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Diálogo entre un padre y un hijo sobre el ideario de José Martí y la medicina

Fuentes: Rebelión

En este 166 aniversario del natalicio de José Martí considero oportuno abordar aspectos fundamentales de la medicina verdadera analizando algunos elementos históricos y la visión de José Martí, nuestro Héroe Nacional, sobre diversos asuntos esenciales de la medicina. Pienso que el abordaje en forma de diálogo puede contribuir a resaltar mejor las ideas que expondremos. […]

En este 166 aniversario del natalicio de José Martí considero oportuno abordar aspectos fundamentales de la medicina verdadera analizando algunos elementos históricos y la visión de José Martí, nuestro Héroe Nacional, sobre diversos asuntos esenciales de la medicina. Pienso que el abordaje en forma de diálogo puede contribuir a resaltar mejor las ideas que expondremos.

Padre- Hijo, vamos a iniciar hoy un diálogo que nos lleve al abordaje de la verdadera medicina de estos tiempos. Quizás me digas que el tiempo es escaso, pues existen necesidades materiales que satisfacer, reclamos sentimentales que atender y se requieren también espacios para la recreación y el ocio. Pero el escollo fundamental son las ocupaciones cotidianas y las muchas responsabilidades sociales que constituyen en nosotros fundamento concreto del deber. No obstante, pienso que si estamos dispuestos a prolongar, según las circunstancias, esta conversación, podríamos hallar la ocasión para hilar los asuntos que más nos interesen y que satisfagan los intereses de muchos de nuestros colegas y sean útiles en general para otras personas.

Hijo- Tengo preocupaciones de este intercambio, pues no sé cómo podremos conciliar tu experiencia con la mía, que resulta mucho menor.

P- Quizás cuando hablamos de algunas formas de experiencias, no puede establecerse realmente una jerarquía entre ellas. Sencillamente existe cada una de ellas con su personalidad propia y sus rasgos distintivos. Pienso que en nuestro caso, las fuentes de las experiencias son distintas hasta cierto punto en lo que se refiere a lugar y tiempo, y que finalmente van a confluir en un cauce común, que es el propósito cardinal: el tema del ejercicio o práctica de la medicina verdadera.

H- Entonces, ¿no tienes temor que en este diálogo afloren puntos de vista contradictorios o conflictivos, como expresión de la llamada óptica generacional?

P- Estamos hablando de diálogo e intercambio y, por lo tanto, de vías o formas de comunicación. Así que no existen motivos para pronósticos de «guerras», al menos argumentales.

H- Bien, creo que ya la introducción ha despejado el camino. Pero, ¿qué aspectos trataremos?, ¿aspectos generales o específicos?, ¿cosas actuales o pasadas? Es tan amplia la gama de tópicos que pueden ser abordados, que me encuentro perplejo ante los primeros pasos.

P- Sí, creo que no resulta fácil preestablecer los rumbos de un diálogo abierto como el que hemos esbozado. ¿Acaso planificamos en la vida diaria la introducción, el desarrollo y la conclusión de una conversación en la vida familiar o social? ¿No? Pues sigamos el mismo principio. Dejémonos llevar por la propia dinámica lógica de esta plática médica.

H- Yo te pediría que abordaras los cambios en la concepción de la medicina.

P- Para ello tendría que intercalar, dando lectura o comentando, un tratado completo de Historia de la Medicina. Pero para ser más sintético, podría decir que tanto la concepción como el ejercicio de la medicina han llevado el sello de su tiempo y del desarrollo de la sociedad humana. Podrían manifestarse en algún que otro momento pequeñas discordancias entre el desarrollo de una y otra, pero en general, el tipo de desarrollo social ha puesto su impronta en el desarrollo de la medicina, como de cualquier otra actividad o práctica humana.

H- ¿Significa esto que la medicina es hija de su época?

