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80 Fidel

Fuentes: Rebelión

Fidel cumplió 80 años, ¡¿quién lo hubiera dicho?! Me asombra, no su capacidad física e intelectual, si no la posibilidad de haber sobrevivido ante los continuos ataques directos e indirectos de parte de los Estados Unidos. Conservo con perfecta claridad el recuerdo de niño de cuando oía sus discursos transmitido en medio de sonidos de […]

Fidel cumplió 80 años, ¡¿quién lo hubiera dicho?! Me asombra, no su capacidad física e intelectual, si no la posibilidad de haber sobrevivido ante los continuos ataques directos e indirectos de parte de los Estados Unidos.

Conservo con perfecta claridad el recuerdo de niño de cuando oía sus discursos transmitido en medio de sonidos de meteoritos y naves espaciales que de manera intermitente dejaban oír pedazos de las eufóricas proclamas y lecciones que desde la tribuna emitía. Era un verdadero placer oír cada frase, el énfasis exacto en el momento oportuno. Había toda una pedagogía envuelta en cada discurso que explica la duración de los mismos. Todavía no había empezado la campaña de alfabetización y la radio era una poderosa máquina de comunicación. Al cabo de cinco horas te quedabas buscando más, aunque tuviese la oreja colorada de pegarte a la bocina del radito de pila.

La fuerza de atracción estaba basada en una sencilla razón: la verdad. Fidel convencía, convence, por la facilidad de interpretar el sentir de la gente sencilla, humilde; pero a la vez por la forma sencilla y humilde de su existencia. Por su coherencia entre discurso y práctica. Por su enorme capacidad y honestidad.

Que sabrosura oírle decir que la Texaco se iba y la pronunciación pausada y burlona de decir que la United Fruit tenía que sacar sus garras de territorio cubano.

¡Con cuanto goce oímos de su boca que en Cuba se acababan los casinos de los mafiosos y gángsteres norteamericanos! ¡Cómo no alegrarse si en toda América latina el abuso y la corrupción han primado desde siempre con el apoyo descarado y abierto de los gobiernos de Estados Unidos!

Los 26 de julio eran días sagrados afinando desde temprano la localización de Radio Habana Cuba que transmitía desde el único territorio libre de América.

No valía la propaganda en contra nos llegaba vía la embajada, ni los pasquines de los tres Villalobos para difamar la Revolución. Había en República Dominicana una buena cantidad de gente que seguía de cerca los acontecimientos de la hermana isla. Principalmente los seguidores de Manolo y su agrupación 1J4 (14 de junio).

Los triunfos de Cuba, en cualquier campo, social, político, deportivo, eran nuestros.

Por primera vez vimos a un político hacer cosas para beneficio de la sociedad y no para sí.

No eran placeres caprichosos y fanatizados, como se quiere tergiversar, cuando oíamos desde la plaza el coro de Cuba si Yanqui no; había una identificación de desahogo frente a los abusos cometidos por los gringos no sólo en Cuba sino en cada uno de nuestros países latinoamericanos.

A Fidel se le exigía más de la cuenta por esa entrega total más allá de sus límites. Y creo que hoy también ocurre, queremos que siga al mando de Cuba. Como si Fidel no fuera humano. Si Fidel se recupera y quiere volver que vuelva,

80 FIDEL

Mercader

Fidel cumplió 80 años, ¡¿quién lo hubiera dicho?! Me asombra, no su capacidad física e intelectual, si no la posibilidad de haber sobrevivido ante los continuos ataques directos e indirectos de parte de los Estados Unidos.

Conservo con perfecta claridad el recuerdo de niño de cuando oía sus discursos transmitido en medio de sonidos de meteoritos y naves espaciales que de manera intermitente dejaban oír pedazos de las eufóricas proclamas y lecciones que desde la tribuna emitía. Era un verdadero placer oír cada frase, el énfasis exacto en el momento oportuno. Había toda una pedagogía envuelta en cada discurso que explica la duración de los mismos. Todavía no había empezado la campaña de alfabetización y la radio era una poderosa máquina de comunicación. Al cabo de cinco horas te quedabas buscando más, aunque tuviese la oreja colorada de pegarte a la bocina del radito de pila.

La fuerza de atracción estaba basada en una sencilla razón: la verdad. Fidel convencía, convence, por la facilidad de interpretar el sentir de la gente sencilla, humilde; pero a la vez por la forma sencilla y humilde de su existencia. Por su coherencia entre discurso y práctica. Por su enorme capacidad y honestidad.

Que sabrosura oírle decir que la Texaco se iba y la pronunciación pausada y burlona de decir que la United Fruit tenía que sacar sus garras de territorio cubano.

¡Con cuanto goce oímos de su boca que en Cuba se acababan los casinos de los mafiosos y gángsteres norteamericanos! ¡Cómo no alegrarse si en toda América latina el abuso y la corrupción han primado desde siempre con el apoyo descarado y abierto de los gobiernos de Estados Unidos!

Los 26 de julio eran días sagrados afinando desde temprano la localización de Radio Habana Cuba que transmitía desde el único territorio libre de América.

No valía la propaganda en contra nos llegaba vía la embajada, ni los pasquines de los tres Villalobos para difamar la Revolución. Había en República Dominicana una buena cantidad de gente que seguía de cerca los acontecimientos de la hermana isla. Principalmente los seguidores de Manolo y su agrupación 1J4 (14 de junio).

Los triunfos de Cuba, en cualquier campo, social, político, deportivo, eran nuestros.

Por primera vez vimos a un político hacer cosas para beneficio de la sociedad y no para sí.

No eran placeres caprichosos y fanatizados, como se quiere tergiversar, cuando oíamos desde la plaza el coro de Cuba si Yanqui no; había una identificación de desahogo frente a los abusos cometidos por los gringos no sólo en Cuba sino en cada uno de nuestros países latinoamericanos.

A Fidel se le exigía más de la cuenta por esa entrega total más allá de sus límites. Y creo que hoy también ocurre, queremos que siga al mando de Cuba. Como si Fidel no fuera humano. Si Fidel se recupera y quiere volver que vuelva,