homogéneas. Lo que busca justamente el método científico de la modernidad. El desarrollismo es por lo tanto, un resultado directo de la cosmología científica moderna. Y bueno, una modernidad que ya no va más.
La idea cartesiana inicial de liberar al hombre de la religión y sus problemas fue reforzada por Newton más tarde en el mismo siglo XVI, con la publicación de su Principia Matemática, que establece los fundamentos de la ley de la gravitación universal, se podría decir que Newton fue la culminación de Descartes. En esta misma época surge el antropocentrismo, una doctrina que en el plano de la epistemología sitúa al ser humano como medida y centro de todas las cosas, y en el de la ética defiende que los intereses del hombre deben recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. El antropocentrismo coincide con el surgimiento de la modernidad, y se considera como alternativa que remplazara al teocentrismo. Descartes como fundador de la base del conocimiento y Newton como el que da la solución al problema de los movimientos planetarios. Principia es considerada por muchos como la obra más importante de la historia científica. Las dos teorías juntas se convirtieron en una combinación increíblemente poderosa para demostrar que no se necesitaba de la religión para comprender el mundo. Tenemos que entender que el dualismo de Descartes fue concebido en su tiempo como una filosofía anti esotérica, una filosofía anti ocultista, una filosofía anti hermética, pues en ese momento era la filosofía hermética la impulsora principal de lo que después llega a ser las ciencias naturales. De esta manera es como entonces, “el último mago”, Isaac Newton dio origen a la cosmovisión mecanicista: la idea de un universo mecánico que el hombre podría explorar, medir y, por extensión, dominar. Pero OJO, el propio Isaac Newton no era un simple mecanicista, muy al contrario, él se inspiró en una fuente completamente diferente, buscó su inspiración en las enseñanzas ocultas, la alquimia, la tradición hermética y lo que a menudo se llama magia natural. Por otro lado, sin la distinción cartesiana entre lo interno y lo externo, no habríamos tenido la ciencia moderna. Lo que a menudo se olvida es que hay un camino específico de conocimiento que no debe excluir otros caminos de conocimiento que pueden tener otros propósitos, diferentes consecuencias y otros significados. Lástima que el proceso de modernización en su conjunto significó la totalizarización de este camino particular de conocimiento, como el correcto, verdadero, y todos los demás se tornaron periféricos, supersticiosos, o nada para ser tomados en serio, y así es aún en la sociedad actual, algo que es desafortunado para el ser humano y la naturaleza, ya que estos siempre han tenido más alternativas que únicamente el camino cartesiano o newtoniano.
Ahora si reflexionamos, ¿cuándo comenzamos a ver la naturaleza y, en extensión, a nosotros y la vida como máquinas? El comienzo decisivo fue en el siglo XVI, con la teoría de la gravedad, y la mecánica de Newton. Es decir, después de que Newton comenzó a ver el universo, y el mismo cosmos, como una gran maquinaria única, y la metáfora utilizada en ese momento era el reloj universal, se podría decir que esto se aplicó hasta Darwin, vale decir que el cosmos es una máquina, sobre la que nosotros, con la ayuda del conocimiento y la mecánica, deberíamos tener un mayor control. Ulteriormente a Darwin, especialmente después del descubrimiento de la estructura del ADN y la manera en que funciona el código genético, se pudo pensar en la vida, incluida nuestra vida, como una regular expresión basada en procesos mecánicos, básicamente muy automáticos, con consecuencias impredecibles muy complejas, pero la primordial funcionalidad de lo que realmente sucede debajo de la superficie, es muy similar a una máquina, por lo que ahora no es solo el mundo externo el que es algo mecánico, sino también el mundo interno está basado en una mecanicidad, todos nuestros pensamientos, sentimientos, comportamientos y aspiraciones, etc. son básicamente analizables o reducibles a cualquier tipo de proceso automático, eso sería reduciendo extremamente, la moderna teoría evolutiva de la vida y el hombre. En 1976, se publicó un libro del zoólogo británico Richard Dawkins: El gen egoísta, una obra clásica, que llega a ser como un resumen del fin del proceso mecanicista de la ciencia moderna. Al principio de ese libro escribe Dawkins sobre algo que él llama replicadores: No murieron, porque son maestros en el arte de la supervivencia. Pero no se les debe buscar flotando libremente en el mar; ellos renunciaron a esa desenvuelta libertad hace mucho tiempo. Ahora abundan en grandes colonias, a salvo dentro de gigantescos y lerdos robots, encerrados y protegidos del mundo exterior, comunicándose con él por medio de rutas indirectas y tortuosas, manipulándolo por control remoto. Se encuentran en ti y en mí, ellos nos crearon, cuerpo y mente; y su preservación es la razón última de nuestra existencia. Aquellos replicadores han recorrido un largo camino. Ahora se les conoce con el término de genes, y nosotros somos sus máquinas de supervivencia.[7]Se trata entonces de los genes, genes como replicadores, genes como un tipo de máquinas, en la que nuestra función como humanos, es decir, que la función de todos los organismos desde el punto de vista de los genes no es más que garantizar que estos se transmitan en el tiempo a una nueva generación. Los genes funcionan colosalmente de manera mecánica, por lo que, según esta cita de Dawkins, estamos llenos de una especie de máquinas que determinan lo que somos.