P- En general, sí, pero no te olvides que en la sociedad no existen patrones rígidos para todas las manifestaciones de la actividad humana. Existe una interrelación dialéctica que condiciona una inter.- acción favorable o no para la actividad, es decir, en este caso el ejercicio de la medicina como influencia inmanente de la sociedad. Pero también puede ocurrir el proceso en que la actividad influya en cierta forma sobre el patrón prevaleciente en la sociedad. No olvidemos las rupturas pequeñas o grandes, lentas o abruptas, de los moldes sociales. El progreso se abre paso de mil formas distintas.

H- Eso quiere decir que el análisis del asunto concreto que abordamos, en su devenir histórico, adquiere un carácter tan complejo que necesitaríamos, tal vez, días o meses para desmenuzarlos en períodos, hechos y situaciones concretos, teniendo en cuenta las correspondencias con sus épocas.

P- Pienso que sí. Pero la misión de nosotros es simplificar el problema. Por eso añadiré algo tan obvio que puede parecer una perogrullada. Desde la comunidad primitiva hasta acá la medicina ha ido cambiando, a veces con la dinámica natural de una evolución normal y otras en saltos revolucionarios, con la aparición de descubrimientos que han sido capaces de provocar una ruptura de los moldes que, una época particular o incluso siglos, habían conformado como algo inmutable. Por tanto, respecto al desarrollo de la medicina, los caminos a veces han sido tortuosos y, otras veces, han sido rectos. Unos han significado retrasos del desarrollo y otros han significado avances aceleradores.

H- Esta es una cuestión que nosotros los jóvenes no tomamos muy en serio. Esa larga trayectoria de la medicina hasta hoy, quizás no la valoramos en su justa dimensión. Es el hecho o la actualidad médica de hoy mismo a lo que conferimos verdadera importancia.

P- Y no dejan de tener razón. Pero sin expresarlo, imperceptiblemente, en esa realidad de la medicina de hoy está acumulado todo ese pasado de que te hablaba, que en ocasiones se trata de aportes de siglos y en otras, de hallazgos sólo de años, meses o días pasados. Pero para alcanzar una verdadera dimensión del desarrollo médico en lo general y en sus particularidades, hay que nutrirse con los elementos esenciales de esa trayectoria histórica. Esto forma parte de la cultura y la formación médica y puede contribuir a realzar la personalidad del médico, su comprensión de las entidades nosológicas, de sus causas, de su distribución, de su tratamiento, de su prevención y de su estrecha relación con los factores socioeconómicos y ambientales. En fin, pueden ir descubriendo como la investigación fue abriendo el camino a los nuevos conocimientos y configurando la imagen de la medicina de ayer y de hoy.

H- Veo que has ampliado el espectro. Surgen, pues, más complicaciones.

P- ¿Por qué llamarlas complicaciones? Digamos que surgen horizontes nuevos, más esclarecimientos sobre los lados oscuros de muchos problemas de la medicina tanto del pasado como del presente. Digamos, además, que queda al futuro revelarnos todo lo desconocido o misterioso que aún resta por descubrir.

H- Bien, creo que tienes razón. Pero hay cosas que me cuestan trabajo representarme, por ejemplo, la figura del médico de la antigüedad.

P- Hay razones para esa dificultad. ¡Son tantos siglos! Pero, fíjate qué cosas tiene la vida. Aún hoy, hay algunos que les resulta difícil comprender e imaginarse el papel y la significación del médico de la familia, inserto en la vida y el desarrollo de una comunidad. Eso debiera ser más fácil, ¿verdad?

H- Quizás porque nos falte un espejo para mirarnos nosotros mismos reflejados en nuestra propia magnitud. Quizás porque no tengamos como referencia tanto pasado.

P- Creo que eso que dices es válido. Quizás podemos añadir otro rosario de razones, como el hecho de que la comunidad tiene un rostro lindo y feo a la vez, como todas las cosas de este mundo.. Pero ¿se habrán detenido a mirar a la profundidad de los ojos de la gente? ¿Habrán puesto su atención a escucharle, con sosiego, el corazón agitado o acompasado? ¿Habrán medido el grado de cariño y gratitud de esa gente común que integran hombres, mujeres, niños, adultos, ancianos; de esos seres que viven, trabajan, luchan, sufren y se alegran; de esos seres humanos que se acercan esperanzados al médico, y salen más esperanzados y confiados de la consulta, cuando se logra darles lo que buscaban y necesitaban?

