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2004-2024: la evolución del machismo en España

Fuentes: La Marea

En Soy Nevenka, la última película de Iciar Bollaín, hay varios momentos en los que la protagonista, que cuenta la historia real de la primera mujer que denunció por acoso sexual a un político en España, apaga su móvil. Es un teléfono antiguo, de los de antes. No había redes sociales ni WhatsApp. Un viejo móvil al que no paraban de llegar mensajes y llamadas insistentes, que solo cesaban cuando la mujer le daba al botón de apagado. Era la única manera de estar a salvo, de soportar un dolor insoportable, de intentar creer que aquellos mensajes y las llamadas y los insultos y los gritos y las humillaciones que se producían en directo no existían. Pero estaban ahí. Al encender de nuevo el aparato, al intentar vivir, todo aquel infierno volvía a sonar como antes, como un zumbido atronador.

'Soy Nevenka' es un acto de justicia
Urko Olazabal y Mireia Oriol, protagonistas de la película ‘Soy Nevenka’. THE WALT DINEY STUDIOS

Desde aquel caso hasta hoy han transcurrido –según cómo entendamos el tiempo– sólo o más de dos décadas. Faltaban tres años para la primera Ley Integral de Violencia de Género en España, que aprobó el gobierno de Zapatero en 2004. Hacía solo siete años que el marido de Ana Orantes la había matado tras denunciar en la tele las palizas y el maltrato al que la había sometido durante toda su vida. Todavía no se había producido el caso menos conocido de Svetlana Orlova, asesinada por su expareja, con orden de alejamiento incluida, tras la encerrona que vivió en otro programa de televisión. Era el tiempo en el que dar sorpresas consistía muchas veces en volver con el maltratador. Y cuando no lo hacían, como una de esas mujeres que no quiso acudir a Lo que necesitas es amor –el programa que ‘reconciliaba’ a parejas y que recorrió España con su caravana hasta 1999– eran apuñaladas. 

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Ana Orantes, en el programa de Canal Sur donde denunció el maltrato al que la sometió su marido.

Ya no estamos ahí. Obviamente. Pero en el centro del debate está estos días el caso de otro político, Íñigo Errejón, que dimitió de todos sus cargos tras la denuncia anónima compartida por la periodista Cristina Fallarás en la que se le acusó, sin mencionarlo, de ser un presunto maltratador psicológico y de vejaciones sexuales. Y ese es, probablemente, uno de los cambios más importantes de los últimos años, que no tiene que ver con leyes, ni con condenas, ni con el tiempo, pero sí con el espacio: tras sacar la violencia escondida en las casas hasta la calle –que también retrató Bollaín en Te doy mis ojos–, está cambiando el lugar donde se ubica la vergüenza: de la víctima, a quien en el caso de Nevenka trataron como si fuera la acusada –y a tantas otras después–, al agresor o presunto agresor. El miedo, no obstante, sigue existiendo.

«Todavía no se creen a Nevenka», decía en un bar de Ponferrada Isabel Maroto, secretaria de la Mujer de CCOO en León en 2021, veinte años después de aquello –solo tres años antes de ahora–. «Yo me vi en esa situación, en lo que es vivir en un pueblo pequeñísimo donde al final la mala eras tú, porque, según me decían, yo no entendía sus cambios de humor», contaba en un caso documentado por PorTodas, el proyecto impulsado por La Marea para investigar qué ocurre antes, pero también después, de los crímenes machistas.

En el momento de aquella entrevista, PSOE y Podemos mantenían un pacto de gobierno en Ponferrada con un grupo local, Coalición por el Bierzo, cuyo exlíder, Pedro Muñoz, permanecía en prisión acusado de golpear de tal forma a su entonces mujer que quedó en una silla de ruedas. Isabel señalaba este hecho político como algo incomprensible. El caso se ha alargado hasta este septiembre de 2024, cuando el Tribunal Superior de Castilla y León confirmó la condena de casi 17 años para el exdirigente. Hoy gobierna la ciudad el PP con el apoyo de Coalición por el Bierzo. Y, como denunció Bollaín, no han permitido grabar en sus calles. Tuvieron que rodar Soy Nevenka en Zamora.

¿Cuánto ha avanzado España?

En mitad de este hilo temporal, desde el equipo de PorTodas seleccionamos 2014 para analizar, con la perspectiva que da el tiempo, qué pasa con cada una de las mujeres que son asesinadas, con sus agresores, con las familias, qué hacen las administraciones. El proyecto echó a andar a finales de 2018 gracias a la financiación de más de 3.000 personas en Goteo. 