Hoy hay muchas críticas contra esta visión mecanicista y críticas bien justificadas incluso al interior de la misma ciencia. Ya que ésta tiene una tendencia a distorsionar la imagen de la realidad si observamos su comportamiento durante todo el desarrollo histórico a partir del origen de este paradigma. Galeano lo expresa así: La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo. La Tierra tiene una edad de 4.500 millones de años, y su historia puede leerse en las montañas. La moderna civilización se ha desarrollado tan solo en 10.000 años, pero hemos presionado el sistema del planeta más allá de los límites naturales. Todos estamos involucrados en ello, algunos mucho más que otros. Pero el esfuerzo que nos ayudó a prosperar puede ayudarnos a hacer que los sistemas sean seguros para toda forma de vida en la tierra. Reconocer y transformar nuestra señal o huella dominante es el comienzo del cambio.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.[8]
En este contexto, la idea de los derechos de la naturaleza desafía el dualismo cartesiano, o más bien la dicotomía entre el hombre y la naturaleza. Que el hombre es una cosa y la naturaleza es otra, que el hombre puede utilizar la naturaleza a su propia discreción, sin importarle que la naturaleza tenga algún valor en sí, una relación patrón-esclavo, este hecho puramente empírico, sabemos que se dio en ese sentido. Este hecho empírico, a su vez, ha sido posible gracias a una idea bien fundada de que existe una gran diferencia entre el hombre y la naturaleza, y que en cualquier caso, el hombre tiene derecho a explotar la naturaleza. Este modo antropocéntrico de vivir ha caracterizado a la modernidad, y ese es uno de los graves errores de nuestra civilización. Los indios, los chamanes afirman que el hombre y la naturaleza conviven en una reciprocidad, ellos sabían desde siempre que no se podía hacer esa diferenciación. Ahora es cuando vemos que tenían razón, que cualquier cosa negativa que podamos hacer en contra de la naturaleza, es como hacerlo contra nosotros mismos, ya que el hombre y su entorno son dos caras de una misma moneda, por así decirlo. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa[9]. No es de extrañar que activistas climáticos como Greta Thunberg pidan a los dignatarios en las cumbres climáticas, escuchar a los indígenas. No es casualidad que uno se refiera a esas personas o culturas en este contexto, ya que toda la forma de pensar sobre los derechos de la naturaleza, filosóficamente hablando, tiene más o menos que ver con la forma que estos pueblos miran a su entorno, sin ninguna distinción entre las personas y la naturaleza. Sencillamente no trabajan con estos conceptos en absoluto. Al contrario, lo que hacen es considerar casi a todo como seres humanos, todo lo que la modernidad llama naturaleza, para ellos todo lo que existe en la naturaleza, son también personas como nosotros. Por lo tanto, cuando en nuestro mundo moderno hablamos de los derechos de la naturaleza, significa que la naturaleza en otra forma puede ser representada jurídicamente como una persona, por lo que el símbolo para los pueblos indígenas no es una idea extraña en absoluto, por el contrario, es totalmente evidente, de ahí que ese punto de vista es relevante cuando hablamos sobre los derechos de la naturaleza.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña. Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?[10]
El concepto o la terminología de los derechos de la naturaleza, no es nuevo, pero el común de la gente no lo conoce ni lo entiende. El mundo académico muestra su escepticismo. A mí mismo, me tomó mucho tiempo darme cuenta de la base metafísica y filosófica del planteamiento. De una manera interesante, me di cuenta de que, además de tener un lado pragmático que es bastante importante, tiene una base filosófica, una concepción completamente diferente de la realidad como base, en comparación al que normalmente rige la ley de las sociedades modernas. Si menciono algo breve sobre lo pragmático, pronto comprenderemos cómo o por qué es tan interesante también como una idea. Si pensamos en el concepto de derechos jurídicos en general, estas se aplican a las personas y a las empresas, tanto las personas como las empresas pueden estar representadas legalmente en los tribunales como personas y, por lo tanto, son tratados como si tuvieran derechos (una empresa puede ser una persona jurídica). Hablar desde un punto de vista legal sobre los derechos de la naturaleza, significa que la naturaleza en el comprendido de animales, plantas, ríos, montañas, bosques, tiene el mismo estatus legal que una empresa, o para el caso de una persona. En otras palabras, un río, por ejemplo, podría estar representado en la corte y hacer valer sus derechos frente a aquellos que quieren explotar el río y luego tal vez contaminarlo y destruirlo de alguna manera. Esto es interesante si se logra incorporar ello a la legislación real. Abre una oportunidad para proteger los derechos de la naturaleza sobre una base extremadamente poderosa.