H- Sobre eso, pienso que no siempre vemos los árboles y el bosque. Te has dejado provocar, y te has lanzado a la carrera sobre el presente. Yo quisiera que tocaras el aspecto de la verdadera medicina. ¿De qué se trata?

P- Ese no es un concepto estático. Definirlo sería como expresar que constituye la medicina cuyo desarrollo es tal que se corresponde con la tendencia del desarrollo social. Y detrás quedaría un estadio determinado de la medicina que ya fue superado por un desarrollo superior, que debe corresponderse igualmente con un nuevo desarrollo de la sociedad.

H- Te he escuchado que Martí se refirió a este concepto en el siglo XIX. ¿Cómo él arribó a este enunciado y cuál era su fundamento? ¿Será válida su valoración para estos tiempos?

P- Trataré de expresar algunas ideas que brinden alguna luz sobre este asunto. En primer lugar, como sabes, Martí fue un veedor profundo de su tiempo. Su genio se proyectó en muchos campos, aunque su quehacer político y revolucionario fue la gran misión de su vida. Pero, en segundo lugar, entre las esferas en las que hizo aportes fecundos, a pesar de la brevedad de sus apuntes, está la medicina, para la cual tuvo una vocación especial. Y cuando hablo de aportes me refiero a que fue capaz de captar justamente la esencia de la medicina y por otra parte siguió con verdadera dedicación y pasión los avances, descubrimientos y desarrollo de la medicina de su época, y los divulgó en forma precisa y creadora. Fue un cronista de las ciencias en general, y de lo que hoy llamamos ciencias médicas, en particular.

H- No obstante, quisiera una mayor precisión de la pregunta que hice anteriormente.

P- Sí. Es conveniente. Para ello es indispensable referirnos a la época concreta y a las afirmaciones textuales sobre el tema que abordamos. Creo que Martí fue capaz de penetrar en la esencia de la medicina, porque al abordar este asunto en 1883, expresó: «La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave: la Higiene es la verdadera medicina. Más que recomponer los miembros deshechos del que cae rebotando por un despeñadero, vale el modo de apartarse de él.» Y día mas tarde, reiteró: «Mejor es evitar la enfermedad que curarla. La verdadera medicina es la que precave».

H- En verdad es una visión asombrosa de la medicina preventiva, algo que aún hoy no encuentra plena concreción en la práctica de la medicina en el mundo.

P- Pero todavía hay más. Ya desde el año anterior, Martí apuntaba que «El arte de curar consiste más en evitar la enfermedad y precaverse de ella por medios naturales, que en combatirla por medios violentos e inevitablemente dañosos para el resto del sistema, cuyo equilibrio es puesto a contribución en beneficio del órgano enfermo. La higiene va siendo la verdadera medicina, y con un tanto de atención cada cual puede ser un poco médico de sí mismo.»

H- Pienso que es sorprendente esa idea de que cada cual pueda ser un poco médico de sí mismo, porque eso implica educación y propagación de los conocimientos sobre las materias médicas. Es lo que hoy consideramos como la responsabilidad que tienen los individuos con respeto a su salud.

P- Sí. El se proyectaba en el papel de la educación como medio de propagación de los conocimientos e ideas relativos a la salud. Al respecto escribió: «deberían darse cátedras de salud, consejos de higiene, consejos prácticos, enseñanza clara y sencilla del cuerpo humano, sus elementos, sus funciones. Los medios de ajustar a aquella a estos, y ceñir estas a aquellos, y economizar las fuerzas y dirigirla bien, para que no haya después que repararlas».

H- Indudablemente que es un enunciado de los principios de promoción y educación para la salud.

P- Efectivamente. Y es importante precisar que sólo contaba veintinueve años de edad cuando sustentaba esas ideas.

H- ¿Queda algo en el tintero sobre este tema?

P- Tal vez tenga que referirme a algo más, que también resulta esencial. Cuando describía los efectos del cólera sobre los niños pobres como parte de un drama social en el verano de Nueva York, Martí expresa una idea de enorme valor político, pero que también tiene igual relevancia en lo concerniente con la prestación de los servicios de salud. Sobre la desatención médica dijo: «Y digo que éste es un crimen público, y que el deber de remediar la miseria innecesaria es un deber del Estado.»

