Una pérdida de más de 70 millones de trabajos en 2030, un aumento de estrés térmico y una bajada de productividad. Son algunas de las consecuencias de la emergencia climática que prevé la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe. Las zonas más afectadas serán Asia Meridional y África Occidental, donde se encuentran algunos […]
Una pérdida de más de 70 millones de trabajos en 2030, un aumento de estrés térmico y una bajada de productividad. Son algunas de las consecuencias de la emergencia climática que prevé la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe. Las zonas más afectadas serán Asia Meridional y África Occidental, donde se encuentran algunos países en desarrollo. Sin embargo, el cambio también afectará a la salud de los trabajadores de España, uno de los países europeos más afectados. «El cambio climático agravará los riesgos laborales ya existentes y hará emerger otros nuevos«, asegura el informe de Saludapt titulado La protección de la salud de la población trabajadora ante el cambio climático.
El último mes de julio fue el mes más caluroso desde que se tienen registros. Los estudios apuntan a que ya no es un hecho aislado. El citado documento de Saludapt alerta de que habrá un aumento en la «frecuencia, intensidad y duración de períodos de calor extremo». Sin embargo, aún no es fácil rastrear las efectos concretos de las temperaturas extremas en la salud de los trabajadores españoles, ya que el mismo informe reconoce que «no se están registrando adecuadamente las consecuencias en la salud de las olas de calor». Aún así, el Ministerio de Sanidad activa cada año desde 2004 un Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas.
Cuando los trabajadores se ven sometidos a «estrés térmico» su cuerpo reacciona de diferentes maneras. Pueden aparecer sarpullidos, mareos, agotamiento, un síncope o llegar al golpe de calor, uno de sus resultados más graves, tal y como explica el documento Exposición laboral a estrés térmico por calor y sus efectos en la salud, ¿qué hay que saber?
Por el momento, en la estadística de accidentes laborales de enero a junio de 2019 elaborada por el Ministerio de Trabajo, hay 119 accidentes con baja debido a «efectos de la temperaturas extremas, luz y la radiación», de los cuales 35 fueron directamente por «calor e insolación» y cuatro por frío. Muchas veces, empresarios y trabajadores perciben el calor como un fenómeno natural y bajan las barreras de protección.
Este mismo verano, la falta de prevención ante estas olas de calor ha tenido consecuencias dramáticas. En julio, falleció un hombre de 66 años en Sevilla tras un golpe de calor. En agosto, murió por la misma causa un trabajador en el municipio castellonense de Onda y otro joven de 36 años de Valladolid.
Durante los dos últimos meses, también se ha producido alguna huelga por calor. Como ejemplo, la empresa textil Selvafil, de Maçanet de la Selva (Girona), cuyos trabajadores secundaron en julio tres jornadas de huelga por las altas temperaturas, tal y como informó el sindicato USO.
El peligro del estrés térmico
Aunque son necesarios más estudios que profundicen en este fenómeno, la OIT también ha alertado sobre el peligro de no tomar medidas contra las temperaturas extremas: «Quizás sea debido a que los niveles cada vez mayores de estrés provocado por las altas temperaturas son casi imperceptibles si se los compara con la exposición a agentes químicos o la contaminación del aire. No obstante, esta amenaza invisible es igual de peligrosa y por encima de algunos niveles, puede resultar letal», explica el informe Seguridad y salud en el centro del futuro del trabajo, que el organismo publicó por su centenario.
En el documento se advierte de que los trabajadores más perjudicados serán aquellos que desarrollen su actividad en el exterior, expuestos directamente a las olas de calor, el frío o a otros fenómenos meteorológicos: «En 2030, los trabajadores agrícolas y los trabajadores de la construcción registrarán el 60 y el 19 por ciento respectivamente de las horas perdidas debido al estrés por altas temperaturas».
El calor y el frío extremos no solo repercuten en la salud de los empleados, también en su capacidad de trabajo. El citado documento del Saludapt advierte de que en 2016 ya se observó «un descenso del 5,3% en la productividad a nivel mundial con respecto a los niveles del año 2000». El porcentaje se reparte de manera desigual entre los trabajadores de diferentes áreas del planeta: «La pérdida de capacidad de trabajo en zonas particularmente calurosas del mundo es de hasta un 10% actualmente y podría llegar hasta un 30-40% en 2085. Además esta pérdida de productividad laboral por calor no es igual en todas las partes del mundo, se estima una pérdida de 6,6 días para los países en desarrollo y de 3,5 días para los países desarrollados«
Calor y precariedad, una mala combinación
«Las olas de calor pueden ser muy problemáticas, especialmente, cuando hablamos de trabajadores que en muchos casos están aislados, son precarios u estacionales», explica la secretaria de Acción Sindical y Salud Laboral del sindicato USO, Sara García.
Ante los fenómenos extremos, la sindicalista alude a la importancia de la planificación para proteger la salud, con medidas que pueden ir desde planificar la actividad teniendo en cuenta la meteorología hasta garantizar el acceso a agua fresca: «Hay que poner medidas como los cambios de horario. Hay zonas en las que en las horas centrales del día es imposible trabajar, como en Extremadura, Andalucía o el Levante, y se arranca la jornada mucho más pronto». Sin embargo, recuerda que no todas las empresas se «toman en serio» el calor o el frío como un riesgo laboral: «En algunas empresas hay ausencia absoluta de flexibilidad. Si hay trabajo en una zona al aire libre, haga sol o esté nublado se hace».
Aunque los jornaleros o los trabajadores de la construcción sufren más las consecuencias del aumento de temperaturas, Sara García recuerda de que no hay que descuidar los empleos que normalmente están expuestos al calor durante todo el año: «No se habla mucho del trabajo de hostelería, donde se hacen jornadas maratonianas en cocina en unas condiciones indescriptibles, durante 12 o 14 horas sin ventilación».
El informe de Saludapt alude a otros dos factores que aumentan el estrés térmico: el esfuerzo físico y los equipos no adaptados de protección que exigen determinados trabajos:»En muchos puestos se requiere utilizar prendas o equipos de protección individual que vienen a brindar protección frente a otros riesgos (por ejemplo, tóxicos, quemaduras, cortes, golpes, etc.), pero que, al dificultar o impedir la normal transpiración, pueden provocar la subida de la temperatura interna».
Pero además de la prevención y de ajustar los equipos, la sindicalista insiste en la necesidad de mejorar la inspección de trabajo: «Muchas veces no tienen recursos, pero tienen que actuar. No pueden venir en noviembre a revisar esos casos», explica. Cuando se trata de precarios o temporales en las empresas pequeñas o medianas sin representación sindical, a los trabajadores les resulta mucho más difícil negarse a realizar una tarea o incluso dar el aviso: » Hay que tener garantías para denunciar porque los trabajadores piensan que si lo hacen, no les van a renovar».