La propuesta también es una diferencia interesante de la legislación ambiental habitual: uno piensa que la legislación ambiental tradicional es proteger la naturaleza, pero, de hecho es regular la explotación de la naturaleza. La legislación ambiental no habla de por qué algo debe protegerse, solo habla de por qué algo no debe destruirse, que en realidad son dos puntos de partida diferentes. Entonces, el punto de partida para la legislación ambiental es que el estado normal es que los humanos, o diversos intereses económicos, pueden explotar la naturaleza. La naturaleza es el dominio de la utilización de los recursos sencillamente, y así es como estamos acostumbrados a entenderlo, carbón, energía hidroeléctrica, petróleo, bosque, todo está ahí para cualquier interés económico, por lo que la naturaleza es “una propiedad”. La legislación ambiental luego regula la forma, estableciendo ciertos límites sobre cómo utilizar esta propiedad, a veces se hace una protección más fuerte en forma de parques nacionales. Y lo que se sobreentiende es que allá no se puede realizar una explotación económica, que en principio, los recursos naturales que existen dentro de esos límites están protegidos, pero que está bien explotar más allá de estos límites. De esta manera, la frontera del parque nacional no establece tanta protección para lo que sucede afuera, y este tipo de pensamiento legal tiene una base filosófica, que tiene que ver con la relación de propiedad, es decir, tomarse el derecho de hacer algo para reclamarlo para sí mismo, y ello también implica una división aún más profunda, entre el hombre y la naturaleza.
Naturaleza ida y vuelta, es el titular en un anuncio de uno de los principales fabricantes de automóviles del mundo en una página entera del periódico, y en la imagen de la TV se muestra un automóvil azul al lado de un río y las montañas en el fondo. El automóvil tiene un montón de comodidades para que tu «puedas viajar con seguridad a tus experiencias en la naturaleza y luego regresar”. La formulación, entre muchas otras, es un ejemplo de una visión antropocéntrica de la naturaleza que ha dominado durante más de doscientos años, la percepción de que la naturaleza, el río, las montañas, etc. Es algo que está separado de nosotros los humanos, quienes podemos viajar a él en nuestro nuevo auto, algo que podemos gozar, o algo del que podemos extraer un recurso. La naturaleza es un recurso sencillamente.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.[11]
Pero existe una visión de la naturaleza completamente diferente, el de los pueblos indígenas, en donde prevalece una visión más holística. «Yo soy el río y el río soy yo» – (así razonan los maoríes) refiriéndose al río Whanganui en Nueva Zelanda que, inspirado en su visión holística de este pueblo indígena, recibió derechos legales en una nueva legislación. ¿Quizás se necesita un enfoque similar al de muchos nativos, que el hombre es parte de la naturaleza en lugar de su dueño y violador? Una forma de lograr una visión más sostenible de la naturaleza puede precisamente residir en conferir derechos legales a la naturaleza. Las leyes de la civilización occidental han considerado hasta ahora la naturaleza como propiedad o recurso, y en sus textos legales toda otra vida brilla con su ausencia. Un río es visto como agua que se puede beber o usar para energía hidroeléctrica, puede ser una ruta de transporte, puede proporcionar masas de lodo, tal vez un lugar para nadar o un paseo en bote. Pero un río también son las larvas de insectos, algas, pájaros que anidan en sus orillas, el bosque que crece en sus laderas. Para los maoríes, el río también son las personas que viven junto a él. Con la idea de otorgar derechos a la naturaleza, los maoríanos encontraron una manera de inscribir todo esto también en el texto jurídico anticuado y cuadrado del mundo occidental. Pero, ¿qué se necesita para que alguien o algo pueda obtener derechos legales, y cuál es la diferencia cualitativa entre ese tipo de legislación y las comunes leyes ambientales?
