Ryanair, la compañía low cost irlandesa, se ha convertido en la décima empresa más contaminante del continente.
Un avión comercial despega desde el aeropuerto de Manises (València).- EFE
El reto de volar es uno de los mayores logros de la humanidad que ha permitido conectar personas y lugares que no hace mucho se presentaban inalcanzables. De Roma a Berlín. De Pekín a Sao Paolo. La oferta de viajes es cada vez más abundante y asequible. Sin embargo, estas virtudes vienen acompañadas de un sistema demasiado permisivo con la contaminación. Así lo demuestran los últimos datos publicados por la Unión Europea que reflejan un crecimiento interanual del 4,9% de las emisiones de CO² de los aviones comerciales . Un porcentaje que contrasta con la tendencia del último año en el resto de sectores emisores (industria energética, transporte terrestre…), que descendieron un 3,8% en 2019.
Este porcentaje de crecimiento de emisiones se suma a la tendencia de los últimos años, ya que el sector aéreo ha experimentado un incremento de la contaminación por dióxido de carbono de más del 26% en los últimos cinco años, tal y como demuestran los registros de Transport&Environment. Si la tendencia continúa, las emisiones podrían ascender hasta un 300% en 2050, según los datos de la International Civil Aviation Organization (ICAO) .
Para que el lector se haga una idea de lo que supone ambientalmente el transporte aéreo: un vuelo de Londres a Nueva York genera aproximadamente la misma contaminación por CO² que emite un ciudadano europeo a lo largo de un año para mantener su hogar caliente .
Este crecimiento de la contaminación del transporte aéreo viene acompañado de un mayor número de vuelos en la zona europea. Tanto, que el tráfico ha incrementado en un 8% desde 2005 , según el informe de 2019 de la Agencia Europea del Medioambiente . A su vez, el número de pasajeros, según este estudio, se ha visto aumentado en un 50% en el mismo periodo de tiempo.
Desde Ecologistas en Acción explican que el aumento de la contaminación aeronáutica es consecuencia directa de la falta de legislación restrictiva que tiene en Europa esta industria. «No puede ser que salga más barato viajar en avión, que es el transporte que más contamina, que en tren» , opina Nuria Blázquez, coordinadora de Transportes en la organización medioambientalista.
La legislación Europea se basa en un sistema de comercio de emisiones (UE ETS) que, en resumidas cuentas, permite que las empresas del sector paguen por superar los límites establecidos. «Dentro del límite, las empresas reciben o compran derechos de emisión que pueden comerciar entre sí según sea necesario. También pueden comprar cantidades limitadas de créditos internacionales de proyectos de ahorro de emisiones en todo el mundo. El límite en el número total de asignaciones disponibles garantiza que tengan un valor», explica la norma europea.
Este sistema ha conseguido, al contrario de lo que se pretendía, que aumenten los datos de contaminación en el continente, tal y como lo demuestran los datos presentados por la propia UE.
Por ello, Andrew Murphy, portavoz de Aviación de Transport&Environment , opina que «la aviación es el mayor fallo climático de Europa». «Lo peor que podemos hacer como respuesta es poner todas nuestras esperanzas en un plan de compensación que otorgue a las aerolíneas una licencia para crecer indefinidamente», añade el experto, en referencia al Plan CORSIA de la Organización Internacional de Aviación Civil -vinculada a la ONU- que podría empezar a tener efectos en el año 2021 y permitir que las compañías tuvieran una mayor libertad ambiental.
A todo ello, debemos sumar el hecho de que apenas haya impuestos que graven los carburantes y los billetes de avión. «No pagan IVA y no pagan impuestos sobre el combustible» , denuncia Blázquez, que pone el foco en las deficiencias que se arrastran en el sector desde el histórico Convenio de Chicago de 1944 . En este encuentro internacional se acordaron medidas como que las piezas de repuesto, aceite y combustibles de una aeronave que entre en uno de los estados miembros estarán libres de imposiciones aduaneras.
Un aparato de la aerolínea de bajo coste irlandesa Ryanair aterriza en el aeropuerto polaco de Modlin, cerca de Varsovia. REUTERS/Kacper Pempel
Ryanair, la más contaminante
El informe de la Agencia Europea para el Medioambiente demuestra cómo el abaratamiento de los costes ha hecho proliferar las compañías de bajo coste. El número de pasajeros por avión es un dato a tener en cuenta, ya que desde 2005 ha incrementado en un 43%. Mientras a principios del siglo XXI la cifra media de viajeros en un avión comercial se situaba en 86, en la actualidad los aeroplanos albergan una media de 124 personas.
De alguna forma, estos datos son un fiel relejo de las prácticas comerciales de Ryanair, la compañía low cost por excelencia. Esta empresa de transporte se ha convertido, según los datos de la Unión Europea, en una de las diez más contaminantes del continente, situándose entre las más nocivas con el medio ambiente. «Cuando se trata del clima, Ryanair es el nuevo carbón», apunta Murphy.
La contaminación por CO² de la entidad irlandesa asciende a las 9,9 millones de toneladas.
Las organizaciones ecologistas advierten de que la tendencia seguirá creciendo en la mayoría de las compañías. Por ello reclaman medidas inmediatas de carácter fiscal que penalicen el empleo del queroseno más dañino, así como el desarrollo de nuevos materiales propulsores que sean menos perjudiciales con la biosfera.
Fuente: https://www.publico.es/sociedad/aviones-europeos-aumentan-emisiones-26-ultimos-cinco-anos.html