Sí, tuvimos Feria Internacional de la Habana. A pesar de las dudas, nuevamente tuvimos FIHAV y nuevamente tendremos que agradecerles a sus organizadores y especialmente a los trabajadores de ExpoCuba, Palco y de la Cámara de Comercio haber tenido Feria en condiciones tan complejas. Menciono algunas de ellas solo para ayudar a entender el reto: […]
Sí, tuvimos Feria Internacional de la Habana. A pesar de las dudas, nuevamente tuvimos FIHAV y nuevamente tendremos que agradecerles a sus organizadores y especialmente a los trabajadores de ExpoCuba, Palco y de la Cámara de Comercio haber tenido Feria en condiciones tan complejas. Menciono algunas de ellas solo para ayudar a entender el reto:
1- Una dinámica económica débil que no sobrepasará el 1 por ciento este año y que en los últimos cinco no sobrepasa el 2 por ciento como promedio de crecimiento anual.
2- La situación financiera del país, en especial los pagos a proveedores que sigue siendo una de los asuntos más sensibles en el ámbito comercial.
3- El huracán Irma y su secuelas de destrucción que requirió dirigir recursos (tiempo, hombres , medios) a la reconstrucción.
4- Y los efectos de Mr. Trump, que hizo que menos de veinte empresas estadounidenses asistieran a la Feria este año y que se empeña en generar incertidumbre sobre nuestro presente y nuestro futuro.
Podría ser mayor el listado pero estas son desde mi perspectiva, las más representativas. A pesar de ellas FIHAV volvió a reunir más de 3 mil expositores, entre cubanos y extranjeros. De alguna manera la Feria se convierte en una «pelea cubana contra la incertidumbre», ese mal que tanto daño nos hace y que, en cierta medida -a veces en gran medida- depende de nosotros mismos.
Alrededor y durante los días de la Feria se produjeron hechos que fueron noticia. El primero -y a mi juicio, más importante- de todos fue el poco divulgado -por la prensa nacional- pago de Cuba del segundo tramo de sus compromisos de renegociación de la deuda con el Club de París.
HAVANA (Reuters) – Cuba paid the second installment on a renegotiated $2.6 billion in debt to 14 wealthy creditor nations this week, diplomats from a number of the countries said, as some creditors prepare to swap debt for an equity stake in local development projects.
The diplomats, who spoke on condition of anonymity, said the payment showed the importance Cuba attaches to an agreement it reached in 2015 with the Paris Club group of major creditor nations.
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The Paris Club agreement forgave $8.5 billion of $11.1 billion in official debt Cuba had defaulted on through 1986, plus charges. Repayment of the remaining debt was back-loaded through 2033, with around $40 million paid last year and nearly $60 million due by Oct. 31.
Esa misma noticia anunciaba también que Cuba y un grupo de sus acreedores (Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Holanda, España, Suecia y Suiza) encontraron fórmulas para renegociar deudas viejas y corrientes a través de la creación de un fondo de contravalor (unos 750 millones) que sería dedicado a proyectos dentro de nuestro país.
No he visto confirmación oficial al respecto, sin embargo, cumplir con los compromisos de renegociación en condiciones tan difíciles es, sin duda, una magnífica señal que ayuda a combatir la incertidumbre. Encontrar fórmulas para convertir deuda en proyectos de desarrollo también lo es. Lástima que en el entorno temporal de la Feria noticias como esta tuvieron tan poca divulgación.
El Ministro de Comercio Exterior anunciaba que hasta la fecha de la inauguración de la Feria, se habían firmado proyectos por un valor de 2 mil millones dólares y era posible esperar que esa cifra se incrementara hacia final de año.
Si comparamos esta cifra con aquella otra de años anteriores que oscila entre los 500 y 600 millones, podemos decir que 2017 ha sido de muy buena cosecha de negocios de inversión para Cuba, entre 4 y 5 veces más que el promedio.
Es cierto que, como dijo el Ministro, son contratos firmados, no ejecutados aún; pero son compromisos establecidos, inversiones a futuro, algo que también sirve para combatir la incertidumbre. No existe (al menos yo no conozco) una información donde se sintetice los sectores a los que va dirigida esa inversión, algo que también ayudaría y que también se convertiría en un pequeño aguijón para aquellos otros sectores que aún no logran una dinámica adecuada en negocios con inversión extranjera. ¿Por qué no lo hacemos? Tampoco en el Informe de Inversiones Extranjeras de América Latina en 2017 aparece alguna cifra de Cuba. Esta sería otra manera de reducir la incertidumbre.
