Por supuesto que Pedro Sánchez no es Ernesto Guevara o Rosa Luxemburg. Por supuesto que puede estar movido y motivado por intereses personales y por una fuerte ambición de poder. Por supuesto que puede pensar que esta es la suya y que no habrá otra. Desde luego que puede pensar que en breve puede ser […]
Por supuesto que Pedro Sánchez no es Ernesto Guevara o Rosa Luxemburg. Por supuesto que puede estar movido y motivado por intereses personales y por una fuerte ambición de poder. Por supuesto que puede pensar que esta es la suya y que no habrá otra. Desde luego que puede pensar que en breve puede ser un cadáver político sin remisión.
Por supuesto. Pero ha dicho no, ha dicho no, no y no a la continuidad del PP en el gobierno y ha hablado, no siempre de forma clara, de la posibilidad de formar un gobierno alternativo.
Lo ocurrido, la dimisión de los 17 (incluidos presidentes autonómicos que gobiernan con los votos de Compromís, por ejemplo), la apelación a miembros muertos del Comité y los intentos de deslegitimar a la secretaria general, las resoluciones del Comité Federal, las posiciones políticas defendidas por la militancia del partido y lo que sea necesario, tiene el mismo sabor, olor y estrategia que un golpe de Estado partidista. ¡Todo vale! Como en los viejos tiempos, pero sin cuidar tanto las formas, de «yo o el marxismo». ¡Fuera quien se ponga en medio! Cualquier cosa menos continuar por el camino señalado. Hay que salvar los muebles del sistema, sea como sea.
¿Quiénes están detrás de este golpe pensado y diseñado desde hace tiempo? No hay papeles sobre ello, no hay «documentación» (los historiadores darán con ella dentro de 10 o 15 años), pero la respuesta conjetural no parece complicada: los grandes poderes internos y externos. Don Felipe GasGal, don Nicolás Redondo junior, don José Luis Corcuera, doña Susana Díaz (¡cuidado con ella, toda advertencia es poca!) y sus ayudantes y fieles y todo lo que ellos representan: sumisión total a la voz de los amos. Por detrás o al lado: el IBEX35, otros poderes complementarios, PRISA-Cebrián y muchos otros grupos mediáticos, tal vez la Monarquía, instituciones centrales del Estado, y así siguiendo. Sin descartar, por supuesto, a los salvajes poderes de la UE y sus presiones estudiadas.
Por debajo de todo: aquí se hace lo que YO digo y ninguna posibilidad, por remota y prudente que sea, de que un gobierno con otras orientaciones económicas vaya a tener agua, luz y existencia. El mando en plaza lo tengo YO y nadie más.
Es evidente a quien remite ese YO. La democracia, para ellos, es la timocracia y la manipulación más grosera.
Por otra parte aquí, en Cataluña, hay otro golpe no democrático: sin tener mayoría ciudadana para ello, basándose en una ley electoral muy «española» (¡qué horror!, ¡española!), el gobierno de la Generalitat ha anunciado un referéndum sobre la independencia-dependiente. Por las buenas o por los malas.
El YO remite a lo mismo: los poderes del sistema, los que mandan en las cuentas.
Y algo habrá que hacer. ¿O no?
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