Contrariamente a las previsiones que habían decretado de modo definitivo el olvido, Karl Marx volvió, durante los últimos años, a retomar la atención de los estudiosos internacionales. Su persistente capacidad explicativa del mundo actual vuelve a proponer el valor del pensamiento, y en los estantes de las bibliotecas de Europa, Estados Unidos y Japón desempolvan […]
Contrariamente a las previsiones que habían decretado de modo definitivo el olvido, Karl Marx volvió, durante los últimos años, a retomar la atención de los estudiosos internacionales. Su persistente capacidad explicativa del mundo actual vuelve a proponer el valor del pensamiento, y en los estantes de las bibliotecas de Europa, Estados Unidos y Japón desempolvan cada vez más frecuentemente sus escritos.
El ejemplo más significativo de este redescubrimiento es la reanudación de la publicación de sus obras. En efecto, a pesar de la enorme difusión que las teorías de Marx tuvieron durante el siglo XX, todavía hoy carece de una edición integral y científica de sus escritos. Es el único, entre los grandes pensadores de la humanidad, que corrió tal suerte.
Para comprender cómo pudo suceder esto hay que considerar los muy diversos avatares del movimiento obrero que, demasiado a menudo, en vez de favorecer, obstaculizaron la edición de sus textos. Después de la muerte de Marx y Engels los conflictos internos en el Partido Socialdemócrata alemán fueron la causa de que la herencia literaria de los dos autores fuese tratada con la máxima negligencia. El primer intento de publicar sus obras completas, la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA) se realizó sólo a partir de los años veinte y en la Unión Soviética. Sin embargo, las depuraciones stalinistas de los primeros años treinta, que afectaron también a los principales estudiosos comprometidos en esa empresa, y el advenimiento del nazismo en Alemania interrumpieron bruscamente esa edición. El sucesivo intento de reproducir todos los escritos de los dos pensadores, la llamada MEGA2, comenzó recién en 1975 pero también fue suspendido, esta vez por el derrumbe de los «países socialistas». En 1990, con el objetivo de completar esta edición, nació la Fundación Internacional Marx Engels (IMES), que reagrupa estudiosos de los tres continentes. Su proyecto es de enorme importancia si se considera que una parte consistente de los manuscritos maxianos está todavía inédita y que esta tarea ciclópea constituye la base para nuevas traducciones de los escritos de Marx y de Engels en todas las lenguas. Consta de cuatro secciones que, respectivamente, deberán imprimir todas sus obras, incluidos la correspondencia, El Capital y sus muchos manuscritos preparatorios, los más de doscientos cuadernos de apuntes (en nueve lenguas) sobre las más diversas disciplinas, que constituyen la base de la elaboración de Marx. Hasta hoy, de los 114 volúmenes previstos han sido publicados 52 (12 después de la reanudación de las ediciones en 1998), cada uno de los cuales cuenta con dos voluminosos tomos: el texto y el aparato crítico (informaciones más detalladas en www.bbaw.de/vs/mega).
Por lo tanto hay que preguntarse: ¿qué Marx surge de la nueva edición histórico-crítica? Decididamente un Marx diferente del que, durante mucho tiempo, nos presentaron muchos seguidores y adversarios. Por paradójico que pueda parecer, Karl Marx es un autor mal conocido. La sistematización de su obra crítica operada por los epígonos, el empobrecimiento teórico que acompañó la divulgación, la manipulación y la censura de sus escritos y su utilización instrumental en función de las necesidades políticas, lo convirtieron en víctima de una profunda y reiterada incomprensión. El redescubrimiento de su obra muestra la diferencia que existe entre Marx y el «marxismo», entre la riqueza de un horizonte problemático y polimorfo, aún por explorar, y la doctrina que alteró la concepción originaria hasta convertirse en la negación manifiesta del punto de partida. Así, al perfil granítico de la estatua que, en tantas plazas de los regímenes antilibertarios de los países de Europa oriental, lo representaba apuntando al porvenir con dogmática certidumbre, se sustituye hoy por el de un autor que dejó incompletos la mayor parte de sus escritos para dedicarse, hasta su muerte, a nuevos estudios que verificasen la validez de sus propias tesis. Dos ejemplos bastan: I) el carácter fragmentario que, en su última edición, recupera La ideología alemana hace evidente la falsificación interpretativa «marxista-leninista» que había convertido a estos manuscritos en la exposición exhaustiva del «materialismo dialéctico» (expresión, por otra parte, que jamás utilizó Marx). Lejos de poder ser encerrada en epitafios la concepción marxiana de la historia debe ser buscada en la totalidad de su obra. II) El segundo es el tercer libro de El Capital, que fue publicado con más de cinco mil intervenciones de redacción realizadas por Engels como editor, las cuales muestran que el texto no contenía de ningún modo una teoría económica concluida, pues en buena parte eran sólo apuntes provisorios destinados a elaboraciones sucesivas. La inminente publicación de la totalidad de los originales dejados por Marx permitirá, por fin, una valoración cierta.
Lo que, en cambio, es cierto desde ya es el valor de sus infatigables empeños intelectuales, los cuales, aun incompletos, siguen siendo geniales y fecundos como penetrantes interpretaciones del mundo contemporáneo. Frente a las contradicciones y a la crisis de la sociedad capitalista se vuelve, por consiguiente, a interrogar a ese Marx que después de 1989 fue dejado de lado con demasiada precipitación. Barridos ya del terreno los autodenominados propietarios de su pensamiento, parece que, esta vez, será él quien verdaderamente responda.
Marcello Musto es coordinador y coautor de Sulle tracce di un fantasma. L’opera di Kart Marx tra filologia e filosofia, (de aa.vv.), Manifestolibri, 2006, Roma, que está siendo traducida al castellano por Guillermo Almeyra y será publicada en breve en México.
Traducción para wwws.inpermiso.info: Guillermo Almeyra