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Reseña de Ecosocialismo descalzo. Tentativas, de Jorge Riechmann con Adrián Almazán Gómez, Carmen Madorrán Ayerra y Emilio Santiago Muiño

Para seguir estudiando y comprendiendo, para poder hacer y actuar

Fuentes: El Viejo Topo

No nos deberíamos perder las nuevas aportaciones y reflexiones de este gran poeta, profesor, pensador y escritor poliédrico (¡y muy prolífico!) llamado Jorge Riechmann, ni tampoco los textos de sus compañeros y compañeras Una brevísima presentación de los autores puede verse en la solapa interior del libro; también en la página 11. La estructura de […]

No nos deberíamos perder las nuevas aportaciones y reflexiones de este gran poeta, profesor, pensador y escritor poliédrico (¡y muy prolífico!) llamado Jorge Riechmann, ni tampoco los textos de sus compañeros y compañeras

Una brevísima presentación de los autores puede verse en la solapa interior del libro; también en la página 11.

La estructura de Ecosocialismo descalzo. Tentativas [EDT]: «Nota introductoria (descalza)». 1. «¿Ecosocialismo descalzo? Perspectivas en el Siglo de la Gran Prueba», por Jorge Reichmann (el grueso del libro, hasta la página 183). 2. «La actualidad del ecologismo como propuesta de autonomía», por Adrián Almazán Gómez. 3. «Los frutos podridos de la economía política. Notas para un posmarxismo ecológicamente fundamentado» por Emilio Santiago Muiño, y 4. «Buscando un candil: momentos de ilustración para el Siglo de la Gran Prueba» por Carmen Madorrán Ayerra.

La gran pregunta de los autores en este siglo de la Gran Prueba: en el segundo decenio del siglo XXI, ¿sabe seguir pensando en modelos ecosocialistas de alta tecnología, alta energía y alta complejidad? Sin duda, recuerdan los autores, una de las grandes preguntas que animó el discurso crítico del desarrollo, en particular el ecologismo, «fue aquélla sobre si era posible continuar viviendo en una sociedad industrial orientada al crecimiento continuo». Para los autores, no hay duda alguna: «las perspectivas del desequilibrio temático y escasez malthusiana (en energía y materiales) evidencian la insostenibilidad del mundo industrial que hemos creado» (Unos datos básicos sobre nuestra insostenibilidad como modelo de (in)civilización: paginas 19 y 20. Unos gráficos sobre las consecuencias de nuestro desarrollismo: página 33).

Los autores no olvidan otras pregunta que ha atravesado los movimientos sociales de crítica a la sociedad industrial occidental (también la «oriental,» cada vez más similar a la occidental): «¿es deseable la vida en un mundo así?». No, no lo parece. «La miseria y el dolor de media humanidad es el precio a pagar por la insignificancia y la opresión de la otra mitad, y donde la vida no humana se ve arrinconada, degradada y a la postre exterminada».

Para los autores, otra de las tesis-fuerza del libro, el tipo de transición o transiciones, mezcladas con colapsos, a las que nos dirigimos «será mucho más modesto que lo que reivindica el ecosocialismo high tech«. Es por eso, sostienen, que tiene sentido hablar ahora de ecosocialismo descalzo: se impone una rectificación, una fuerte revisión, una reflexión nueva que ajuste «nuestros ideales socioeconómicos a constricciones ecológicas más severas y urgentes». Hay que pensar de nuevo sobre lo ya pensado.

También es necesaria una reflexión, libre de lugares comunes y frases gastadas, que evalúe el proyecto emancipatorio a la luz de las nuevas fuerzas de dominación y de las profundas transformaciones cualitativas que ha sufrido nuestro mundo. Más aún, señalan, «necesitamos una reflexión que, de manera prioritaria, piense ambas cuestiones en su indisoluble ligazón». Por decirlo con las referencias ecologistas de los años setenta del sigloXX: «todo indica que Barry Commoner ya no está a nuestro alcance; el futuro tendrá que parecerse más a Ivan Illich».

Más aun: si finalmente la modernidad occidental se revela como un inmenso, como un gigantesco experimento histórico fallido (fallido, apuntan y remarcan, «de la peor forma posible, que pensamos como colapso»), ¿no habría que revisar el tradicional desprecio occidental por el tradicionalismo antimodernista y, también, por las comunidades humanas de tecnología simple, no sofisticada? Los retos que plantean estas perspectivas son enormes.

El primero de ellos: el reto de hacernos cargos de nuestra situación real, «sin fantasías tecnólatras ni ilusiones mercadólatras ni autoengaños».

Tarea, por supuesto nada fácil: somos una especie que tiende al autoengaño en momentos de angustia (o incluso en cualquier momento) y la tecnología sigue siendo, para muchos países y millones de ciudadanos, el Dios salvador capaz de superar cualquier dificultad en un camino, el humano, siempre exitoso, siempre en progreso. Y no es eso, no es eso.

Las respuestas a muchos de estos interrogantes en los cuatro capítulos. Ninguno de ellos sin interés o con latidos poco audibles.

Falta en mi opinión, asunto no sustantivo, un índice onomástico y analítico, e incluso un glosario con los conceptos más fundamentales.

Algunas notas a pie de páginas tienen un desarrollo muy marxiano, al estilo las largas notas de algunos pasajes de El capital. Convendría ubicarlas al final del capítulo, evitando dificultosas lecturas bidimensionales.

Una cita de Nicholas Georgescu Roegen abre el texto central de Riechmann: «El hombre ha tenido tanto éxito en controlar un proceso físico tras otro que no puede dejar de creer de repente que no pueda llevar a cabo la misma proeza en los restantes campos». Cerramos también con ella, conscientes de la dificultad señalada por el gran bioeconomista rumano… y de la urgencia de que seamos capaces de estar a la altura. Ecosocialismo descalzo. Tentativas nos ayuda a ello, ayuda a saber a qué atenernos y qué podemos y, sobre todo, qué debemos hacer.

Fuente: El Viejo Topo, nº 371, diciembre de 2018, p. 80.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.