El día 14 de agosto las tropas de Yagüe tomaron Badajoz sin apenas resistencia. El mito de la oposición encarnizada por parte de los republicanos en las murallas de esta ciudad es una mentira franquista justificativa. Al generalizarse el ataque de las tropas moras, legionarios y falangistas, y tras las primeras escaramuzas, se produjo una […]
El día 14 de agosto las tropas de Yagüe tomaron Badajoz sin apenas resistencia. El mito de la oposición encarnizada por parte de los republicanos en las murallas de esta ciudad es una mentira franquista justificativa.
Al generalizarse el ataque de las tropas moras, legionarios y falangistas, y tras las primeras escaramuzas, se produjo una enorme desbandada de milicianos, y de una agrupación de Guardia de Asalto y militares de diferentes unidades dispersas.
Solo quedaron 150 defensores en las murallas al mando del coronel Puigdengolas, quien, para evitar el exterminio de sus hombres, y ante la imposibilidad de mantener la resistencia, ordenó una rápida retirada.
Las tropas franquistas entraron en la ciudad sin pegar un tiro.
La matanza posterior de republicanos no obedeció a ninguna represalia por los hombres caídos, que apenas los hubo, sino a una orden de exterminio para implantar y extender una ola de terror, en todo el territorio republicano que Yagüe tenía por delante. Las tropas moras, al parecer, no tomaron parte en la matanza, porque tomada la ciudad se incorporaron a la vanguardia en su marcha hacia Cáceres.
Fueron legionarios, tropas regulares y falangistas los que llevaron a cabo las ejecuciones, en grupos de 20 y usando preferentemente ametralladoras.
No hubo, como se dijo, masacres masivas en el interior de la plaza de toros, ni se lidiaron a republicanos clavándoles banderillas, esto forma parte de la mitología republicana de la época. La plaza de toros se convirtió únicamente en lugar de concentración de detenidos, desde dónde eran sacados para ser fusilados.
Lo que sí trascendió fueron los testimonios del periodista Mario Neves, corresponsal de guerra del Diario de Lisboa, el único periodista que denunció lo allí sucedido como testigo directo de los hechos.
Las víctimas fueron prácticamente todas civiles. Elegidas en unos casos al azar, y en otros usando listas confeccionados por falangistas locales. Su número varía según las estimaciones muy dispares, entre los 1500 y los 4000 extremeños.
En su libro «La columna de la muerte», el historiador Francisco Espinosa, documenta la muerte de casi 4.000 personas.
Según declaraciones del coronel Yagüe a un corresponsal extranjero, declaró que «no podía dejar a su espalda a los republicanos para que se reorganizasen».
El nombre de este asesino, continúa dando nombre a varias calles españolas. Y no solamente eso: una localidad soriana se denomina San Leonardo de Yagüe.
La Asociación memorialista soriana Para el Recuerdo y la Dignidad, lleva a cabo desde hace años una intensa campaña para acabar con esta vergüenza.
Floren Dimas, es Oficial del Ejército del Aire, delegado de AGE en la Región de Murcia, miembro del colectivo de militares demócratas ANEMOI, vocal de la Junta Directiva de ACMYR
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