H- Ahora entiendo mejor la concepción integral de Martí sobre la medicina al servicio del hombre y la vigencia que conservan sus ideas

P- Yo diría que forma parte del basamento de la salud pública y de la medicina cubanas. Como toda su obra, su ideario referente a la medicina tiene una gran trascendencia para evaluar, como parte de un proceso de continuidad histórica, nuestro actual desarrollo en este sector, que resulta un paradigma para el mundo.

H- Comprendo ahora que tenemos raíces profundas en el pasado, que explican las siembras y cosechas de estos tiempos.

P- Así mismo es. Y ya en su época, Martí pudo afirmar en forma fundamentada: «Tenemos buenos médicos». Y también dijo que «la más noble de las ocupaciones, y quien sabe si la más grata, es la del enfermero». Por eso yo te diría que nuestro presente en el campo de la medicina, con un carácter creador y revolucionario en el contexto mundial, tiene en las ideas de Martí un sustento ideológico de un valor muy trascendente.

H- Es que Martí fue genial. Y vivió una vida tan intensa en todas las dimensiones de la existencia humana, que eso explica su obra inmensa. Y todo esto, a pesar de que el eje central de su vida fue la independencia de Cuba y la fundación de una república salvadora de la segunda independencia de la América Latina.

P- Así es. Y algo que no podemos olvidar finalmente es que encontrándose ya en el campo insurrecto, cuando insuflaba aliento a la guerra liberadora, participó, con una vocación admirable, en la práctica elemental de la medicina. En los campamentos mambises intervenía en la atención y curación de los heridos, pues tal como confesara: «me han salido habilidades nuevas (…) para adivinarle a un doliente la maluquera, porque de piedad y de casualidad se me han juntado en el bagaje mas remedios que ropa, y no para mi que no estuve mas sano que nunca. Y ello es que tengo acierto, y ya me he ganado mi poco de reputación sin más que saber como está hecho el cuerpo humano, y haber traído conmigo el milagro del yodo, y el cariño que es otro milagro». Y es como si con esta acción de sanitario en los campos insurrectos de Cuba, estuviera llevando a la práctica todas sus ideas referentes a la profesión de la medicina, sobre la cual quisiera recalcar ahora especialmente algunas de ellas: «El médico, sale andando con majestad, como un rey primitivo que se entra por su celda. No hay mayor majestad que un rey de oficio (…)».

«(…) y en la cosas del alma soy como los médicos, que siguen curando al enfermo que le muerde las manos»

«(…) En el mundo se ha de vivir como viven los médicos en los hospitales.

«(…) Lo primero es ser bueno; y lo demás para que la bondad sea útil, es que lo demás sepan donde está».

«(…) Es que convivir yo tan triste, donde no se le ve, y con trabajar y mis deberes públicos, aún parece que me alcanza espíritu para andar de médico de tribulaciones ajenas».

H- Creo que con estas ideas hemos abordado en lo fundamental el universo médico de Martí, que será, sin dudas, uno de los pilares en que se levante esta conversación que irá revelando, de trecho en trecho la realidad del ejercicio de la medicina de ayer, de hoy y del futuro.

P- Quizá me hace falta ofrecerte una visión conmovedora del ejercicio de la atención médica en las luchas por la independencia de Cuba, mucho antes que Martí abordara sus ideas sobre la medicina. Es el relato del periodista irlandés O’Kelly durante su estancia en el campo rebelde en el año 1874. Es un testimonio que revela aspectos esenciales del carácter del cubano y la concepción y actitud del quehacer médico en las condiciones de un conflicto armado. Refleja una cualidad ética superior que constituye una herencia valiosa de la cultura médica del pueblo cubano. Estos son algunos aspectos de su relato:

«Vistiéndome prontamente bajé a la falda del monte para ver qué aspectos presentaban los rebeldes después del combate y saber por observación personal el número de los heridos.