En esa fecha, aún no se había emitido el documental producido por Newtral para Netflix que antecedió a la película sobre Nevenka; hacía apenas unos meses que se había dictado la sentencia por el caso de La Manada, que se gritaba aquello de «No es abuso, es violación» o el «Yo sí te creo, hermana». Todavía no había Ley del solo sí es sí y la palabra consentimiento era casi nueva en las conversaciones. La futbolista Jenni Hermoso y todas las demás no habíamos dicho #SeAcabó. Y ni siquiera VOX, el partido de ultraderecha, había entrado en las instituciones. Hacía muy poquito también del surgimiento del #MeToo. Insistimos: en 2018, hace solo seis años, aún no habían pasado todas estas cosas que tanto han removido después y siguen removiendo hoy. 

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Las jugadoras de la Selección Española Alexia Putellas, Jennifer Hermoso e Irene Paredes/FIFA.

¿Cuánto ha avanzado España, pues, en materia de igualdad? ¿Cómo es la España de hoy viniendo de donde viene? De una dictadura de 40 años donde las mujeres eran consideradas menores y propiedad de los padres o de los maridos. De un país en el que el divorcio se aprobó en 1981. Donde la primera reforma de la Ley del aborto de 1985 se produjo en 2010 y a la que casi pretendía volver el ministro Gallardón en 2014. De un país donde la mayoría de las interrupciones voluntarias del embarazo se siguen realizando, en 2024, en la sanidad privada. ¿Cuánto ha avanzado España con la ultraderecha ascendiendo, hablando de violencia intrafamiliar o negando directamente la violencia machista?

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El 24 de octubre a la hora de comer, a escasos días de enviar esta revista a imprenta [este reportaje está incluido en LaMarea103 I Machismo eres tú], los periódicos comenzaron a abrir sus ediciones digitales con la dimisión de todos sus cargos y de la política de Íñigo Errejón, hasta ese momento portavoz de Sumar en el Congreso. «[La política] genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo», escribió en X en una críptica carta. «Desgraciadamente, el machismo es transversal a todos los partidos políticos y está en todos los ámbitos de la sociedad. Es importante que hablemos de ello y todos los casos salgan a la luz», dijo Más Madrid aquella misma tarde. Todas las demás reacciones ya las conocemos.

Una grave cuestión, como reflexionó en una entrevista con Broncano el actor Eduard Fernández, es no reconocerse en el machismo. «Un país como España es un país muy machista. Estamos educados en el machismo. Oí una vez a alguien famoso al que le preguntaron si era machista y dijo que no, cero, nada. Y ese es el problema, la gente que no sabe que es machista. A mí me ha enseñado mucho mi hija Greta». Es más, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de principios de este año, un 44,1% de los hombres cree que se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se les discrimina a ellos. 

Un cambio muy significativo

Todos los hitos, todos los cambios que se han venido produciendo en favor de la igualdad, y también los retrocesos, todos los avances y la huella machista que aún pervive en la sociedad, pueden observarse a través de las historias de PorTodas, que están desgranadas en este dossier a modo de cierre del proyecto. 

Uno de los cambios más significativos, y que ha afectado incluso a la metodología seguida, tiene que ver con la consideración de víctima de violencia machista. Mari Luz y Amelia fueron asesinadas el mismo día y de la misma manera por un mismo hombre: el marido de la primera, el yerno de la segunda. Cuando se produjo el doble crimen, el 10 de diciembre de 2014, Mari Luz fue contabilizada por las estadísticas oficiales como víctima mortal de la violencia machista. Pero Amelia, su madre, no.

Hoy, diez años después y con las modificaciones incorporadas a la legislación a finales de 2021, que amplió el concepto de violencia machista más allá de la pareja o expareja, Amelia sí hubiera formado parte de la lista de feminicidios desde el primer momento. Como PorTodas comenzó a andar antes de ese cambio, recogía los 55 crímenes registrados por el Gobierno. De haber comenzado a trabajar ahora, este proyecto habría contabilizado 57 mujeres asesinadas, 57 historias, independientemente del parentesco de la víctima y el agresor. Serían Amelia y también Adela, que fue asesinada por su yerno poco antes de matar a su hija, María José, en Cervo (Galicia). Posteriormente, las estadísticas han recogido a dos mujeres más que estaban en investigación. Desde 2003, se han producido 1.345 feminicidios y 63 menores han sido asesinados y asesinadas. 

Fuente: https://www.lamarea.com/2024/11/25/2004-2024-la-evolucion-del-machismo-en-espana/