En Estrasburgo asistimos ayer [miércoles] a un hecho histórico que rompe inercias y acaba con viejos mitos: Euskal Herria, su conflicto político, ya no es considerado por la Unión Europea como un «asunto interno» del Estado español. El debate con el que arrancó la sesión plenaria del Parlamento Europeo indignó a la derecha española y […]
En Estrasburgo asistimos ayer [miércoles] a un hecho histórico que rompe inercias y acaba con viejos mitos: Euskal Herria, su conflicto político, ya no es considerado por la Unión Europea como un «asunto interno» del Estado español. El debate con el que arrancó la sesión plenaria del Parlamento Europeo indignó a la derecha española y la votación de las dos propuestas de resolución presentadas terminó por desquiciarla.
El resultado final significa un paso más en el camino del proceso político abierto en Euskal Herria (una «meta volante», en palabras de Rafa Díez), y sin duda un hito en la larga historia de la Cámara comunitaria en particular y del conjunto del entramado de la Unión Europea en general, puesto que también el Consejo de Ministros (es decir, los 25 estados de la Unión) y la Comisión Europea se pronunciaron al respecto.
Es obvio que sus palabras (especialmente las del comisario Frattini ante el plenario) pueden irritar a muchos, y es normal que la resolución del Parlamento no llene a casi nadie, pero no radica ahí la importancia de este día, 25 de octubre de 2006.
La jornada de ayer fue importante (histórica para algunos) porque la UE es hoy más consciente que nunca de que el conflicto vasco es «un problema totalmente político» (son palabras de Martín Schultz) que supera las fronteras y requiere soluciones políticas.
Shultz, Crowley e incluso el propio Pöttering, presidente del Partido Popular Europeo, aludieron directamente a «España y Francia» en varias ocasiones en el debate que abrió la sesión de la Cámara, y ello a pesar de que algunos diputados franceses maniobraron a última hora del martes para retirar el punto sexto de la resolución auspiciada por el PSE porque consideraban que, aunque de forma indirecta, el texto sugería que lo que se hablaba en el Parlamento concernía también al Estado francés. Sus esfuerzos resultaron vanos: la UE acepta también que el «asunto» concierne tanto al Estado español como al francés y, por extensión, a toda la Unión.
Incentivar el proceso
Obviamente, no es el final de nada, Europa no nos hará libres, pero la fotografía de ayer puede ayudar en el camino abierto, aunque no sea más que por haber aceptado lo obvio: la existencia de un conflicto político en el seno de la UE. Bonde incluso habló ante la Cámara de activar a la Unión Europea y de incentivar el proceso abierto. Paso a paso.
El debate y la posterior votación fueron a ratos sorprendentes, e incluso apasionados. Se arremetió, como era previsible, contra ETA y también contra Batasuna; se alabó a Zapatero; se mencionó a las víctimas; a la necesaria búsqueda de la paz; y se habló también, y mucho, de la necesidad de dar soluciones políticas al conflicto, de la implicación europea, del diálogo, del derecho a decidir, de que no se puede impedir la autodeterminación de los pueblos. Cierto que, durante el debate, el aforo apenas llegaba a un tercio de la Cámara, pero para las 12.30 el hemiciclo estaba casi lleno, tanto como las gradas superiores reservadas para visitas, invitados y medios de comunicación.
Y los prolegómenos de la votación no defraudaron. Por encima de cualquier otra consideración, fue obvio el intento de la derecha europea más afín al PP por enredar, ensuciar, distorsionar y, en última instancia, condicionar y bloquear incluso la votación. Vidal-Quadras, Doyle (que llegó a cuestionar la independencia de Borrell) o Salafranca destacaron en esa labor. Y uno presume que su frustración radicaba en el hecho de que eran muy conscientes de lo que estaba sucediendo, y porque comprobaron en la polémica votación inicial de su enmienda y resolución que sus cálculos eran erróneos. De ahí que cuando constataron que su resolución era rechazada esgrimieran cuestiones de procedimiento y reglamento para forzar la situación y ofrecer una imagen de enfrentamiento que no se había producido en el debate de primera hora.
Y es que el PP pensaba ganar y, por lo tanto, derrotar la propuesta de resolución presentada por PSE, ALDE, GUE y Verdes. Sólo así puede entenderse uno de los rumores que corrieron como la pólvora por los pasillos del hemiciclo europeo tras el debate que comenzó a las 9.00, y que apuntaba a que un destacado eurodiputado del PSOE habría ofrecido esta misma mañana al PPE someter únicamente a votación una resolución basada en la declaración de Frattini. Habría sido un escándalo. Según la interpretación más extendida, el PPE habría rechazado esta indigna oferta (pese a ser tan jugosa para sus intereses), seguro como estaba de su victoria. Falló.
La celebración del debate y el resultado de la votación, por muy estrecha que fuera, son una derrota en toda regla para una derecha que, ideológicamente, controla la Cámara Europea. Y esto no es algo baladí. Es cierto que el PP logró, en parte, uno de sus objetivos: que la jornada dejará también, aunque leve, un poso, una sensación de choque. Su actitud tendrá consecuencias ya que su empeño ha provocado un fuerte malestar en muchos diputados, tal como nos comentaba la diputada Monica Frassoni.
Hechos, imagenes
La jornada de ayer fue pródiga en declaraciones, gestos, hechos e imágenes, tanto dentro como fuera de la Cámara. Vimos a unos frustradísimos diputados del PP; escuchamos aplausos y abucheos de unos parlamentarios muy metidos en faena (implicados, sin duda); y asistimos a la aprobación de una resolución de apoyo al proceso abierto en Euskal Herria.
Pero, además, vimos a Koldo Gorostiaga repartiendo y recibiendo saludos de sus antiguos compañeros de Parlamento, en una imagen que quizás no responda al «volveremos» que pronunció en su despedida, pero que puede servir para ilustrar el futuro. Y fotografiamos una imagen totalmente nueva, sin estrenar: una delegación plural de toda Euskal Herria dentro del hemiciclo comunitario.
Y, sobre todo, disfrutamos con la llegada de unas 500 personas que viajaron en autobús desde Euskal Herria para dar todo su sentido a lo que estaba ocurriendo dentro del Parlamento. Esa es una de las principales imágenes del día de ayer, quizás la principal, para envidia de Bairbre de Brun (sana envidia, como nos comentaba, sonriente, la diputada europea de Sinn Féin, orgullosa por poder dirigirse a la representación de la izquierda abertzale congregada en un lateral del Parlamento).
De Brun no tuvo reparos en felicitar a la izquierda abertzale por lo conseguido dentro del Parlamento Europeo y por lo demostrado fuera. Buen regreso para todos.
* Josu Juaristi es Director de GARA