También es cierto que todos sabemos que de la firma de un proyecto a su ejecución queda un largo via crucis -creado por algunos de nosotros mismos- que hace lucir como un juego de muchachos el proceso anterior (en sí mismo una Odisea) que condujo hasta la firma del contrato. Es parte de ese misterio que tienen las regulaciones, y en especial la burocracia. Son creadas por alguien para servir a determinados propósitos y de pronto cobran vida por sí mismas y se convierten en amas de aquellos a quienes deben servir. Lo peor es que sus creadores se someten a ellas como si no estuviera en sus manos el poder de transformarlas radicalmente.
La Feria también trajo noticias de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel. Todavía queda mucho por hacer allí. Es cierto que hay avances, incluso en temas de infraestructura, pero es cierto que a cuatro años vistas pudiéramos aspirar a mucho más.
Aún me pregunto por qué si uno de los grandes déficits sigue siendo la capacidad del concesionario actual (que es además único) para acometer a la velocidad requerida los trabajos de infraestructura, ¿entonces qué nos limita a buscar otros concesionarios que adelanten su dinero en las inversiones necesarias, presenten sus proyectos, compitan entre ellos…?
¿Por qué no podemos asumir un esquema en el cual la ZEDM pueda seguir siendo manejada por Cuba en su estrategia general, pero cedida en administración a otras compañías (cubanas y extranjeras) con capacidad para invertir en infraestructura, atraer usuarios y hacer total realidad en un plazo mas corto los propósitos para los cuales fue creada?
Me pregunto si, sobre la base de la concepción general, no es posible incluso sacar a licitación cada una de las áreas de la zona para que compañías interesadas en ser concesionarias compitan entre ellas. ¿Por qué comprometer nuestros dineros, que son escasos, en proyectos que demoran años y años para su recuperación si hay quienes están interesados en poner los suyos y correr el riesgo? ¿Por qué no aprendemos mejor del ejemplo del sector turístico? ¿Por qué nos empeñamos en olvidar ideas desarrollados desde finales de los 80, explicadas una y otra vez por Fidel Castro? ¿Podríamos tener el desarrollo turístico que tenemos hoy sin los contratos de administración?
A veces no hay que ir a China a aprender, podemos hacerlo de nosotros mismos y también de nuestra historia, esa a la que decimos que no renunciamos, pero de la que tanto trabajo nos cuesta aprender.
Pero la Feria nuevamente me deja con algún sabor amargo. Vi muy pocas cooperativas en la Feria, muy pocas, tanto agropecuarias como de aquellas otras a las que les decimos no agropecuarias. No vi en la Feria a ningún trabajador privado exponiendo algún producto exportable.
Es en cierta medida predecible: no hemos pensado aún en una política de este tipo para estos segmentos de nuestra economía. No aparecieron los restaurantes privados, esos mismos que son complemento imprescindible del sector turístico y que garantizan hoy en un por ciento muy elevado la red extra hotelera del turismo. Ellos no parecieron en la Feria.
Quizás alguien diga que es lógico, pero eso no quiere decir que sea bueno para nuestro país. Después de haber discutido documentos tan trascendentales, después de que estos fueron aprobados por el Congreso del Partido, por el Estado y, por sobre todas las cosas discutidos, consensuados y aprobados por nuestro pueblo, me resulta raro que se mantenga la reticencia y se les cierren espacios que pueden contribuir a su crecimiento cualitativo y ayudar a Cuba. Es cierto que es un sector que, según algunas estimaciones, no aporta más allá del 20 por ciento del PIB del país, pero según las cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, ese sector (el no estatal en su conjunto) empleaba en 2016 a más del 40 por ciento de la población trabajadora. No es, en ese sentido, un sector marginal, más bien todo lo contrario.
Qué bueno que tuvimos Feria, qué bueno que nuevamente muchas empresas extranjeras y cubanas pudieron conocerse y pensar en nuevos negocios. Pero qué bueno sería que un día pudiéramos dejar abierto ese «portal» que en apenas cinco días transporta al empresario cubano a otro mundo, pero que el viernes en la noche se cierra de nuevo y lo regresa a este otro, donde apenas es una pieza más de un engranaje que recuerda la metáfora de Charlot tragado por la máquina en aquella mítica película que se titula Tiempos Modernos.