“La visión de la otra realidad reposa sobre las ruinas de esta realidad”[12]
El pueblo de Koyukon en Alaska, que por un lado ve a los seres humanos y a los animales como seres muy similares, y esto no se debe a que el hombre también sea un animal, sino a que los animales también son humanos, por lo que los animales tienen sentimientos como nosotros, tienen personalidades distintas, se comunican entre sí y sus espíritus son conscientes de lo que estamos haciendo los humanos, se ofenden fácilmente si no nos comportamos respetuosamente. No solo los animales, sino también las plantas, los árboles, los ríos y los vientos tienen características personales, por lo que todo tiene espíritu o mejor dicho esta animado. Sin embargo, la gente de Koyukon cree que hay una diferencia entre el hombre y los otros seres, porque solo el hombre tiene conciencia, y esta conciencia es diferente de los espíritus de los otros seres. Muchos otros pueblos indígenas hacen una distinción similar, hacen algún tipo de clasificación, como por ejemplo el pueblo de Chewong en Malasia, que ven que hay grados de intensidad personal en diferentes seres, esta personalidad la llaman Ruway, todos los animales y plantas tienen un ruway en el sentido de que están vivos, entonces hay un ruway que es consciente, tiene lenguaje y conciencia, y tal ruway puede tomar la forma de varios animales además de los humanos, entonces hay una tercera intensidad, y es el ruway el espíritu de enseñanza, como el caso de los chamanes que lo tienen como guía y maestro. Se podría decir que aquí hay tres grados diferentes de intensidad de la existencia personal, todos los seres vivos, todo lo que vive tiene un espíritu, algunos entes de todos los vivos tienen un ruway más intenso que, podríamos decir como el pueblo de Koyukon, que tienen un alma que los hace más conscientes, más capaces de comprender cosas, o contextos, etc. Así, una tercera categoría que tiene una intensidad de presencia aún mayor que no está firmemente arraigada en la realidad material pero que existe igualmente en otra dimensión, como lo demuestra el chamán don Juan. Así los diferentes pueblos indígenas describen y categorizan con sus propios matices, sin importar en qué parte del mundo se encuentren, como los ejemplos que hemos dado, muy separados geográficamente, ecológicamente alejados sin embargo, con la misma idea básica. Es interesante mencionar que también se encuentran las mismas categorizaciones en el antiguo Egipto y la tradición hermética. Aquí no está demás mencionar que la mayoría de los llamados “descubrimientos científicos” de Occidente incluido Newton, Copérnico y otros tan solo refinaron esas teorías que ya habían sido elaboradas en el antiguo Egipto. En realidad, el verdadero origen del cientificismo moderno se lo puede encontrar en la tradición hermética[13]. Este siglo (XVI) conocido en España como el siglo de las colonias, se caracterizan por la expansión y conquista del “Nuevo mundo”, mientras la historia de ese siglo mirándose en el espejo, volvía al futuro que era Egipto, con su tradición hermética, y así surge la ciencia moderna.