Con los medios a su alcance, los médicos trataban de aminorar los sufrimientos de los pacientes; pero desgraciadamente carecían de muchas medicina necesarias para adormecer los nervios mutilados y producir un sueño reparador en el angustiado cerebro de los heridos.

Afortunadamente los heridos no eran muchos, ni dejaban de hacer todo lo posible para mitigar sus dolores los oficiales y médicos, cuerpos de caballeros, cuya noble devoción a la causa de la humanidad no ha sido nunca superada. Por desgracia, el estado mayor de sanidad no es tan numeroso como debiera ser (…)

Debido también a la escasez de medicina los médicos se ven obligados a economizar aún lo más necesario (…)

Cuando yo visité el hospital se hacían preparativos para trasladar a los heridos a un lugar más seguro. El modo como se hace esto es simple y efectivo: Se colocan los heridos en una hamaca suspendida de una pértiga algo larga, que llevan en sus hombros dos hombres. Para cada una de esta camilla de nuevo género se emplean cuatro hombres que se van relevando de dos en dos. Además de los conductores, una guardia acompaña al convoy abriendo el camino a fin de que los heridos puedan pasar sin dificultad.

Por motivo de seguridad, los hospitales están colocados en los sitios mas secretos del bosques y adonde sólo los guías pueden llegar con facilidad. Es maravillosa la rapidez con que se traslada de un punto a otro a los heridos, teniendo en cuenta el medio primitivo usado para ello. No se recuerda el caso de que, aún en los momentos de la derrota o la persecución más incansable, haya sido capturado, por el enemigo, un herido llevado por dichos conductores.

En verdad, en nada difieren más los cubanos de sus adversarios que en el cuidado con que tratan a sus heridos y los esfuerzos que hacen para impedir que un hombre inutilizado caiga en poder de aquellos. Por muy crítica y apurada que sea la situación para los cubanos, en el momento en que un hombre cae, sus compañeros se apoderan de él llevándolo a la retaguardia. Y tan cierto es esto, que el soldado cubano está íntimamente convencido de que mientras él respire nunca será abandonado por sus compañeros. A este sistema débese el que nunca caigan los hombres heridos en poder de sus contrarios (…)

Debe tenerse en cuenta que en esta guerra no se da cuartel, por más que se trate de hacer creer lo contrario. Todos los heridos encontrados en el campo son muertos sin misericordia.

Es por esta razón que los heridos cubanos prefieren ser arrastrados por sobre la zarza y el suelo escabroso lleno de espinas y ver sus miembros magullados, antes que ser dejados en poder de un implacable enemigo. Muchas veces en estas terrible carreras, verdaderos saltos por la vida, los brazos se desencajan y se hacen astillas los huesos, y cuando por fin se pasa la línea de fuego, los conductores se inclinan para atender con dulzura a sus camaradas heridos.

Los cubanos conocen plenamente la importancia de mantener la confianza de sus soldados en la absoluta seguridad de no caer en poder del enemigo (…) y se prometen no abandonar a un compañero y llevarse los heridos aunque caigan en medio de las filas enemigas.»

H- Indudablemente que este relato nos ofrece una visión admirable del ejercicio de la medicina en las condiciones precarias y extremas de la primera guerra por la independencia de nuestro pueblo, que Céspedes dio inicio y lideró la misma como jefe del levantamiento del 10 de octubre de 1868 y primer Presidente de la República en Armas y, además como tal, creó por decreto en abril de 1870 el Cuerpo de la Sanidad Militar, nombrando un jefe superior y un jefe de sanidad por cada departamento en los que quedó dividida la República: Oriente, Camagüey y Las Villas. Se resalta también en el anterior relato os valores humanos y éticos que se sustentan en el ejercicio de la medicina de guerra. Constituye una lección y un legado de enorme trascendencia para nosotros. Considero que éste puede constituir un buen final para esta primera etapa de nuestro diálogo.

P- Sí, dejemos hasta aquí este primer diálogo, y preparémonos para retomar la conversación en una nueva oportunidad, a fin de que afloren interrogantes y reflexiones sobre otros aspectos de la temática que estamos abordando.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.