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Xabier Rekalde: la cuneta como trinchera

Fuentes: Rebelión

XABIER REKALDE: LA CUNETA COMO TRINCHERA Su sección en la segunda página del dominical de Gara, «Desde la cuneta», era la sección fija más combativa de toda la prensa del Estado español. Empezando por el propio título, toda una declaración de principios: Rekalde contemplaba la realidad, y la interpretaba, y contribuía a su transformación, desde […]

XABIER REKALDE: LA CUNETA COMO TRINCHERA

Su sección en la segunda página del dominical de Gara, «Desde la cuneta», era la sección fija más combativa de toda la prensa del Estado español. Empezando por el propio título, toda una declaración de principios: Rekalde contemplaba la realidad, y la interpretaba, y contribuía a su transformación, desde esa cuneta a la que el sistema arroja a los más incómodos, o a la que voluntariamente se trasladan, para convertirla en trinchera, algunos revolucionarios. En la cuneta de los marginados, los perdedores, los malditos y los francotiradores eligió vivir Xabier Rekalde, y en la cuneta ha hallado una muerte prematura. Ha sido su forma de morir con las botas puestas, en el campo de batalla, sobre su caballo de batalla, ese infatigable todoterreno en el que hacía más de cien kilómetros para asistir a una reunión de la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas y tomarse unas cañas con nosotros.

Lo sabía todo sobre música y sobre política internacional. Se lo bebía todo (menos cuando tenía que conducir), se lo fumaba todo, se lo comía todo. Para un vegetariano y abstemio como yo, era la imagen misma de la desmesura, un pequeño Pantagruel de ojos chispeantes que acogía con risas y burlas mis ocasionales sermones dietéticos. «Tanto cuidarte para que luego venga un facha y te pegue un tiro o te atropelle un conductor borracho», me decía. No le faltaba razón.

Junto con Quintín Cabrera, Carlos Tena y unos cuantos más, Rekalde era uno de los escasos supervivientes de esa generación de roqueros, cantautores y musicólogos que fueron comprados en masa o exterminados sin piedad por los mercaderes de la «transición democrática». En estos tiempos de componendas y vasallajes, nos ha legado un ejemplo de vida y de combate, una forma de hacer periodismo y de hacer política. O dicho de otro modo: nos recordaba todas las semanas que la única forma de hacer periodismo y de hacer política es decir la verdad. No será fácil ocupar su puesto, tan necesario, en la cuneta, en la trinchera.