Los derechos de la naturaleza visto jurídicamente tiene un significado más amplio que la protección de animales o criaturas individuales, se trata más bien de proteger la naturaleza o el ecosistema, algo que inicialmente era una idea filosófica de los pueblos originarios, y que ha adquirido expresiones jurídicas reales y concretas a estas alturas. El primer Estado en el mundo en incorporar los derechos de la naturaleza en su constitución fue Ecuador, y cuando algo está escrito en la constitución tiene de pronto fuerza, no porque algo ocurra automáticamente en ese momento, sino que siempre hay la posibilidad de que, por ejemplo, si cualquier área natural en Ecuador estaría seriamente amenazada se puede nombrar un representante de esa área, ya que de hecho, literalmente, jurídicamente, esa área es una entidad legal en un proceso. La reflexión filosófica a este respecto sería el de la propiedad: El hecho de que si una persona, empresa u organización puede poseer tierras. La respuesta inmediata desde la perspectiva de la civilización occidental es ¡Claro que sí! Pero ello supone que la tierra es una cosa y el propietario otra cosa, es decir, no hay una relación de reciprocidad entre la naturaleza y el hombre, sino, una relación parecida al de amo-esclavo. Al igual que en un sistema donde se permite la esclavitud, el propietario decide todo, no tiene que preguntar al esclavo antes de que este sea utilizado o maltratado. Y ese fue el origen de la lucha por los derechos humanos, decir que todos los seres humanos tienen los mismos derechos, y que ningún ser humano tiene derecho a ser dueño de otro ser humano, y lo mismo vale aquí con los derechos de la naturaleza. Entonces la naturaleza tiene los mismos derechos que nosotros, porque ningún ser humano como parte de la naturaleza tiene derecho a ser propietario de la naturaleza en las que estamos incluidos. Haciendo una comparación de esta idea de los derechos de la naturaleza, con la antigua Grecia, pongan que a cualquier filósofo de la academia de Platón se le habría ocurrido hablar de los derechos humanos en ese momento. Algo que sonaría inusual o absurdo en esa época… ¿Que los esclavos puedan estar representados en algún tipo de juicio? … Si no tenían derecho alguno. Ellos son una posesión dirían y se reirían. Quizá uno de ellos, el más visionario, lo tomaría un poco más en serio, pero murmuraría a sus interiores… eso podría ser realidad en cientos de años más. Es una analogía bastante real. Lo que se revela aquí cuando se reclama seriamente los derechos de la naturaleza, y cuando además, está escrito en la legislación de más y más países en diferentes niveles, ello sirve como una especie de prueba de la filosofía que en realidad llega a ser la base del resto de la legislación que nunca antes ha sido cuestionada en ese sentido, por lo que no solo agrega otro componente a la práctica jurídica en general, sino que es un tipo de pensamiento que ha ganado poder legal. Una idea que representa una nueva filosofía, una concepción básica de la realidad que va en esencia en contra de casi todas las demás leyes que de alguna manera atienden este problema, y por lo tanto, visto de una forma pragmática, ello se convierte en una especie de ejemplo para atacar un sistema basado en principios con los que está en contra. Un ejemplo de esto en la realidad es del río Whanganui en Nueva Zelanda que mencionamos más arriba, que en el 2017 alcanzó a ser el primer río en el mundo en obtener un estatus legal como una persona o como una empresa. Los pueblos indígenas de ese país, los maoríes, han luchado durante décadas por su cosmovisión para que la naturaleza sea un ser respetado. Otro ejemplo es lo que sucedió en un tribunal de Ohio que llegó a una decisión formal afirmando que la naturaleza no puede tener derechos. Lo cual es expresado por aquellos que trabajan por los derechos de la naturaleza como una victoria, lo que puede parecer algo paradójico al principio, pero se entiende su posición porque de lo que se trata es de que, cuando un aparato legal siente que necesita decirlo, es porque ha tomado algo en serio, como una amenaza para el sistema establecido. No sería lo mismo si el sistema pretendiese ignorar algo que no le importa, entonces se siente como que “ese algo” no tiene poder o una capacidad real para afectar al sistema. Ahora está comenzando a sentir en Ohio que esto es un poco amenazante para los intereses financieros establecidos, por lo tanto, es muy interesante, puramente pragmático, pero lo más interesante en este contexto es la visión de la realidad subyacente.
