Se han constituido las Cortes Generales. Aire fresco se mueve entre los escaños; alto nivel formativo, mucha juventud, pocas corbatas y mucho entusiasmo por representar a la soberanía del pueblo. Alguna veterana diputada ha confundido al pueblo con «piojos». Así es como desde la derecha ven la nueva realidad parlamentaria. Mientras tanto, acuerdos para conformar […]
Se han constituido las Cortes Generales. Aire fresco se mueve entre los escaños; alto nivel formativo, mucha juventud, pocas corbatas y mucho entusiasmo por representar a la soberanía del pueblo. Alguna veterana diputada ha confundido al pueblo con «piojos». Así es como desde la derecha ven la nueva realidad parlamentaria. Mientras tanto, acuerdos para conformar los grupos parlamentarios y negociaciones para conseguir los apoyos necesarios en la investidura del presidente del Gobierno. No todo lo que está ocurriendo se ve y se escuchan más cosas de las debidas. Difícil está la cosa. Son tiempos nuevos que requieren nuevas formas.
Esto no ha hecho nada más que empezar y hay tiempo por delante, pese a las presiones ejercidas por el gran capital nacional e internacional, para que se llegue a un acuerdo de gobierno. Obama y dirigentes de la UE, han trasladado al Rey la necesidad de una gran coalición de gobierno entre PP y PSOE y el apoyo de Ciudadanos, para la estabilidad con nuevos recortes. No deberían tener tanta prisa y dejar que las cosas de casa se resuelvan en casa y a su debido tiempo. El Rey todavía no ha empezado las consultas para conocer la opinión de los partidos sobre a quién apoyarían y a costa de qué, pero se ha movido; se ha reunido con empresarios del IBEX, dando muestras de que está en la misma onda que el Partido Popular. Bien es verdad que lo contrario sería pedir peras al olmo, puesto que el Rey y la monarquía, no es que no representen al pueblo llano, sino que representan al régimen capitalista a su servicio.
El presidente del Gobierno en funciones insiste en que sería un fraude que el PSOE pactara con Podemos y con partidos «independentistas». Insiste en que debe gobernar el PP, al ser la fuerza política más votada. Sigue negando la mayor. En el Sistema Parlamentario español, no tiene por qué gobernar el partido más votado, sino quien obtiene mayores apoyos parlamentarios, que para Rajoy es «forzar las cosas», y hacer coaliciones «contra natura», en contra de los intereses generales de los españoles, una barbaridad. Pese a todo, ha tenido que admitir que las Cortes, por primera vez en la historia reciente, no las presida un miembro del partido más votado. Para Rajoy todo lo que no sea apoyar a su partido es un gran error. Mayor error sería para la ciudadanía española que, Rajoy volviera a ser presidente y que el PP continuase gobernando.
Nada garantiza que un Gobierno a tres de las respuestas más adecuadas a los problemas que tienen los españoles. Sería más de lo que hemos tenido. El PP centra las reformas que «necesita» España: su unidad, la soberanía nacional, la posición de España en Europa, la lucha contra el terrorismo o consolidar la recuperación económica. Poco hablan de las personas y su bienestar, de recuperar las libertades que ellos mismos restringieron, de los derechos laborales, civiles y sociales perdidos por sus políticas, o recuperar los elementos que dignifican al Estado de Bienestar. España sin un gobierno a la vista no tiene por que representar una crisis política ni un problema irresoluble. Tranquilidad, sosiego y convicción sobre las ideas y compromisos es lo necesario.
Rajoy, con la pretensión de romper al PSOE, lanza mensajes a los sectores más institucionales como Felipe González, Susana Díaz o los barones territoriales, para que hagan entender a la ejecutiva, que políticamente sería «muy malo» para España un Gobierno PSOE-Podemos. La Moncloa, se contentaría y les sobra con que el PSOE se abstuviese en su investidura. Esperemos la lucidez de quienes tienen que tenerla y que esto no se produzca.
