Para Rita y Mercedes. Para Joana Arnal, in memoriam El viernes se juega la final de la llamada -por el momento- «Copa del Rey» (¡qué denominaciones tan medievales!) entre el Athletic y el Barça en el estadio Vicente Calderón de Madrid. Recordando lo que ocurrió en otra final de la misma Copa que se celebró […]
El viernes se juega la final de la llamada -por el momento- «Copa del Rey» (¡qué denominaciones tan medievales!) entre el Athletic y el Barça en el estadio Vicente Calderón de Madrid. Recordando lo que ocurrió en otra final de la misma Copa que se celebró hace tres años en Valencia, la presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, en declaraciones a Onda Cero, ha recordado que «los ultrajes a la bandera o al himno son delito en el Código Penal», que no se deben consentir de ninguna de las maneras y que, por lo tanto, si así ocurriera, si la pitada y las protestas fueran lo que probablemente serán, «el partido se debe suspender y celebrarse a puerta cerrada en otro lugar» [1].
Como es obvio, la presidente madrileña, con sus propias declaraciones, ha atizado el fuego para que la pitada aumente fuertemente el número de sus decibelios. ¿Qué cálculos aguirristas operan detrás del escenario?
No hace falta ser un lince de la política para darse cuenta de algunas de las finalidades de una propuesta que ella sabe irrealizable [2]: atizar el fuego de las incomprensiones mutuas, defender el neofranquismo más rancio, centrar la atención de ciudadanos -no siempre mal intencionados ni peperos- en un tema marginal pero que toca la fibra sensible del patriotismo español, intentando a un tiempo que olvidemos la muy difícil situación en la que estamos inmersos y, desde luego, la mala gestión económica de la Comunidad de Madrid de la que ella es máxima responsable, tapando sus propias miserias e incumplimientos. Y así siguiendo. No serán estas probablemente las únicas consideraciones. Sus asesores áulicos, los cortesanos del Príncipe, deben haberle pasado la lista completa.
Por lo demás, la salud de la institución monárquica en nuestro país es tan débil que, salvo rectificaciones de última hora, no acudirán los Reyes al estadio sino el heredero y su esposa. Es la primera vez que ocurre si no ando errado en 36 años. Se excusan en la operación del Rey pero es obvio que la Casa Real borbónica no se puede permitir otra descalificación popular de estas dimensiones si apunta a su máximo vértice. El mecanismo hereditario quedará tocado en todo caso.
Sea como fuere, pitar al himno y al rey, o al príncipe, no es delito. Tras la final de 2009, la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes) [3] presentó una demanda en la Audiencia Nacional contra dos asociaciones pro selecciones vasca y catalana. El juez Santiago Pedraz la desestimó: pitar al rey y al himno no podía considerarse ni injurias al rey, ni apología al odio nacional ni ultraje a España. La libertad de expresión, por el momento, no está totalmente anulada en nuestro país: «La pitada efectuada durante la llegada del rey y la interpretación del himno nacional, así como la colocación de pancartas con el lema «Good bye Spain», están amparadas por la libertad de expresión».
La presidenta madrileña ha admitido que lleva tiempo pensando en la solución que ha propuesto, no es ninguna improvisación, y, además, puso como ejemplo al ex presidente francés Sarkozy quien en 2008 amenazó con suspender cualquier partido de fútbol o competición deportiva en el que se silbara La Marsellesa. Entre políticos institucionales de derecha extrema, esperemos que con idéntico destino, va el juego. Por lo demás, comparar la Marsellesa con el himno monárquico-franquista es casi un insulto a la inteligencia más demediada, sin que ello implique no entender los motivos de aquella protesta de los ciudadanos franceses: se habla con emoción de igualdad, libertad y fraternidad pero la realidad para muchísimos ciudadanos era y es otra muy distinta.
Nada menos que don Antonio Basagoiti, el presidente del PP vasco, en el que no parece que corra ninguna gota de sangre jacobina, lamentó en TVE las declaraciones de Aguirre. Las comentó así: «Entonces habría que suspender partidos como el del Athletic y el Atlético de Madrid en Bucarest [la final de la liga Europa] porque la gente del Atlético llevaba banderas con el águila preconstitucional, defendiendo un sistema que no es democrático y que no es el que existe actualmente…». Añadió: «Y si a alguien no le gusta la pitada, que a mí tampoco me gusta, a mí tampoco me gustan los insultos de ‘vascos, moríos’ o los insultos que se ven en fondos de campos de Madrid con banderas preconstitucionales». Como han leído, no he cambiado ni una coma.
DENAES, desde luego, sigue con sus hazañas bélicas y ha presentado en la Audiencia Nacional una querella contra las organizaciones Catalunya Acció y Esait por promover la pitada al himno. Su letrado, Juan Ramón Montero, ha explicado -«explicado» es un término muy generoso- que «la querella se presenta por un delito de provocación al odio contra parte de la población por razón de su origen nacional, otro de ultraje a España y uno más de provocación a la sedición y contra el orden público». Ni más ni menos.
«Si no quieren jugar la Copa de España que no la jueguen», añadió Esperanza Aguirre. Como no es la copa de España lo que está en juego sino la «Copa del Rey», que no es lo mismo desde luego, la propuesta de la presidente madrileña es más que razonable. Si parece un imposible, podemos intentar darle la razón en un vértice más accesible: tras las primeras notas del pachín-pachán, llenar al aire de Madrid en una pitada aléfica, inconmensurable, que reviente los muros de Palacios, palacetes, safaris, fundaciones Noos y demás nudos de un currículum vergonzoso que ninguna ciudadanía no servil puede y debe admitir. Ni que decir tiene que en la pitada pueden sumarse ciudadanos y ciudadanas a los que, con razones muy atendibles, no les importa un bledo la final de Copa, el Barça, el Athletic y que están muy alejados de cualquier territorio nacionalista, sea este vasco, catalán o español. Podemos de paso recordar todos las personas que fueron asesinadas o perdieron su vida en defensa de los ideales republicanos y de unos símbolos, himno de Riego incluido, que penetraban -esta vez sí- en el corazón de todos los pueblos de España, sin excepción ni exclusiones.
Notas:
[1] http://www.publico.es/espana/434041/aguirre-pide-suspender-la-final-de-copa-si-se-pita-al-himno
[2] ¡Ojalá lo hicieran, ojalá cerrasen el estadio y se jugase el partido sin público! ¿Se imaginan el Calderón vacío, con las «autoridades» en el palco y los ciudadanos y ciudadanas manifestándose por las calles de la ciudad resistente?
[3] ¿No es por cierto Gustavo Bueno miembro de esa Fundación?
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