¿Qué significa entonces mirar a los otros seres y fenómenos naturales como personas? Si pensamos de manera puramente pragmática, ¿de qué sirve pensar de esa manera?… Pues los pueblos originarios son culturas que han estado viviendo o sobreviviendo en condiciones que la gente moderna, textualmente no podríamos soportarlo un solo día, pero ellos lo hacen año tras año, decenio tras decenio, son artistas de la supervivencia extrema, saben exactamente cómo todo está relacionado, y no se dejan sorprender en la cama por ninguno de los vientos del norte, o de otras cosas, si no, tienen un control total de todo, al mismo tiempo nosotros pensamos que eso suena mágico, místico, o mítico y creemos que sus mitos no tienen un significado práctico. Pero de lo que tenemos que darnos cuenta poco a poco es que la forma de pensar de ellos es la forma más ecológica, más económica, y más racional de ver el entorno, si se desea reaccionar adecuadamente cuando realmente se requiere. Si se estudia en detalle todas estas nociones detalladamente y de manera concreta, como lo han hecho diferentes antropólogos y otros estudiosos, y comparamos con la forma en que estas personas realmente viven y actúan en diferentes situaciones, es obvio, que es una forma muy ecológica, económica de relacionarse con el medio ambiente. Sin embargo, de alguna manera nos distanciamos de la posibilidad de que pueda haber algo de cierto en todo esto. Pero no es necesario hacer ese distanciamiento, también es tan obvio si volvemos a nosotros mismos incluso en contextos modernos, que si nos miramos mutuamente en estos términos, si nos relacionamos entre nosotros como personas profundamente conocedoras, entonces hacemos una relación completamente diferente entre nosotros que si nos relacionáramos el uno al otro como objetos; empleadores- empleados, amo-esclavo, propietario no propietario. Hay mucho que está integrado en nuestro sistema de civilización que se basa en no relacionarse entre sí como personas. Ya tenemos la sensibilidad incorporada para reconocer la agresividad o la bondad de los demás sin siquiera conocerlos, se trata precisamente de transferir esta sensibilidad a los otros seres, pero la carencia de esa sensibilidad ya demuestra que la gente urbana moderna enseña cuán perturbados estamos en nuestra percepción. Por lo tanto, no solo es una función cognitiva, económica o pragmática, cuando los pueblos indígenas se relacionan con su entorno como si lo hicieran con subjetividades. Se percibe las energías directamente corporales de esta manera, no solo las radiaciones o energías humanas, sino también de todas las demás criaturas o fenómenos, que tienen este tipo de resplandor inmediatamente perceptible en sí mismos. Ahora, recuperando el hilo de este largo razonamiento sobre los derechos de la naturaleza, ¿dónde terminamos? Concluimos con una simple constatación de que si tomamos el concepto o la idea de los derechos de la naturaleza en los términos filosóficos y del mundo real más profundo, y al mismo tiempo lo convertimos en una práctica jurídica y lo introducimos en la legislación, ello llega a ser como una crítica directa, implícita y filosófica de los sistemas que obviamente interfieren en nuestra relación con la naturaleza. También es un enfrentamiento práctico con la maquinaria legal que hasta ahora está construido sobre un concepto de realidad completamente diferente, un concepto de una realidad falsa. Es pues, en otras palabras, uno de los movimientos más interesantes cuando se trata de acceder a lo que cada vez más personas perciben como una grave crisis global a la que nos estamos exponiendo, no es el único medio, sino un medio inusualmente claro, puesto que tiene un efecto pragmático, pero también es filosóficamente claro en sus implicaciones.
No será que en un nivel profundo del subconsciente, que uno asume que hay algún tipo de intuición hoy en día bastante oculta, escondido en nuestros interiores más íntimos como personas que, de alguna manera sentimos que la mitología indígena expresa algo verdadero. No en el significado moderno de la ciencia, pero que sigue siendo cierto no obstante de ello. De modo que cuando estamos ante cambios negativos que nos conciernen en la atmósfera, algo en el plano más profundo que no entendemos, no conocemos, no podemos expresarlo, probablemente lo negamos, pero que no podemos dejar de reaccionar, lo que podría ser un factor del por qué lo que está sucediendo ahora en la tierra no es solo lo que se dijo anteriormente, que las creencias de progreso ya no funcionan si colisionan con muros, quizá la dimensión más profunda de esto puede leerse en la carta del jefe Seatle? Una forma común de hablar sobre esto es ver que la amenaza potencial para nuestra forma de vida actual, nuestro orden mundial actual, es un desafío para nosotros, lo que significa que aún se puede hacer algo al respecto. Pero si lo que está sucediendo en la atmósfera en realidad ya no es posible hacer nada, o solo un poco? Entonces estamos ante una crisis real, y esa crisis no es en absoluto en la tierra, en la atmósfera, la biosfera o la naturaleza, porque la naturaleza siempre se las arregla, puede cambiar catastróficamente pero se recupera, tal vez le toma unos millones de años, ya lo ha hecho antes, por lo que no es necesario preocuparnos por la naturaleza, pero por el contrario, el hombre? Si no somos capaces de enfrentar un supuesto desafío, entonces estamos fritos. Yo sospecho que toda la atención que realmente impulsa la preocupación por el cambio climático no solo tiene que ver con la comprensión científica y las posibles reacciones técnicas y económicas, sino que la energía en sí proviene de la ansiedad que surge cuando nos damos cuenta, sin querer reconocerlo, conscientes de que en realidad no tenemos poder. Y esto es algo a lo que no estamos acostumbrados en la sociedad moderna, “creemos y estamos habituados a ser muy poderosos y capaces de todo”.