Desde Ferraz se descarta una nueva campaña electoral y apuestan porque comience el trabajo en esta nueva legislatura, para dar soluciones a los problemas del país, descartando un acuerdo de gobernabilidad con el PP y la «gran coalición» que proponen desde tantos otros frentes. Entienden que sería un fraude, «porque los ciudadanos votaron por el cambio y las reformas». El PSOE quiere encabezar un frente contra el inmovilismo, la desigualdad, la fractura social y económica, y la corrupción. «En España se ha votado para abrir una nueva etapa, los españoles quieren diálogo y cambio en un sentido progresista» dice Pedro Sánchez, que está dispuesto a liderar ese cambio progresista y reformista. Si no lo consigue, se convertirá en un cadáver político más.
Por su parte, Pablo Iglesias, no se lo está poniendo fácil a Pedro. Desde Portugal ha lanzado una vez más la oferta de un pacto de las fuerzas progresistas, un «pacto a la portuguesa» en referencia al acuerdo que permitió al socialista António Costa formar Gobierno, aunque lo ve difícil por la aptitud que se da en una parte del PSOE. Iglesias recuerda que Sánchez ofreció une acuerdo con fuerzas progresistas, para pactar tres días después la composición de la Mesa del Congreso con PP y Ciudadanos. Ya hemos dicho que no se dice todo lo que está ocurriendo entre bambalinas y no todo lo que se dice se hace con convicción. Son efectos visuales y auditivos especiales. Pedro y Pablo, siguen hablando y espero que se entiendan, por el bien ciudadano.
Al margen de las voluntades de los líderes y lo que les escuchamos, según Metroscopia para El País, los españoles no quiere nuevas elecciones y prefieren que los partidos alcancen acuerdos para la formación del Gobierno. Hasta un 61% aboga por el entendimiento y sólo un 33% por ir de nuevo a las urnas. Esta encuesta y otras ocultas, están sobre la mesa de los partidos que valoran la dimensión de los resultados en unas nuevas elecciones. El PP volvería a ser la primera fuerza mas votada (se mantendría con un 29% de los votos); el PSOE, con un 21,1% perdería apoyos; Podemos sobrepasaría al PSOE (subiría dos puntos, hasta el 22,5%); y Ciudadanos, pese a lo que parece, saldría reforzado, pasando del 13,9% al 16,6% de los votos. Albert Rivera y Pablo Iglesias siguen siendo los líderes más apreciados, a continuación Pedro Sánchez y muy mermado en la valoración Rajoy. Paradojas electorales: Rajoy es el líder más votado y a la vez el menos valorado.
Treinta y ocho años después de aquel 15-J de 1977, ¡qué tiempos!, que conformaría la Transición a la democracia controlada, ha dado comienzo la XI legislatura, protagonizada por la imagen del bebé de Carolina Bescansa y por la fórmula de prometer el cargo de los nuevos representantes de la soberanía. Nada ha sido casual, fueron símbolos y gestos que vendrán a caracterizar la nueva política parlamentaria. Los diputados y senadores, surgidos de la «indignación» del 15M, sellaron la diferencia en su estreno en las Cortes Generales: «Prometo acatar la Constitución y trabajar para cambiarla», fue una de las fórmulas más repetidas, así como «nunca más un país sin su gente y sin sus pueblos» o por «por imperativo legal». Todo válido y necesario.
Muchas dificultades tienen los líderes para formar el Ejecutivo, temen perder las posiciones al frente de sus formaciones. Es de prever que Rajoy pierda el gobierno y el partido; pero Pedro no lo tiene más fácil. Si consiente la abstención que permitiera a Rajoy formar gobierno, cavará su tumba y la del partido por la izquierda. Si no consienten y opta por la izquierda, la crucifixión vendrá desde dentro cuando toque.
Que no parezca exagerado el título de estas notas. Es un guiño hacia las nuevas formas, que marcan distancia con la vieja política anquilosada, que nunca será la misma, porque el pueblo ya no es el mismo. La juventud y su futuro están representados de nuevo en el Parlamento.
@caval100
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