“La vida era la búsqueda del placer, y el placer era proporcional a la destrucción de la vida.”
Georges Bataille
Así pues, como diría Schopenhauer en su obra “El mundo como voluntad y representación”: la vista del individuo esta enturbiado, como dicen los indios, por el velo de Maya; no ve las cosas en sí, sino un fenómeno en el tiempo y en el espacio. Dado ese modo de conocer, el individuo no descubre la unidad de la esencia de las cosas; no ve más que los fenómenos en su múltiple variedad, en su aislamiento, en su número inagotable y en su oposición. Para Javier Medina, “la postmodernidad esta ante el desafío que tiene por objetivo despertar en el hombre, la conciencia de que no tiene otra salida que vivir con la Tierra; rediseñar otro modelo de simbiosis y homeostasis biosférico: construir una Casa Común, zafarse del reduccionismo economicista de la globalización. No hay ningún sistema organizado que pueda cerrarse con la sola ayuda de los elementos interiores al sistema, necesita de una exterioridad, de un tercero incluido, que provea el sentido. Ese sentido ya no precisamos pensarlo y sentirlo monoteístamente: nada de lo humano le es ajeno a un ser humano”. A la sazón, de lo que realmente se trata en el contexto de La historia en el espejo es de dar un paso al costado cuando se habla de ecología, economía y política, dejar los estándares en cuestión. Mirar la historia en el espejo es alejarse de las convenciones, exponer las cosas de las que hablamos en otros tipos de aparatos conceptuales, otros tipos de pensamiento, como por ejemplo hablar en términos metafísicos, términos teológicos o en términos mágicos, ¿y por qué no, solo en términos filosófico- reflexivos?
¿Qué ocurre si enfocamos a la historia moderna en el espejo? La historia moderna con su brillante cientificismo no ha logrado formular en términos racionales lo que sucede con el cambio climático, con un ecosistema moribundo y, por lo tanto, una naturaleza agonizante en la tierra. Hay una especie de cinismo latente en general al que la gran mayoría fue bastante receptiva, como ejemplares estúpidos consumidores acríticos que apreciaban el potencial sistema cínico. Pensamos que todo era una maquinaria sin sentido, ¡qué bien! Así hicimos lo que quisimos, no hubo un orden moral o ético superior que fuera percibido como positivo, aunque muchos no compartieron la visión filosófica y metafísica que ello implicaba. Pero, como diría Galeano: la historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será. La historia en el espejo crea la inflexión, el espejo es el espacio donde el punto de la historia moderna cambia de sentido su curvatura, y retorna al futuro, entendido esto como en la cosmovisión aymara[14]. Se da un Kutti: regreso, acción de regresar.
Y qué importa la pregunta: ¿si el conocimiento indígena es filosofía o mitología? Si es filosofía, se trata de la “venganza del objeto de estudio filosófico”, un conocimiento chamán- indígena que convierte al filósofo en brujo: es anti-filosofía. Si es mitología, su tema es la derrota de la ciencia y la victoria de la magia.
La historia en el espejo es la de una conversión,
parafraseando a O. Paz. “El Cambio de posición: el “objeto” del estudio -el
indio, el chamán- se convierte en el sujeto que estudia y el sujeto -la
modernidad y su ciencia- se vuelve el objeto de estudio y experimentación. No
sólo cambia la posición de los elementos de la relación sino que también ella
cambia. La dualidad: sujeto/objeto -el sujeto que conoce y el objeto por
conocer- se desvanece y en su lugar aparece la del indio o chamán/modernidad.
La relación de orden científico se transforma en una de orden mágico-chamánico.
En la relación inicial, la historia quiere conocer al otro; en la segunda, la
modernidad se convierte en antigüedad. La historia en el espejo hace una
conversión doble: la de la modernidad en antigüedad y la de la cosmovisión
indígena en otro conocimiento. Como relato de esta conversión, el espejo de la
historia colinda en un extremo con la etnografía y en otro con la
fenomenología, más que de la cosmovisión, de la experiencia que Octavio Paz ha
llamado de la otredad. Esta experiencia, se expresa en la magia, la
espiritualidad y la poesía pero no sólo en ellas, es una experiencia
constitutiva del hombre, como el trabajo y el lenguaje. Es un desprendimiento
del yo que somos (o creemos ser) hacia el otro que también somos y que siempre
es distinto de nosotros. Desprendimiento: aparición: Experiencia de la
extrañeza que es ser hombres. Como deconstrucción critica de la ciencia, la
historia en el espejo roza las opuestas fronteras de la ciencia moderna y la
filosofía indígena. De la ciencia como algo dual, rígido, racional, lógico; Las
de la cosmovisión indígena porque nos propone, una crítica radical de la
modernidad, otro conocimiento, no-científico y alógico; porque este
conocimiento exige un cambio de naturaleza en nosotros: una conversión. La
filosofía indígena abre las puertas de la otra realidad a condición de que el
neófito se vuelva otro. El espejo en la historia es la crónica de una
conversión, el relato de una mirada al pasado y, al mismo tiempo, el
redescubrimiento y la defensa de un saber despreciado por Occidente y la ciencia
contemporánea. El tema del saber está ligado al del poder y ambos al de la
metamorfosis: el chamán que sabe (el brujo) es el hombre de poder (el guerrero)
y ambos, saber y poder, son las llaves del cambio. El brujo puede ver la otra
realidad porque la ve con otros ojos -con los ojos del otro”.
[1]Esto y mucho más está muy bien resumido en la carta-respuesta al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, de parte del jefe Seattle, de la tribu Suwamish, cuando el presidente quiere comprarles los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Washington. El jefe Seattle responde en 1855. Esta carta es un brillante resumen de la filosofía indígena alrededor del mundo, y cuyo espíritu guiará todo este relato. https://ciudadseva.com/texto/carta-del-jefe-seattle-al-presidente-de-los-estados-unidos/
[2]Maya. Maya es un término sánscrito que se puede traducir como “ilusión”, “espejismos” o “irrealidad”. … Específicamente, es en el sistema de Advaita Vedanta en donde maya se considera una ilusión. En los Upanishads hindúes, el mundo se considera una emanación de la energía divina o maya.
[3]Carta de Seattle. https://ciudadseva.com/texto/carta-del-jefe-seattle-al-presidente-de-los-estados-unidos/
[4]Antoni Prevosti i Monclús, Antonio Jesé Doménech del Río, Ramon N. Prats, Pensamiento y religión en Asia oriental. 2005
[5]Javier Medina, Qué Bolivia es posible y deseable? 2006
[6]Ibid
[7]Richard Dawkins, El gen egoísta extendido 2017. 3, a edición. Pág. 21
[8]Carta del jefe Seattle. https://ciudadseva.com/texto/carta-del-jefe-seattle-al-presidente-de-los-estados-unidos/
[9]Idid
[10]Carta del jefe Seattle. https://ciudadseva.com/texto/carta-del-jefe-seattle-al-presidente-de-los-estados-unidos/
[11]Ibid
[12]Octavio Paz. Con esta frase Octavio Paz acierta en expresar que los remanentes de unas culturas y conocimientos arrinconados por la modernidad, la ciencia y el cristianismo, sobreviven en los márgenes de la sociedad moderna. Carlos Castaneda llama a esa otra realidad «un reino de realidad separado, otro mundo, que he llamado «realidad de consenso especial»… ese otro mundo era tan utilizable como el mundo de la vida cotidiana«. Paz también acierta en subrayar el vínculo entre David Hume y Carlos Castaneda: la crítica de la realidad de este mundo hecha por el filósofo empirista David Hume, destaca que nada cierto podemos afirmar del mundo objetivo, que el mundo es imaginario aunque no lo sean las percepciones y que todo son percepciones. Las enseñanzas de Don Juan.
[13] Se conoce como “Textos Herméticos” una serie de escritos que contienen enseñanzas religiosas y filosóficas atribuidas a Hermes Trismegisto, entre ellos, el Corpus Hermeticum y el Asclepius.Estos y otros textos apócrifos se encuentran en la obra. Corpus Hermeticum, 15 edición 2019
[14]Los aymara tienen un concepto del tiempo opuesto a todas las demás culturas del planeta; para ellos, el pasado se ve delante y el futuro aguarda detrás. Cada idioma refleja y da forma una particular visión del mundo. En el idioma aymara es muy importante marcar si el hablante vio o no cómo sucedía la acción. Mientras no esté al alcance de los ojos, no se da nada por cierto. Por eso, el futuro estaría detrás de uno, ya que todavía no es visible; y el pasado, delante, visto o visible. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-57662014000100002